Tuvo
lugar ayer, en el Espacio Rastro de Madrid, una reunión de los grupos de
trabajo de SUMAR que se habían puesto en marcha en septiembre de este año y que
habían ya preparado los informes preliminares sobre los 35 grandes temas que se
había decidido abordar. Un proceso de discusión y debate colectivo en el que
han participado activamente más de un millar de personas que fue puesto en común
en un acto en el que intervinieron algunas de las personas que habían
coordinado los mismos, junto con dos de los relatores a los que se ha
encomendado la tarea de resumir y reconducir a un texto integrado las
aportaciones de estos grupos de trabajo. Se abre ahora una etapa de diseminación
de estas ideas para una década progresista que se trasladarán a las organizaciones
de la sociedad civil y a los sindicatos para su conocimiento y debate, abiertas
además a la participación de las personas individuales que se sientan asimismo
interesadas en ello. El acto, al que asistieron unas 350 personas, se cerró con
una intervención de Yolanda Díaz muy centrada en los contenidos de este
material de trabajo y en los retos que plantea a la acción colectiva en el
espacio de la política.
A continuación, se incluye una
apreciación personal del titular del blog sobre este proceso y su significado,
que estuvo en la base de su intervención en el acto, reducida forzosamente por
las exigencias del tiempo requerido.
La desatención, cuando no el
manifiesto incumplimiento de la constitución social, ha caracterizado nuestro
inmediato pasado y es la causa del desapego ciudadano ante la política como
fórmula de cambiar las cosas. Vaciando progresivamente de contenido las
promesas de un trabajo estable como base de la seguridad de la existencia de la
mayoría de la población, imposibilitando la realización de un derecho a la
vivienda cada vez más ilusorio, demostrándose incapaces de garantizar un
ambiente saludable, la precariedad laboral y vital de amplias capas populares
ofrecía una imagen de una sociedad escindida y profundamente desigual, lo que
se acentuó de manera terrible con ocasión de la última crisis financiera y de
endeudamiento público en el ciclo 2010-2013, que puso fin a un proceso largo de
la modernización y privatización a gran escala a partir de la mitad de la
década de los ochenta y toda la de los noventa del pasado siglo hasta el inicio
de los años dos mil.
Los juristas saben – sabemos - que la realidad no puede separarse de sus
representaciones, y en el largo trayecto que lleva hasta el inicio de un
período de excepción marcado por la irrupción de la pandemia a comienzos del
2020, se ha ido conformando un modelo de sociedad, regida políticamente por el
turno bipartidista en el gobierno y comprometida por su representación
económica, social y cultural fuertemente neoliberal, que ha generado
inseguridad, desigualdad creciente y sufrimiento de innumerables personas,
condenadas a su irrelevancia en términos de decisión política. La captura de
este espacio por agentes que mantenían en lo esencial la impotencia de las
pulsiones sociales, inmunizando la dimensión de la política frente a cualquier
cambio sustancial, impuso una gobernanza alejada de las propuestas de
profundización democrática del país. Esa
es la crónica del fracaso democrático del sistema de turno de partidos que ha
caracterizado la experiencia española a partir de 1982 hasta su crisis a partir
de las elecciones del 2015 y las turbulencias electorales e institucionales
posteriores que desembocaron en el gobierno de coalición tras las elecciones de
noviembre del 2019.
A partir de la situación de
excepcionalidad social que causó la pandemia, la sociedad ha descubierto la
necesidad de políticas públicas que combatieran las consecuencias más lesivas
de una crisis económica y productiva de incalculable alcance, la posibilidad de
articular un escudo social frente a las adversidades personales, de construir
estructuras sólidas de preservación del empleo en el contexto de un proceso de
institucionalización de sindicatos y asociaciones empresariales en torno al
diálogo social como método de gobierno, a la vez que se visibilizaba a tantas y
tantas personas protagonistas de cuidados y atenciones imprescindibles en una
sociedad avanzada como la nuestra cuyo trabajo paradójicamente apenas veía
reconocido su valor en términos de mercado. Desde ahí se ha planteado la
oportunidad y la necesidad de un cambio profundo de modelo que consolide el
compromiso público por nivelar la desigualdad, fortalecer el empleo estable y
profundizar de este modo el diseño de la constitución social que durante tanto
tiempo ha quedado sin desarrollar.
A este marco de pensamiento
corresponde la iniciativa de SUMAR de impulsar un amplio proceso de escucha
entre la sociedad española y constituir nada menos que 35 grupos de discusión y
trabajo sobre los temas más importantes que definen un modelo social y político
en nuestro país, una mirada colectiva crítica del presente y un diseño de
cambio real de futuro. Un proceso de debate que ha culminado sus trabajos en
una serie de materiales valiosísimos que contienen análisis y propuestas muy
completas que denotan una capacidad de proyecto, un diseño poliédrico de una
serie de enfoques de la realidad social más justa, más igualitaria, en la que
el trabajo esté en el centro de la construcción democrática y en donde se
prescribe una ciudadanía materialmente sostenida en sus necesidades y en sus
anhelos de prosperidad y de felicidad por políticas públicas activas que
garanticen sanidad, educación, inclusión social e igualdad efectiva, a partir
de un esquema de redistribución equitativa de recursos y de asignación plena de
derechos.
Hay un proyecto de país muy
detallado y articulado como resultado de estos debates que han involucrado a
más de mil doscientas personas de distintos ámbitos y organizaciones en una
discusión colectiva. Un proyecto de país que se aleja de – y se confronta con –
las visiones que hasta el momento se han ido desplegando ante la ciudadanía
como únicas propuestas viables, un proyecto que busca salir adelante mediante
un cambio social, político, económico y cultural que deje atrás el fracaso
evidente de la lógica neoliberal que ha animado las políticas públicas y la
acción de los poderes privados en el inmediato pasado, y que se ha encarnado en
la impotencia democrática en la que se movía el bipartidismo. La lectura de
estos textos surgidos de la discusión colectiva permite comprender la riqueza
de los debates habidos que se manifiesta en la corrección de los análisis y la
inteligencia de las propuestas efectuadas. Más allá de las coordenadas
discursivas e históricas que encuadran este esfuerzo colectivo, lo cierto es
que las palabras allí recogidas importan, son en sí mismas una herramienta
interpretativa y expresiva de la realidad que se quiere transformar,
extremadamente valiosa y sugerente.
Ahora bien, ese proyecto requiere
de agentes colectivos que lo dinamicen, lo protagonicen y lo encarnen. Un
sujeto que, apoyándose en la articulación de subjetividades complejas y
polifónicas, declinadas también en femenino, poblado por identidades diversas,
que sepan confluir entre lo social y lo político, capaz de representar esa
realidad anotada en los análisis y las propuestas de estos grupos de estudio. Un
sujeto que actúe en el espacio público y en la política de partidos, bien
anclado en los movimientos y en las dinámicas sociales, capaz de articular una
cultura ciudadana en torno a los ejes que se han discutido en el proyecto de
país que emerge de estos debates de enorme riqueza, que sepa representar esa
realidad apenas anotada en las densas páginas que han recogido los análisis
críticos y las propuestas de actuación que prefiguran reformas institucionales
bien meditadas y escogidas. En todas ellas destaca la necesidad de políticas
públicas que reconstruyan derechos e intereses, que impongan límites a los
poderes privados, que recuperen el sentido profundo del derecho de la
ciudadanía a tener derechos y a que éstos estén garantizados suficientemente.
Políticas públicas que se remiten a un Estado social comprometido con los
objetivos de igualdad sustancial y de remoción de las dificultades para su
logro efectivo que declara nuestra Constitución
Este es el reto actual, la
decisión consecuente ante un proyecto completo de cambio institucional,
político y social como el representado por el conjunto de estos grupos de
estudio, un mundo posible que representa una realidad que tiene grandes
probabilidades de alcanzarse y lograrse impulsada por una amplia mayoría
social. La promesa de SUMAR.
Perdóname amigo, pero qué nivel de estudios crees tú que es necesario tener para entender toda esta parada? A qué población queremos llegar con esta expresión de ideas?
ResponderEliminarEstas ideas también las está intentando llevar al cabo Unidas Podemos.
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