Los días
27 y 28 de octubre, coincidiendo por cierto con el Congreso organizado por la
Fundación 1 de mayo sobre la extrema derecha en Valencia al que se refería la
última entrada del blog, se ha celebrado en Manchester un congreso mundial
convocado por UNI Global, la federación sindical mundial para el sector
servicios, que reúne sindicatos nacionales y regionales en todo el mundo y
cuenta con sindicatos afiliados en 150 países que representan a 20 millones de
trabajadores. La Cumbre mundial se convocaba como una iniciativa del movimiento
sindical en torno a la construcción de una red de representantes de las
personas que trabajan para la poderosa empresa transnacional Amazon que
ha desarrollado desde 2020, en plena pandemia, la marca #makeAmazonpay como
una campaña de acción colectiva a nivel global.
Como subrayan sus impulsores,
Amazon es una de las corporaciones más poderosas de la historia. Está
rehaciendo el modo en que funciona la economía en el siglo XXI, exprimiendo
hasta la última gota que pueda en todo momento.
Pero el modelo de negocio de
Amazon:
Explota a los trabajadores:
mientras triplica sus ganancias en el tercer trimestre de 2023, Amazon somete a
los trabajadores del almacén y a los conductores a un entorno de alta presión
que les destroza físicamente y, en última instancia, los obliga a renunciar.
Exprime a la ciudadanía: aunque
recibe enormes subsidios y subvenciones de los distintos estados en los que
localiza a sus sedes, la principal división de Amazon en el Reino Unido no pagó
el impuesto de sociedades por segundo año consecutivo.
Exprime al planeta: si bien
Amazon celebró una caída del 0,4% en las emisiones totales en 2022, la empresa
aún necesitaría hasta el año 2378 para alcanzar su objetivo declarado de cero
emisiones netas para 2040.
Por ello, a partir de 2020, la
campaña Make Amazon Pay reúne a más de 80 organizaciones que trabajan
por la justicia laboral, fiscal, climática, de datos y racial, y a más de 400
parlamentarios y decenas de miles de simpatizantes de todo el mundo. Desde
2020, hemos organizado cuatro días globales de acción, cada vez haciendo crecer
nuestro movimiento planetario para evitar que Amazon exprima a los
trabajadores, las comunidades y el planeta.
En este sentido, la campaña tiene
dos objetivos muy claros. De una parte, organiza todos los años una acción
transversal que pretende afectar a la actividad de la empresa a lo largo del
globo. En este caso, durante el llamado Black Friday, el 24 de noviembre
de 2023, quiere plantear “el mayor desafío a los abusos de Amazon en su
historia: Somos trabajadores y ciudadanos divididos por la geografía y nuestro
papel en la economía global, pero unidos en nuestro compromiso de hacer que
Amazon pague salarios justos, sus impuestos y su impacto en el planeta”.
Pero el otro elemento que
sostiene esta acción es la de conseguir la participación de una serie de
personalidades influyentes en la actividad política que formen parte de esta campaña
como una forma de reivindicar una plataforma de acción que incorpore a la lucha
sindical en Amazon un pensamiento político alterglobalizador, en el sentido de
caminar hacia “otro mundo posible” en donde la codicia corporativa no se
reproduzca sobre la explotación laboral, la injusticia fiscal y la degradación
de la sostenibilidad ambiental del planeta.
En estos días de octubre, este
segundo aspecto de la campaña se ha plasmado en la convocatoria por primera vez
en la Campaña, de esta Cumbre mundial que se ha celebrado en Manchester en un
lugar especialmente simbólico, el Instituto de Mecánica de Manchester, Reino
Unido, el edificio donde el movimiento laboral del Reino Unido encontró
expresión política en la formación del Congreso de Sindicatos ( TUC) en 1868.
La sede de esta Cumbre quería ofrecer un apoyo directo a los trabajadores de
Amazon de Gran Bretaña, pero se inscribe en un proceso largo en el que las
representaciones sindicales de los trabajadores de esta gigantesca corporación,
han ido desarrollando estrategias eficaces para mejorar los derechos de los
trabajadores. Una cuestión que también
tiene que ver con las reformas en el marco institucional que regula aspectos
esenciales para el trabajo de esta empresa transnacional, como la propia
convocatoria reconoce. “Sobre la base de recientes victorias progresistas, como
la legislación de protección de los trabajadores de almacenes en los Estados
Unidos, el impuesto a Amazon de Barcelona y la Ley de Jinetes de España, la
Cumbre desarrollará soluciones políticas a nivel municipal, nacional e
internacional para el abuso de Amazon: derechos de los trabajadores, impuestos,
medio ambiente, monopolio. – así como estrategias para convertir el poder
popular en cambios legislativos y regulatorios progresistas para hacer que
Amazon pague”.
Eso explica la trascendencia que
en esta Cumbre se da a las personalidades – delegados – que asisten a la misma.
Entre ellos, personas muy conocidas como Bernie Sanders, senador en
Estados Unidos, junto a congresistas por Minessota y de Nueva York y Andrea
Orlando, diputado y ex Ministro de Trabajo de Italia, junto con una amplia
nómina de diputados de los parlamentos de Francia, Holanda, Bélgica, Irlanda, Reino
Unido, e Italia en Europa, además de otros diputados de Brasil o de India. A
este conjunto de personas se unen una buena representación de sindicalistas –
globales y nacionales – y otro buen número de exponentes de organizaciones no gubernamentales
(ver la nómina completa en https://makeamazonpay.com/summit/)
La participación española ha sido
muy relevante. No solo han asistido dos diputadas de SUMAR, Tesh Sidi y Verónica
Martínez Barbero, sino también la Vicepresidenta segunda del Gobierno y Ministra
de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. Esta intervino en remoto e
incidió en lo que a su juicio constituía el elemento más valioso de la reunión,
“reforzar las alianzas internacionales entre progresistas, pensar y actuar con
perspectiva global para ofrecer nuevas certezas y derechos”, porque este hecho
en laza con una constante en su discurso sobre “la necesidad de construir una
internacional democrática que ponga los intereses de las personas trabajadoras
por encima de los intereses de aquellos que siempre han gozado de privilegios
en nuestros países”. Se trataría así, de ir construyendo una “internacional
democrática”, que en definitiva tendría que ser “antes que nada, una
internacional laborista. Una internacional, esto es, con el sindicalismo como
motor de cambio y los derechos laborales en el centro”.
Esta constatación de la importancia
de la coordinación de la acción sindical en el espacio global fue de nuevo reiterada
por la Vicepresidente de Gobierno y líder de SUMAR: “Hemos visto nuevas formas
de organización, innovadoras vías para reivindicar nuevos y viejos derechos
laborales, como vuestra campaña en el Black Friday. El movimiento
sindical, en todas sus formas, es hoy más necesario que nunca. Hoy, el
sindicalismo, ecologismo y feminismo nos demuestran que las luchas por el
trabajo decente, la igualdad de género y un planeta habitable son una y la
misma lucha (…) Hoy vivimos, como en tantos otros momentos históricos, un
conflicto por quién paga los costes de la inflación, un conflicto entre
beneficios y salarios, entre la avaricia de unos pocos y la posibilidad de una
vida digna para la mayoría social. No es exclusivo de Amazon. Va mucho más
allá. Por eso es tan importante alzar la voz y pedir cosas que, aunque poco
comunes, son de sentido común: que las grandes empresas respeten los derechos
humanos; que tengan un impacto positivo en las comunidades en las que se
asientan; que paguen lo que deben; que contribuyan más y mejor al principal
desafío que tenemos hoy como humanidad, la emergencia climática”.
Sin perjuicio de reivindicar la
escala nacional – estatal en la construcción y fortalecimiento de derechos, la
intervención de Yolanda Díaz insistía en el objetivo implícito en la
Cumbre convocada por UNI Global. “Ahora, debemos estirar la imaginación y
pensar en nuevas fórmulas para financiar una planificación ecológica que sea
realmente democrática y justa, a la que Amazon, y tantas otras corporaciones,
contribuyan de verdad. Pensemos, por ejemplo, en la tasa climática a las
grandes fortunas que proponen Chancel y Piketty; en el gravamen a
los beneficios extraordinarios de la industria fósil del que hablaba, ni más ni
menos, el Secretario General de Naciones Unidas; o, por qué no, en una tasa
global a la riqueza que puede tomar muy diversas formas. Sigamos pensando en
nuevas alternativas, desarrollándolas. Sigamos trabajando juntos y juntas,
movimientos sociales, sindicatos, fuerzas políticas y, sí, también Gobiernos,
para empujar en la dirección correcta”.
Aprovechar por tanto la
organización del espacio colectivo del interés de las personas que trabajan
dentro y alrededor de la gran corporación transnacional a la que la pandemia de
2020 consolidó como una de las grandes empresas globales, como uno de los
territorios donde se puede intentar formar una opinión común y una coordinación
de esfuerzos que oriente hacia posiciones de tutela de derechos e introducción
de procedimientos de negociación y de participación en la práctica de una de
las mayores corporaciones mundiales, a la vez que se edifica un edificio entero
de representación y de acción sindical en esta dimensión global. A su través, y cumulativamente
a la estrategia concreta del sindicalismo en la empresa, contribuir a la
creación de un nuevo espacio de discusión y de la correlativa agregación de
consensos sobre las reformas fundamentales en este aspecto en la escala global
en donde la estrategia sindical, la acción política y el ideario de grupos,
coaliciones y partidos, tiene que desempeñar un papel ampliamente relevante y
dirigente.
Este es el reto, la campaña
mencionada un paso adelante en la buena dirección.
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