domingo, 7 de enero de 2024

BRASIL, 8 DE ENERO: UN PACTO CONTRA EL OLVIDO. HABLA CAROL PRONER

 


El 8 de enero del año pasado, 2023, se produjo el terrible asalto a la plaza de los 3 poderes en Brasilia, un intento de golpe de estado orquestado por los partidarios del candidato derrotado, Jair Bolsonaro, que pretendían subvertir el mandato de las urnas que habían elegido como presidente a Lula da Silva, sobre el que se había desplegado una operación de acoso legal que le había conducido a la prisión antes de que el Tribunal Supremo fallara sobre la ilegalidad del proceso conducido por el juez Moro en lo que se conoce como un caso arquetípico de lawfare. Un año después, se va a celebrar en Brasilia un acto de recuperación de la memoria de aquel intento de golpe y de exaltación de la democracia de nuevo conquistada. El momento político en el cono sur es muy importante ante el retroceso en todos los órdenes que se vive en Argentina tras la elección de Milei, lo que revaloriza el papel que desempeña el Brasil democrático del Presidente Lula.

 

Carol Proner, Doctora en Derecho, Profesora de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Fundadora de la Asociación Brasileña de Juristas para la Democracia, que forma parte del Grupo de Puebla y  que fundamentalmente es una gran amiga de este blog, reflexiona sobre este momento histórico en un texto publicado en portugués en https://www.brasil247.com/blog/8-de-janeiro-um-pacto-contra-o-esquecimento?amp y que se ofrece aquí en su traducción al castellano en rigurosa primicia.

 

8 DE ENERO: UN PACTO CONTRA EL OLVIDO.

Carol Proner

 

Cualquier persona que defienda las reglas democráticas y el régimen constitucional entiende y valora el Acto por la Democracia convocado por el Presidente de la República el 8 de enero. Cualquier demócrata comprende la importancia de registrar la intentona golpista como un día de infamia, un día en el que se hicieron realidad las amenazas proferidas a lo largo de la campaña electoral por el propio candidato derrotado, Jair Bolsonaro.

No cabe duda de que recordar o incluso conmemorar el 8 de enero, dada la sensación de victoria institucional frente al golpe, es absolutamente necesario para dejar constancia del apogeo de la violencia fomentada por la extrema derecha en los últimos años.

Al mismo tiempo, es necesario celebrar una de las consecuencias inesperadas de los acontecimientos golpistas: una sorprendente unión de poderes e instituciones que, salvo raras excepciones, actuaron en las primeras horas de la crisis para contener lo peor y, por tanto, se unieron para defender la democracia y, en cierto modo, crear las condiciones para la gobernabilidad en los primeros días del recién elegido gobierno.

Un año después, el "llamamiento a la democracia" ha vuelto a ser respetado, demostrando la inequívoca capacidad de liderazgo del Presidente Lula y de su gobierno. A pesar de interrumpir recesos y días festivos, cerca de 500 invitados estarán presentes en el Salón Negro del Congreso Nacional para recordar el fatídico día en discursos pronunciados por los más destacados representantes del poder civil del Estado, jefes de los Poderes del Estado, de las dos Cámaras del Congreso Nacional, Gobernadores y representantes de la Sociedad Civil.

Inicialmente titulado "Democracia Restaurada" y rebautizado "Democracia Inquebrantable" en honor al eslogan utilizado por el Tribunal Supremo durante la campaña electoral de 2023, el acto irá precedido de una exposición en la sede del Tribunal Supremo bajo el título: "Después del 8 de enero: Reconstrucción, memoria y democracia", con el objetivo de preservar la memoria institucional del Tribunal y reconstruir y restaurar su patrimonio.

Se trata, pues, de un día evidentemente glorioso, porque efectivamente hubo un riesgo y ganó la democracia, pero sabemos que la memoria patrimonial dista mucho de ser suficiente. Y ni siquiera la justicia procesal de las investigaciones, las detenciones y la exigencia de responsabilidades a quienes planearon, financiaron y ejecutaron los actos del 8 de enero bastará para hacer frente a la complejidad de lo ocurrido. Como en otras fechas importantes de violencia contra la democracia, siempre estará en disputa la memoria, es decir, la capacidad de extender la memoria a los fundamentos de la violencia, sus causas y sus autores. Es imposible no establecer paralelismos con la justicia transicional y sus tiempos diluidos.

El 8 de enero ya está inspirando estudios en todo el país que podrían formar un mosaico de memorias y verdades sobre la infamia que se ha abatido sobre el país y que no se limita a un solo día. Se debaten las razones que llevaron al 8 de enero, las motivaciones más o menos explícitas, a menudo minimizadas por la prensa hegemónica y no pocas veces olvidadas para que la democracia pueda seguir un cierto camino de conciliación. Pero en democracia nadie puede tener la última palabra.

Por ejemplo. Otras fechas coinciden y preceden al 8 de enero para explicar los ataques al sistema electoral: Recordemos el violento 19 de diciembre de 2023, las depredaciones e incendios en la fecha de la confirmación presidencial en Brasilia; o el 30 de octubre de 2023, la segunda vuelta de las elecciones y el intento de interferencia electoral protagonizado por el entonces director de la Policía Federal de Carreteras; el borrador del golpe con fundamentación jurídica y las celebraciones violentas del 7 de septiembre de cada año, fecha de la independencia de Brasil, las amenazas nominales a los Magistrados de la Corte Suprema y sus familias, la reunión de Jair Bolsonaro con embajadores de otros países para desacreditar las llamadas urnas electrónicas; y cómo no recordar los ataques con fuegos artificiales simulando explosiones a la sede de la Corte Suprema por partidarios acampados en la explanada, advirtiendo a los Magistrados que se prepararan para lo peor, en junio de 2020. Todos estos hechos concatenados forman parte de la investigación llevada a cabo por el magistrado Alexandre de Moraes en la voluminosa investigación que aborda elementos oscuros, como las amenazas de ahorcamiento recientemente reveladas o el seguimiento, con interferencias externas, de aproximadamente 30.000 ciudadanos brasileños.

Aún más, ¿basta con limitar el recuerdo del 8 de enero a las amenazas al sistema electoral? ¿O el sistema electoral y la justicia no contribuyeron a la desestabilización de la que fueron víctimas? ¿Cómo no recordar el 30 de agosto de 2018, cuando, por 6 votos contra 1, los magistrados del TSE inhabilitaron al entonces candidato Lula, dejando al Partido de los Trabajadores 10 días para sustituir al candidato que se enfrentaría a Jair Bolsonaro?¿Cómo olvidar el lawfare del Lava Jato? ¿Cómo olvidar la omisión y el papel disfuncional de la Fiscalía General al bloquear acusaciones e investigaciones que podrían haber evitado el extremismo político en el país?

¿Es suficiente para una memoria histórica eficiente que los documentales periodísticos cubran los acontecimientos de un solo día? En una sociedad que, a pasos agigantados, sabe ejercer la justicia transicional hasta el punto de crear, por ley, una Comisión de Amnistía e implementar una Comisión Nacional de la Verdad, una cosa no excluye la otra: valorar la importancia de los memoriales que ejemplifican la violencia no impide ejercer la memoria, la verdad y la justicia contra quienes producen las condiciones de esa misma violencia. Sólo así se puede evitar la repetición de estos hechos.

La gestación del bolsonarismo y su amenazante continuidad, el papel de la justicia en el encarcelamiento de un líder político que hoy es el único capaz de llamar a la unidad, el golpe de 2016 con la supresión anticipada e ilegal de un mandato presidencial y la sustitución del proyecto soberano de país no se olvidarán jamás. Todo ello sin olvidar la cúpula militar en cada etapa, que vamos descubriendo poco a poco, desde las omisiones malintencionadas del 8 de enero hasta el tuit del general Villas Boas amenazando al Tribunal Supremo, pasando por las caravanas de la pandemia.


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