En este
torbellino electoral en el que nos sitúa el año 2024, con especial incidencia
en el caso español, donde a las elecciones gallegas seguirán las vascas y las
catalanas, para culminar el 9 de junio en las decisivas elecciones al
Parlamento europeo, los resultados que han obtenido las fuerzas políticas en
Portugal han constituido un aldabonazo sobre el fuerte crecimiento de la
extrema derecha. El Instituto Novos Paradigmas, con sede en Porto Alegre
(Rio Grande do Sul, Brasil), que preside Tarso Genro, ha hecho una primera
aproximación al tema que por su interés se reproduce en este blog a
continuación, oportunamente traducido.
El resultado de las elecciones
legislativas portuguesas del 10 de marzo no fue exactamente una sorpresa, ya
que se puso fin a un período de victorias sucesivas de la izquierda desde 2015,
en la era posterior a la troika. Antes de eso, los sondeos ya indicaban que la
extrema derecha crecería considerablemente y que el Partido Socialista (PS)
corría el riesgo de perder frente a la derecha, representada en estas
elecciones por la Alianza Democrática (AD), que reúne a dos partidos de derecha
- PSD y CDS.
Para los observadores más atentos
de la política local, tampoco fue una sorpresa la operación judicial a la brasileña ("Lava Jato", contra
Lula) que, meses antes, provocó la caída
del gobierno socialista de António Costa. Con el escándalo inflado por
los medios de comunicación, el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa,
no apoyó la continuidad de Costa pese a la falta de pruebas contra el ex primer
ministro y decidió aceptar la dimisión del socialista, disolver el Parlamento y
convocar nuevas elecciones.
Durante la campaña, la extrema
derecha monopolizó el discurso anticorrupción, a pesar de que algunos de sus
cuadros estaban implicados en sospechas y causas judiciales pendientes, según el
diario Público (www.publico.pt) . Una serie
de protestas de la policía del país en las semanas previas a las elecciones
también potenció el discurso de los extremistas que asocian los problemas de
seguridad ciudadana con la inmigración. El barrio de Mouraria, tradicional
bastión de la comunidad inmigrante en Lisboa, fue escenario de contenidos
producidos por candidatos extremistas para las redes sociales que reforzaban el
discurso antiinmigración y motivaron una casi manifestación de un movimiento
abiertamente nazi que sólo no tuvo lugar en las calles del barrio porque estaba
prevista una contramanifestación para el mismo día y a la misma hora.
Las redes sociales fueron el
motor de este discurso de la extrema derecha portuguesa, al igual que ha
ocurrido y sigue ocurriendo en otras partes del mundo. Destaca su atención al
tipo de contenido que gusta a los algoritmos de las redes. Por esta razón, el
uso de vídeos cortos en un formato similar al utilizado en TikTok fue muy
explotado, como fue el caso de Milei en Argentina recientemente, y
resultó muy eficaz para traducirse en muchos votos de los jóvenes. También se
identificó el uso de técnicas conocidas por los promotores de la
desinformación, como la clonación de portales de noticias para dar cierta
credibilidad a la noticia falsa. Utilizando este tipo de contenidos, el partido
de extrema derecha Chega se convirtió en el que más seguidores tenía en las
redes sociales y el que más interacciones online generó durante la campaña,
según un estudio académico de la Universidad de Beira Interior (UBI).
Ahora, con el resultado sobre la
mesa, nadie quiere asumir la culpa de este enorme lío político. Ni el
presidente, considerado simpatizante de la derecha, ni los portugueses del
bando progresista pueden ocultar su vergüenza por conmemorar el cincuentenario
de la Revolución de los Claveles, que derrocó a la dictadura militar el 25 de
abril de 1974, al mismo tiempo que se refuerza en el Parlamento una extrema
derecha racista y xenófoba: la bancada Chega ha cuadruplicado su tamaño y hará
mucho ruido.
Si evaluamos el resultado en
términos de porcentajes, vemos a AD y PS casi empatados (29% x 28%) y a Chega,
el partido de extrema derecha, unos diez puntos por detrás de ambos (18%). En
cuanto al número de diputados, AD tendrá 79, el PS 77 y Chega 48. Sin embargo,
si evaluamos los resultados en función del número de votos - para pensar en
cuánta gente consiguió movilizar cada fuerza política en unas elecciones que
registraron la tasa de abstención más baja desde 1995 - AD tuvo 1,8 millones,
el PS 1,7 millones y Chega 1,1 millones. Los demás partidos tuvieron menos de
300.000 votos: Iniciativa Libera 312.000, Bloco de Esquerda 274.000, Comunistas
202.000, Livre 199.000, PAN 118.000 y, por último, el extraño fenómeno ADN, que
tuvo 10 veces más votos que en las últimas elecciones -pasó de 11.000 a más de
100.000- y hay sospechas de que se debió a una confusión entre su nombre y el
de AD, la alianza de derechas.
El hecho es que, en el año del 50
aniversario del fin de la dictadura de Salazar en Portugal, el partido de
extrema derecha, que agrupa a quienes añoran aquel periodo de falta de
libertad, obtuvo más de un millón de votos en un país de poco más de 10 millones
de habitantes. Fue el partido más votado en la región del Algarve e incluso
eligió a un parlamentario brasileño - ¿sabemos cómo tratar el hecho irónico de
que el primer parlamentario brasileño de la historia de Portugal sea un negro
elegido por el partido que creció sobre la base del racismo y del discurso de
odio contra los inmigrantes?
En el ajedrez político propio de
un régimen parlamentario, el resultado electoral ha puesto a Portugal en una
curiosa situación: todos, incluido el presidente, quieren evitar que la extrema
derecha forme parte del Gobierno -en vísperas de las elecciones, Marcelo
Rebelo de Sousa declaró al diario Expresso que haría cualquier cosa por
ello-. También en este sentido, la AD advirtió que "no es no" en
referencia a la posibilidad de una coalición con Chega y reforzó su negativa
tras su victoria en las urnas. El PS, por su parte, asumió su responsabilidad
como líder de la oposición. Así pues, la extrema derecha se encuentra en el
limbo, ni gobierno ni oposición.
A pesar de estar momentáneamente
en el limbo, Chega parece haber consolidado su posición como tercera fuerza
política del momento. Así que uno se pregunta cuál será el futuro de la extrema
derecha en Portugal. Porque, si el ritmo de crecimiento del partido extremista
continúa así, Chega podría aumentar su bancada en unas futuras elecciones
legislativas o elegir a su líder Presidente de la República en la próxima
votación para el cargo institucional del Estado, en 2026. ¿O será el futuro del
movimiento similar a lo que ocurrió al lado en España, donde el partido que
representa a la extrema derecha aparentemente ha tocado techo y sigue siendo la
tercera fuerza política del país?
Debatir el escenario electoral en
Portugal para comprender el fenómeno que afecta al país en estos momentos es
aún más necesario, por lo que se ha confirmado la celebración del
"Coloquio Internacional Patrimonio Universal de Abril" los días 20 y
21 de junio en la Fundación José Saramago de Lisboa (Casa dos Bicos, Rua dos
Bacalhoeiros, 10). Promovido por el Instituto Nuevos Paradigmas (INP) en
colaboración con la Fundación Abierta, la Fundación Saramago, la Asociación 25
de Abril y el Instituto Futuro, el seminario pretende debatir las conexiones
entre la Revolución de los Claveles y las luchas democráticas en América
Latina. El objetivo del evento es celebrar el acontecimiento histórico y
evaluar sus efectos en los logros democráticos del siglo pasado. Teniendo en
cuenta el auge de los movimientos políticos fascistas y de extrema derecha,
esta evaluación es especialmente importante.
Referencias
Jornal
Público: Chega quer "limpar Portugal", mas tem deputados com
problemas na Justiça
Radar das Legislativas - LabCom
- Universidade da Beira Interior
Jornal
Público: Contas do Chega clonam jornais para partilhar informação falsa nas
redes sociais
Jornal
Expresso: Em 2024 "fecha-se um ciclo da nossa História e abre-se
outro", diz Marcelo. PR apela ao voto porque "tempos são muito
difíceis lá fora"
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