miércoles, 30 de octubre de 2013

UNA CORRESPONDENCIA PARTICULAR: FRENTE A LA HUELGA GENERAL DE LA ENSEÑANZA DEL 24 DE OCTUBRE










La huelga general de la enseñanza del 24 de octubre no solo ha tenido un seguimiento extraordinario entre toda la comunidad educativa, sino que también ha generado, como no podía ser menos, reacciones adversas de políticos y medios de comunicación del “régimen”. En la Universidad la huelga tuvo una repercusión importantísima, en gran parte gracias a la acción combinada de profesores, personal de administración y estudiantes. Algunos sin embargo se mostraron contrarios a la huelga y contrariados por la participación en ella de tantos profesionales de la universidad. A continuación se trae a esta bitácora un cruce de cartas entre dos profesores de la UCLM – aunque a uno de ellos el otro no le asigne esa cualidad, sino la de “sindicalista” frente a la de “científico” que reserva para él – que puede ser muy indicativo de una cierta mentalidad que recorre aún a ciertos profesores de universidad. Los nombres de los profesores son reales, no inventados, lo decimos porque alguno pensará que llamarse Don Galileo Gardel y autodefinirse como un científico antihuelguista podría ser un exceso literario del titular del blog. No es así, como atestigua el diario Lanza donde se publica el carteo. El profesor aludido como sindicalista e inimputable es  Don Francisco Trillo, bien conocido y reconocido por los lectores de esta bitácora. Pero pasemos a las cartas.

Galileo Gardel del Real
¿Por qué los científicos no hacemos huelga?

Uno de los asistentes al último Consejo de Gobierno de la UCLM, miembro de un sindicato y  que se identificó a sí mismo como un “inimputable”, lanzó un reproche a los asistentes porque una parte considerable de los profesores no adhiere a las huelgas convocadas por los sindicatos. El reproche no obtuvo respuesta, por temor a no ser comprendida, y por evitar un enfrentamiento fuera de lugar. Esto, sumado a que algunos tenemos siempre un poco de temor o recelo en responder  a un sindicalista, porque casi siempre están en mayoría y con la verdad de su parte. Lo que les autoriza a hacer los mencionados reproches sin entender que de la otra parte puede haber una percepción distinta de las cosas.

La respuesta que me hubiese gustado darle es que los científicos no hacemos huelga porque entendemos que las huelgas se hacen para reclamar algo, o para quejarse de algo frente ante patrones o gobernantes. Y los científicos, en realidad, sólo tenemos UNA queja, que podemos expresar de muchas maneras distintas, pero que en definitiva es UNA y siempre la misma: queremos que nos dejen hacer nuestro trabajo, que hacemos con pasión y vocación y que al final, redundará en beneficio de toda la Sociedad. Cuando nos quejamos de los recortes es porque sin recursos no podemos hacer nuestro trabajo. Cuando nos quejamos de la falta de becas o de los bajos salarios, es porque así no podemos trabajar. Siempre pedimos lo mismo. ¿Pero cómo vamos a pedir que nos dejen hacer nuestro trabajo, negándonos a hacerlo? NO tiene ningún sentido para nosotros! Por otra parte, aún queriendo, sería casi imposible dejar de trabajar porque, cuando tenemos un problema entre manos, resulta muy difícil no pensar en él. Nos lo llevamos a la cama por la noche hasta que nos quedamos dormidos con el problema dando vueltas en la mente. Y en eso consiste gran parte de nuestro trabajo. 

Pero, por otra parte, ¿Qué pasaría si yo dejara hoy de hacer mi trabajo de investigación? Por ejemplo:¿Qué pasaría si hoy dejo de buscar esa solución a la ecuación de Prandtl- Reuss en la que el Yield Strength depende del strain y del strain rate? Pues lo que pasaría es que todo el mundo, desde Cospedal hasta mi amigo el frutero de la esquina, se partirían de risa. Porque obviamente, dejar de investigar por un día no es lo mismo que dejar de recoger la basura en toda la ciudad. 

Me imagino que a este punto, el “inimputable” me diría que no hace falta que deje de hacer mi trabajo, que basta con que DIGA que hoy no he trabajado. Es decir,  que debería decir que no he trabajado cuando sí lo he hecho, así el “inimputable” podría sumar un número más a sus estadísticas de adhesión a la huelga. Pero el problema es que el trabajo del científico consiste, fundamentalmente, en la búsqueda de la verdad. Por lo tanto, mentir va contra la propia naturaleza de su trabajo. Y me imagino que también debe ir contra de la naturaleza del trabajo de  cualquier servidor público. 

El “inimputable” me podría decir que igualmente debería hacerlo por solidaridad con los compañeros. Pero resulta que mis compañeros son los otros científicos que hacen lo mismo que yo. Por mal que pueda sonar, trabajar para la misma empresa no nos convierte necesariamente a todos en “compañeros”. Al menos no en ese sentido. Podemos ser amigos o colegas, pero no compartimos la misma actividad y nuestras motivaciones hacia el trabajo pueden ser muy distintas. 

Nadie duda que el derecho a la huelga ha proporcionado enormes mejoras en las condiciones de los trabajadores y que es un derecho constitucional indiscutible. Pero nadie puede dudar que las Ciencia también ha contribuido, y muchísimo más, en la mejora de las condiciones de vida de la gente, aún desde antes que existieran las asociaciones de trabajadores. Y esto último se debe a la vocación y al sacrificio personal de científicos que en su afán por alcanzar nuevos conocimientos han aceptado sin quejas las peores condiciones de trabajo imaginables. Algunos, como Lavoisier, aceptaron hasta perder su vida. Cuando un problema obsesiona al científico, se puede olvidar hasta de comer y de dormir ¿Cuántas veces Ramón y Cajal dejó su comida intacta enfriándose sobre una mesa? Esto sólo lo puede entender quien se haya sentido atrapado por el fuego de la ciencia y haya sentido la pasión por investigar. Pero quien quiera al menos atisbar este sentimiento, tiene a su alcance innumerables biografías de científicos hoy reconocidos como grandes benefactores de la Humanidad: Galileo, Newton, Einstein, Ramón y Caja, etc. etc….

Entiéndase bien, los científicos no renegamos del derecho a la huelga y de que lo ejerzan aquéllos que crean que con ella pueden mejorar sus condiciones  laborales.  Pero el “inimputable” debería también tratar de entender que la huelga es un instrumento quex no se aplica a ciertas actividades: los curas no hacen huelga, y los voluntarios de las ONG’s en países del tercer mundo tampoco. Pues resulta, aunque sea difícil de creer, que los científicos nos parecemos más a estos últimos que a los recolectores de basura.

Esta actitud del científico no implica en absoluto que esté menos comprometido con la sociedad que el sindicalista o el político. Al contrario, el científico asume un compromiso personal con la humanidad renunciado a contar con el amparo de organizaciones sindicales o partidistas. Por esto, la soledad suele ser el precio que tiene que pagar, la cual muchas veces es confundida con aislamiento por una sociedad que raras veces conoce como se desarrolla su actividad, y con ello da vida al tan trillado estereotipo del sabio excéntrico y distraído que tanto divierte a la gente.
…………….
¿POR QUÉ EL CIENTÍFICO “IMPUTABLE” NO HA HECHO HUELGA EL 24-O?
Francisco Trillo

La huelga convocada el día 24 de octubre ha contado con un seguimiento muy importante en la Universidad de Castilla-La Mancha. Estudiantes y profesores han sido los colectivos de la comunidad universitaria que más han sentido la necesidad de participar en esta convocatoria colectiva. El motivo de esta masiva participación por parte de la comunidad universitaria, tanto en la huelga como en las manifestaciones del jueves pasado, hay que localizarlo con toda seguridad en la gran preocupación que existe sobre el futuro de la UCLM una vez conocido el proyecto de presupuestos autonómicos de Castilla-La Mancha para el año 2014.

Aspectos tales como la docencia, la investigación, la transferencia del conocimiento, o el acceso de los estudiantes a la Universidad se están viendo gravemente afectados por decisiones injustificadas del Gobierno Regional. La UCLM ha visto reducido su presupuesto en algo más de un 40% en los dos cursos anteriores y todavía no se tiene constancia de una sola razón que justifique este asalto a tan importante Institución. Ninguna Administración  Pública de la Región se ha enfrentado a una situación de asfixia financiera de tal calado.

Ante este hecho, algunos miembros de la comunidad universitaria, estudiantes, personal de administración y servicios, así como profesores hemos entendido, desde hace ya más de dos años, que esta situación debía encontrar una respuesta colectiva. Y así ha sido. Cada vez más profesores, personal de administración y servicios y estudiantes se han ido sumando a estas convocatorias que tienen como objetivo exigir, por ejemplo, que en la UCLM los estudiantes tengan acceso a la misma con independencia de las condiciones económicas de sus familias; que las clases puedan ser impartidas en condiciones de calidad; que existan recursos suficientes para que la investigación no perezca, etc.

Por todo ello, la huelga en la UCLM resultó ser, el jueves pasado, un cauce de expresión colectiva donde la comunidad universitaria decidió abstenerse de ir al trabajo o a las aulas para visibilizar el rechazo a aquellas políticas que injustificadamente ponen en peligro a la UCLM y, con ello, a la entera sociedad de Castilla-La Mancha. Eso sí, la decisión de acudir –o no- a esta convocatoria forma parte de la decisión individual de cada uno. Así, por ejemplo, el científico “imputable” decidió no estar con la comunidad universitaria el 24-O. Y ello, según afirma él mismo, porque los científicos se parecen más a los curas o a los voluntarios de una ONG. Sin lugar a dudas un argumento complejo que solo el científico “imputable” es capaz de entender.
No obstante, lo más preocupante de las delirantes argumentaciones del científico “imputable” no tiene que ver con la asimilación entre el científico y el cura, sino con el intento de manipulación demagógica de lo que un científico de verdad debe hacer: estar solos en el laboratorio a espaldas del mundo. Según esta lógica, cualquier sujeto que no siga este patrón de conducta no resulta ser científico por mucho que su actividad así lo demuestre. Un menosprecio insultante para personas como aquellos científicos que forman parte del Centro Superior de Investigaciones Científicas, o para los miles de profesores universitarios que sí han secundado la huelga.

En este sentido, cabría recordar que el científico que vive a espaldas de la realidad social que le rodea no merece tal condición, ya que la ciencia no es en sí mismo un objetivo sino el medio para que la sociedad alcance mayores cotas de conocimiento y de bienestar. Al día de hoy, el científico se encuentra con una realidad que le está impidiendo desarrollar su función social. Por ello, el día de huelga, pese a que supone la pérdida de un día de nuestro trabajo, constituye parte importante del compromiso que los profesores de universidad mantenemos con la sociedad. Este último aspecto, sin duda, comporta una sensibilidad que trasciende a la adscripción individual a ésta o aquélla opción política o sindical, que nuestro científico “imputable” por el momento no ha sido capaz de desarrollar.                       
     

4 comentarios:

  1. Gracias, Trillo por desvelar la realidad. Viva esa ciencia!! L., desde la calle Embajadores de Madrid

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  2. viva la ciencia de verdad!..la que no está de espaldas al mundo...la que lucha para este mundo y el que vendrá...la que no se mira el ombligo...sin ESTA ciencia no hay presente ni futuro, sólo hay aprendices-brujos y Universidades llenas de individualidades que no ven el terremoto ni cuando les mueve las sillas de sus "aislados" e "insonorizados" despachos...¡Ánimo y solidaridad al compañero y amigo Trillo!
    MB desde las islas Cíes, mirando a la ría de Vigo

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  3. El científico que vive a espaldas de la realidad social que le rodea no merece tal condición.
    MJR desde el Pasaje Lodares

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  4. Por cierto, me parece que este presunto cientifico se ha puesto un nombre falso, no está ni en el directorio de la UCLM ni tampoco aparece en google. No es un científico, es un cobarde. Y escribe fatal
    MJR de nuevo desde el Pasaje Lodares, a ver si saben donde me encuentro.

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