La huelga general de la enseñanza del 24 de octubre no solo ha tenido un
seguimiento extraordinario entre toda la comunidad educativa, sino que también
ha generado, como no podía ser menos, reacciones adversas de políticos y medios
de comunicación del “régimen”. En la Universidad la huelga tuvo una repercusión
importantísima, en gran parte gracias a la acción combinada de profesores,
personal de administración y estudiantes. Algunos sin embargo se mostraron
contrarios a la huelga y contrariados por la participación en ella de tantos
profesionales de la universidad. A continuación se trae a esta bitácora un
cruce de cartas entre dos profesores de la UCLM – aunque a uno de ellos el otro
no le asigne esa cualidad, sino la de “sindicalista” frente a la de “científico”
que reserva para él – que puede ser muy indicativo de una cierta mentalidad que
recorre aún a ciertos profesores de universidad. Los nombres de los profesores
son reales, no inventados, lo decimos porque alguno pensará que llamarse Don Galileo Gardel y autodefinirse como
un científico antihuelguista podría ser un exceso literario del titular del
blog. No es así, como atestigua el diario Lanza donde se publica el carteo. El
profesor aludido como sindicalista e inimputable es Don Francisco
Trillo, bien conocido y reconocido por los lectores de esta bitácora. Pero
pasemos a las cartas.
Galileo
Gardel del Real
¿Por qué los
científicos no hacemos huelga?
Uno de los asistentes al último Consejo de
Gobierno de la UCLM, miembro de un sindicato y que se identificó a sí
mismo como un “inimputable”, lanzó un reproche a los asistentes porque una
parte considerable de los profesores no adhiere a las huelgas convocadas por
los sindicatos. El reproche no obtuvo respuesta, por temor a no ser
comprendida, y por evitar un enfrentamiento fuera de lugar. Esto, sumado a que
algunos tenemos siempre un poco de temor o recelo en responder a un
sindicalista, porque casi siempre están en mayoría y con la verdad de su parte.
Lo que les autoriza a hacer los mencionados reproches sin entender que de la
otra parte puede haber una percepción distinta de las cosas.
La respuesta que me hubiese gustado darle es que
los científicos no hacemos huelga porque entendemos que las huelgas se hacen
para reclamar algo, o para quejarse de algo frente ante patrones o gobernantes.
Y los científicos, en realidad, sólo tenemos UNA queja, que podemos expresar de
muchas maneras distintas, pero que en definitiva es UNA y siempre la misma:
queremos que nos dejen hacer nuestro trabajo, que hacemos con pasión y vocación
y que al final, redundará en beneficio de toda la Sociedad. Cuando nos quejamos
de los recortes es porque sin recursos no podemos hacer nuestro trabajo. Cuando
nos quejamos de la falta de becas o de los bajos salarios, es porque así no
podemos trabajar. Siempre pedimos lo mismo. ¿Pero cómo vamos a pedir que nos
dejen hacer nuestro trabajo, negándonos a hacerlo? NO tiene ningún sentido para
nosotros! Por otra parte, aún queriendo, sería casi imposible dejar de trabajar
porque, cuando tenemos un problema entre manos, resulta muy difícil no pensar
en él. Nos lo llevamos a la cama por la noche hasta que nos quedamos dormidos
con el problema dando vueltas en la mente. Y en eso consiste gran parte de
nuestro trabajo.
Pero, por otra parte, ¿Qué pasaría si yo dejara
hoy de hacer mi trabajo de investigación? Por ejemplo:¿Qué pasaría si hoy dejo
de buscar esa solución a la ecuación de Prandtl- Reuss en la que el Yield
Strength depende del strain y del strain rate? Pues lo que pasaría es que todo
el mundo, desde Cospedal hasta mi amigo el frutero de la esquina, se partirían
de risa. Porque obviamente, dejar de investigar por un día no es lo mismo que
dejar de recoger la basura en toda la ciudad.
Me imagino que a este punto, el “inimputable” me
diría que no hace falta que deje de hacer mi trabajo, que basta con que DIGA
que hoy no he trabajado. Es decir, que debería decir que no he trabajado
cuando sí lo he hecho, así el “inimputable” podría sumar un número más a sus
estadísticas de adhesión a la huelga. Pero el problema es que el trabajo del
científico consiste, fundamentalmente, en la búsqueda de la verdad. Por lo
tanto, mentir va contra la propia naturaleza de su trabajo. Y me imagino que
también debe ir contra de la naturaleza del trabajo de cualquier servidor
público.
El “inimputable” me podría decir que igualmente
debería hacerlo por solidaridad con los compañeros. Pero resulta que mis
compañeros son los otros científicos que hacen lo mismo que yo. Por mal que
pueda sonar, trabajar para la misma empresa no nos convierte necesariamente a
todos en “compañeros”. Al menos no en ese sentido. Podemos ser amigos o
colegas, pero no compartimos la misma actividad y nuestras motivaciones hacia
el trabajo pueden ser muy distintas.
Nadie duda que el derecho a la huelga ha
proporcionado enormes mejoras en las condiciones de los trabajadores y que es
un derecho constitucional indiscutible. Pero nadie puede dudar que las Ciencia
también ha contribuido, y muchísimo más, en la mejora de las condiciones de
vida de la gente, aún desde antes que existieran las asociaciones de trabajadores.
Y esto último se debe a la vocación y al sacrificio personal de científicos que
en su afán por alcanzar nuevos conocimientos han aceptado sin quejas las peores
condiciones de trabajo imaginables. Algunos, como Lavoisier, aceptaron hasta
perder su vida. Cuando un problema obsesiona al científico, se puede olvidar
hasta de comer y de dormir ¿Cuántas veces Ramón y Cajal dejó su comida intacta
enfriándose sobre una mesa? Esto sólo lo puede entender quien se haya sentido
atrapado por el fuego de la ciencia y haya sentido la pasión por investigar.
Pero quien quiera al menos atisbar este sentimiento, tiene a su alcance
innumerables biografías de científicos hoy reconocidos como grandes
benefactores de la Humanidad: Galileo, Newton, Einstein, Ramón y Caja, etc.
etc….
Entiéndase bien, los científicos no renegamos del
derecho a la huelga y de que lo ejerzan aquéllos que crean que con ella pueden
mejorar sus condiciones laborales. Pero el “inimputable” debería
también tratar de entender que la huelga es un instrumento quex no se aplica a
ciertas actividades: los curas no hacen huelga, y los voluntarios de las ONG’s
en países del tercer mundo tampoco. Pues resulta, aunque sea difícil de creer,
que los científicos nos parecemos más a estos últimos que a los recolectores de
basura.
Esta actitud del científico no implica en
absoluto que esté menos comprometido con la sociedad que el sindicalista o el
político. Al contrario, el científico asume un compromiso personal con la
humanidad renunciado a contar con el amparo de organizaciones sindicales o
partidistas. Por esto, la soledad suele ser el precio que tiene que pagar, la
cual muchas veces es confundida con aislamiento por una sociedad que raras
veces conoce como se desarrolla su actividad, y con ello da vida al tan
trillado estereotipo del sabio excéntrico y distraído que tanto divierte a la
gente.
…………….
¿POR QUÉ EL CIENTÍFICO “IMPUTABLE” NO HA HECHO HUELGA EL 24-O?
La huelga convocada el día 24 de
octubre ha contado con un seguimiento muy importante en la Universidad de
Castilla-La Mancha. Estudiantes y profesores han sido los colectivos de la
comunidad universitaria que más han sentido la necesidad de participar en esta
convocatoria colectiva. El motivo de esta masiva participación por parte de la
comunidad universitaria, tanto en la huelga como en las manifestaciones del
jueves pasado, hay que localizarlo con toda seguridad en la gran preocupación
que existe sobre el futuro de la UCLM una vez conocido el proyecto de
presupuestos autonómicos de Castilla-La Mancha para el año 2014.
Aspectos tales como la docencia,
la investigación, la transferencia del conocimiento, o el acceso de los
estudiantes a la Universidad se están viendo gravemente afectados por
decisiones injustificadas del Gobierno Regional. La UCLM ha visto reducido su
presupuesto en algo más de un 40% en los dos cursos anteriores y todavía no se
tiene constancia de una sola razón que justifique este asalto a tan importante
Institución. Ninguna Administración Pública de la Región se ha enfrentado a una
situación de asfixia financiera de tal calado.
Ante este hecho, algunos miembros
de la comunidad universitaria, estudiantes, personal de administración y
servicios, así como profesores hemos entendido, desde hace ya más de dos años,
que esta situación debía encontrar una respuesta colectiva. Y así ha sido. Cada
vez más profesores, personal de administración y servicios y estudiantes se han
ido sumando a estas convocatorias que tienen como objetivo exigir, por ejemplo,
que en la UCLM los estudiantes tengan acceso a la misma con independencia de
las condiciones económicas de sus familias; que las clases puedan ser
impartidas en condiciones de calidad; que existan recursos suficientes para que
la investigación no perezca, etc.
Por todo ello, la huelga en la
UCLM resultó ser, el jueves pasado, un cauce de expresión colectiva donde la
comunidad universitaria decidió abstenerse de ir al trabajo o a las aulas para
visibilizar el rechazo a aquellas políticas que injustificadamente ponen en
peligro a la UCLM y, con ello, a la entera sociedad de Castilla-La Mancha. Eso
sí, la decisión de acudir –o no- a esta convocatoria forma parte de la decisión
individual de cada uno. Así, por ejemplo, el científico “imputable” decidió no
estar con la comunidad universitaria el 24-O. Y ello, según afirma él mismo,
porque los científicos se parecen más a los curas o a los voluntarios de una
ONG. Sin lugar a dudas un argumento complejo que solo el científico “imputable”
es capaz de entender.
No obstante, lo más preocupante
de las delirantes argumentaciones del científico “imputable” no tiene que ver
con la asimilación entre el científico y el cura, sino con el intento de
manipulación demagógica de lo que un científico de verdad debe hacer: estar
solos en el laboratorio a espaldas del mundo. Según esta lógica, cualquier
sujeto que no siga este patrón de conducta no resulta ser científico por mucho
que su actividad así lo demuestre. Un menosprecio insultante para personas como
aquellos científicos que forman parte del Centro Superior de Investigaciones
Científicas, o para los miles de profesores universitarios que sí han secundado
la huelga.
En este sentido, cabría recordar
que el científico que vive a espaldas de la realidad social que le rodea no
merece tal condición, ya que la ciencia no es en sí mismo un objetivo sino el
medio para que la sociedad alcance mayores cotas de conocimiento y de bienestar.
Al día de hoy, el científico se encuentra con una realidad que le está
impidiendo desarrollar su función social. Por ello, el día de huelga, pese a
que supone la pérdida de un día de nuestro trabajo, constituye parte importante
del compromiso que los profesores de universidad mantenemos con la sociedad.
Este último aspecto, sin duda, comporta una sensibilidad que trasciende a la
adscripción individual a ésta o aquélla opción política o sindical, que nuestro
científico “imputable” por el momento no ha sido capaz de desarrollar.
Gracias, Trillo por desvelar la realidad. Viva esa ciencia!! L., desde la calle Embajadores de Madrid
ResponderEliminarviva la ciencia de verdad!..la que no está de espaldas al mundo...la que lucha para este mundo y el que vendrá...la que no se mira el ombligo...sin ESTA ciencia no hay presente ni futuro, sólo hay aprendices-brujos y Universidades llenas de individualidades que no ven el terremoto ni cuando les mueve las sillas de sus "aislados" e "insonorizados" despachos...¡Ánimo y solidaridad al compañero y amigo Trillo!
ResponderEliminarMB desde las islas Cíes, mirando a la ría de Vigo
El científico que vive a espaldas de la realidad social que le rodea no merece tal condición.
ResponderEliminarMJR desde el Pasaje Lodares
Por cierto, me parece que este presunto cientifico se ha puesto un nombre falso, no está ni en el directorio de la UCLM ni tampoco aparece en google. No es un científico, es un cobarde. Y escribe fatal
ResponderEliminarMJR de nuevo desde el Pasaje Lodares, a ver si saben donde me encuentro.