Desde
hace algún tiempo, el Gobierno por boca de sus exponentes, distinguen entre los
magistrados y los tribunales que “aplican la ley” – es decir, que emanan
decisiones favorables a las decisiones y a la voluntad del gobierno – y aquellos
que la “ignoran” o que la aplican incorrectamente. Estos son los jueces
incómodos a los que el poder ejecutivo advierte y señala como elementos
incompatibles con el “marco institucional” que el propio ejecutivo define.
Ha sucedido con los magistrados
de lo Social, frente a los cuales la ministra de empleo, Fátima Báñez, confesó que tenía mayor desconfianza que respecto de
los “hombres de negro” enviados por la troika
para comprobar la fidelidad de las cuentas públicas españolas a los
dictados de las políticas de austeridad y su lógica de empobrecimiento. La reforma laboral, “el tapón que ha frenado la
sangría del paro”, según la enfática fórmula gubernamental, está puesta en
peligro ante la actuación “irresponsable”, “formalista” o “errática” de los
tribunales laborales, en especial respecto de las declaraciones de nulidad de
los EREs iniciado tras la Ley 3/2012.
Pero mucho más fuerte ha sido la
presión sobre los magistrados de lo penal. En especial respecto de los delitos
de terrorismo y la aplicación de normas que permiten la excarcelación de los
terroristas condenados a penas de larga duración. Es bochornoso recordar los
insultos e improperios, también desde el propio gobierno de España frente a la
decisión del TEDH sobre la anulación de la doctrina Parot y el señalamiento
inicuo de López Guerra como el juez
español que conspiró para lograr la excarcelación de etarras, una sentencia “injusta
y equivocada” como la definió el Presidente del Gobierno y el entonces Ministro
de Justicia, Ruiz Gallardón.
Naturalmente que al socaire de esta desautorización, los medios afectos al
gobierno del PP arremetieron de forma brutal contra este magistrado.
Este guión se ha ido
desarrollando de forma idéntica cada vez que el Gobierno necesita instrumentar
los fallos judiciales para consolidar su rol de exclusivo defensor de las
víctimas del terrorismo, como señas de
identidad que opone al resto de los partidos políticos, hasta hace muy poco
motejados como “cómplices” de ETA. En los últimos días, la aplicación por la
Audiencia Nacional de una norma europea según la cual debería computarse el
tiempo de condena cumplido en otro país europeo a algunos de los presos de ETA,
ha generado una intervención del gobierno, a comenzar por su Vicepresidenta,
que supera el listón, ya elevado, de agresividad autoritaria del ejecutivo.
Esta vez no hubo “aceptación” aun disintiendo, de las decisiones judiciales,
sino un ataque en toda regla a los jueces de la sección 1ª de la Audiencia
Nacional, señalándolos como jueces que han mantenido un criterio “que no cabe
en la Ley”. El Ministro de Gobernación, a continuación, ha insistido en declaraciones
a La Razón que “la excarcelación de
etarras no se ha hecho conforme a la ley”. Naturalmente a partir de ahí todos
los medios afines han coreado esta condena, señalando con nombres y apellidos a
los magistrados integrantes de esa sección, “culpables” de la liberación de
asesinos.
Este ataque a los jueces por
parte del gobierno no debe permitirse. El garante de esta independencia
judicial, el Consejo General del Poder Judicial, permanece mudo sin embargo.
Sólo Jueces para la Democracia ha emitido un comunicado, que se reproduce a
continuación, en el que se resalta la gravedad de los ataques del gobierno y la
desprotección en la que el CGPJ ha sumido a los jueces. Un nuevo rasgo
antidemocrático en la España de nuestros días que debería ser resaltado y criticado desde las formaciones políticas comprometidas con las libertades y las garantías de los derechos en el Estado español.
JUECES PARA LA DEMOCRACIA ANTE LOS ATAQUES DE LA
VICEPRESIDENTA DEL GOBIERNO A LA SECCIÓN 1ª DE LA AUDIENCIA NACIONAL
La sección primera de la sala de
lo penal de la Audiencia Nacional ha acordado la excarcelación de varias
personas condenadas por terrorismo, al considerar que ya han cumplido la pena
que se les había impuesto, una vez computado su tiempo de condena en Francia,
de acuerdo con una Decisión Marco de la Unión Europea que resulta vinculante
para nuestro país, en la línea de lo que ha indicado el Tribunal Supremo en
esta materia. Ante dichas decisiones judiciales, que están ampliamente
motivadas, la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, como
portavoz del Consejo de Ministros, ha atacado con dureza a los magistrados de
dicho tribunal. Y determinados medios públicos de comunicación también han
arremetido en términos similares contra quienes integran dicha sección y contra
otros magistrados de la Audiencia Nacional.
Desde Jueces para la Democracia
debemos recordar que en un Estado de Derecho son los tribunales independientes
los únicos competentes para interpretar y aplicar el ordenamiento jurídico. Y
que los otros poderes del Estado deben acatar y respetar las decisiones
judiciales. Las resoluciones de nuestros tribunales pueden ser valoradas y
criticadas, a ser posible con argumentos jurídicos. Pero lo que no resulta
aceptable es la descalificación institucional, ni tampoco las presiones para
que nuestros órganos judiciales se ajusten a los criterios del poder político.
Con estas actuaciones, el Gobierno está perdiendo los papeles, al atacar la
independencia judicial y al olvidar principios esenciales de nuestro
ordenamiento constitucional como la división de poderes.
Ante las decisiones de nuestros
tribunales siempre se pueden ejercer los recursos establecidos legalmente. En
cambio, no nos parece admisible erosionar nuestro Estado de Derecho, ni tampoco
es ético utilizar el dolor de las víctimas de manera partidista. Por ello,
desde Jueces para la Democracia defendemos la independencia de los magistrados
de la Audiencia Nacional para aplicar el criterio jurídico que corresponda al caso concreto. Y lamentamos
que el CGPJ y su presidente, Carlos Lesmes, sigan sin cumplir sus funciones
constitucionales de garantes de la independencia judicial ante una grave
injerencia del poder ejecutivo en un asunto sobre el que no tiene competencias.
Desde la judicatura no se ha
mostrado jamás ninguna comprensión hacia los crímenes terroristas y las
resoluciones de la Audiencia Nacional han sido fundamentales en la respuesta
penal a estos delitos. Pero, desde nuestra solidaridad hacia las víctimas,
debemos recordar que un Estado de Derecho se legitima con el cumplimiento de
sus propias reglas. Y también debemos afirmar que una democracia constitucional
se debilita cuando el poder político utiliza mecanismos de instrumentalización
emocional para atacar las instituciones judiciales. Por ello, reclamamos al
gobierno un mayor respeto hacia la actuación independiente de nuestros
tribunales.
10 de diciembre de 2014
SECRETARIADO DE JUECES PARA LA
DEMOCRACIA
Jueces para la Democracia
jpd@juecesdemocracia.es
http://www.juecesdemocracia.es
El Consejo General del Poder Judicial es la voz de su amo, aplaude y corrobora lo que afirme el ejecutivo, aunque sea un ataque a la independencia judicial
ResponderEliminarSaludo M. Urruti