Tras cinco años de políticas de
austeridad y reformas laborales que se han encabalgado unas sobre otras, la
situación social en España es pésima. Es urgente un giro social que debe
implicar reformas normativas importantes y cambio sustancial de las políticas
económicas. Un grupo de personas cualificadas por su dedicación en exclusiva al
estudio del Derecho del trabajo y de la Seguridad Social pretenden presentar un
documento que incluya una amplia serie de propuestas que buscan reafirmar y
profundizar el modelo democrático de relaciones laborales y desarrollar una
nueva política en materia económica y social.
A tal fin están procediendo a
desarrollar un esquema de trabajo que incorpore elementos centrales de un
proyecto regulativo lo más completo posible en materia de relaciones laborales
y protección social. En él se parte de la percepción compartida que nos hemos
ido deslizando hacia una situación de cambio de ciclo, de ingreso en una etapa
nueva que se separa decididamente de las coordenadas que marcaron el nacimiento
del modelo democrático de relaciones laborales en nuestro país y que ha ido
desarrollando un modelo guiado por la corriente de fondo del pensamiento
hegemónico neoliberal en esta época
histórica y que culmina en la remercantilización del trabajo. Esto es, en su
configuración como una pura mercancía al margen de la libertad y del dominio en
el despliegue concreto de la actividad creativa y productiva de bienes y
servicios. Este proceso conduce no sólo a una sociedad esencialmente desigual e
injusta, sino también más autoritaria que reduce al mínimo su expresividad
democrática. La urgencia del momento exige desplegar un modelo alternativo de
regulación de las relaciones laborales y un cambio decidido en las políticas
económicas y sociales que las sustentan y hacen comprensible la noción de
ciudadanía social.
El trabajo es una relación social
sobre la que se basa el sistema económico y la estructura de nuestra sociedad.
Una sociedad en la que el poder privado se ejercita sobre las personas en una clara
situación de asimetría que genera desigualdades de clase, de género, étnicas y
culturales. El sistema democrático reconoce esa situación de desigualdad e
incluye al trabajo y a sus figuras representativas en el centro de la
estructura de los contenidos constitucionales, asignándole un valor político
fundamental. Los derechos derivados del trabajo, individuales y colectivos,
permiten definir la condición de ciudadanía. Una ciudadanía en progreso porque
requiere de un desarrollo social, de un espacio desmercantilizado donde las
necesidades sociales no sean satisfechas en razón de la capacidad de adquirir
servicios en función de la renta de cada uno, y un poder público que se
compromete a ir reduciendo el campo de la desigualdad económica y social.
El tiempo electoral está haciendo
surgir una serie de propuestas sobre la regulación del trabajo que se
relacionan casi en su totalidad con la reforma laboral del ciclo 2010-2102
cuestionándola en todo o en parte, enunciando una serie de medidas que aspiran
a una reglamentación diferente de las relaciones laborales. Además de los
programas de las fuerzas políticas – de las que son especialmente reseñables
los del PSOE, Podemos e IU – también los sindicatos han confeccionado un
documento de excepcional relevancia que sin embargo, y como es habitual, los
medios de comunicación han ignorado casi completamente, con escasas excepciones
en algún medio digital. Entre éstas, la propuesta de una carta de derechos
fundamentales de los trabajadores, la defensa de la negociación colectiva como
sistema de extensión y vigorización de los derechos laborales y de la
nivelación de las asimetrías profundas de la relación salarial, la creación de
la renta mínima garantizada sobre la base de la ILP en marcha o la ampliación a
tres años de la cobertura de desempleo, entre tantas otras, son medidas de
extremo interés que deben ser compartidas y popularizadas.
Pero además de la voz de las
organizaciones políticas o sindicales, es muy conveniente que en un momento
clave como el actual, se escuche la voz de los juristas del trabajo como
sujetos activos y presentes en este tiempo de cambios. En un esclarecedor
ensayo publicado en la revista Lavoro e
Diritto correspondiente a la primavera del 2015, Luigi Mariucci ha resumido de manera brillante esta situación. Sus
palabras deben ser asumidas en su literalidad:
“Los iuslaboralistas deben
recuperar un orgullo profesional y no limitarse a ser consejeros del príncipe o
a desempeñar una función casuística-forense que les lleva a asumir posiciones
parciales. Afirmando con fuerza los componentes de fondo de un concreto y
extenso estatuto del trabajo,
reaccionando unitariamente frente a intervenciones legislativas que sirven
meramente a las exigencias más inmediatas de la política económica dominante, o
frente a intervenciones ocasionales originadas por un “cambio de paradigma”
evolutivo, y en fin tomando distancias respecto de experiencias que aparecen
como “innovaciones” y que no son sino otras formas de denominar a ciertos actos
de pura y simple gestión empresarial travestidos de pseudo-acuerdos colectivos.
Sería importante que el laboralismo, para recuperar el pleno sentido de lo que
se viene a llamar “doctrina”, recuperara al menos una autornomía de pensamiento,
lo que no significa recluirse en una especie de torre de marfil de una autorreferencialidad estéril, sino cultivar
la conciencia de sí, y el orgullo de un propio punto de vista”.
Este es el punto de partida de un
seminario que se ha ido desarrollando en la Fundación 1 de Mayo con un grupo de
profesoras y profesores de Derecho del trabajo, que han ido elaborando una
serie de documentos, algunos de ellos presentados como comunicaciones al II
Congreso Trabajo, Economía y Sociedad celebrado en octubre en Madrid. En ellos,
se pretende fundamentalmente fortalecer
el sistema de derechos individuales y colectivos de los trabajadores, revertir
la reforma laboral y construir económica y socialmente un sistema de
estabilidad y de calidad del empleo, en el marco de una nueva política
económica y de transformación del modelo productivo. Este es el eje central de
la propuesta que requiere no sólo repensar el modelo productivo vigente y
descartar las políticas de austeridad, sino revisar y reforzar los derechos
laborales básicos que han resultado más dañados por el impacto en ellos de las
prescripciones de la reforma laboral, con especial atención a las garantías de
los mismos y su tutela judicial efectiva. El centro de esta línea es la
estabilidad y calidad en el empleo, y el tratamiento de la contratación y del
despido, en todas las materias que resultan claves para obtener este resultado.
El próximo 20 de noviembre, más
de treinta juristas del trabajo del Estado español se reunirán en la sede de la
Fundación 1 de Mayo en la calle Longares de Madrid, y pondrán punto final a una
parte del trabajo emprendido, confeccionando un documento en el que se presente
el punto de vista del iuslaboralismo en el diseño de un nuevo modelo
democrático de relaciones laborales. El documento quiere ser difundido y
discutido no sólo en el ámbito académico, sino en la medida en que sea
factible, también en el debate político y social que en este tiempo en el que
se abre a la ciudadanía la oportunidad de la participación política. Dar voz a
quienes no sólo se expresan a través de su mayor o menor conformidad con
propuestas de regulación estimables, sino que dicen expresamente cómo piensan
que debería diseñarse el marco institucional que encuadra la regulación del
trabajo desde planteamientos radicalmente democráticos, que son los que mejor
se acoplan al diseño constitucional del estado social y de la representación
general y colectiva del trabajo.
De este documento ya tendremos
ocasión de comentar en este blog. Por el momento, sólo la noticia de su
preparación. Estaremos atentos a su desarrollo.
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