Stefano Rodotà ha fallecido el 23 de junio de este año
a la edad de 84 años. Era un jurista y un estudioso que nos acompañó durante
mucho tiempo, iluminando el campo del derecho concebido como un espacio de
lucha, de conflicto. La lucha por los derechos, el derecho a tener derechos, como se denomina su última obra traducida
al castellano y publicada por la editorial Trotta, era una noción inseparable
de su persona.
La nota de presentación de este último libro dice mucho de lo que Rodotá ha ido construyendo en su
crítica del mundo de los derechos. “En
el mundo globalizado de hoy la histórica apelación a la «lucha por el derecho»
se conjuga como lucha por los derechos. Una innegable necesidad de derechos se
manifiesta por doquier, desafiando cualquier forma de represión. Ya no son solo
derechos que extraen su fuerza de una formalización o de un reconocimiento
desde lo alto, sino derechos que germinan en la materialidad de las situaciones
fuera de los ámbitos institucionales acostumbrados, en lugares de todo el mundo
que son «ocupados» por hombres y mujeres que reclaman el respeto por su dignidad
y por su misma humanidad”. Lo que significa que “esta nueva llamada a los
derechos fundamentales supone una mutación en la naturaleza de la ciudadanía.
Nuevas modalidades de acción y nuevos actores se contraponen a la supuesta ley
natural del mercado y a su pretensión de incorporar y definir las condiciones
para el reconocimiento de los derechos. El «derecho a tener derechos» construye
así un modo distinto de entender el universalismo, haciendo hablar el mismo
lenguaje a personas alejadas entre sí y poniendo en marcha una revolución de
los bienes comunes”.
Stefano Rodotà era calabrés, y como jurista se especializó en el
derecho privado. Su análisis del derecho de propiedad – el terrible derecho, como lo calificó – le permitió investigar
sobre los bienes inmateriales y el conocimiento como objeto de la propiedad, el
problema de los derechos de propiedad, los derechos de las personas en
internet, la privacidad y la intimidad ante el hecho tecnológico y su control
por el propietario del mismo. Pero fundamentalmente su aportación más conocida
es la que se despliega en torno a los derechos y a la teorización de una
ciudadanía basada en la biopolítica que la Constitución puede y debe amparar.
Su actividad académica se compaginaba con un compromiso serio por la
democratización de la sociedad y el rescate de las clases subalternas de la
situación de violenta sumisión a los poderes privados y públicos. Durante muchos
años fue el editor de la emblemática revista, publicada por Il Mulino, que en
su título explicaba el objeto de sus análisis, Política del diritto, en donde las contribuciones en ellas
publicadas seguían esa línea de trabajo: elaborar políticas del derecho que
incidieran en ese campo de lucha y fueran construyendo paulatinamente, tanto
masa crítica respecto del tipo de pensamiento jurídico dominante, como un
cambio de orientación de los valores y de los objetivos de la acción normativa
y de los procesos de producción de reglas vigentes en al sociedad.
Es más conocido su compromiso político, al integrar, como independiente en
las Listas del PCI, las candidaturas para la elección de diputados. En la
necrológica que de él ha hecho Luciana
Castellini, recuerda que Rodotá
no tenía la cultura política del PCI ni la de los miembros de Il Manifesto, pero que era un magnífico
jurista democrático de izquierdas. “Siempre lo hemos considerado un camarada,
en el sentido más pleno que se le pueda dar a esta palabra”. Su compromiso con
el PCI lo renovó luego con el PDS, y posteriormente con el PD, destacándose en
la oposición a los sucesivos gobiernos Berlusconi. Colaboró con otras muchas
iniciativas, siempre en el área política y cultural de la izquierda, y Castellini resalta especialmente la
creación, en 1980, antes de que se desarrollara la crisis del craxismo y de la
primera república, de la revista Pace e
Guerra, como consecuencia de un manifiesto firmado por Claudio Napoleoni y Lucio Magri, un intento de expresar un espacio de
encuentro entre la izquierda socialista, comunistas críticos del PCI y del área
de la llamada “nueva izquierda”, centrada en el PdUP. De cuya revista fue
director, con Napoleoni, Castellini
y luego Notarianni, aunque el
resultado de este experimento cultural fracasara ante la deriva craxiana y el
desentendimiento incómodo del PCI.
En los últimos tiempos, su figura cobró un protagonismo espectacular, tanto
por su oposición a la orientación política del nuevo secretario general del
Partido Democrático y presidente del Consejo de ministros, Matteo Renzi, que culminó con su intensa participación por el NO en
el referéndum que finalmente triunfó, haciendo dimitir al presidente del gobierno,
como por la candidatura a la Presidencia de la República que promovieron el
SEL, algunos grupos de izquierda y el propio Movimiento 5 Estrellas (M5S), para
sustituir a Giorgio Napolitano tras
su renuncia en enero del 2015. Sin embargo, la oposición del Partido
Democrático a esta propuesta – que fue unánimemente criticada desde la
izquierda social y política – impidió su nombramiento, y con ello, pese a los
limitados poderes que tiene el Presidente de la República en Italia, se impidió
que pudiera haber actuado de manera decidida en la defensa de la democracia
real en el país y en el impulso de la izquierda política.
Reproducido amablemente en el blog de la Editorial Trotta:
ResponderEliminarhttp://www.trotta.es/blog/en-la-muerte-de-stefano-rodota/90/