Los seguidores del blog sabrán excusar la carencia de
entradas en esta última semana, pero en el final de junio se han acumulado
demasiados compromisos todos ellos de interés e importancia, que
fundamentalmente se han materializado en seminarios y conferencias de las que
lamentablemente no ha habido tiempo material para dar noticia. Así, el curso de
verano de la UCM sobre Vulnerabilidad y Cuidados en las Grandes Ciudades, ha
concitado la presencia, entre otras muchas personalidades relevantes, del
alcalde accidental de Barcelona, Gerardo
Pisarello, siempre agudo en el análisis y políticamente seguro y, dos días
más tarde, del ex gobernador de Rio Grande do Sul y reconocido intelectual de
izquierda del PT brasileño, Tarso Genro,
que previamente organizó un coloquio en el Senado, con la hospitalidad del
grupo de Unidos Podemos de aquella cámara que se sigue denominando alta, en el
que intervinieron Ramón Espinar y Nicolás
Sartorius junto al titular de este blog, que tenía por objeto discutir
sobre la crisis de la democracia en la globalización, y cuyo resumen se
ofrecerá en esta misma página más adelante, tal como pactamos Javier Aristu y Paco Rodriguez Lecea en una suerte de joint venture con el digital
Pasos
a la Izquierda. Pero sin duda el acontecimiento políticamente más
relevante de esa semana ha sido el 11º Congreso de CCOO. A él se refiere esta
entrada a continuación.
Ha pasado ya suficiente tiempo – porque el tiempo de las noticias se agota
en su propio instante sin que pueda apenas tener continuidad – para describir
el contenido y el proceso de este importante acto colectivo que expresa la
capacidad de una organización definida por
representar tendencialmente a la totalidad de los trabajadores de este
país para debatir el resultado de su actuación en los últimos cuatro años,
establecer un diagnóstico de la situación presente y marcar las líneas
estratégicas a las que ajustar su actuación en el siguiente período. Este hecho
deliberativo es el elemento central del congreso, que constituye por tanto el
momento constitutivo de la democracia del sindicato, tanto en su vertiente
interna – que se manifiesta en la discusión del informe general, de las
propuestas y de las resoluciones, pero también en la elección de los órganos de
dirección de la confederación – como externa, la que formatea el tipo de legitimidad
que un sindicato más representativo – el primer sindicato en la audiencia
electoral del país – presenta ante el conjunto de los trabajadores y
trabajadoras, lo que necesariamente debe repercutir en la sociedad en general y
en la opinión pública, y en cómo refleja ésta los medios de comunicación. Creo
que se puede afirmar sin duda que el 11º Congreso ha sido extraordinariamente
productivo en todos estos aspectos mencionados.
Lo más relevante del congreso era el relevo
en la secretaría general, de Ignacio
F. Toxo, que cumplía de este modo el proceso de repensar el sindicato con una renovación importante del equipo de
dirección. Los tiempos en los que Toxo ha
sido la figura pública de CC.OO. han sido posiblemente los que más embates ha
sufrido la organización al coincidir con un período de desarticulación
programada y general de derechos individuales y colectivos, laborales y
sociales. Pero a la vez ha demostrado una especial capacidad para estar
presente y no sólo resistir el ataque, sino saber proponer iniciativas y
alternativas que daban fe de la potencia del sindicato como constructor de
reglas y de relaciones sociales. Aunque los documentos sindicales se suelen
olvidar, al no ser recogidos por la prensa ni aireados por los espacios
culturales académicos o de opinión, como por el contrario sucede con los
informes de los think tank favorables
a cualquier facción neoliberal, las propuestas sobre fiscalidad e impuestos,
seguridad social o, de manera articulada, las Propuestas para un modelo más democrático de relaciones
laborales y un cambio en la política económica y social, aprobadas por el
consejo Confederal de CCOO en octubre de 2015 ( y que pueden consultarse aquí Por un modelo más democrático de relaciones de trabajo ) constituyen aun ahora un plan de acción
extremadamente productivo. Ignacio F.
Toxo ha cerrado su mandato entre el reconocimiento de todos: de los
sindicalistas nacionales y europeos, resaltando su papel muy relevante en la
dinamización del espacio europeo como nivel decisivo de la acción sindical, y
también de los medios de comunicación que por una vez de manera unánime han
coincidido en alabar la figura del líder sindical que se retira con la tarea
bien hecha y terminada.
El relevo ha venido dado por la
elección del que hasta ahora era secretario general de CC.OO. de Euskadi desde
el 2009, y que por su edad – 44 años – supone un salto generacional que todos
los medios de comunicación han resaltado. Unai
Sordo ha trabajado en la industria de la madera y es graduado en relaciones
laborales por la Escuela de Relaciones Laborales de la EHU/UPV, con sede en
Lejona. Proviene de un territorio en el que CC.OO. no es un sindicato
mayoritario, como en el resto del país, y que se caracteriza por una situación
de pluralismo sindical muy acentuada, que deviene fragmentación y confrontación
entre modelos y propuestas. La experiencia que le ha construido como dirigente
sindical ha sido por tanto la de defender y asentar una visión propia de las
relaciones laborales alejada y diferente de la reivindicación del sindicalismo
de empresa de ELA-STV, promoviendo y defendiendo la negociación colectiva
sectorial, junto con un planteamiento confederal de la acción sindical que era
confrontada de manera sectaria por ELA-STV y por LAB sobre la base de la
exasperación del componente nacionalista, que además se correspondía
normalmente con un trato preferencial por parte de los gobiernos autonómicos. Un
sindicalismo abierto a los cambios que se estaban produciendo en las formas de
organizar el trabajo que ha llevado a crear instrumentos de intervención
sindicales para estar presentes en pequeñas empresas, franquicias o situaciones
ambiguas entre la autonomía y la dependencia laboral. Los equipos de intervención
en las elecciones sindicales, o experiencias extremadamente interesantes de
reconstrucción sindical de la fragmentación originada por los procesos de
externalización, como en el caso del Aeropuerto de Bilbao – cuya descripción
por el propio Unai Sordo puede encontrarse aquí, El caso del aeropuerto de Bilbao - , son ejemplos bien indicativos de esta actuación imaginativa y productiva en
términos de acción sindical. Un sindicalismo más habituado que el de otras
partes del Estado español a medirse con la realidad de la economía social y el
cooperativismo, extremadamente desarrollado en el Pais Vasco.
A través de su Fundación José
Unanue, el sindicato abría espacios de reflexión cultural e histórica
verdaderamente interesantes, y en muchas ocasiones desacralizando la historia
oficial del país tal como venía escrita y desarrollada por un discurso
consensuado como políticamente correcto, y recuperando la historia oral de las
luchas obreras bajo el franquismo y la transición (Fundacion Jose Unanue/) CC.OO. de
Euskadi además contaba con un equipo de dirección bien trabado, con fuerte
presencia de mujeres, abierto a las experiencias europeas – y no sólo a las que
se desarrollaban en el lado de allá de la frontera franco española o en el tercer
mundo – con especiales lazos con el sindicalismo italiano de la CGIL – Toscana,
con la que elaboraban reflexiones y debates conjuntos. Una forma de estar en el
sindicato, por último, en donde la referencia política exterior no era la común
al resto del país, y en donde las posibilidades de convergencia de proyectos
políticos en el marco autonómico eran escasas, lo que inmediatamente repercutía
en el fortalecimiento de la autonomía política del sindicato, que además se ha
visto reforzada por la incidencia de la crisis y de las políticas de austeridad
a partir del 2010 y la incapacidad de reacción a la misma desde el espacio
nacionalista.
Un joven secretario general que cuenta además con un equipo renovado,
paritario en cuanto al género – mayoría de mujeres si se descuenta al
secretario general, que se elige separadamente – y que todavía no ha definido
la asignación concreta de áreas de competencia, pero donde es seguro que la presencia
de mujeres no se limitará a las competencias neutras o feminizadas clásicas en
la estructuración de los equipos de dirección. Y una renovación que se ha acompañado
de procesos previos en ese mismo sentido en organizaciones muy relevantes, como
especialmente se ha dejado ver en Catalunya y en Andalucía, por nombrar solo a
las más importantes. Este hecho es el que más ha llamado la atención – y concitado
la simpatía incluso – de los medios de comunicación. Que no sólo han cubierto
el 11º Congreso con cierta generosidad para lo que estilan en cuanto a los
actos sindicales, sino que han sometido a Unai
Sordo a una gira intensa por emisoras de televisión, radios y entrevistas
que emiten y publican el mensaje de CC.OO. a la opinión pública durante esta
primera semana del mes de julio, sino que se alejan de los estereotipos
antisindicales que han estado alimentando durante toda la crisis y aun antes,
con efectos importantes en la propia consideración pública de una parte de la
población que, como se puede comprobar en los comentarios de los trolls a estas entrevistas, insisten en
que los sindicatos son unos parásitos que viven de los presupuestos del estado
y funcionan como agencias de colocación para sus familiares y conocidos.
La consideración negativa de la actuación del sindicalismo español, al
margen de resultar orientada ideológicamente y no ajustarse a la realidad de
los hechos, ha sido tomada en consideración en CC.OO., especialmente durante la
larga travesía de la crisis y de las políticas de austeridad, pero actualmente
emerge en positivo en el discurso predominante. La idea fuerza es la de que se
abre un nuevo período de recuperación de derechos y de afirmación de presencia
social. Sin olvidar los retos que las nuevas formas de organizar el trabajo
presentan en la sociedad, contando con experiencias actuales y la memoria de
otras no tan lejanas, como la lucha de los mensajeros - transportistas - a mitad de los años 80, en
tantos aspectos semejantes a la desplegada hoy por los transportistas – riders - de Deliveroo, que han ocupado la preocupación
de importantes exponentes de la nueva política, con una reflexión sobre el
respeto a la autonomía en la organización de las formas de lucha y la cooperación
– y convergencia – sindical, o sobre la emergencia de espacios de agregación de
intereses colectivos fuera de la producción industrial clásica, o la
conveniencia de agrupar bajo la forma – sindicato prestaciones de servicios no
necesariamente asalariadas. Poniendo en práctica nuevas formas de intervención
sindical que actúen sobre la externalización productiva y la subcontratación, y
que aborden de manera completa el problema de la precariedad, sus vertientes de
género y edad, la necesidad de la reunificación en un espacio de derechos de
los trabajos vulnerables y fragmentados.
El sindicato se define ahora como un sujeto esencialmente reivindicativo,
que quiere recuperar tanto su potencia en la producción de reglas y de normas sobre
el trabajo, como su capacidad de intimidación en el marco del conflicto social
que atraviesa el campo de las relaciones de trabajo. Es un discurso que parte
de la unidad de acción como un hecho imprescindible, y que promete volver a
recorrer un largo camino de cambio social con predominio de la negociación
colectiva en los ámbitos sectoriales y empresariales, incentivando asimismo la
convergencia en el espacio político con las iniciativas que procuren un cambio
legislativo imprescindible en tantos aspectos. El sindicato como un agente
consciente y pragmático de la reforma social, un cometido que corresponde a su
identidad democrática y que tras los terribles tiempos de la austeridad, quiere
comenzar a revertir estas pulsiones a la desarticulación de la cohesión social
que se han ido imponiendo violentamente a partir del 2010.
Un sindicato a la ofensiva que pretende fortalecer su posición
representativa en el conjunto de las trabajadoras y trabajadores del Estado. Esta
es la síntesis del 11º Congreso de CC.OO, que merece por tanto saludar como un
importante evento democrático y trasladar a su equipo directivo los mejores
augurios para su realización, que comenzará a percibirse seguramente a la
vuelta del verano, en el otoño que da inicio a la actividad de la sociedad. ¡Vivan
las Comisiones Obreras y el sindicalismo de clase!
Unai Sordo ha sido además un bloguero activo, y se puede comprobar clicando en la lista de blogs amigos que está a la derecha decesta página.
ResponderEliminar