La importancia de las elecciones en Alemania se constata
en cuanto que se trata del país que dicta las políticas que deben seguir el
resto de los estados miembros de la Unión Europea y que además representa una
importante estabilidad gubernamental, con su canciller, Ángela Merkel, con cuatro mandatos consecutivos al frente del
gobierno, y a partir de las elecciones del 2013, en una gran coalición con el
Partido Socialdemócrata Alemán, garantizando de esta manera una estabilidad
parlamentaria plena. Además, esta alianza implicaba hacia fuera de Alemania la
convergencia de las dos grandes fuerzas políticas mayoritarias como sostén y
apoyo de las políticas europeas que habían sido llevadas a cabo con extrema
violencia entre el 2011 y el 2013 y cuya pervivencia aparecía asegurada por
esta gran coalición de izquierda y derecha, con efectos indudables sobre una
cierta entente generalizada en el parlamento europeo entre el socialismo
democrático y la derecha conservadora a propósito de la conservación del statu
quo derivado de la austeridad.
Este panorama estable ha sido sacudido por dos hechos externos, que sin
embargo han influido directamente sobre los electores alemanes. De una parte,
el fracaso europeo en torno a la retirada de Gran Bretaña en el Brexit, y, de manera
mucho más directa en el caso alemán, la política de acogida a los refugiados
que ha realizado el gobierno Merkel a
la vez que respaldaba la política europea de cierre de fronteras y de
delegación de la represión en Turquía. Junto a ello, una cierta presión interna
de algunos sindicatos especialmente activos, como Ver.di dentro del DGB,
exigían que el SPD recobrase su libertad de propuesta y no se considerara
sometido a la política general del partido conservador. Por otra parte, el polo
alternativo que desde perspectivas diferentes construían La Izquierda y Los
Verdes, se comprometían contra las políticas de austeridad en Europa y por una política
de asilo a los refugiados más activa y sincera, junto con una crítica severa de
la dualidad del mercado laboral y la desprotección que estas políticas están
generando entre los trabajadores del país. En las elecciones del 2013, el
bipartidismo había obtenido una presencia abrumadora en la cámara, con
predominio evidente de la coalición conservadora CDU-CSU, que en su conjunto
sumaba 301 escaños de los 631 en total, frente a los 193 de los
socialdemócratas. Frente a estos dos grandes bloques, la oposición de izquierda
se estructuraba en torno a La Izquierda (64 diputados) y Los Verdes (63
diputados), sin que ningún otro partido hubiera superado el umbral del 5% a
nivel nacional que se requiere para tener representación parlamentaria, de
manera que en esta ocasión la concentración de voto en torno a los grandes
partidos de centro derecha y centro izquierda había expulsado al Partido
Liberal, que solo obtuvo un 2,8%. La existencia de Alternativa para Alemania,
como grupo claramente xenófobo y de reminiscencias nacionalistas no muy gratas
en aquel país, no tenía posibilidad electoral en aquel momento, aunque rozaba
la representación requerida al alcanzar un 4,7%.
Hay que tener en cuenta que el sistema electoral alemán es peculiar, y en
muchos sentidos muy atractivo desde el punto de vista del respeto del
pluralismo político. El ciudadano dispone de dos votos, un primer voto a un
candidato específico por circunscripción y un segundo voto a una de las listas
cerradas que presentan los partidos. El primer voto (Erststimme) o voto por
persona, de representación directa, y el segundo voto (Zweitstimme) o voto por
lista, de representación proporcional. Los escaños se distribuyen entre los
partidos que alcancen al menos un cinco por ciento del segundo voto. La
distribución de los escaños que determina la composición de la Dieta Federal
(Bundestag) se realiza a nivel nacional, en un distrito único. El parlamento
consta de 598 escaños fijos, a los que se añaden los llamados asientos
adicionales, que tienen como objetivo mantener la proporcionalidad entre los
dos tipos de votos. Así, mientras que en las elecciones del 2013 el número
total de diputados fue 631, en las elecciones del 2017, por el contrario han
sido 709. Es un sistema proporcional que obliga por tanto a las coaliciones de
gobierno y no prioriza, como en Francia, la polarización entre bloques de
izquierda y derecha.
Como se sabe, el resultado electoral del 24 de septiembre del 2017 ha
supuesto un cambio significativo de las opciones de voto de la ciudadanía
alemana, una parte importante de la cual ha desplazado su voto hacia la
formación AfD, un partido de orientación nacionalista, xenófoba y neoliberal,
con conexiones marginales respecto del neofascismo, que ha hecho de la política
de acogida a los refugiados su blanco principal, situando en ese hecho la clave
para interpretar la mala situación de una parte de la población, la precariedad
y los bajos salarios junto con el reproche al gobierno alemán de cumplir
escrupulosamente los compromisos de acogida mientras que los países vecinos –
Polonia, Hungría, Chequia y Eslovaquia – hacen caso omiso de los mismos para
proteger su mercado laboral interno. Pero además de este hecho notorio, las
elecciones han contemplado el retorno del Partido Liberal con una gran fuerza,
y la consolidación del espacio electoral de los dos partidos alternativos al
sistema, La Izquierda y Los Verdes. En el lado de los perdedores, el partido de
Merkel y Schaüble (CDU) con sus
aliados bávaros (CSU), pero también el SPD, con lo que se interpreta como un
castigo a la coalición gubernamental.
En el cuadro adjunto se pueden ver tanto los escaños obtenidos por los
diferentes partidos como la pérdida sufrida respecto del cuadro de las
elecciones del 2013, y a continuación, el número de votos calculado en millones
y el tanto por ciento de incremento o de pérdida de voto respecto de las elecciones
del 2013.
CDU
|
200 (- 55)
|
12,4 (-7,4)
|
CSU
|
46 (-10)
|
2,86 (-1,2)
|
SPD
|
153 (-40)
|
9,5 (-5,2)
|
Die Linke
|
69 (+5)
|
4,29 (+0,6)
|
Grüne
|
67 (+4)
|
4,15 (+0,15)
|
FDP
|
80 (+80)
|
4,99 (+6,0)
|
AfD
|
94 (+94)
|
5,87 (+ 7,9)
|
Como puede verse, resultan extraordinariamente significativos los casi seis
millones de votos que cosecha AfD, pero también es importante la irrupción de
los liberales, con cinco millones de votos, como elemento de desacuerdo y de
corrección de la política de la gran coalición, mientras que la izquierda y los
verdes se mantienen en ese equilibrio en torno a más de cuatro millones de
votos cada uno.
Si se examinan los datos por estados – lo que puede hacerse consultando
esta página, https://www.bundeswahlleiter.de/bundestagswahlen/2017/ergebnisse/bund-99.html - se constata la diferencia entre Este y Oeste de
Alemania, y el incremento exponencial mayor de Alternativa para Alemania en el
este, que arrebata votos tanto a CDU y a
SPD como a La Izquierda, en estados en los que ésta tenía una sólida presencia
electoral, como Turingia, Mecklemburgo, Brandenburgo o las dos Sajonias. Sólo
ha resistido mejor Berlin, en donde el desplazamiento de votos hacia
Alternativa para Alemania no ha sido tan fuerte y La Izquierda incrementa sus
votos hasta el 20,2%, compitiendo con el SPD, que tiene el 21% y regitra una
fuerte pérdida de votos en esta ciudad. Por el contrario, La Izquierda ha
mejorado sus posiciones en los estados del Oeste, especialmente en las grandes
ciudades, pese a que en la Alemania del Oeste
también se ha dado un crecimiento muy importante de AfD, proveniente
previsiblemente de los votantes del partido conservador.
En general, se constata un descenso importante tanto de CDU-CSU como del
SPD. La emergencia del partido liberal parece también que debe interpretarse
como una crítica electoral a la experiencia de un gobierno de concertación que
deja sin opciones políticas al centro fuera de esta coalición entre derecha e
izquierda. La pérdida de votos y de escaños se lee por consiguiente no sólo
como cuestionamiento de la “gran coalición”, sino, consecuentemente, como una
reivindicación del pluralismo frente a la concentración bipartidista que se
produjo en el 2013. El SPD ha obtenido el peor resultado de su historia y para encontrar un resultado menos favorable
para la coalición cristiano –demócrata hay que remontarse a 1949.
Lo que es incuestionable asimismo es que los resultados electorales suponen
un giro a la derecha en sus dos vertientes, la hipernacionalista y xenófoba y
la neoliberal (que se retroalimentan más fácilmente de lo que sería previsible),
un debilitamiento del SPD en cuanto incapaz de mostrar un proyecto de
regulación social propio y convincente para una mayoría de progreso, y la
imposibilidad de las fuerzas del cambio alternativo de extender su campo de
influencia, más allá del espacio en el que se mantienen, aunque es
significativa la progresiva inserción en las grandes ciudades del oeste de Die
Linke. El problema por tanto ahora es el de ver qué tipo de alianza de gobierno
se establece, dado que el apoyo de los liberales a los diputados del bloque
cristiano demócrata de Merkel no
garantiza la mayoría de la cámara, y el SPD no está dispuesto a volver a
entablar una “gran coalición” que se interpreta como la causa principal del
peor resultado electoral de su dilatada historia. Y, en fin, tampoco los Verdes
parece dispuestos a sostener un gobierno negro/amarillo con la hegemonía
cristiano demócrata.
No son buenas noticias por consiguiente para Europa. Así lo han reconocido
todos los partidos involucrados y el sindicalismo alemán y europeo. La nota de
CCOO que analiza este hecho – y que el lector
puede consultar en la transcripción de la misma que hace el blog hermano Metiendo Bulla en esta página Las elecciones alemanas segun CCOO - lo deja muy claro: “CCOO lleva
tiempo advirtiendo de que o se produce un cambio profundo en la UE, hacia
políticas más sociales, donde los trabajadores recuperen poder adquisitivo, se
ponga fin a la precariedad, y se lleve a cabo una política sobre los refugiados
basada en los Derechos Humanos, o las consecuencias pueden ser muy graves. En
ese sentido, la adopción el próximo mes de noviembre de un Pilar Europeo de
Derechos Sociales, con un fuerte contenido social y vinculante para todos los
Estados miembro, es fundamental.”. Este es el reto que tenemos ante nosotros y
que el panorama alemán reactiva de manera urgente.
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