La
relación entre la OIT y los países de América Latina ha sido siempre muy
intensa. Los Convenios y Recomendaciones de esta organización han constituido
un elemento de referencia para los diferentes ordenamientos nacionales de la
región tanto en una vertiente negativa, considerando críticamente la emanación
de leyes que se oponían a este conjunto normativo internacional, como en un
sentido positivo, como el horizonte al que debía tender la legislación interna.
Especial interés han tenido las decisiones del Comité de Libertad Sindical de
la OIT respecto de las violaciones de este derecho fundamental, considerado a
partir de 1998 como un derecho universal de aplicación plena en todos los
países que forman parte de la OIT, con independencia de que hayan ratificado
o no los Convenios 87 y 98 que definen la libertad sindical y la negociación colectiva. Las decisiones del CLS de la OIT han proporcionado elementos
fundamentales en orden a la legitimación política y jurídica de planteamientos
colectivos y sindicales frente a la actuación de los poderes públicos.
La influencia de la OIT en toda América Latina se
proyecta también sobre la orientación teórica y doctrinal del Derecho del
Trabajo. Una gran parte de la producción científica que se efectúa en esta
región tiene como punto de apoyo los informes y las elaboraciones de dicha
organización, que a su vez ha adquirido una autoridad incontestable en la
definición de los modelos de relaciones laborales basadas en el tripartismo y
el diálogo social a través del reconocimiento de los agentes sociales, en
especial de los sindicatos de trabajadores, en una perspectiva de futuro que
pretende desmercantilizar el trabajo, dotándole de derechos suficientes para
asegurar la existencia de las personas que prestan su actividad a los procesos
de producción de bienes y de servicios, y que combate la exclusión social y las
peores formas de explotación. La OIT ha sembrado en América Latina la semilla
de la democracia fundada sobre el trabajo y la justicia social como única forma
de realizar esta forma política. El Derecho del Trabajo latinoamericano bebe en
esas fuentes.
Posiblemente la escuela iuslaboralista de esta región más
influyente la ha constituido la escuela uruguaya de Derecho del Trabajo. Con
exponentes fundamentales como Américo Pla, Hector Hugo Berbagelata, Helios
Sarthou, conoció el cénit de su elaboración progresista en la figura de Oscar
Ermida Uriarte, el mismo funcionario de la OIT, que conservó y coordinó por
muchos años un potente grupo de estudiosos que influyó decisivamente en otras
culturas jurídicas de América Latina, estableciendo un diálogo permanente con
la doctrina iuslaboralista española y europea. Ninguno de estas personalidades
fundamentales está hoy entre nosotros, pero este colectivo de estudiosos
permanece en torno al Instituto de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social
de la Universidad de la República, dirigido por Hugo Barretto Ghione, y
se articula en varios foros y espacios de debate en este país.
Uno de ellos, especialmente emblemático, es el
constituido por la Fundación Electra. La Fundación fue creada por
Hector Hugo Barbagelata en homenaje al nombre de su esposa, y se dedica
a la promoción del Derecho del Trabajo y de la seguridad Social (https://fundacionelectra.org.uy/) . En este ámbito se celebran
reuniones y encuentros, pero es especialmente significativo su capacidad para
generar publicaciones de interés tanto por el redescubrimiento de textos
clásicos de Derecho del trabajo en toda el área cultural en lengua castellana,
como por la apertura de líneas de estudio e información no practicadas. La
dirección de la misma está confiada a Pedro Daniel Weinberg, un reputado
especialista en sociología industrial y del trabajo, funcionario de la OIT
hasta el 2006 y consultor de múltiples organismos internacionales, que está realizando
un excelente trabajo editorial.
Precisamente son tres las últimas publicaciones de esta
Fundación Electra las que están dedicadas a describir y estudiar las relaciones
entre la OIT y América Latina. Se trata de tres obras entrelazadas entre sí no sólo
por la temática histórica, sino por la presentación de un marco de relaciones
que ayudó a construir la institucionalidad moderna del derecho laboral en una
buena parte de los países hispanoparlantes de América del Sur más allá del
eurocentrismo presente en los primeros pasos de la OIT al acabar la Primera
Guerra Mundial.
El primero de los libros es una compilación de artículos
que coordina el propio Weimberg y que lleva por título “La OIT y América
Latina. Los orígenes de una relación”. En él, tras una relación de síntesis a
cargo del coordinador de la obra, se integran los estudios de una serie de
estudiosos sobre las “aproximaciones iniciales” entre la OIT y países ya con un
importante desarrollo industrial como Argentina, México, Venezuela y Chile, y
la incidencia de la obra de la OIT en el nacimiento del Derecho del Trabajo
como disciplina científica en toda América Latina. Una segunda parte de dedica
a glosar el viaje del Director General de la OIT, Albert Thomas a
América del Sur en 1925, y lo resultados que este viaje produjo, especialmente
en Uruguay.
El segundo volumen es la publicación de Norberto O.
Ferreras “La OIT y los países del Cono Sur en el período de entreguerras.
El inicio de una larga amistad”, un ensayo muy interesante sobre la relación
entre la organización internacional y los países de América del Sur en la
década de los años treinta del siglo pasado, y la creación de una communitas
del trabajo en esta región entre la OIT y los países de la zona.
El tercer volumen es la reedición de una obra clásica del
socialista argentino Alfredo L. Palacios, que lleva un título bien sugerente,
“El Derecho Internacional Obrero. El congreso de Washington”. Como señala Weinberg
en la cuidada introducción a este libro, “Palacios es quien escribe
el primer análisis sobre la OIT en América; y muy probablemente en el mundo, ya
en 1920.”. El libro, que no se había publicado en forma independiente desde su
primera edición, tiene dos partes. En la primera (la Introducción y el origen
del derecho internacional obrero) se ocupa de revisar los antecedentes que
llevarían a convocar a la 1ª Conferencia Internacional del Trabajo (Washington,
1919), resaltando la importancia de la regulación internacional del trabajo para
la conformación de una internacional de trabajadores y su incidencia en la
situación nacional de Argentina. En la segunda parte (el Congreso de
Washington), el autor centra su atención en las discusiones generadas alrededor
de los diferentes convenios aprobados, las negativas reiteradas de la parte
patronal a aprobar la jornada de 8 horas y las reticencias ante la introducción
de derechos básicos, como la protección de la mujer embarazada y la licencia
por parto. A la postre, y sin perjuicio de que las normas aprobadas no suponían
para el derecho obrero argentino la necesidad de un cambio, Palacios resaltaba
el enorme valor moral e histórico que tenía la OIT “por el reconocimiento que ha
hecho de la fuerza sindical obrera y de su beligerancia en la lucha de clases”.
En definitiva, tres libros de enorme interés que sellan
un compromiso intelectual en torno a los elementos básicos de la cultura
jurídico-laboral en américa Latina. La Fundación Electra viene actuando en esta
dirección asociada con las labores que impulsa la propia OIT; con los servicios
técnicos de la Oficina de Ginebra y con las instancias regionales se vienen
llevando a cabo actividades que han estimulado el debate entre el mundo
académico, las organizaciones de trabajadores y de empleadores, y la esfera del
Estado en sus distintas formas: gobierno, parlamento, justicia. El último ejemplo lo ha constituido los debates sobre el futuro del trabajo que queremos, que han convergido en la Declaración que se ha aprobado en junio de 2019 en Ginebra. La Fundación
está comprometida con una idea directriz en torno a la cual delinea sus
actividades: la centralidad que ocupa el mundo del trabajo en la sociedad
contemporánea. Y reconoce su proximidad con los principios, mensaje e ideario
alentados por la Organización en estos cien años de vida. Conviene por tanto
seguir con atención sus publicaciones y dar a conocerlas y comentarlas, a la vez de animar a los lectores y a las lectoras de este blog a frecuentar el sitio web de la Fundación con siempre interesantes referencias.
Gracias, Antonio, què bueno hayas reseñado tan bien las publicaciones recientes de la Fundaciòn Electra, centradas en una mirada latinoamericanista y que se marida, de alguna manera, con otra entrada reciente de tu blog sobre el "continente mestizo" (Benedetti dixit).
ResponderEliminarLa Fundacion se encuentra trabajando en la ediciòn de materiales de Osvaldo Mantero escritos durante su perìodo de exilio en Venezuela, donde fue docente e investigador de la UC y de Ricardo Mantero, reeditando su clàsico libro sobre los lìmites de la huelga, largamente agotado desde hace años.
En fin, un adelanto de aventuras editoriales de las que tendràs oportunamente noticia.
Un abrazo
hbg
Querido Antonio,
ResponderEliminardesde la gris ciudad de Montevideo quiero agradecerte especialmente tus palabras para con nuestra fundación Electra y sus publicaciones.
Sin lugar a dudas la fundación ha sido el mayor legado de mi tío Héctor-Hugo, pero este solo se concreta día a día gracias a compañeros y amigos como tú, que comparten la misma pasión y entrega en la materia.
Un abrazo,
Laura Zúñiga
Recordado Antonio.
ResponderEliminarMuchas, Muchas gracias en nombre de todos tus colegas y amigos, y en el mío propio. por la reseña de los tres libros sobre la OIT. Y no menos importante: tus apreciaciones sobre la Fundación Electra: sus orígenes, el papel de hhb en su concepcion y oeu en su contribución en el diseño y puesta en marcha de este instrumento del pensamiento iuslaboralista uruguayo.
En lo que a mí respecta, valoro en toda su dimensión las inmerecidas palabras que consignas sobre mí persona. Yo apenas aporto lo que puedo a esta obra necesaria que es la FE. Frente a las dificultades que enfrentamos lo que produce y anima la gente de la FE debe entenderse en nuestro compromiso con el trabajo decente y los trabajadores.
Fuerte y emocionado abrazo desde Berlín dónde estoy pasando unos dias de vacaciones. PDW