La
correspondencia como elemento de comunicación no suele ser frecuente en estos
tiempos, pero a fin de cuentas el correo electrónico es un instrumento que ha
sustituido la carta o la postal como formas ya antiguas de comunicar con las
amistades o con la familia. Algunos de los que frecuentamos y residimos en la
ciudad de Parapanda practicamos sin embargo esta clásica relación epistolar
como forma de estar en contacto y contarnos las cosas que nos interesan. Uno de
ellos es Guillermo Gianibelli, amigo desde hace más tiempo del que
realmente produjo nuestro encuentro, acompañante de tantos proyectos y
vicisitudes que no es posible enumerarlos por orden. Es una persona conocida en
este blog al que se ha asomado en múltiples ocasiones, y acaba de escribir una
carta desde Buenos aires aprovechando el día de reflexión antes de las
decisivas elecciones que tienen mañana en aquel país. Consultado al respecto,
no ha tenido inconveniente en que su texto sea compartido y publicado en esta
entrada. Habla de lo que a tantas personas nos preocupa y nos interesa en estos
días. Por eso leerlo es siempre un ejercicio de reflexión y de análisis que
compartimos.
Querido Antonio:
Pasan los días y cada uno de
ellos me propongo escribirte y, luego, por el fárrago cotidiano por un lado,
pero porque intento hacerlo de manera pausada, retomando nuestros diálogos
recurrentes, pospongo para hallar el tiempo adecuado.
A la vez el cúmulo de los
acontecimientos de esta historia reciente, en Argentina, pero luego en América
Latina, y por cierto también en España y más allá, nos sitúan en un continuo
del que es preciso por momentos detener para mirar en perspectiva. De ello te
ocupas bien en el blog y es siempre una forma de darnos un respiro para
permitirnos cierta inteligibilidad de
los procesos en curso.
Pues en esta mañana de sábado
primaveral, en un café cerca de casa, y antes de aprontarnos para el día de
elecciones de mañana, es un momento apropiado y ya inexcusable.
El hilo de los sucesos debería
iniciarse en el contexto actual de Argentina en la que el peronismo, una vez
más, termina siendo la única y última valla de contención del conservadurismo,
ahora neoliberalismo, pero los sobresaltos en Ecuador, Bolivia y ahora
especialmente este tsunami chileno hacen imprescindible que intentemos una
lectura más extensiva.
Si a ello le sumamos otros
fenómenos, cada uno con agentes causales y explicativos diversos, como
Cataluña, o antes París, o ahora también Hong Kong , y más allá la primavera
árabe, etc., etc. un elemento común, por nada despreciable, sería un nuevo
pulso de la sociedad, generalmente movimientos de emancipación, de distinta
procedencia y fines, pero todos comunes en su afán de expresión, de ocupar las
calles, de disputar con el orden establecido, que no necesariamente se concentra en un gobierno sino que es mucho más
incisivo y cuestiona lo estructural, nos dan una pauta de la significación que
suponen. El movimiento feminista en
Argentina del año anterior y que sigue tensionando con una agenda propia, la
emergencia ante modificación profunda de los términos del intercambio de bienes
esenciales, como el combustible, afectando el standard de vida, como en Ecuador
ahora y antes en Francia, o la más evidente expresión de cuestionamiento total
del sistema, en términos no sólo económicos y políticos sino en términos de
estructura social, como en Chile, dan cuenta de fuerzas sociales que parecían
pasivas y se vuelven indómitas, de acumulación de resistencias que se vuelven
acción y, por sobre todo, de una constatación de que el sistema global, que
pretendía tenernos a todos conectados a la matrix del consumo de cosas
los que acceden, o de la intersubjetividad digital a todos, no puede, que tiene
grietas, intersticios, y que el pulso vital, el afán de dignidad y revolución,
de reacción a las desigualdades y prepotencias, siempre renace…
Es verdad que en cada uno de los
casos se dan luego ciertos períodos de estabilización y que no siempre es
posible mantener nuevas cotas de derechos o condiciones de vida pero siempre,
cada una de las veces, al menos dos cuestiones son decisivas: una, que es
posible, que la historia, la historia de luchas y cuestionamiento, no se cierra
sino que está siempre abierta, siempre dispuesta, aún sin la que para nosotros
fue la fuerza característica de ello, la clase obrera hoy disímil y fragmentada
pero existente; la otra, de la que una década y más de procesos políticos
progresistas en América Latina dan cuenta, que luego de cada uno de dichos
emergentes, cada una de esas luchas, aviene un tiempo de mejora de condiciones
de vida, de nuevos derechos, de mayor participación. La Argentina post 2001 es
un buen ejemplo pero lo mismo aplica para Venezuela, Ecuador, Brasil, Uruguay,
aún con sus distintos derroteros posteriores.
Todo por supuesto pone en
cuestión no sólo como mantener activos y vigilantes esos movimientos de disputa
sino como garantizar luego una continuidad y perdurabilidad de los gobiernos
que en principio los representan. Brasil es sin duda el ejemplo de este dilema.
El imaginario popular, al igual
que en el mayo francés, pone en consignas irrefutables lo que luego cuesta
sostener en planes políticos. Estos días en Chile se volvía a leer: “No somos
de de izquierda ni de derecha, somos los
de abajo y vamos a por los de arriba”. La concentración de la riqueza, por
países o globalmente, los sistemas impositivos y la distribución del ingreso y
los bienes sociales son interpelados eficazmente.
He leído estos días una historia
fantástica sobre las expresiones electorales de los primeros socialistas nada
menos que en EEUU a principios del siglo pasado y la experiencia de lo que se
llamó el “socialismo de las alcantarillas” que explica en parte estos dilemas.
No te la pierdas: https://www.nytimes.com/2019/10/19/opinion/sunday/socialism-milwaukee.html
Bueno, pasando a la contienda
electoral de mañana por aquí, recuerdo que hablamos de ello con bastante
preocupación en alguno de nuestros paseos en el último enero. No obstante, la
sociedad argentina mantiene una reserva de dignidad y de autopreservación
ganada en años de zozobras y otra vez dijo “hasta aquí”. Por lo cual mañana
volverá a repetirse, con algún margen mayor aún, lo sucedido en las primarias y
echaremos electoralmente, aunque social y económicamente ya ha sucedido (se
irán dejando, una vez más, tierra arrasada), a este neoliberalismo conducido
por sus “propios dueños” (los CEOS de las empresas y las finanzas).
El ejercicio contrafáctico en la
historia es, como sabemos, un ejercicio estéril. Sin embargo tengo la íntima y
casi diría probada convicción que una reválida en las urnas del PRO hubiese
sido un suicidio social y hubiese abierto un tiempo de consolidación de una
estructura social y política, con represión y eliminación de toda respuesta
social, de un riesgo inmenso. Los peores fantasmas, por suerte (en realidad por
lo que tantos militantes no están dispuestos a permitir) se van disipando. Lo
que no supone una etapa sencilla. Las consecuencias económicas de este
vandalismo de las finanzas (la “bomba” de la deuda es inmanejable) se harán
sentir.
En fin, querido amigo, mejores
tiempos – políticos – por venir. Y ello ya es venturoso.
Abrazos muy fuertes y ojalá nos
veamos pronto.
Guillermo.
Muy buen comentario de Guillermo No quiero que se entienda mal por aquello que le falta la frutilla del postre Pero de la historia podemos sacar algunas conclusiones Son en realidad rebeliones no insurgentes, no es insurreccional. Las consignas no se plantean una modificación sustancial un cambio absoluto del modelo productivo , sino más bien sobre las consecuencias de no ser beneficiado por el actual . Tiene más que ver con la inequidad y en lo no ser incluido en el sistema La exclusión se mantiene como elemento común tanto a los movimientos to de la primavera árabe, como los latinoamericanos recientes Los movimiento sociales en la Argentina solicitan trabajo, no socialismo En gran escala de " expresión del conflicto" sucede algo parecido Gracias Guille por el análisis
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