Se
discute en los medios de comunicación sobre este tema, y Enrique Lillo y
yo mismo, comentando lo que se dice y lo que se ve en tantos mentideros, hemos
escrito a dos manos este texto que presentamos a nuestra amable audiencia confiando
en que pueda serles de interés esta opinión conjunta. Buena lectura.
La Sala de lo Penal del Tribunal
Supremo informa negativamente la concesión de cualquier forma de indulto total
o parcial a los condenados en la STS 459/2019. En perfecta sincronía, la
derecha y la extrema derecha han iniciado un proceso de deslegitimación del
gobierno tanto a nivel parlamentario como institucional, impulsando mociones en
los Ayuntamientos, y convocando manifestaciones que, como es costumbre en las
impulsadas por la ultraderecha, terminarán alterando la convivencia pacífica y
provocando la intervención de las fuerzas de orden público. La argumentación
del Tribunal Supremo se ha dado como un hecho incuestionable que coloca fuera
de la ley a cualquier decisión del Gobierno que sobre la base de la equidad, la
concordia o la utilidad pública, proceda a indultar a los dirigentes del Procès.
El propio Tribunal Supremo alimenta este enfoque, al afirmar que se trata de un
autoindulto puesto que se benefician del mismo los dirigentes del partido (ERC)
que permite la continuidad del gobierno.
No es una novedad que el Tribunal
Supremo tome partido y emplee su potencia aplicativa de la norma alineándose
con las posiciones políticas de la derecha y ultraderecha. El problema es que
es un efecto buscado desde hace mucho tiempo haciendo llegar a la Sala de lo
Penal a magistrados que no pusieran en peligro las constantes autoritarias de
la interpretación del Código Penal. La obstinada – y anticonstitucional –
negativa del Partido Popular a renovar el CGPJ tiene ese mismo origen. Los
comentaristas más lúcidos han resaltado esta deriva del órgano judicial, cuyo
papel no es el de valorar o no la conveniencia política de la medida. Otras
informaciones han destacado la cantidad de indultos – más de 10.000 –
promovidos por los respectivos gobiernos bicolores desde 1996, señalando que bastantes
de ellos fueron informados negativamente por los tribunales sentenciadores. Se subraya
que fueron indultados terroristas, policías torturadores, condenados por organizar
los GAL, los médicos que falsificaron los restos de los fallecidos en el
accidente del Yak42, o banqueros y políticos relacionados con la corrupción. Y,
claro está, los autores del golpe de estado del 23-F. Pero en esta ocasión, el
indulto se presenta como una medida contraria a la ley, a la razón y a la
democracia cuya concesión implica la complicidad del gobierno en una actitud de
abierta agresión contra el orden constitucional y la convivencia de los españoles.
Se habla así de una crisis de
institucionalidad en la que el enfrentamiento entre el Tribunal Supremo y el
Gobierno no tiene precedente. Sin embargo, a nosotros esta situación nos
recuerda demasiado a la confrontación que mantuvo el Tribunal Supremo y el gobierno
de Suárez con ocasión de la legalización del Partido Comunista de España. Se
trataba de comprobar si los estatutos del Partido vulneraban el art., 172 del
Código Penal, como asociación ilícita. El Tribunal Supremo se enfrentó
abiertamente al Gobierno, y, ante las presiones del entonces Ministro de
Justicia, se declaró finalmente incompetente, con la finalidad evidente de
hacer recaer sobre el gobierno el juicio sobre la validez de la decisión de
legalizar al PCE, por lo que tuvo éste que recurrir al subterfugio, urdido al
parecer por Arozamena y Mendizábal, que luego serían magistrados del Tribunal Constitucional,
de convocar a la Junta de Fiscales de
sala que dictaminó que «no se desprende ningún dato que determine (…) la
incriminación del PCE en cualquiera de las formas de asociación ilícita que
define y castiga el artículo 172 del Código Penal». Entonces también el
Tribunal Supremo tenía un proyecto político, adhería a una conservación del andamiaje
autoritario de la dictadura con la exclusión del PCE como enemigo interior
permanente, y hay que decir que ese proyecto contaba con apoyos no sólo entre
sectores aperturistas del régimen, sino con apoyos muy importantes en la
embajada de Estados Unidos y en la propia cancillería alemana, que eran
partidarios de una convocatoria electoral en la que la línea de la izquierda estuviera
marcada por la participación del PSOE. Si hubiera salido adelante la opción
política que defendían esos magistrados so pretexto de constituir la última
instancia interpretativa de la ley, sin duda la convivencia política y la
transición democrática habría sido muy diferente a la que fundó el orden
constitucional de 1978.
La lectura del informe del TS
sobre los indultos permite algunas perplejidades. Redactado con la pasión que
los juristas ponemos en los escritos de defensa de nuestras tesis, el TS en
este texto insiste en recordar que la suya es una verdad incontestable, y que la
contestada STS 459/2019 no puede ser discutida por una decisión gubernativa que
la ponga en duda. Ya se ha subrayado en algunos comentarios la insistencia del
Tribunal en el arrepentimiento como condición necesaria para que se aplique la
gracia del Estado. No hay reencuentro con el orden jurídico menoscabado por el
delito. El problema en estos casos es que la contrición y el propósito de enmienda
supondría posiblemente una negación de los propósitos de luchar por su ideal
político, que es un objetivo que una democracia no militante como la española
tiene que preservar incluso a quienes buscan su transformación. En ningún caso la
concesión del indulto aparece, en la estricta literalidad de la norma,
condicionado porque los condenados tengan que hacer explícito esta confesión pública
de retractación.
El informe critica con vehemencia
la reivindicación de la amnistía por parte de alguno de los condenados como
instrumento de sanación de sentencias injustas, y recuerda que “en no pocos
casos” la amnistía ha sido el medio por el que regímenes dictatoriales han
borrado delitos gravísimos contra las personas y los derechos fundamentales,
una apreciación muy justa que posiblemente se basa en su propia experiencia derivada
de sus pronunciamientos impidiendo la revisión de las sentencias condenatorias
incluidas dentro del campo de aplicación de la Ley de amnistía de 1977. El
informe tampoco tiene en cuenta las circunstancias familiares y profesionales de
algunos condenados, entiende que son consecuencias negativas adicionales a la
actuación delictiva que no deben afectar a la decisión de indultar, puesto que si se atendiera a
estas cuestiones, se llegaría a la conclusión de que “el cumplimiento efectivo
de las penas solo se aplicaría a los pertenecientes a una familia desestructurada
o inadaptada”. Así que el hecho de tener hijos de corta edad o la alteración de
la unidad familiar de referencia (como en el caso de Turull o de Bossa), son
elementos que no cabe apreciar en este asunto.
Para señalar la improcedencia de
una decisión favorable a indultar a los condenados, el informe trae a colación
la aplicación analógica del art. 102 de la Constitución, entendiendo que hay
una cierta semejanza entre el procedimiento por el que se puede acusar por
traición o “por cualquier delito contra la seguridad del Estado” en el
ejercicio de sus funciones al presidente y otros miembros del Gobierno con el
presidente y miembros del gobierno de la Generalidad. Al margen de la
incorrección de esta aplicación analógica en derecho penal, la alegación del TS
puede permitir un nuevo cuestionamiento del proceso penal puesto que éste se realizó
sin el procedimiento que señala el citado art. 102 CE, es decir, por iniciativa
de la cuarta parte de los miembros del Parlament y con aprobación de la mayoría
absoluta del mismo. Una omisión que por tanto permitiría la nulidad de todo el
proceso y la STS 459/2019 tan autotutelada por el informe.
Una crisis de
institucionalidad en la que el papel desempeñado por la sala de lo penal del
Tribunal Supremo incide directamente en la estrategia política desestabilizadora
del gobierno que lleva a cabo la derecha y la ultraderecha de este país. Un
hecho que se repite ya desde hace demasiado tiempo y que se alienta al
considerar inamovible la obstrucción anticonstitucional de la derecha ante la
renovación del CGPJ y del Tribunal Constitucional. En 1977, esa pugna se saldó favoreciendo
un horizonte de convivencia pacífica que facilitara la transición democrática. En
este 2021, confiamos en que la pulsión autoritaria y antidemocrática de la
derecha y la ultraderecha no aproveche la posición activamente antigubernamental
de quien confunde la independencia del órgano judicial con la oposición política
al gobierno para impedir la apertura de un proceso de negociación y de acuerdos
que intenten resolver la convivencia pacífica en la cuestión catalana.
Me alegro encontrar razonamientos tranquilos que desbordan sensatez. Muchas gracias, por la forma y por el contenido.
ResponderEliminarGracias por poner las cosas en su sitio entre tanto ruido franquista y golpista, el TS el primero.
ResponderEliminarInteresante refrescar la memoria con las actuaciones similares hechas en el pasado,por los mismos que ahora prtestan
ResponderEliminarLa opinión de Enrique Lillo y Antonio baylos que Han realizado en este informe no es un informe de cualquier opinador es el informe de dos abogados que sus capacidades y conocimientos tranquilamente, podrían formar parte del tribunal supremo y desde luego daría más credibilidad al citado tribunal.
ResponderEliminarBrillante análisis. De una lucidez que es muy de agradecer en tiempos de tanto opinador mediocre.
ResponderEliminar¡Muchas gracias maestros!
Nada de indultos que se queden en la carcel por traidores a ESPANA
EliminarMuchas gracias por este artículo. Clarificador
ResponderEliminarCarmen Estevez Gonzalez
ResponderEliminarImpresentable el TS y lo que afirma, indecente y vergonzoso su argumento y fundamentación juridica
Livina Fernández Nieto
ResponderEliminarPero si es que... ¡Qué bien dicho! Si por separado estos maestros lo bordan, alalimón hacen filigranas.
Isabel Huete
ResponderEliminarMe parece sumamente acertado lo que decís. Se nos viene encima un período complicado en lo institucional, más todavía.
Maravilloso análisis, ya quisiera ése "Tribunal Supremo"(?), hacer semejante análisis. Como que no es de interés público? Es que tratar de resolver el problema Catalan, no es INTERES PUBLICO? Venga ya! Estos "caballeros" a mi no me representan como administradores de Justicia.
ResponderEliminarEl comentario,es de M.Santamaria.Por si me quieren hacer algún requerimiento...
ResponderEliminarBrillante análisis realizado por dos brillantes del derecho!. Gracias
ResponderEliminarGracias por el análisis. En mi experiencia sindical aprendí la diferencia entre jurisprudencia y escuela de pensamiento jurídico. Tan importante aquella como esta
ResponderEliminarEs una pena que este tipo de analisis de situacion no tenga un potente altavoz.
ResponderEliminarComo siempre en el caso de los autores, la lucidez por bandera. El TS no pierde ninguna oportunidad de hacer política, su política. Y así seguiremos mientras el CGPJ no represente la realidad social.
ResponderEliminarEl arrepentimiento no supone renuncia a sus ideales políticos, sino manifestar que los medios utilizados no eran los legalmente establecidos y por ello conculcaron bienes jurídicos protegidos por el CP. Hay herramientas jurídicas y democráticas, que la propia CE78 contempla y que en ningún caso implican cometer delito.
ResponderEliminarDe todos modos el texto debería revisarse con algo de atención y visión jurídica. Se trae a colación la legalización del PCE (se habla de una conspiración cuasi judeomasónica sin pruebas...) y también se hace mención a la Ley de Amnistía de 1977 como una suerte de "escudo" normativo para genocidas y criminales de la dictadura. La máxima expresión del disparate es cuando se afirma que: "No es una novedad que el Tribunal Supremo tome partido y emplee su potencia aplicativa de la norma alineándose con las posiciones políticas de la derecha y ultraderecha", pero claro, un blog no deja de ser un espacio de opiniones subjetivas. Lo que no es aceptable es afirmar que la entrada busca analizar jurídicamente y con mayor rigor que el propio TS, pero caer en estas afirmaciones infundadas y bajo mi punto de vista disparatadas.
Pese a todo, gracias por al menos generar debate.
Saludos.
Bueno seria que el TS se dedicara a dictar sentencias, mas o menos justas, y dejara al Gobierno tomar las medidas que a su buen entender, significaran o puedan significar, un mejor clima político. Señores del TS... una cosa es Sentenciar y otra dar opiniones sobre que medidas politicas pueden añadir valor a la convivencia entre Españoles y denigrarlo sobre "esas" medidas sean un AUTOINDULTO... No saquemos lo pies del TIESTO.
ResponderEliminarNo conviene olvidar que el Poder Judicial nunca una verdadera transicion de la Dictadura a la democracia. El hilo conductor de adscripcion conservadora, cuando no antidemocratica, nunca se cortó. La endogamia de la derecha judicial ha hecho muy dificil la regeneracion democratica y el pluralismo nacional. A ello hay que sumar las estrategias anticonstitucionales del PP bloqueando a su antojo la renovación del CGPJ. Ahora queda más claro, con este informe de la Sala 2 del TS, cualed eran las intenciones por mantener el bloqueo.
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