Los días
21, 22 y 23 de octubre se ha celebrado en Madrid, cerca del aeropuerto de
Barajas y del municipio de Coslada, el 12 Congreso de CCOO. En él se ha
renovado como Secretario General a Unai Sordo por amplísima mayoría, 659
votos a favor y 44 abstenciones, es decir, con un 93, 7% de respaldo de los
delegados, y se ha elegido una nueva Comisión Ejecutiva Confederal de 11 personas,
5 hombres (Carlos Bravo, Carlos Gutiérrez, Agustin Martín, Vicente Sánchez y
Mariano Sanz) y 6 mujeres (María Cardeñosa, Cristina Faciaben, Empar
Pablo, Mari Cruz Vicente, Carmen Vidal y Carolina Vidal), es decir, una
composición paritaria por género. Sobre la base del lema “Actuar para avanzar”,
CCOO propone una serie de prioridades para el próximo período que reafirma su
concepto de organización autónoma portadora de un proyecto político, económico
y social de España en el contexto histórico actual de la fase post-Covid y en
el marco del espacio supranacional europeo.
La propuesta sindical
La prioridad primera enunciada en
este 12 Congreso habla de la necesidad de intervenir en la dialéctica que
enfrenta los modelos diferentes y contrapuestos de organización social, lo que
implica disputar la hegemonía cultural en la construcción de un nuevo modelo
social y económico a partir de una decidida política de amplias alianzas tanto
en la sociedad civil como en los espacios propiamente culturales, sin olvidar
la esfera internacional. El segundo terreno de acción es, naturalmente, el de
recuperar, fortalecer y extender derechos. En esta propuesta más propiamente reivindicativa,
se aúnan tanto las materias relativas al empleo de calidad y con derechos, la
lucha contra la precariedad y la salud laboral y el impulso a la igualdad, como
la exigencia de la definición de políticas de industrialización e i+D+i, junto
con el abordaje de la transición a la economía digital, o, finalmente, las
redes de protección y pensiones y la garantía de rentas, junto con el resto de
políticas públicas de salud, vivienda y fiscalidad, así como la indicación de los
“espacios naturales de intervención sindical” en los que se pueden gestionar
estos objetivos, es decir, el diálogo social, la negociación colectiva y la
acción sindical en la empresa. La última parte de la propuesta habla de la extensión
y el fortalecimiento de la organización sindical como el medio idóneo de extender
y fortalecer los derechos, de manera que “a mayor organización, mayores y
mejores derechos”. En esa línea destaca la necesidad de adecuar la estructura
del sindicato a los cambios que se producen en el tejido productivo y en el mercado
de trabajo, tanto en las nuevas identidades laborales como en las formas de
combatir o adecuar la organización a la externalización productiva y la segmentación
laboral, comparando el mapa que puede surgir de la realidad social y la presencia
representativa, afiliativa y organizativa del sindicato.
La fuerza y el empoderamiento
del sindicato
CCOO es una organización social
fuertemente implantada en España. Pese a la crisis, que en el ciclo 2011-2015
le hizo perder afiliación, el incremento afiliativo ha sido constante desde
2017, de los casi 921.000 afiliados de ese año a los 977.000 del 2020, lo que
es especialmente interesante porque se ha seguido produciendo, aunque con un aumento
pequeño, en el año de la pandemia y del confinamiento. En este último año, el
peso de la afiliación femenina ha sido muy fuerte, y ello también se ha recogido
en la composición de los órganos de dirección del sindicato, no sólo en el nivel
confederal, sino en las organizaciones de rama y territoriales del mismo. Es una
Confederación en la que los ingresos propios por actividad se elevan al 84,30%
de todos los recursos de que se dispone, deforma que tan sólo el 13,54 % de
estos ingresos proviene de programas finalistas para formación o por
representación.
CCOO es el primer sindicato del
país en número de representantes en los órganos de representación de
trabajadores y empleados públicos. Más de 94.000 delegados de los Comités de
empresas y Juntas de Personal, que suponen el 35,6% de los mismos a nivel
estatal. Junto con UGT, que con sus 83.000 delegados representa al 32,8% de la
cifra total de representantes, constituye la organización confederal de mayor
representatividad entre la totalidad de trabajadoras y trabajadores del país. Desde
1988 sin apenas fluctuaciones sustanciales, CCOO ha mantenido una política de
unidad de acción sindical que hace que el sindicalismo confederal tenga una
posición fuerte y unitaria tanto en los procesos de negociación con el poder
público como con las asociaciones empresariales, y que en líneas generales, la
negociación colectiva de eficacia general y normativa sea el instrumento de
regulación de las condiciones de trabajo y empleo prácticamente generalizado
entre todas las ramas de producción, territorios y empresas.
La reforma del marco
institucional de las relaciones de trabajo: modernizar y democratizar el sistema
En esta etapa post-Covid, en un
momento en el que el Plan de Recuperación y Resiliencia se compromete a
efectuar una importante modernización de la regulación jurídica del sistema de
relaciones laborales que debe culminarse antes de final de año, surge ya la
urgencia de efectuar una buena parte del proyecto de reformas que el movimiento
sindical lleva reivindicando desde la inversión del ciclo político y la moción
de censura que expulsó al Gobierno de Rajoy. Un conjunto de materias que
se sintetizan en la expresión “derogar la reforma laboral del 2012” y que
realmente se trata de reivindicar modificaciones en los “aspectos más lesivos”
de ésta en materia de negociación colectiva y de subcontratación, junto con
otros elementos nuevos de indudable importancia, como la necesaria
reformulación del marco legal en materia de contratación temporal, y que ha
sido objeto de muy numerosas reuniones entre los sindicatos, las asociaciones
empresariales y el Ministerio de Trabajo, desde marzo de este año 2021.
La CEOE ha mostrado su hostilidad
a la dirección que emprende este camino reformista. Mientras que en la
situación de excepción, se han dado pasos conjuntos a través del diálogo
social, la posibilidad de ver recortadas las muy poderosas facultades de
dirección y control que les reconoce la legislación laboral del 2012, su
dominio sobre el ajuste del empleo tanto respecto de la utilización desaforada
de la contratación temporal como el abaratamiento y facilitación del despido
sin control colectivo y en fin, la plena libertad en la organización de las
formas de externalización de costes, hace que la asociación patronal no esté
dispuesta a una reforma que reequilibre esta profunda asimetría de poder. El problema
es que esta posición es compartida por el área de economía del gobierno, que ha
sabido jugar a su favor aprovechando el giro que en el 40 congreso del PSOE se
ha dado hacia un mayor protagonismo político del ala mayoritaria del Gobierno, anulando
la importante presencia activa de la Ministra de Trabajo y su equipo en la gobernanza
exitosa del diálogo social. Sobre esta base, se ha creado una crisis muy
importante al desautorizar plenamente a Yolanda Díaz como la persona que
debe seguir llevando a cabo el proceso de negociación de las reformas
comprometidas con Europa, sustituyéndola por un pool de seis ministros
encabezados y dirigidos por la Vicepresidenta Nadia Calviño. Esta, que
encabezó la delegación gubernamental que asistió a la apertura del congreso de
CCOO, declaró que no había nada avanzado sobre el contenido de la reforma, solo
contactos preparatorios, y que la verdadera negociación se iniciaría bajo su
dirección en el marco del diálogo social.
El golpe de timón lo ha avalado
el propio presidente Sánchez, lo que ha provocado que Unidas Podemos
haya solicitado formalmente una reunión de la Comisión de Seguimiento del Acuerdo
de Gobierno ante la evidente injerencia en las competencias del Ministerio de
Trabajo que esta decisión ha provocado. El hecho está lejos de ser un incidente
que pueda ser gestionado prudentemente, puesto que las consecuencias de esta
decisión son de extrema gravedad: Por primera vez en la historia se impide a la
Ministra de Trabajo liderar el proceso de diálogo social, se ignora el proceso
ya muy avanzado de intercambio de posiciones entre las partes, y se desautoriza
la concreta gobernanza de esta reforma en la que el Ministerio de
Trabajo ha invertido mucho tiempo y esfuerzo, provocando un conflicto político y sindical que
parece directamente encaminado a erosionar la figura política y el prestigio
social de Yolanda Díaz, pero que puede acabar con la experiencia reformista
del gobierno.
Defender el diálogo social
desde la firmeza y la movilización
La acogida que el Congreso de
CCOO dio a Yolanda Diaz, la excelente intervención de ésta en la que
reivindicó al sindicalismo español y en especial a CCOO su papel central en la
construcción y el mantenimiento de la democracia, constituyó desde luego una
señal respecto del fuerte apoyo que la posición del Ministerio encuentra entre
los delegados de CCOO, pero también de lo extendido de su apoyo entre la clase
trabajadora del país. Como se sabe, la Ministra de trabajo afirmó con claridad
que “vamos a derogar la reforma laboral a pesar de las resistencias, que las
hay y son muchas”, una posición de firmeza y de compromiso que fue recibida con
entusiasmo por el Congreso de CCOO. Algo que Unai Sordo ha defendido
como un reto inminente que el sindicato debe superar. La propuesta de reiniciar
un proceso de negociación como si lo que se ha trabajado y discutido no tuviera
ninguna importancia, implica un desprecio evidente al valor del diálogo social.
Un valor que se niega a la representación de los trabajadores, cuyos intereses
son, en esta nueva perspectiva, invisibilizados e ignorados en una suerte de
reseteamiento de lo negociado hasta ahora. Una acción desatenta a la realidad
de las mayorías sociales que sostienen el bloque de investidura, pero también
un profundo error motivado por la competición electoral futura entre PSOE y el
Frente Amplio que promueve Yolanda Díaz.
Es un hecho que refleja una
tendencia aun más preocupante: pasada la fase de excepcionalidad social, una
larga parte de las élites económicas no está dispuesta a una modificación
importante de las reglas de juego y en consecuencia al cuestionamiento de las
grandes líneas generales que estaban en la base de la reforma del 2012 y las políticas
de austeridad. Esas “resistencias” están instaladas de manera transversal también
en el área económica del Gobierno, coincidente parcialmente con los intereses
del empresariado, pero realmente arraigadas en una concepción profundamente
dogmática de la creación de riqueza según los paradigmas monetaristas que
justificaron las políticas de degradación de derechos en el ciclo de la crisis
financiera.
Unai Sordo, como también Pepe
Álvarez, han comprometido a sus organizaciones en una potente movilización
si se impide llevar a efecto el ideario reformista al que se han comprometido
los dos partidos en el programa de gobierno, un compromiso que retóricamente
quiere patrimonializar el PSOE, y que en la realidad se disolverá una vez más,
en la conservación de las reglas que disciplinan la articulación de la
negociación colectiva, favorece la devaluación salarial, confirma la
precariedad como un destino inevitable para jóvenes y mujeres con la finalidad
de que la extrema desigual distribución de la riqueza siga constituyendo la
regla a la que nos debemos, por la fuerza de las cosas y la hipocresía de un
tipo de política profundamente equivocada, someter la mayoría de las personas
que trabajan.
La presión tiene que redoblarse
ahora, en estos días. Luego puede ser
demasiado tarde. Este es el gran reto al que se enfrenta el movimiento sindical
y en especial CCOO.
Compañero, camarada Y amigo CE Confederal y no federal. Se que habrá sido obra de los fantasmas informáticos, un abrazo.
ResponderEliminarCompañero, camarada y amigo Baylos, CE Confederal, se que habrá sido obra de los fantasmas informáticos, un abrazo.
ResponderEliminar