Es indudable el compromiso del equipo del Ministerio de Trabajo y Economía Social por una reforma del marco legislativo que disciplina las relaciones laborales, eliminando los elementos más lesivos para los derechos de los trabajadores y afirmando una regulación que apueste por la estabilidad en el empleo, restringiendo una precariedad insoportable. El excelente y emotivo discurso que pronunció Yolanda Díaz en el 12 Congreso de CCOO, lo deja muy claro. Lo reproducimos en el blog gracias a que nos lo ha proporcionado Joaquín Aparicio, cotitular de este espacio, por su evidente interés.
Buenos días
Querido secretario de Estado de
Empleo, Joaquín Pérez Rey; querido secretario de Derechos Sociales, Nacho
Álvarez; compañeras y compañeros de Comisiones Obreras, secretario general
de CCOO, Unai Sordo; autoridades; amigas y amigos
Una mujer atraviesa la Puerta del
Sol de Madrid. Busca trabajo. La ciudad engulle sus preocupaciones y las
proyecta en los escaparates, en la lluvia, en la suela gastada de sus zapatos.
Tan solo es dueña de su hambre. Su presente es el de tantas personas con las
que se cruza en el camino: la falta de recursos y la desigualdad, la
angustia. Se llama Matilde y parece que, por su pensamiento y por sus
miedos, no han pasado casi 100 años.
Matilde es la protagonista
de ‘Tea rooms. Mujeres obreras’, una novela-reportaje de la escritora Luisa
Carnés, publicada en 1933, y relegada al olvido durante décadas. Su crónica
de la pobreza laboral, del abatimiento, de las discriminaciones y acosos que
sufren las mujeres trabajadoras, se resume en una breve frase nominal:
“Diez horas, cansancio, tres
pesetas”.
Creo que en esas cinco palabras
late, aún hoy, una actualísima denuncia de la precariedad. Es un mensaje
que nos debe reafirmar, a Gobierno y agentes sociales, en la aspiración a ese
‘trabajo decente’, que representa, con sus palabras hoy aquí, siempre certeras,
mi querido Guy Ryder, director general de la OIT.
Poco después de publicarse
aquella novela de la que os hablo, tras el golpe de Estado, en agosto de 1936, la
Junta de Defensa franquista ilegalizaba, en los territorios ganados para la
sublevación, todos los partidos y sindicatos de izquierda, incautaba sus
bienes y depuraba de la administración pública a sus afiliadas y afiliados.
Se iniciaba así lo que el poeta
galego Celso Emilio Ferreiro denominó ‘a Longa noite de pedra’. En el
seno de esa larga noche de muerte, represión y ausencia de libertades civiles y
sindicales, nacieron, en la clandestinidad, las Comisiones Obreras.
Nadie, con un mínimo de respeto por la verdad histórica y la dignidad de
nuestro pueblo, puede opacar el profundo significado de ese hecho.
Ese deber ético para con la
memoria me une, personalmente, a esta organización. En esta casa común me he
criado y aquí me reconozco.
Escribió mi admirada Montserrat
Roig: “La democracia no se aprende en el Parlamento, sino en casa. Ser
demócrata no es una actitud política, es una actitud ante la vida”. Siento que
exactamente así. Y con esa actitud ante la vida, la misma que me ha enseñado
mi padre, he procedido y procederé en cualquiera que sea mi responsabilidad.
Es un aprendizaje vital y
político que nada tiene que ver con abstracción o cálculo alguno. Tiene que ver
con la cultura del diálogo y con una experiencia genuína de la
democracia. Tiene que ver con reconocerse en ese legado y saber con cuánto
dolor se tuvo que fraguar.
Es el recuerdo del Proceso
1001, de los 23 de Ferrol, de los abogados laboralistas de
Atocha, de la matanza de Vitoria y de los dos obreros ferrolanos, Amador
Rey y Daniel Niebla, asesinados a tiros por la policía franquista en
la huelga de la industria gallega en 1972, en una protesta, por cierto, en
defensa del convenio colectivo. El 20 de abril de ese mismo año recibía la
Medalla de Oro al Mérito del Trabajo Raimundo Fernández-Cuesta, falangista,
adalid del nacional-sindicalismo, ministro de Justicia, secretario general del
Movimiento e integrante de la extrema derecha hasta sus últimos días. ¿Cuál
era el mérito de aquella medalla sin mérito? Os lo diré: los campos de
trabajo de los presos políticos y los campos de concentración en los que se
ordenó confinar a miles y miles de personas en este país.
Un país que se respeta a sí
mismo no puede mantener distinciones de Estado a quien empleó la violencia y la
represión para perpetuase en el poder. Y por eso, desde esta
Vicepresidencia, hemos propuesto un Real Decreto que impulsará la retirada
de honores a quien hubiese vulnerado los valores democráticos y los principios
rectores de protección de los derechos humanos.
Todo lo que hemos vivido en este
último año y medio de pandemia no solo nos ha obligado a revisar nuestras
certezas vitales y previsiones macroeconómicas.
Nos ha enseñado, además, que el
movimiento sindical, a través de su participación en el diálogo social, y
del papel que le reconoce la Constitución en su artículo 7, sigue siendo uno
de los principios activos de la Democracia.
No dudéis jamás de vuestra
relevancia, de lo que significáis, de todo lo que estáis aportando en el día a
día de este país.
Quiero reconocer, querido
Unai, tu labor en este sentido, tu altura de miras, tu responsabilidad en
unos momentos tan críticos y difíciles, tu generosidad. He asistido a tu
defensa diaria de las personas trabajadoras y sus derechos, en medio de esta
coyuntura complejísima para el trabajo, la economía y la sociedad española.
Es un agradecimiento que quiero
hacer extensivo a todos los equipos técnicos y a todas las personas que habéis
participado en las negociaciones del Diálogo Social, y muy especialmente a
tantas y tantas mujeres valerosas de este sindicato. Y pienso en ti, de
forma muy especial, querida Mari Cruz Vicente.
Te doy las gracias, en mi
nombre y en el de todas las compañeras, por lo que representas, por la energía
transformadora, feminista y solidaria, que has imprimido a todos y cada uno de
nuestros logros colectivos.
Vuelvo la vista atrás, al pasado
9 de octubre en Roma, en el asalto a la sede la CGIL, a cuyas afiliadas y
afiliados quiero, desde aquí, enviarles toda mi adhesión y mi cariño.
Fueron objeto de un ataque sin precedentes. Y sabemos porqué. Las
sindicalistas y los sindicalistas sabéis muy bien el porqué de esos ataques. Porque
un sindicalismo fuerte, organizado, un sindicalismo que llega a más sitios y a
más personas, es una sólida garantía democrática. Representáis lo mejor
de este país, estáis donde tenéis que estar. Y por eso vuestra acción es tan
necesaria, pese a las presiones y a los atropellos.
Sabemos también cómo procede ese
irresponsable discurso de odio. Designa un chivo expiatorio y aporta,
contra él, argumentos falsos, que tan solo cosifican a las personas y
desvirtúan la compleja realidad.
No busca el entendimiento: busca
culpables, sujetos para seguir odiando. Y los encuentra, antes que nada,
entre nosotras, las mujeres. Porque como recordaba estos días Gloria Steinem,
“el autoritarismo comienza frecuentemente con [el control sobre] el cuerpo de
las mujeres”. Esa escalada fóbica impugna a diario nuestras vidas. El odio a la comunidad LGTBI, a las personas
racializadas, migrantes, a las personas pobres o vulnerables y al sindicalismo.
Porque el sindicalismo encarna los valores de justicia y solidaridad que
impulsan el cambio social.
Sois, estoy convencida, la
vacuna más eficaz contra el autoritarismo y la desigualdad. Y quiero que
sepáis que en esa responsabilidad histórica, queridas compañeras y compañeros
de las Comisiones Obreras, querido Unai, no estáis solos.
Juntas y juntos nos plantaremos
frente a cualquier regresión de nuestros derechos. Vamos a decir NO muy
alto, y muy claro, a los que insultan, acosan, vulneran nuestra diversidad,
denigran nuestras instituciones y, de paso, intentan rebajar el significado
de la democracia, esa que tanto nos ha costado conquistar.
Sé, lo experimento cada día, en
nuestras conversaciones, en cada mesa de diálogo en este Ministerio, que sois
muy conscientes de vuestras obligaciones.
Es una responsabilidad que se
extiende a la transformación de nuestro tejido productivo, a la defensa
de la igualdad entre hombres y mujeres, a la imprescindible
incorporación de la juventud al futuro que queremos, y a la consecución de un ecosistema
de relaciones laborales más sano e integrador, que participe de la Europa
solidaria que saldrá de esta crisis. Habéis estado y vais a estar en todos los
temas que son cruciales para nuestro futuro:
Me refiero a la inclusión del contenido
medioambiental en la agenda de la negociación colectiva, configurando ese
país verde, sostenible, que nos merecemos.
Sois capitales en el debate
sobre la tecnología con derechos, justa, sin brechas, que propicia la
transparencia de la Inteligencia Artificial, en su aplicación al mundo del
trabajo.
Vosotras y vosotros estábais
allí, cuando de forma pionera, en la Ley Riders, abrimos el corazón de los
algoritmos, haciéndolos accesibles a la representación de las personas
trajadoras. Hemos escrito una página decisiva en el futuro de nuestros
derechos laborales.
Y estáis y seguiréis estando en
otro debate fundamental sobre los usos del tiempo, la jornada laboral,
el trabajo a distancia, el derecho a la desconexión digital, los cuidados, la
conciliación y la corresponsabilidad. Los derechos de las personas
trabajadoras no se quedan a la puerta de los centros de trabajo, ni se detienen
ante el teclado de un ordenador o ante un algoritmo.
Tejemos, en definitiva, vínculos
de confianza, porque la confianza refuerza la democracia y la vivifica.
Damos certezas a las personas
trabajadoras y a las empresas, y ahí están los grandes acuerdos sociales que lo
demuestran. Ahí están los ERTE, adscritos, en esta nueva etapa, a la
formación y cualificación a lo largo del ciclo vital.
Una herramienta que adquirirá
carácter estructural, y que ha permitido salvar a más de 3,5 millones de
trabajadores y a más de 500.000 empresas en la fase más aguda de la crisis.
En ese balance de confianza y de
certezas está tambien el Salario Mínimo Interprofesional, que ha
protegido justamente a quien menos tiene, a quien más ha sufrido los envites de
la crisis. ¿Quién cree que podemos dejar atrás justamente a quién más lo
necesita? ¿Quién puede defender eso? ¿Quién puede olvidar los niveles de
desigualdad que afrontan las mujeres y los jóvenes en sus trabajos?
No os quepa duda que es y
seguirá siendo así. Que vamos a continuar. Que vamos a cumplir en el año 2022 y
2023 con esa senda que nos dicta la Comisión de personas expertas y la Carta
Social Europea, mano a mano con los agentes sociales.
Vamos a seguir subiendo el
Salario Mínimo Interprofesional. Por convicción y por dignidad.
No es un balance triunfalista. Al
contrario. Pero os aseguro que lo mejor está por llegar. Porque las
cifras de reducción del paro ya nos acompañan en nuestro propósito de una
recuperación justa.
Os daré un dato. Dos...
Son ya siete meses de descensos consecutivos del paro, más de 750.000
personas que han salido del desempleo. Y otro balance histórico: más de 19,5
millones de personas afiliadas a la Seguridad Social. Siempre lo digo. No son
cifras, son personas, son familias.
No nos debemos, por eso, olvidar
nunca de esas personas, que nos han traido hasta aquí durante este duro año y
medio. La gente que trabaja en supermercados, los reponedores y cajeras; en la
limpieza; en los call-center; en las peluquerías; en los bares y en los
hoteles. En las agencias de viaje y en los transportes. Los enfermeros, las
médicas, los trabajores en todos los sectores: en el campo y en la
construcción, en los astilleros y en la industria láctea; las maestras y los
maestros, los estudiantes.
El personal de investigación, los
riders, los abogados, el funcionariado público, las arquitectas, las
periodistas, las trabajadoras de la cultura, la gente del teatro, de la música
y la danza, de los espectáculos, del arte. Es una obligación nombrarlos a
todos, porque han estado impulsando la recuperación de este país, en muchas
ocasiones incluso arriesgando sus vidas.
Ese compromiso con todas y todos
ellos cristaliza en una decisión inalterable para este mismo año: la
derogación de la Reforma Laboral del Partido Popular.
Sí, vamos a derogar la Reforma
Laboral. Es el mensaje que le quiero mandar a las personas trabajadoras de
este país. Vamos a derogar la Reforma Laboral, a pesar de todas las
resistencias.
A pesar de todas aquellas
personas que, esté donde estén, jamás han tenido la intención de alterar el
modelo laboral de precariedad que ha impuesto la derecha en nuestro país.
Sé que sabéis lo que es la
Reforma Laboral. Pero quiero compartir una imagen que, creo, la ilustra a la
perfección. La de esas camareras de piso, que cobran 3 euros la hora por
limpiar habitaciones de hotel por las que se pagan cien o ciento cincuenta
euros. Esa precariedad, esa injusticia, es la Reforma Laboral y eso es lo
que queremos derogar definitivamente. 18
Nuestra convivencia no se puede
basar en esos pilares. Aspiramos a una sociedad en que la gente pueda vivir con
dignidad, con buenos salarios y pensiones, con vidas plenas y felices. Por eso
vamos a derogar un articulado que inoculó dosis letales de precariedad y de
temporalidad en nuestro cuerpo social, abriendo paso a la transformación y
modernización definitiva de nuestro mercado de trabajo.
Llevamos trabajando, con seriedad
y con rigor, desde el pasado 17 de marzo. Muchas mesas de diálogo,
centenares de propuestas, de horas compartidas. Lo sabéis. Horas, esfuerzo,
sacrificios que os quiero agradecer, hoy más que nunca, a los representantes de
los sindicatos y de las organizaciones empresariales.
Nada sale de la nada. Y esta
negociación es fruto de vuestro tesón, de vuestro empeño, de vuestra
determinación. Eso es, justamente, lo que nos ha permitido avanzar como lo
hemos hecho y encontrarnos ahora en la recta final de esta negociación, tan
necesaria para las personas trabajadoras y, por tanto, para nuestro país.
Pero nuestra voluntad, os
aseguro, va aún más allá, y nace de un deber ético de Gobierno. Vamos a
afrontar una tarea nunca realizada en nuestro país en más de 40 años. No nos
vamos a detener en la Reforma Laboral. Tenemos más ambición todavía, queremos
llegar más lejos y queremos hacerlo con quien levanta este país todos los días.
Lo haremos como hasta ahora: con diálogo y buscando acuerdos.
Necesitamos el impulso de este
sindicato, su energía, la fuerza de vuestro millón de afiliadas y afiliados,
que ejemplificáis, mejor que nadie, el motor que mueve a nuestra sociedad.
Vamos a desechar lo que no nos
vale, vamos a combatir una temporalidad, que observa, en nuestro país la
tasa más alta de toda Europa desde hace décadas. No podemos aceptar como normal
que, en los últimos diez años en España, se hayan formalizado 164.827.451
contratos temporales. Y que uno de cada cuatro de estos contratos tenga una
duración inferior a un mes.
La precariedad y la
temporalidad son una amenaza constante de los derechos laborales, pero también
de nuestra salud y seguridad en el trabajo.
La precariedad y la temporalidad minan
nuestra salud mental y física, nuestras expectativas de futuro, complican y
amenazan nuestras vidas. Por eso vamos a actuar también ahí, protegiendo la
integridad de las personas trabajadoras.
Aquí os anuncio que vamos a
activar un Plan de Choque contra la siniestralidad laboral. Un ambicioso
dispositivo para frenar la lacra de los accidentes mortales, que se alimenta,
precisamente, de la temporalidad y de la precariedad en los puestos de trabajo.
Vuelvo a aquella muchacha,
que atraviesa el centro de cualquier ciudad española en busca de un trabajo.
Han pasado casi cien años y se encuentra sola ante la precariedad, ante
esa recesión que parece crónica.
Es víctima de la inestabilidad
laboral, de un sistema productivo que castiga doblemente a las mujeres jóvenes y
les dice: “no puedes tener un trabajo digno ni permitirte un proyecto de vida
sostenible”.
Acabo ya. Me habréis oído, en las
últimas semanas, hablar sobre un nuevo proyecto de país. No hablo de
partidos ni de frentes. Es una construcción coral, una conversación
responsable, tejida con los hilos de la escucha y de la empatía, de los derechos
sociales, de los cuidados.
Os hablo de la sociedad
española, de toda ella, de un proyecto a favor. Es un país en el que un
sueldo digno SÍ garantiza el acceso a la vivienda y el poder pagar la factura
de la luz.
Un país con plenitud de derechos,
en el que hay igualdad entre mujeres y hombres, en el que la cultura y la
educación vertebran y dan sentido a todas y cada una de nuestras
respuestas. Y ahí serán necesarias todas las manos, todas las mentes y todos
los corazones.
No olvido, ni por un solo
momento, que son las personas trabajadoras las que construyen este país. Lo
tengo presente en cada mesa de negociación, en cada decisión de este Gobierno,
en cada paso que damos adelante colectivamente.
Por ellas, por lo que
representáis, como afiliadas y afiliados de las Comisiones Obreras, os digo que
el tiempo de la retórica ha terminado. Que hay una sabiduría y una
experiencia, la de las personas trabajadoras, que trasciende y supera los
discursos y las declaraciones de intenciones. Que ahora tocan ‘Hechos, no
palabras’. La ciudadanía no quiere la política que no cumple, que dice
una cosa y, sin embargo, hace otra.
En esos hechos me encontraréis, y
desde esos hechos os aseguro, también, que mi compromiso con el nuevo país
que avanza, con la mayoría parlamentaria progresista y con el Gobierno de
coalición es total.
Derogar la Reforma Laboral del
Partido Popular es defender nuestra democracia y nuestro Estado de Bienestar. Y
eso es lo que vamos a hacer: vamos a culminar esta tarea ya avanzada para
desterrar, después de tantas décadas, la temporalidad y la precariedad que
atenazan nuestras vidas y nuestro futuro.
Creo que este Congreso,
querido Unai, queridas compañeras y compañeros, es un lugar inmejorable para
hablar, sumar y avanzar. Desde la fuerza que nos da el trabajo decente, el
sindicalismo y sus valores de progreso, justicia y solidaridad. Porque esta es
mi casa, aquí he aprendido la democracia y por eso os debo mi total gratitud.
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Enhorabuena a la nueva Ejecutiva
confederal; enhorabuena por la organización de este Congreso a todas y
todos los compañeros de CCOO; y enhorabuena a vuestro secretario general,
que siempre ha estado a la altura y ha dado lo mejor de sí mismo. Seguiremos
trabajando juntos.
Moitas grazas, moltes grácies,
muchas gracias, eskerrik asko
Hermoso discurso. Emociona constatar que han tenido que pasar más de 40 años desde la Constitución para que una ministra del gobierno reivindique la lucha por los derechos y las libertades del movimiento obrero bajo la dictadura y la necesidad de revertir las políticas que reafirman, reproducen y expanden la desigualdad en detrimento de la mayoría de la población. Orgullo
ResponderEliminarMaravilloso DISCURSO, lleno de sentido de lo que es la defensa de los valores vitales para vivir una vida digna en un mundo más justo. Lo mismo que la verborrea insoportable que escuchamos un día sí y otro tambien, de la derecha extrema y la extrema derecha. Como por ejemplo en el Parlamento. Eso no es control al gobierno: Eso es terrorismo verborreico
ResponderEliminarCuanta razón tiene todo el escrito, si no se lucha no se consigue nada ,soy de CCOO ,desde sus comienzos y así seguiré , todo mi apoyo a la ministra de trabajo, sindicatos ,y parte del gobierno ,que en esta reforma ,fue arrastrado por UNIDAS PODEMOS
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