Ha sido
una manifestación impresionante. Dividida en cuatro columnas, más de seiscientas
mil personas (670.000 según los organizadores) han confluido hacia la Cibeles
en el centro de Madrid, sin que se pudiera llegar allí por la cantidad de
personas que han participado en la marcha. Una muchedumbre que venía en tren,
metro y autobús de los barrios de la capital y de las ciudades que la rodean,
uniéndose aquí a una impresionante marea humana. Las imágenes son transparentes
y demuestran la fortísima contestación social a la política de la Comunidad de
Madrid en materia sanitaria, que ha generado protestas en cadena y una
verdadera explosión de descontento en toda la ciudadanía.
El desparpajo y la grosería que
adorna el discurso de la presidenta de la CAM no ha sido capaz de ocultar el
proyecto de desmontar la asistencia sanitaria de calidad del que debería gozar
el conjunto de la ciudadanía de Madrid y su sustitución por un servicio deficitario,
mal estructurado y alimentado por la precariedad vital y laboral de todas las
personas que lo sostienen mediante su trabajo, desde los celadores, las
auxiliares de clínica, las limpiadoras, el personal de enfermería y el personal
médico, todo el conjunto en definitiva de esas personas que constituyen el
nervio del servicio público de la salud y que han sufrido hace muy poco el estrés
físico y psíquico de una terrible pandemia frente a la cual han sacrificado
todo su tiempo, su salud y en ocasiones su vida. No hace tanto éramos muchos quienes
nos asomábamos a los balcones para aplaudir su generosidad y su esfuerzo. La
Comunidad de Madrid por el contrario ha cancelado esa imagen y se ha
encarnizado en la destrucción de esa asistencia pública a través del
encadenamiento de medidas cada vez más insoportables que se defendían por su
presidenta mediante ataques a los sanitarios y a las fuerzas políticas y
sindicales que cuestionaban su actuación.
Detrás de estas políticas se
encuentra, desde luego, el objetivo de desplazar al mercado la satisfacción de
las necesidades del público en materia de preservación de la salud, y en dar
prioridad al sector sanitario privado frente al público, en una indisimulada
estrategia de deterioro, falta de inversión, oferta de condiciones de trabajo
precarias y salarios plenamente reducidos en el servicio público de salud.
Además de los escándalos ya lejanos de las residencias que constantemente denuncia
con obstinada fe en la justicia el periodista Manuel Rico – un caso en
el que “la muerte fue un proyecto político” como denuncia el poeta gallego Daniel
Asorey – y las intrincadas compras de material preventivo y mascarillas
protectoras por familiares y amigos, cuya denuncia por parte del entonces
presidente del Partido Popular, Pablo Casado, le costó literalmente el
puesto en una humillante operación política en la que el Partido decidió
desembarazarse de su figura, la presidenta de la CAM ha imprimido una
aceleración importante a su proyecto de mercantilización de las necesidades básicas
de los ciudadanos madrileños. Pero este vertiginoso impulso político ha propiciado
el colapso de servicios fundamentales de asistencia sanitaria – la asistencia
primaria y las urgencias ambulatorias, pero también recortes en la financiación
y disminución de profesionales, muy especialmente en estos sectores, que han
provocado un aumento constante de listas de espera en consultas, pruebas
diagnósticas e intervenciones quirúrgicas, despidos y precariedad laboral de
los profesionales sanitarios. Este panorama desastroso ha provocado una
respuesta contundente por parte de la ciudadanía madrileña más expuesta a esta
acción de deterioro del servicio público.
El movimiento social que ha cristalizado
en esta gran manifestación se ha ido construyendo poco a poco, a partir de las
protestas en los barrios de la ciudad y en el cinturón de las ciudades del sur
de Madrid, y ha sido posteriormente sostenido por las reivindicaciones
sindicales y profesionales del sector, en una reedición de la “marea blanca” de
los años de la austeridad, además de integrar el discurso político de la izquierda
– Mas Madrid, Unidas Podemos y Partido Socialista – de impugnación de estas
decisiones del gobierno de la CAM. Ese pluralismo en la formación de un potente
cuestionamiento social y político se ha podido apreciar en la composición de la
impresionante masa humana que se ha reunido hoy en las calles de Madrid. Aunque
la cita puede entenderse un poco vintage , la convocatoria de Madrid
se levanta por la sanidad pública viene a confirmar los versos de Benedetti que
cantaba Luis Pastor: “La unidad que sirve es / la que nos une en la
lucha”, porque esa unidad se ha mostrado claramente en las plazas y avenidas de
la capital, en la convergencia de todas las fuerzas políticas de izquierda
junto a los sindicatos, el movimiento vecinal y tantas y tantas personas e
individuos que han querido bajar a la calle a exigir un derecho fundamental
para poder reconocerse como ciudadanos libres e iguales, como nos quiere un
sistema democrático que afirma el Estado Social como condición necesaria para
que pueda hablarse de democracia real. Una unidad que la gran mayoría de las
personas asistentes a la manifestación entienden imprescindible y que debe
requerir un esfuerzo de todos los partidos políticos por presentar un frente amplio
y común en las próximas elecciones regionales y municipales que reivindique una
plataforma de derechos y de políticas sociales capaz de revertir la deriva de
degradación y de sufrimiento de las personas protagonizada por el gobierno
actual de la Comunidad de Madrid y su Presidenta.
Esa es la preocupación que manifiestan
ahora los creadores de opinión empotrados en la defensa de las políticas
neoliberales que desde 1996 han conseguido mantener incólumes en la Comunidad de
Madrid. La gigantesca manifestación provoca el escalofrío de quienes contemplan
una reacción popular de mayorías que cuestionan directamente estas políticas,
especialmente en materia de deterioro de la asistencia sanitaria. Por eso
algunos de estos medios de comunicación advierten de la “politización indebida”
de esta impresionante movilización social cuyo alcance y magnitud por otra
parte, disminuyen de forma intencionada y un tanto pueril. La politización es justamente
lo que esta movilización persigue. Es necesario sumar fuerzas en una serie de
programas comunes que puedan desembocar en una candidatura electoral unitaria
que permita cambiar, tras casi veintisiete años de dominio del mercado y de las
corporaciones que lo controlan, el rumbo de la política en un sentido favorable
a la ciudadanía madrileña y a la ampliación y consolidación de sus derechos
fundamentales, además de garantizar condiciones de trabajo que correspondan a
las coordenadas de un trabajo decente y estable, poniendo fin a la precariedad
del personal sanitario, sus bajos salarios y su penosas condiciones laborales. Eso
repercute en la mejora del servicio público de salud.
Esperemos la unidad de la
izquierda, pues, que es la condición de una movilización potente capaz de
impulsar cambios sustanciales en el gobierno de la región. La división y la
bronca interna debilitan. Así que mientras las cosas siguen su curso, contemplemos
felices esas imágenes impresionantes en las que todo Madrid se ha levantado en
defensa de la sanidad de todas y de todos, del derecho universal a poder disfrutar
de una asistencia sanitaria de calidad. Madrid, qué bien resistes!!
Qué bellas y esperanzadoras imágenes! Gracias, Antonio, por la nueva entrada del blog.
ResponderEliminarMe encanta esta descripción palmaria de la depredación capitalista. Sumemos fuerzas frente a ella...Chile, Bolivia, Colombia, Perú, Venezuela...y nosotros, también en Madrid
ResponderEliminarNo soy Anónimo...soy Nicolás García Rivas..
EliminarBaylos, como siempre, da en la diana. La unidad de la izquierda, más imprescindible que nunca si queremos desembarazarnos de este lastre reaccionario y mentiroso que sufrimos en Madrid Comunidad y Ayuntamiento. ¿Lo veremos en mayo? A ver, a ver...
ResponderEliminarQué maravilla, Madrid vuelve a respirar a todo pulmón, bien dice Benedetti: La unidad que sirve es/ la que nos une en la lucha. Queridas y queridos amigos: "Muchos días de estos" decimos en México. Su amigo Oscar Alzaga
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