La opinión pública es ajena a la gravedad de la situación en la que se encuentra el Consejo General del Poder Judicial. Se trata de una institución que en la communis opinio es difícil de explicar y diferenciar de la función jurisdiccional y esta confusión es aprovechada por los medios empotrados en el poder económico para presentar el problema como una suma de maniobras del gobierno para acabar con la independencia judicial cuando realmente estamos en presencia de una violación continuada de la norma constitucional al negarse el PP a la renovación de los miembros del CGPJ. El gesto digno de la vocal Concepción Sáez (en la fotografia) al dimitir de un Consejo que se enquista en su preservación frente al mandato constitucional de la renovación del mismo ya desde hace más de cuatro años. El texto que sigue a continuación ha sido publicado en el diario digital Público en el día de hoy antes de la reunión de los ocho miembros progresistas del CGPJ.
Hablando claro: el Partido
Popular ha incumplido consciente y expresamente el mandato constitucional de
renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que debe conformarse con
arreglo a las nuevas mayorías parlamentarias que deciden las elecciones generales.
Formado conforme a la composición del Congreso y el senado en el 2013, debería
haberse renovado a partir de diciembre de 2018. La intención manifiesta es la
de mantener la misma composición que obedece a una mayoría política que es
completamente ajena a la de su origen y que se ha disuelto con las elecciones
de noviembre de 2019. Alejándose de la conexión que establecen la Constitución
y la Ley Orgánica del Poder Judicial del “órgano de gobierno” de las personas
que ejercen la función jurisdiccional con las orientaciones políticas decididas
en las urnas (hay que recordar que los miembros del CGPJ son elegidos por el
Congreso y el Senado y por tanto responden a la composición política de estas
cámaras), el CGPJ ha ejercitado con plena normalidad las atribuciones que le
señala la ley pese a hallarse en funciones, y ha tenido que ser el Congreso de
los Diputados quien hiciera evidente que en la situación de excepcionalidad en
la que se hallaba no podía mantener el ejercicio normal de sus funciones, en especial
el nombramiento de personas para los altos tribunales de la nación.
Esta situación anómala, provocada
y mantenida por el torpe designio anticonstitucional del llamado principal
partido de la oposición, ha generado además una escisión pública entre los
vocales que la cuestionan y aquellos que, de manera cada vez más explícita, se
atrincheran en su posición y utilizan la mayoría de la que disponen para
deslegitimar cualquier decisión del gobierno o de las mayorías parlamentarias
que lo sostienen, en perfecta coalición con las decisiones políticas que dicte
el Partido Popular. El órgano al que se niega la renovación ha sido capturado
así por la orientación directa de las decisiones de su mayoría por este
partido, como por otra parte es algo notorio en las informaciones periodísticas
que conforman la opinión pública.
El presidente del CGPJ, Carlos
Lesmes, tuvo que dimitir porque los suyos le dejaron caer, al no acceder a la
renovación del Consejo con su nominación al Tribunal Constitucional en el
enésimo fracaso de las conversaciones para la renovación, unidas a la derrota
de la iniciativa del gobierno de reducir el quorum para la nominación de
sus miembros, que fue acusado hipócritamente de ataque a la independencia
judicial, como si este no fuera un órgano de gobierno que necesariamente está
conectado con el cambio político y la alternancia en el poder de las distintas
fuerzas políticas en que se basa la democracia. Antes ya en el 2020 se había
planteado la posibilidad de que dimitieran los vocales nombrados a propuesta de
las organizaciones políticas con representación parlamentaria entonces
minoritaria, en función de la composición de las cámaras (Congreso y Senado) en
el 2013, pero esta iniciativa fracasó al ser avalada sólo por cinco vocales.
Actualmente, la vocal Concepción Sáez ha presentado su dimisión al entender
“inútil” su continuidad en lo que justamente considera un escenario de “radical
y puede que ya irreversible degradación de la institución”. Y explica que la
“incapacidad de tomar determinadas decisiones en el ejercicio ordinario de las
competencias” del órgano “al tiempo que se clama por la recuperación de
competencias impropias de un Consejo en funciones” ha terminado por agotar su
paciencia.
La situación es insostenible, y,
como dice la dimisionaria, es posible que ya la imagen del CGPJ haya quedado
deteriorada irreversiblemente. La asociación Juezas y Jueces para la Democracia
ha reclamado “la inmediata dimisión de todos los vocales del CGPJ” que aún no
lo han hecho, siguiendo el ejemplo que ha dado Concepción Sáez, porque “es la
única forma de recuperar la dignidad de la institución, que no puede seguir
indefinidamente en funciones, pese al mandato constitucional de que su duración
sea de cinco años”. Se trata de una situación inaceptable que conduce, en la
práctica, a duplicar el mandato constitucional”, lo que implica además el
incumplimiento de la prescripción legal con arreglo a la cual ningún vocal
puede ser reelegido, y estos mismos lo han sido en la práctica durante otros
cuatro años más, y previsiblemente durarán hasta que se agote el ciclo
electoral proveniente de la legislatura iniciada en el 2019. Ante el bloqueo
obstructivo por parte del Partido Popular, las presidencias del Congreso y
Senado “tienen la obligación legal, recogida en el artículo 568.1 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, de adoptar las medidas necesarias para que la
renovación del CGPJ se produzca en plazo”.
Este es el camino por tanto: “la
iniciativa de Álvaro Cuesta debería secundarse por los vocales de cualquier
signo, emulando lo que Pascual Sala y otros hicieron en 1996, decisión que
entonces propició que se desencadenara la renovación del CGPJ”. El martes, se
reúnen los 8 vocales progresistas para intentar una acción coordinada para una
dimisión en bloque que impediría que el CGPJ pudiera funcionar y por tanto
forzaría la solución a la que el Partido Popular se niega permitiendo la
continuidad de este órgano in aeternis. Esperemos que puedan de este
modo favorecer con esta acción el respeto de la Constitución que el Partido
Popular desprecia.
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