En este
final de agosto, la exigencia ineludible de dimisión de Rubiales cuyo discurso
ante la Federación abochorna por su defensa a ultranza de su actitud machista y
abusiva, está monopolizando con razón la atención de la ciudadanía en las redes
sociales. Pero también a nivel internacional se están produciendo ciertos
hechos que puede que tengan un interés relevante en orden a la reconfiguración
del espacio global y la geopolítica actual, y ello en el contexto de una grave
crisis y la guerra abierta en las fronteras de Europa ante la invasión rusa de
Ucrania. Aunque este blog no pretende ser émulo del admirado periodista Enric
Juliana, siempre atento a la geografía y a determinados movimientos en la
globalización, entiende que llamar la atención sobre estas pequeñas
transformaciones puede resultar interesante para su amable audiencia.
El cambio al que se refiere esta
nota es el relativo a la reunión que en Africa del Sur han realizado los países
que componen el grupo denominado BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica)
en la que han decidido la ampliación del mismo a partir del 1 de enero del 2024 a otros seis
nuevos miembros: Argentina, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto
y Etiopía.
Como subraya la crónica que para Il
Manifesto han realizado Lorenzo Lamperti y Simone Pieranni, se
trata de nua constelación de países variada y no necesariamente coordinada,
cuya unidad de propósito real está por demostrar. Esta decisión es el fruto de
una selección entre 23 países que habían presentado su candidatura – especialmente
en África y en América del Sur, con Venezuela y Bolivia como firmes candidatos –
y es el resultado de un compromiso entre China, que lleva tiempo presionando
para ampliar el grupo sin demasiadas vacilaciones, y los demás miembro, aunque
tras la guerra de Ucrania, Rusia también intensificó la presión para admitir a
nuevos países, para demostrar que no estaba aislada. Con ello parece al menos
formalmente haberlo logrado, más aún en cuanto que la próxima cumbre del grupo en el 2024, la
primera de las 11 previstas, tendrá lugar en Kazán (Rusia).
El caso es que India, Brasil y
Sudáfrica tienen relaciones fluidas con Occidente, incluido Washington, y hasta
ahora se habían frenado en esta ampliación para no dejar que los Brics adquirieran
una proyección geopolítica o estratégica que nunca habían tenido hasta ahora. El
resultado es una lista que, en cualquier caso, hace más fuerte a la
organización, sobre todo desde el punto de vista energético, dada la inclusión
de los fuertes productores de crudo de oriente próximo como Arabia Saudita,
Emiratos Árabes o Irán. Con estos tres, el grupo pasa a representar el 42% de
la producción mundial de petróleo. Más del doble, por tanto, del 20% actual, aproximadamente.
Son las tres entradas más importantes desde el punto de vista económico y
diplomático, dadas las tensiones no resueltas entre Irán y Estados Unidos.
Además de ello, el ingreso
simultáneo de estos tres países del golfo puede leerse como un triunfo de la
diplomacia china, que aunque tradicionalmente con muy buenas relaciones con
Irán, se había aproximado recientemente a Arabia Saudita, cuyo país visitó Xi
Jinping en el pasado diciembre, que ha trabajado intensamente además por la
reanudación de las relaciones diplomáticas entre los dos grandes rivales en la
región (Arabia Saudi e Irán).
La asociación de países tiene
fundamentalmente un contenido comercial es decir, pretende facilitar los
intercambios comerciales entre estos países, sin que por el momento exista la
propuesta de crear una divisa común que pudiera competir con el dólar. Sin
embargo, existe también un importante vector de promoción y fomento de
inversiones empresariales en la red que surge de esta asociación de países, que
se concentra en torno al Nuevo Banco de Desarrollo, con sede en Shangai, y que
preside la ex presidenta brasileña Dilma Rouseff. El Nuevo Banco de
Desarrollo pretende construir un fondo
común que financie inversiones recíprocas y constituya una alternativa a los
organismos financieros internacionales tradicionales (que controlan la política
y la economía mundial) dominados por Estados Unidos y la Unión Europea, para
que se preocupe por el desarrollo y no solamente por el "crecimiento"
económico. Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos también podrían asegurar una
inyección de riqueza nada desdeñable para este NBD, que se nutre de
aportaciones estatales y se especializa en inversiones de infraestructuras de
los países miembros.
En cuanto al ingreso de Egipto y
Etiopía, su aceptación se debe ciertamente a que se trata de dos países que
mantienen excelentes relaciones con China y con Rusia, pero también al hecho de
que con ello refuerzan el papel diplomático de la República Sudafricana en el
continente africano. Algo semejante a lo que implica la adhesión de Argentina,
que era una opción por la que se batió el presidente Lula da Silva como
un intento de moderar la asfixia de la economía de aquel país ante los
préstamos del Fondo Monetario Internacional y para reforzar la dupla de ambas
naciones como elementos directivos del cono sur americano.
No se ha incluido sin embargo a
Indonesia, uno de los países que más interesan a China, pero al final fue esta
misma nación la que pidió un poco más de tiempo para discutirlo con sus socios
del Sudeste Asiático en la cumbre de la ASEAN de septiembre de este año.
El caso es que la ampliación se
ha presentado como una victoria de la diplomacia china y de su papel dirigente
en el sur global frente a la dinámica de Estados Unidos y el seguimiento del
proyecto de dominio global de éste por la Unión Europea, cuya diplomacia está
fuertemente alineada en esa dimensión atlantista. Inmediatamente después del
anuncio del presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, de esta ampliación,
el presidente chino Xi la calificó
como un paso "histórico".
Aunque su impacto en el
porcentaje del PIB y el comercio mundial sea más bien limitado, aunque el
objetivo de la desdolarización siga siendo complejo y la creación de una moneda
común parezca todavía un espejismo, añadir letras al acrónimo Brics refuerza la
pretensión china de liderar el llamado sur global. En este sentido China ha
mantenido en los últimos días una larga serie de reuniones bilaterales con los
líderes de los países africanos. No hubo, sin embargo, un muy esperado
encuentro indo-chino entre ambos presidentes, Xi y Modi. Habría
sido una señal muy importante: los dos no se hablan oficialmente desde hace más
de tres años y tienen varios expedientes delicados que gestionar. Empezando por
el de la disputada frontera.
En varios pasajes del comunicado
final de la cumbre aparece una huella china. Empezando por la ostentosa
reiteración del concepto de "multilateralismo inclusivo" hasta la
condena del terrorismo "en todas sus formas", pasando por el
subrayado de la importancia del G20. En este foro, por cierto, la pelota
seguirá en manos de los Brics durante tres años consecutivos: después de Indiia,
primero Brasil y luego Sudáfrica ostentarán la presidencia de este Grupo.
También se hará mucho hincapié en la seguridad alimentaria. Un elemento nada
secundario si se tiene en cuenta que el grupo produce el 40% de las necesidades
mundiales de cereales.
Sigue siendo complicado que el
grupo sea plenamente capaz de actuar de forma conjunta y coordinada en los
distintos escenarios internacionales, y su coordinación en el intercambio
mercantil no amenaza al parecer la hegemonía de América del Norte y la Unión
Europea. Al menos eso es lo que explica el comentario al respecto del Consejero
de Seguridad Nacional USA, Jake Sullivan, que ha afirmado "No vemos
a los Brics como una especie de rival geopolítico de Estados Unidos ni de nadie”.
Pero para algunos países, en especial los suramericanos, una mayor integración
financiera en este grupo es fundamental para desarrollar sus economías sin
depender de los mercados financieros dominados por los países desarrollados, y
no es un secreto que se apuesta fuerte por la “desdolarización” del comercio
aun sin la posibilidad de crear una divisa común.
Pero mientras tanto, avanzar en la organización del “sur global”
implica posiblemente algunos cambios en
la geopolítica que se van afirmando paulatinamente. Como señalan los reporteros
de Il Manifesto, el "mundo que no vemos" se hace un poco más
grande.
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