Como es
noticia en todos los medios, en las elecciones celebradas ayer domingo 18 de
febrero en Galicia, el Partido Popular retuvo la mayoría absoluta con 40
escaños, el Bloque Nacionalista Gallego obtuvo 25, y el Partido Socialista de
Galicia-PSOE logró 9. Un partido local, Democracia Ourensana se alzó con otro
escaño. En comparación con el resultado de hace cuatro años, el Partido Popular
ha perdido dos escaños, que ha ganado en su conjunto el bloque BNG-PSOE, con
una distribución sin embargo muy diversa en cuanto al peso específico de cada
opción puesto que el PSG pierde cinco diputados y el BNG gana seis. De otros
partidos de ámbito nacional, ni Vox ni SUMAR obtuvieron representación. Faltan
por escrutar unas 30.000 papeletas del exterior que no alterarán el resultado.
El Partido Popular gana en todas
las provincias al resto de los partidos en votos y escaños. Ha obtenido en su
conjunto 700.491 votos, frente a 467.074 del BNG y 207.691 del PSG-PSOE, lo que
implica superar al bloque de oposición en casi 26.000 votos. SUMAR, que fiaba
sus posibilidades en las provincias de Coruña y Pontevedra, ha logrado tan solo
28.171 votos, por encima de Vox en Pontevedra, pero no en Coruña, donde Vox
obtuvo más de mil votos que la lista encabezada por Marta Lois.
El resultado, expresado
sintéticamente, es el siguiente: El Partido Popular consolida su hegemonía
política y cultural en Galicia que data de hace veinte años y que se prolonga
hacia sus bodas de plata, a la vez que refuerza la posición de liderazgo de su
antiguo presidente Nuñez Feijoo a nivel nacional como dirigente del PP,
frente a quienes ya anunciaban su inminente destronamiento y la promoción del príncipe
de Gales Moreno Bonilla. En la izquierda, se ha producido una
recomposición importante de las figuras políticas y la izquierda nacionalista
del BNG se configura como la alternativa de gobierno en un rol dirigente de las
fuerzas de oposición al PP. Sobre la personalidad y la trayectoria histórica de
Ana Pontón se ha concentrado el voto útil que ha trasvasado tanto
sufragios del PSG-PSOE como de la coalición SUMAR. Las fuerzas de izquierda que
gobiernan en coalición a nivel nacional, PSOE y SUMAR, han obtenido un
resultado pésimo en estas elecciones, pese a que en ella se han comprometido
muy activamente el propio presidente del gobierno y la vicepresidenta, junto a
destacados ministros. El PSG-PSOE ha perdido cinco diputados y ha retrocedido
en todas las provincias, quizá con la excepción relativa de Lugo donde se sitúa
en torno al 17%. SUMAR, que ha concentrado sus candidatos en Coruña y
Pontevedra, no ha logrado colocar a ninguno de éstos, pese a tratarse de
personas muy relevantes no sólo en el ámbito del movimiento. Finalmente,
Podemos, que rechazó presentarse en coalición con los partidos que apoyan el
movimiento SUMAR, apenas ha superado el número de los inscritos que votaron
desvincularse de este proceso unitario (2.513 frente a 3.800 votos obtenidos).
En periódicos, radios y
televisiones, la amable audiencia del blog encontrará matices y detalles además
de una mucho mayor atención al significado de estas elecciones. En esta
entrada, sin embargo, simplemente se intentará reflexionar sobre ciertos
elementos que su realización sugiere como comentario al margen.
El primero de ellos es algo ya
antiguo y se refiere a la progresiva sensación de que los mecanismos de
representación política que deberían garantizar la formación de una opinión
informada como presupuesto de la participación electoral, no funcionan correctamente.
Tradicionalmente este reproche iba dirigido – y todavía lo debe ser – al procedimiento electoral, es decir, a la
capacidad técnica de inducir una sobrerrepresentación de determinados sectores
en demérito de otros, como en efecto sucede en el caso gallego con la sobre
representación de Ourense y Lugo en perjuicio de Coruña y Pontevedra, más
pobladas y de orientación más a la izquierda. Pero hay muchos más síntomas. No
se comprende en efecto que el presidente del gobierno autonómico y candidato a
las elecciones por el partido gobernante decline acudir a un debate con las
otras fuerzas políticas con representación parlamentaria y que esta ausencia no
tenga repercusión alguna en la expresión del voto y en el propio proceso
electoral. La inserción en el debate del hecho demoscópico, la presencia ubicua
de las expectativas de voto que orientan y predeterminan el campo de juego de
las opciones posibles y los jugadores admitidos al campo, es otro de los
elementos que caracterizan ahora el marco de desarrollo de los procesos de
representación política y que construyen una forma de aproximarse al mismo que
excluye el pluralismo político como forma de educar a la opinión pública. Un
decisionismo de mercado impregna este espacio de formación del interés general
y de indicación de bienes comunes que supone el derecho de participación
política. Las estrategias de comunicación que se apoyan fundamentalmente en las
redes sociales y en los mensajes cortos y contundentes degradan la capacidad del
discurso político de generar debate articulado en torno a posiciones complejas
y matizadas. Y la capacidad de enervar el contenido real del proceso de
participación electoral mediante la introducción de noticias falsas o
simplemente a través de elementos emocionales ligados a acontecimientos pasados
o a ideologemas mediáticos, es una constante actual del contexto electoral,
patrocinado y favorecido por un conjunto de medios de comunicación que acaparan
la atención de la opinión pública.
Esa preocupación va más allá de
lo sucedido en las elecciones gallegas, pero se proyecta como inquietud en los
restantes procesos electorales pendientes – 2024 además de año bisiesto es año
electoral en todo el mundo, como se sabe – y en especial respecto de las previsibles
elecciones en el País Vasco que se rumorean para finales de abril y las elecciones
europeas de junio. En unas y otras parece seguro que se va a asistir a un nuevo
enfrentamiento entre las formaciones políticas a la izquierda del PSOE, que al
presentarse por separado Podemos y SUMAR volverán a luchar por una
representación exigua o por quedarse sin representación, en un juego que en
esta ocasión podría beneficiar al PSOE como izquierda estatal y en consecuencia
ayudar a reeditar la entente PNV y PSOE en el gobierno, convirtiendo a Bildu en
el polo central de la alternativa de izquierda de Euskadi.
Pero si los resultados de las
elecciones al País Vasco son previsibles – incidiendo en la difícil inserción de
la izquierda del PSOE que se autodenomina plurinacional en un contexto de
sujetos políticos soberanistas e independentistas fuertemente implantados en el
territorio – más complicado se presenta el panorama de las elecciones europeas.
En ellas está en juego la orientación de la política europea en materia social
y económica por los próximos cinco años, y la composición de una Comisión que gestione
más allá del 2027 la problemática trascendental de las reglas fiscales de la
gobernanza económica. En vez de situar Europa en el centro del debate, es previsible
que el bloque de la derecha compuesto por Vox y el PP quiera aprovechar el momento
electoral para intentar deducir de el un plebiscito contra el gobierno de
coalición y en concreto contra su presidente Pedro Sánchez, de forma que
se marque ese territorio como el que tengan que recorrer los dos partidos que conforman
el gobierno. Podemos por su parte quiere centrarse en la elección de Irene
Montero como el germen de una suerte de renacimiento y por tanto con
proyección fundamentalmente nacional, y SUMAR tiene dificultades, por el marco
en el que le quieren situar desde tantos lados, para cuestionar la constitución
económica europea exigiendo que el trabajo y la política social no se considere
una proyección de la libertad de acceso al mercado unificado que se condiciona
necesariamente a la realización de las libertades económicas fundamentales de
establecimiento y de prestación de servicios. El fracaso de la directiva de los
trabajadores de plataformas y el previsible desmoronamiento de la directiva
sobre diligencia debida y sostenibilidad dice mucho de la reanimación del
proyecto neoliberal que no tiene problemas en aliarse con las versiones
nativistas que sostienen sujetos políticos en alza en diferentes países
europeos.
Esperemos por tanto estos nuevos
momentos en los que se expresará la voluntad de los ciudadanos. Hoy habrá en
Galicia una razonable alegría por parte del nacionalismo gallego al
configurarse como la primera fuerza de oposición y consolidarse como un gran proyecto
nacional y progresista que se ha impuesto frente a las versiones políticas que
provienen de las fuerzas que componen el gobierno de concentración, en franco
retroceso una e irrelevante parlamentariamente la otra. Pero desde La Mancha
profunda desde la que se escribe esta entrada, y simpatizando con esa razonable
alegría, conviene recordar que el Partido Popular ha ganado las elecciones por
mayoría absoluta y que el objetivo fundamental de las fuerzas de izquierda, impedir
que gobierne Alfonso Rueda, no se ha logrado.
Tras el carnaval, el Entroido,
llega la cuaresma. No lo olvidemos.
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