Absorbidos
como estamos por las vicisitudes de la pandemia, el arranque de la vacunación
masiva, y el entretenimiento favorito de los medios de comunicación de situar
el centro de sus informaciones en las elecciones de Madrid, presentadas con la
pasión de los hooligans británicos abrumadoramente escorados hacia el
equipo (presuntamente) ganador, hay muchos elementos importantes de la
actualidad que pasan inadvertidos y que tampoco se insertan en el discurso
mediático dominante, que es a fin de cuentas el que alimenta la información de
la inmensa mayoría de la ciudadanía española. Pero además, hoy es 14 de abril.
Algunos de estos temas han sido
subrayados por intervenciones aisladas, como el hecho fundamental del plan de
la presidencia de los Estados Unidos de inversión de más de dos billones de
dólares, que se suma a las cantidades ya movilizadas hasta el momento, un plan
que hace que la Next Generation de la Unión europea sea visto como un
esfuerzo raquítico en comparación, a lo que se suma la propuesta de subir el
salario mínimo casi al doble de su magnitud actual – de 7,25 a 15 USD la hora –
y la propuesta de imponer a nivel global un impuesto de sociedades cuyo mínimo
se sitúe en un 20%. Y ello sin dejar de atender al enorme esfuerzo de compra de
vacunas y de organización de la vacunación de la población norteamericana que
la Administración Biden está llevando a cabo. Sin perjuicio de que este
programa de acción norteamericano responda también al incremento del peso que
tiene en el interior del Partido Demócrata su ala izquierda, lo que es evidente
es que la orientación neoliberal en el tratamiento de la salida de la crisis ha
sido sustituida por un fuerte impulso al gasto social, una impresionante
inversión en infraestructuras públicas y de empuje de sectores económicos
punteros, reformas que potencian el crecimiento salarial y la mejora de las
condiciones de trabajo y establecimiento de impuestos a las grandes
corporaciones.
Las reformas necesarias para
abordar la recuperación post-Covid
Aunque en la UE el esfuerzo ha
sido mucho menor, la suspensión del mecanismo de estabilidad y su sustitución
por políticas de impulso a los servicios públicos y al gasto social, pone de
manifiesto el cambio de perspectiva. Que no sólo puede centrarse en el debate
muy importante de la aplicación de los fondos europeos y la colaboración
público / privado en su desarrollo, sino que requiere fundamentalmente abordar
los escenarios de reforma y modernización en materia de relaciones laborales y
de Seguridad Social que conectan con el programa de gobierno y que se han
traducido asimismo en compromisos del Estado español frente a la Comisión
Europea. En este sentido se manifestaba Unai Sordo, el secretario
general de CCOO en una entrada publicada en su blog el 12 de abril, fecha en la
que los sindicatos han decidido movilizarse cada mes por la obtención de la
subida del salario mínimo, la derogación de las reformas del 2013 de Seguridad
Social, y de los aspectos más lesivos de la reforma laboral del 2012 en materia
de negociación colectiva y en la dislocación salarial que se produce en los
fenómenos de subcontratación, y la remodelación de la contratación laboral y la
temporalidad, junto con la permanencia de un mecanismo de regulación temporal
de empleo en la línea del que se ha puesto en práctica con los ERTE.
Una línea reformista que cuenta con
obstáculos importantes de quienes no entienden que es el momento de modificar
profundamente los parámetros de la acción pública desarrollando servicios
públicos de calidad y modificando las estructuras productivas empresariales inadecuadas
para la recuperación de la actividad económica en el inmediato después de la
pandemia. En esa modernización, la consolidación de la negociación
colectiva articulada en torno a la figura del convenio sectorial, la ampliación
y reconocimiento de nuevos derechos laborales, la reconstrucción de figuras de
amortiguamiento social ante los ajustes de empleo y la reorganización de los
mecanismos de externalización productiva en términos de equidad, tiene que
repercutir además en poner fin a la larga e intensa depreciación salarial
sufrida a partir de la reforma del 2012 y a la terrible segmentación desigual
que la precariedad ha generado entre el conjunto de los trabajadores, manteniendo
en situación vulnerable a los colectivos de mujeres, jóvenes e inmigrantes fundamentalmente.
Quieren impedir o rebajar a toda costa estas reformas prometidas y
comprometidas la CEOE, en donde pesa mucho la inercia de un asistencialismo público
a una actuación económica acostumbrada a competir con bajos salarios, carga
fiscal irrisoria y dependencia financiera exorbitante, con episodios frecuentes
de especulación, pero también una buena parte de administradores públicos y de miembros
de servicios de estudio financieros, económicos y jurídicos, que han incorporado la lógica insolidaria y mercantilizadora
de las relaciones de trabajo que se mostró terriblemente negativa en la gestión
de la crisis financiera y de la deuda soberana en el período 2010-2014 en los
países del sur de Europa y en especial en España. En algunos de estos
exponentes, late una suerte de hipóstasis o unión de dos naturalezas, la que
hace referencia a su condición de cargo político en el gobierno de la nación, y
la que se considera elemento relevante de la leadership informal de la
Unión Europea. Una presunción excesiva que no solo genera malas decisiones sino
también equivocaciones notables por su presuntuosidad: no todos pueden
considerarse parte del star system europeo, y las consignas neoliberales se han puesto en el refrigerador de momento.
Tramitación de la ratificación
del Convenio 189 OIT sobre el trabajo doméstico.
Reformas por emprender y
concluir, por consiguiente, y nuevos territorios de conflicto y de encuentro a
través del diálogo social. Pero no todo se concentra en este espacio. Ayer
mismo, en el Senado, la Vicepresidenta tercera y Ministra de Trabajo y Economía
Social anunció que se ha comenzado el proceso de ratificación del Convenio 189
de la OIT, sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, un texto
internacional que regula el trabajo al servicio del hogar familiar, es decir,
un sector estratégico en la inserción del trabajo de cuidados en la lógica de
la tutela laboral, que requerirá modificaciones importantes en nuestro
ordenamiento interno, en especial la previsión de la protección por desempleo
para este colectivo, fundamentalmente feminizado y racializado. Como en tantos
otros temas, el derecho emanado durante el período Covid19 inició un primer tratamiento en positivo de esta materia, al prever, en el
RDL 11/2020, un subsidio extraordinario por falta de actividad para quienes hubieran
visto extinguido su contrato de trabajo por despido o desistimiento de su
empleador, una cuestión que ya fue objeto de atención por este blog https://baylos.blogspot.com/2020/04/nuevas-medidas-dirigidas-trabajadores.html.
El anuncio de la ratificación de esta norma internacional se contenía en el
programa de gobierno, pero es una reivindicación sindical y del colectivo de
las trabajadoras del hogar, que intenta dotar de mayores derechos a este
segmento de trabajo vulnerable y precario.
En la intervención ante el
Senado, Yolanda Díaz afirmó que con la incorporación al ordenamiento
interno español de esta norma internacional, se pretendía erradicar una
injusticia histórica que había mantenido en una situación de subalternidad
acentuada a las trabajadoras que prestan sus servicios en el ámbito del
domicilio privado de otras personas. Hay que tener en cuenta que este es el
único sector en el que nuestro sistema prevé el libre desistimiento, es decir
el despido sin causa, una conducta directamente contraria al reconocimiento del
derecho al trabajo en el art. 35 CE, y en el que, como ya se ha señalado, la
pérdida del empleo no lleva consigo la posibilidad de recibir una prestación de
desempleo, como el resto de las trabajadoras. La opacidad de esta relación hace
que la informalidad de la relación laboral emprendida y, en el caso de
formalizar esta, la subcotización por este colectivo sea endémica. Simplemente
con una carta de la Inspección de Trabajo ,se ha conocido que han aflorado
seis millones de salarios mensuales impagados a las empleadas de hogar. Una noticia muy significativa.
Derogación del art. 315.3 del
Código Penal
No deja el Senado de ofrecer
novedades positivas. Porque hoy, 14 de abril, se votará en el Pleno del mismo,
el proyecto de ley, presentado por el grupo parlamentario socialista en octubre
del año pasado, con el apoyo de la mayoría de investidura, por el que se deroga
el art. 315.3 del Código Penal, el delito de coacciones laborales, que
permitió, con ocasión de las huelgas generales del 2010 y del 2012 contra la
reforma laboral, el encausamiento y la persecución de más de 300 sindicalistas
por participar en los piquetes de huelga, con enormes peticiones de cárcel para
sus integrantes, representantes sindicales de los trabajadores y de las
trabajadoras, seleccionados por la policía y el Ministerio Fiscal como una
forma de escarmiento público ante la acción colectiva impulsada por las organizaciones
de clase frente a las medidas lesivas de los derechos de los trabajadores. Como
se señalaba en este mismo blog (https://baylos.blogspot.com/2020/12/sobre-la-criminalizacion-de-los.html),
las personas que resultaron encausadas y sometidas a procesos penales por la
defensa de los derechos laborales en el marco de una huelga general, que
sufrieron la represión policial y penal por haber luchado por mantener un
derecho fundamental, tienen en esta derogación una reparación simbólica por
parte de la sociedad. Todas ellas hoy deben estar orgullosas de su sacrificio y
su compromiso, que han hecho posible que ese mismo tipo penal que sufrieron no
se les vaya a aplicar más a las compañeras y compañeros que a partir de ahora
formen parte de los piquetes de extensión e información de la huelga.
14 de abril, 90 años
Y todo ello tiene lugar a la vez
que celebramos el 90 aniversario de la proclamación de la II República
española. Un momento histórico de libertad que se produjo en un contexto
internacional plenamente desfavorable para el establecimiento de un sistema
democrático y social que luchara contra el caciquismo, la opresión ideológica
de la Iglesia católica, y la reacción económica y política de los sectores industriales.
En medio del ascenso y del brillo de los regímenes criminales del nazismo y del
fascismo, la II República no pudo, como su modelo político, la República de
Weimar, sobrevivir a su proyecto civilizatorio. Lo impidió, aunque el
revisionismo histórico lleva negándolo desde el primer momento, un golpe de
estado de extrema violencia, fundamentalmente dirigido a la eliminación de las
organizaciones de los trabajadores y su capacidad de acción y de influencia y
al exterminio y represión de los sectores progresistas de la ciencia y de la
cultura instalados en la defensa del laicismo y del progreso social. Una rebelión
militar contra el orden democrático que sus protagonistas habían jurado
defender, que construyó una dictadura alineada con las potencias nazifascistas
derrotadas luego de una guerra mundial masacrante, y que pudo sobrevivir tras
una década de cruel represión y sometimiento colectivo mediante su transformación
en una sociedad de mercado libre dirigida autoritariamente en lo social y con
el rechazo permanente del pluralismo político y la libertad sindical,
apadrinada por Estados Unidos en su estrategia de la guerra fría.
Pero la II República implica el
reconocimiento del trabajo como un elemento esencial de la comunidad política –
España es una república de trabajadores de todas clases – y el compromiso del
Estado en desarrollar todo un programa de reformas sociales bajo el impulso del
Estado: El trabajo, en sus diversas formas, es una obligación social, y
gozará de la protección de las leyes. La República asegurará a todo trabajador
las condiciones necesarias de una existencia digna, comienza el art. 46 de
la Constitución. Y en efecto, en la II República se puede propiamente hablar
del comienzo del Derecho del Trabajo moderno, una etapa extraordinariamente
fértil en la producción de normas y en el debate cultural y político que las
sostiene, en un contexto sindical fuertemente dividido entre concepciones opuestas
que contemplaban de manera antitética cuestiones centrales como el papel del
Estado, las bases de trabajo y la negociación colectiva, la acción directa, el
colectivismo obrero y la gestión de la empresa. Un horizonte de debate que
terminará abruptamente por obra de la rebelión sediciosa y de la cooperación de
los sectores reaccionarios y fascistas que controlaban el poder económico y el
inmenso aparato cultural de la Iglesia Católica, pero que sigue ofreciendo enseñanzas
y sugerencias a quienes se adentran en su estudio. Hoy, noventa años después de
su proclamación, no solo forma parte de la memoria democrática de la que tan necesitado
se halla este país, sino de la cultura jurídica que alimenta el concepto de
Estado Social y de Derecho sobre el que se funda nuestra constitución.
Paco Rodríguez de Lecea
ResponderEliminarMagnífico 'compacto' de información, orientación y reivindicación. Para ser leído en voz alta, comentado a coro, compartido y difundido. Recuperación del viejo espíritu republicano en las nuevas medidas planteadas para un tiempo ya muy diferente, y homenaje a lo que fue entonces y a todo lo que pudo haber sido y no fue.