sábado, 6 de febrero de 2010

EL INCIERTO FUTURO DE LA CRISIS

El periódico digital INSIGHT, dirigido por Antonio Lettieri y del que se ha dado cuenta en esta bitácora, arranca de manera permanente a partir de mediados de este mes como una propuesta plurilinguística (en inglés, francés, español e italiano) que acoja un debate entre las diferentes posicones de la izquierda política y social europea y americana. El editorial de esta página se inserta a continuación.




INSIGHT : EL INCIERTO FUTURO DE LA CRISIS
http://www.insightweb.it/


Cuando estalló la crisis financiera muchos analistas explicaron que detrás de la alteración de las reglas financieras y de la gran especulación bancaria lo que había era el explosivo desequilibrio de las rentas y la desigualdad acumulada en el curso de los últimos decenios. Los bancos habían especulado sobre el endeudamiento construyendo castillos de papel de productos financieros y seguros no exigibles. Para algunos analistas el endeudamiento era la consecuencia de una irresponsabilidad generalizada, pero para otros era la expresión de una economía desequilibrada, dominada por una creciente desigualdad basada justamente en el endeudamiento.

Pero si bien las razones de la crisis eran complejas y profundas, para controlarla y no arriesgarse a una nueva Gran Depresión, era preciso ante todo detener la crisis de los mercados financieros mediante una operación de salvamiento de los bancos. Este se consideró el ingrediente esencial y preliminar para devolver a su situación normal a la economía real y afrontar sus duras consecuencias sociales. Los recursos puestos a disposición de esta operación de salvamiento de los bancos fueron colosales. El bailout funcionó. En los Estados Unidos han desaparecido dos grandes bancos de inversión, pero los cinco que quedan se han hecho aun mayores, han obtenido beneficios inesperados a la vez que anunciaban la distribución de decenas de millones de dólares como bonus a sus directivos y accionistas. Se declaró, desde este punto de vista, que la crisis se había superado.

Por tanto parecía que había llegado el momento del relanzamiento de la economía real y de la lucha contra el desempleo, tanto en los Estados Unidos, que había alcanzado una tasa del diez por ciento, el nivel más alto en un cuarto de siglo, como en Europa. Pero entonces surgen los interrogantes. Los gobiernos que han procedido, sin vacilaciones, a la operación de salvamento de los bancos, ¿están también dispuestos a poner en marcha las intervenciones necesarias para el relanzamiento de la economía real y combatir el nuevo desempleo de masa? La respuesta a este interrogante es incierta. Es más, parece que en muchos aspectos resulta negativa.

El crecimiento económico languidece y se anuncian tiempos sin trabajo. Para volver a los antiguos niveles de empleo, con los ritmos de crecimiento que se prevén, habrá que esperar muchos años. Para evitar las graves consecuencias sociales ligadas al desempleo de larga duración sería necesaria una política decidida de estímulo al crecimiento tanto del lado de la oferta como de la demanda, adoptando medidas encaminadas a reforzar la igualdad en la distribución de las rentas y de la riqueza, conscientes de que en este marco el empleo es el objetivo principal y esencial. Son intervenciones que habían sido anunciadas por los gobiernos, y con especial insistencia por la administración americana, en la primera fase de la crisis. Pero ahora que los bancos se han salvado (aunque el endeudamiento oculto en los pliegues de los balances y cuentas de resultados es aún una amenaza) los analistas y los gobernantes conservadores sostienen que no puede hacerse esa política de relanzamiento. Por dos razones. La primera es el elevado déficit de los presupuestos públicos con el consiguiente aumento de la deuda. La segunda, ligada a la primera, es el riesgo de suscitar la inflación.

Estamos así frente a una paradoja desconcertante. El déficit es, por una parte, la consecuencia de la recesión originada por el caos del sistema financiero; por otro, proviene del dispendio de recursos utilizados en salvar a los bancos que habían originado el caos. Ahora, ante las consecuencias sobre los presupuestos públicos derivadas de la operación de salvamiento de los bancos, una vez que se ha cumplido el primer paso, no se puede dar el segundo, es decir, la intervención necesaria para relanzar la economía real y recuperar niveles de empleo.

Obama, en el discurso sobre el estado de la Unión, ha insistido en la necesidad de contribuciones públicas en el relanzamiento de inversiones en los nuevos sectores punta pero, en contradicción con este objetivo, ha debido comprometerse, por la ofensiva conservadora, a una política de austeridad y de freno del gasto público. El Banco Central Europeo aguarda el momento de volver a poner en práctica la política monetaria de contención de los riesgos de inflación, por mucho que éstos parezcan remotísimos. La Comisión europea amonesta a los estados miembros sobre la necesidad de volver tras el breve lapso de tiempo de déficit presupuestario, a los límites marcados en los criterios de Maastricht.

Pero eso no es todo. Desde el momento que una política presupuestaria restrictiva no puede suministrar una esperanza de reactivación de la demanda y de las inversiones, el aumento del crecimiento debe confiarse, según la Comisión europea, a un fuerte incremento de la competitividad. Y éste, a su vez, implica dosis posteriores de desregulación de los mercados de trabajo, la reducción de los salarios, favorecida por las altas tasas de desempleo, y la contención del gasto social.
¿Estamos pues ante un inexorable retorno a la ortodoxia economicista de los últimos decenios? Al inicio de la crisis, la intervención poderosa del Estado se ha invocado como imprescindible para salvar los mercados financieros. Hoy el Estado es considerado un peligroso Leviatán. La reforma sanitaria en Estados Unidos, emblema de un nuevo modelo de política social, se ha debilitado profundamente si no se encuentra ya a punto del fracaso. La reforma del sistema financiero encuentra obstáculos insalvables. El tema de la desigualdad se ha vuelto a hacer invisible. Y sin embargo la gravedad de la crisis y de sus consecuencias necesariamente deben llevar a superficie los problemas del viejo orden económico y social. Justo por eso vale la pena volver a plantear la pregunta: ¿Qué enseñanzas se pueden obtener de la que ha sido considerada la crisis más grave después de la Gran Depresión de los años treinta?

La iniciativa de Insight se dirige al análisis de la interrelación entre la dimensión económica y social de la crisis, de sus orígenes y de sus perspectivas. Insight no pretende indicar recetas prefabricadas que den respuesta a esas preguntas. Se presenta como un instrumento nuevo en su opción multilingüe. Pero con un objetivo común: contribuir al intercambio y debate entre los análisis y las propuestas realizadas, más allá de las fronteras tradicionales.

Los artículos y papers que se presentan en este número tienen un carácter ejemplificativo, pero asimismo significativo del terreno sobre el que Insight quiere moverse. Un amplio grupo de institutos de investigación, de economistas, de juristas del trabajo, de operadores sindicales – de los que en la cabecera de la página se señalan algunos nombres – han manifestado un interés propio en esta iniciativa y ha contribuido a que se haga realidad. Ahora se trata de consolidar y de ampliar la atención y el consenso que se ha ido realizando durante la fase de construcción para permitir desarrollar los objetivos que desde su comienzo se ha asignado. Ello será solo posible con la participación, las sugerencias, la contribución de ideas y de propuestas de todos los que consideren importante relanzar una reflexión colectiva sobre el incierto futuro de la crisis, confrontando los análisis y las propuestas que se producen en el variado mundo de la izquierda liberal y progresista.
Post-scriptum: En el periódico digital Eguaglianza e Libertà, el propio Antonio Lettieri ha escrito un artículo de interés excepcional, "La crisis y el largo silencio de la izquierda" que se relaciona con el propósito que señala el editorial de Insight. El texto, traducido al español por un equipo coordinado por la bitácora amiga Metiendo Bulla, se puede encontrar en este enlace:

http://ciudadnativa.blogspot.com/2010/02/la-crisis-y-el-largo-silencio-de-la.html

2 comentarios:

Simon Muntaner dijo...

muchas gracias, querido amigo.

Pedro Kesselman dijo...

Queridos amigos: sigo con atención las noticias provenientes de España. La sensación es la de tratarse de un film, una película, que uno ya vio con otros actores y el mismo guión. Así como tenemos varias versiones que Hollywood rehace demostrando que faltan buenos guiones, el FMI, el "Financial Times" y los gurúes del mercado reiteran que la salida es: reducir salarios y jubilaciones, bajar las prestaciones sociales, flexibilizar el trabajo, etc.etc. Aquí lo vivimos entre 1999 y 2002, y terminó en una tragedia humana, política, económica y social. Falta que propongan un "corralito" bancario, es decir, el congelamiento de cuentas de ahorro y depósitos -mientras los tiburones giran sus fondos a Luxemburgo o Suiza- , y tenemos, con algunas variables, "Argentina 2001 II". Basados en la experiencia histórica, no dejen pasar el camelo.

Un abrazo de un argentino que algo vio y vivió de todo esto

Pedro