Se
avecina un primero de mayo en España precedido de circunstancias extraordinarias
como el gran apagón del lunes 28 de abril que ha paralizado la vida del país
pero que se ha resuelto con una gran tranquilidad ciudadana y sin los incidentes
o alteraciones de la seguridad ciudadana que algunos temían (en algunos casos
deseaban). La paralización del transporte ferroviario tanto interurbano como
urbano permanece aún si bien la situación de excepcionalidad social y económica
ha sido encauzada en líneas generales. Se han activado las sedes sindicales
como espacio de información y consulta y se ha recordado los derechos que
asisten a las personas trabajadoras a no acudir al trabajo o a teletrabajar en
el caso de que fuera posible. En ese contexto de incertidumbre, CCOO y UGT han
convocado manifestaciones en todas las comunidades autónomas y capitales de
provincia – más de 50 ciudades - en las
que destaca la colocación de la situación española en el contexto internacional
junto con la reivindicación de dos elementos centrales en la conformación del
marco institucional de las relaciones de trabajo: la reducción de jornada
laboral y la reforma del despido.
“Las organizaciones sindicales
CCOO y UGT, firmemente comprometidas con un sindicalismo internacionalista,
solidario y transformador, reafirmamos en este 1º de Mayo nuestro compromiso
con la cooperación intersindical y la defensa de los derechos laborales y
sociales en todo el mundo. En un contexto global de profundas transformaciones,
reivindicamos el sindicalismo como herramienta esencial para construir sociedades
más justas y democráticas”. Este es el arranque del manifiesto de los dos sindicatos
confederales, que continua reivindicando la solidaridad con los pueblos que
sufren ocupación, represión y guerra, lo que implica la repulsa del mantenimiento
de la guerra en Ucrania, y una enérgica condena sobre la limpieza étnica y el
genocidio que el estado de Israel está haciendo en Gaza, asi como la complicidad
de las autoridades del llamado mundo democrático que siguen permitiendo la
violación continua del derecho internacional humanitario por el gobierno de Netanyahu,
expresando finalmente la solidaridad con el pueblo palestino y la necesidad
de reconocimiento pleno de ese Estado conviviendo en paz con el de Israel.
Respuesta a la subida de
aranceles y autonomía estratégica en la UE no sometida al rearme.
Pero a continuación el manifiesto
incide en un elemento que preocupa de manera especial a las organizaciones
convocantes, la necesidad de que la Unión Europea de una respuesta “firme y
coordinada” a la subida unilateral de los aranceles por parte de la presidencia
Trump. El manifiesto no avanza mucho más en esta cuestión, más allá de
reiterar la necesidad de fortalecer el espacio de acción política de la Unión
Europea, fuente de ataques tanto de la extrema derecha como de la
administración norteamericana, y promover “políticas expansivas que creen
empleo de calidad a través del refuerzo industrial, de la transición energética
y la innovación digital”. No se aborda sin embargo en el texto un elemento
central en el devenir actual de la política europea que es la reacción frente
al abandono de la tutela norteamericana de la OTAN y la propuesta de la
Comisión Von der Leyen del rearme. Una cuestión frente a la cual han
tomado posición los dirigentes sindicales en varias intervenciones personales
ante la prensa.
Así, para Unai Sordo, esta
estrategia de rearme y el incremento del presupuesto de defensa hasta el 2% que
ha anunciado el presidente Sánchez “es una visión y una estrategia
errática, insuficiente y equivocada. No porque Europa no tenga que asumir
desafíos en materia de seguridad e incluso en defensa, producto de la nueva
posición mundial que está jugando Estados Unidos, sino porque lo que hay
que reforzar en Europa es su autonomía estratégica”, una noción que “apela a la
energía, a reforzar los elementos de soberanía industrial y también al modelo
de seguridad”, que no puede confundirse con el incremento de los presupuestos de
armamento cada estado miembro para defenderse de un supuesto ataque
convencional del ejército ruso, sino una redefinición de la estrategia global
en este aspecto. Por otro lado, para el secretario general de CCOO es posible
que en una primera fase este incremento presupuestario militar no suponga
recortes en el gasto social, pero si en el medio y largo plazo. Por su parte, Pepe
Álvarez, preguntado sobre este asunto, cuestionó la dedicación europea a la
política de rearme, que debe ser industrial y tecnológica y de desarrollo para
el conjunto de la UE, reiterando el concepto amplio de autonomía estratégica no
focalizado en el gasto militar, y que “incluso se plantee un impuesto con
carácter general para todos los ciudadanos de la Unión Europea que pueda
financiar esa política”.
Ambos posicionamientos, contra los
efectos negativos para la economía española que puede suponer la determinación
unilateral de la subida de aranceles pro la administración USA – que requeriría
en nuestro país, también en opinión de Unai Sordo, un pacto de estado
con repercusión en los presupuestos para el año 2025 – demuestran la
importancia que ha cobrado para el sindicalismo español, esta dimensión europea
en la que ha de jugar la determinación de políticas sociales y económicas
fundamentales en el inmediato futuro. Un respaldo al proyecto europeo “como
pilar de democracia social, convivencia y progreso”- como sintetiza el Manifiesto
conjunto del 1º de Mayo - en el que además habrá de estar atentos a las señales
que en este mismo nivel supranacional vengan dadas respecto del plan de acción
del desarrollo del Pilar Europeo de Derechos Sociales cuya adopción se ha retrasado
hasta el último trimestre del 2025.
La utilización alternativa del
concepto de autonomía estratégica, que debe suponer una remodelación de esta en
términos industriales, tecnológicos y sostenibles, poniendo en primer término la
sostenibilidad social – lo que por ejemplo obliga a adoptar medidas eficaces
contra la deslocalización de empresas a países terceros - colisiona, en el
debate político español con las posiciones que manifiestan de manera más
radical el rechazo pleno a la posibilidad del rearme y desde luego al
incremento de presupuesto para el gasto militar. Se trata de una discusión en
el espacio público muy interesante, y en donde desde luego caben las críticas a
las posiciones del sindicalismo confederal – como la de otros sujetos políticos
que convergen con matices en esta misma dirección – pero resulta preocupante
que este debate se haya desplazado en declaraciones públicas y redes sociales hacia
una deriva directamente antisindical, incluso con insultos calcados de los que
prodigan los miembros de la ultraderecha, en la que la condición de “liberado
sindical” se utiliza como un elemento denigratorio del discurso político que se
critica, o se utilizan sin rubor elementos demagógicos en los que los
sindicatos “asfixian a la clase trabajadora para lucrar a la industria
armamentística”. Este emponzoñamiento del debate solo produce efectos negativos
que oscurecen la posibilidad de informarse y conocer realmente los términos del
mismo y cierra en falso la posibilidad de cohonestar un discurso pacifista y
antibélico con un proyecto de recuperación europea en torno a una acción política
decidida en torno a una estrategia económica, social y respetuosa de los derechos
humanos y del derecho internacional que repudie el rearme programado como
solución a la política de defensa en la Unión.
Reformas legales: reducción de
jornada y despido
El segundo gran tema de la movilización
se centra en la reforma del marco institucional de las relaciones laborales en
dos puntos fundamentales. El primero, el de la reducción de jornada, objeto de
un acuerdo entre el Ministerio de Trabajo y Economía Social y ambos sindicatos,
que ha sufrido varias vicisitudes tanto internas, con la resistencia del área
económica del gobierno a aceptar lo pactado, como externas, buscando conseguir
la mayoría parlamentaria exigida para poder sacar adelante el texto en un
parlamento de difícil encaje ante el frente común de las derechas en el que
Junts podría desempeñar un protagonismo fundamental. Tras el informe favorable
del Consejo Económico y Social, alguna de cuyas aportaciones se tendrán en
cuenta en el proyecto de ley, éste, que debía haber sido enviado por el Consejo
de Ministros el martes 29 al Congreso, lo será en la reunión de este órgano de
la semana próxima, iniciando asi su camino legislativo. Pero es evidente que
sólo el ímpetu sindical puede impulsarlo a través de movilizaciones permanentes
y selectivas, como la que tuvo lugar a comienzos de abril en Barcelona frente a
la sede de Foment del Treball, la patronal más opuesta a esta reforma. Mientras
tanto, la indeterminación sobre el resultado de este proceso está también
repercutiendo en la negociación colectiva, renuente a tratar sobre salarios
hasta que no se tenga la certeza sobre el marco regulatorio de la jornada y las
condiciones del registro horario de la misma.
El segundo gran tema es el de la
reforma del despido. Las reclamaciones colectivas de UGT y de CCOO han
promovido sendas decisiones del Comité Europeo de Derechos Sociales que consideran
que el sistema indemnizatorio que rige en España para el despido improcedente o
injustificado no cumple los estándares de la Carta Social Europeo en cuanto a
una reparación adecuada y disuasoria. Este será un nuevo tema que habrá que
añadir al intercambio político en el seno del diálogo social, ante el que el
asociacionismo empresarial es muy reticente, por entender que este tema del
despido quedó fuera de la reforma laboral del RDL 32/2021 y que por tanto no
debería “recuperarse” ahora, quedando anclado en el paradigma normativo que se
estableció en en la reforma del 2012 y que se estima inmutable o más bien un
elemento inmodificable y reacio a cualquier cambio legislativo en relación al
coste del mismo. Por parte sindical, las opciones están abiertas – además de fomentar
las medidas que amortiguan el recurso al despido, como los EREs o el empleo de
flexibilidad interna contratada, la fijación de un suelo mínimo indemnizatorio
con independencia de la antigüedad del trabajador, la reversión del derecho de
opción, el restablecimiento de los salarios de tramitación, etc - pero aun el poder público no ha precisado su propuesta,
lo que posiblemente se efectúe después del verano.
Derecho a la vivienda,
igualdad, salarios dignos
La movilización del 1º de mayo se
cierra asimismo con la reivindicación del derecho a la vivienda como un
componente social y político determinante de la seguridad de la existencia que
debe tutelarse para toda la ciudadanía, y que tiene una especial incidencia entre
la clase trabajadora y en las personas jóvenes de la misma. Avanzar en igualdad
de género y combatir la violencia machista es también otro de los objetivos que
recorren el manifiesto sindical. Pero hay otras muchas reivindicaciones sobre la
mesa. Otra de las más relevantes, la salud laboral. La siniestralidad laboral
ha aumentado un 10% y se debe acelerar la reforma de la ley de seguridad y
salud en el trabajo, con la inclusión de enfermedades mentales como nuevas
enfermedades profesionales y mejoras en prevención.
Un manifiesto que sintetiza en
una frase final lo que se pretende llevar a cabo: “proteger lo conquistado y
movilizarnos para ganar el futuro”. Es evidente que en el haber de lo logrado
se encuentra el aumento del empleo indefinido, la subida del SMI y la reducción
de la brecha salarial de género, entre otros muchos elementos de cambio
legislativo y social producidos en los últimos cinco años. Pero la mejora de
los salarios mediante la negociación colectiva y la adaptación al ordenamiento
español de la Directiva europea sobre salarios mínimos, junto con las
reivindicaciones señaladas sobre tiempo de trabajo y extinción del contrato
principalmente, forman parte de ese futuro inmediato que el sindicalismo se
obstina afanosamente en hacerlo presente para la gran mayoría de las personas
que trabajan en este país.
Por ello, y por tantas cosas más,
hay que salir a las calles este 1º de mayo del 2025. Allí estaremos.