El
comienzo del año ha coincidido con un llamamiento público promovido por una
amplia coalición internacional de sindicatos europeos, americanos, africanos y
asiáticos que exigen profundas reformas estructurales en la gobernanza mundial
para garantizar de manera prioritaria el derecho a la salud y al trabajo sobre la
base del reconocimiento de derechos a escala universal. La permanencia de la crisis
y la convergencia en ella de una situación de emergencia del ambiente, del
crecimiento económico, de la salud, de los flujos migratorios y del trabajo, pero tambien de debilitación de
los derechos humanos y de situaciones de peligro y de erosión de los sistemas
democráticos, requieren una reflexión colectiva a nivel global del sistema y su
relación con los factores antes enunciados, que ya no se puede afrontar con
medidas de simple contención, ajustes puntuales o reformas puramente
cosméticas.
La última crisis que el mundo en
su totalidad está sufriendo, la del Covid19, confirma, por si no fuera ya
redundante, la necesidad de redefinir la orientación de la política global en
función de las necesidades de la humanidad y del planeta, reconduciendo el
interés del beneficio de pocos y la codicia corporativa y del capital rentista,
al servicio del bien común universal de todas y todos.
El llamamiento de estas confederaciones
sindicales abre el proyecto que delinean sus páginas a un sindicalismo
internacional que necesariamente tiene que volver a ser protagonista de cambios
globales. Un compromiso en el que de momento están dispuestas a asumir las
siguientes confederaciones sindicales nacionales: De América Latina y Caribe,
CTA-A y CTA de los Trabajadores Argentinos por Argentina, CATP de Perú, CUT y
UGT de Brasil, CTC de Colombia, CUSG y Unsitragua de Guatemala, CTSP de Haití,
ASI de Venezuela y UNT de México. De África, UGTCI de Costa de Marfil, CGTM de
Mauritania, CDT y UMT de Marruecos, USTN de Níger, UNSAS de Senegal y UGTT de
Túnez; de Asia, KCTU, de Corea del sur, y de Europa, la CGT por Francia, CCOO y
UGT junto con USO y ELA-STV por España y las tres centrales sindicales
italianas CGIL, CISL y UIL. A ellas se une la Confederación Internacional
CSI/ITUC. La lista de organizaciones está abierta y aunque en ella se puede ya
reconocer el sesgo de política sindical que la sostiene, es previsible que el
grupo promotor se refuerce con nuevos miembros.
La importancia de esta iniciativa
reside en la evidencia de la necesidad que hace explícita de un cambio en la
gobernanza global en la fase post-covid que marque el fin de la terrible
hegemonía neoliberal de los últimos cuarenta años. El sindicato es el sujeto
colectivo que, por su peculiar conformación y estructura, arraigado en la clase
trabajadora que ha sufrido los embates más profundos y terribles de las
políticas económicas y sociales de la desigualdad, puede ofrecer un proyecto
autónomo de progreso y de promesa de emancipación. El llamamiento que a
continuación se transcribe permite establecer una serie de puntos de partida
comunes en la larga marcha hacia la universalización de los derechos humanos y
la justicia social.
LLAMAMIENTO POR UNA NUEVA
GOBERNANZA GLOBAL BASADA EN DERECHOS UNIVERSALES Y EN LA JUSTICIA SOCIAL (enero
2022)
Conscientes de nuestra
responsabilidad en un escenario de tal magnitud decidimos unir nuestros
esfuerzos para reflexionar y compartir, con colegas y organizaciones hermanas,
nuestras preocupaciones, nuestras propuestas y nuestras sugerencias de
actuación. Por una nueva gobernanza mundial basada en derechos universales y
justicia social
LOS TRABAJADORES Y LAS TRABAJADORAS ante la
coyuntura y la post-pandemia
Estamos viviendo una profunda
crisis sanitaria que ya está generando trágicas consecuencias económicas y
sociales para la humanidad, especialmente para las zonas más pobres y
vulnerables del mundo. La desconcertante dinámica inherente a la pandemia se
suma a anteriores situaciones de la crisis en el ámbito multilateral. La suma
de estos hechos aporta aún más claridad sobre la vulnerabilidad de la
globalización neoliberal y la falta de gobernanza mundial. Todo este
escenario ha puesto al descubierto la realidad social de nuestros pueblos,
dejando al descubierto a amplios sectores invisibles, los más vulnerables,
aquellos que no están siendo contemplados por los mecanismos de protección
social, se hacen más visibles y reclaman la atención que merecen.
Según la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), la jornada laboral total será 10,5% menos que
antes de la crisis provocada por la COVID-19, lo que equivale a la pérdida de
más de 305 millones de empleos formales a tiempo completo. Como es característico
de la etapa actual del capitalismo, esta crisis también afecta de forma más
dramática a las mujeres, así como a las minorías y grupos vulnerables: negros,
jóvenes, indígenas, inmigrantes, población LGBTIQ+ y ancianos. Los sectores
económicos hegemónicos ya están imponiendo más trabajo precario y la retirada
de derechos sociales. De hecho, muchos ya han utilizado la pandemia como
pretexto para rebajar las protecciones sociales y los derechos, y el hambre y
la miseria aumentan en numerosos países. Las condiciones de producción actuales
tienen lugar en cadenas globales de producción que ya cuentan con millones de
trabajadores subcontratados en condiciones precarias o excluidas de los
mercados laborales.
En este escenario donde el
capital avanza capturando las democracias a favor de sus intereses, la
automatización que ya se viene dando en varios centros de trabajo desafía a la
clase trabajadora. Los impactos de estos avances tecnológicos también serán
desiguales en función de la posición que ocupen los países en las cadenas
globales de producción, afectando más severamente a aquellos países donde el
nivel de desarrollo y acceso a las nuevas tecnologías es menor y donde existe
una mayor explotación de la mano de obra, generando así más pobreza en los países
periféricos.
Venimos de décadas de
hegemonía global del ultra liberalismo económico, que predica una narrativa
individualista, anti pública, anti estatal, anti sindical y anti social.
Las políticas neoliberales y de extrema derecha, así como los golpes de Estado,
han provocado numerosas perturbaciones que atacan y debilitan la democracia. La
pandemia también ha mostrado la aparición de un creciente nacionalismo que se
opone a la acción de cooperación global necesaria hacia afrontar colectivamente
este virus y sus consecuencias. La era inaugurada por los gobiernos de
Thatcher, Reagan y por diferentes dictaduras en América Latina, y luego
reforzada por el consenso de Washington, mantuvo muchas de sus premisas hasta
hoy y sufrió una mutación de una "revolución" neoconservadora a un
liberalismo "pseudo-progresista" generando así una aceleración, nunca
vista en la historia, de la enorme concentración de la riqueza y las
desigualdades.
La expansión de la especulación
financiera a expensas de la economía real ha generado una crisis global en el
sistema económico, con la consiguiente pérdida de millones de puestos de
trabajo. La crisis generada por el COVID-19 representa una nueva oportunidad
para realizar un cambio de rumbo en aquellas políticas económicas que han
demostrado su fracaso. El sistema financiero internacional está elaborando
sus estrategias para el post pandemia y sabemos que estas estrategias vendrán a
concentrar aún más la riqueza y los ingresos. Es bueno recordar que durante la
crisis de 2008, los Estados rescataron a los bancos y después de eso, los
bancos volvieron a estrangular a los Estados. Nuestra primera tarea sigue
siendo salvar vidas y proteger los puestos de trabajo y los ingresos. Pero al
mismo tiempo tenemos la urgencia de apuntar y construir alternativas diferentes
a las propuestas de quienes dirigen el sistema.
Alternativas que abren caminos que conducen
efectivamente a la promoción de una mayor justicia social y a la lucha contra
las desigualdades e injusticias. Sólo lograremos un reinicio justo si todos
y todas tienen voz en las definiciones de las decisiones que tomaremos para
construir otro mundo que aún sea posible. Hoy, más que nunca, esta
construcción colectiva es necesaria, ya que incluso compromisos como la Agenda
2030 están en riesgo y la humanidad corre el peligro de no poder revertir los
numerosos retrocesos económicos, ambientales y sociales agravados por la
pandemia del COVID-19. Hay consenso en que el mundo no será el mismo después de
la pandemia, pero este mundo podría ser mejor o mucho peor que el actual,
dependiendo de la correlación de fuerzas que se establezca.
En este sentido, presentamos
propuestas que deben ser implementadas de inmediato para asegurar que podamos
superar la pandemia a nivel global y promover la justicia social para los
pueblos:
Por el derecho a la salud como
derecho humano y por la ruptura de las patentes
1) Por el derecho a la salud
como derecho humano y por la suspensión de las patentes: Por el derecho a
la salud como derecho humano y por la suspensión de las patentes de las vacunas
y medicamentos contra el COVID-19. Por la efectiva transferencia de tecnología
e insumos que permitan a los países la producción de las vacunas y medicamentos
tan necesarios. Que esto se realice a través de los mecanismos previstos en las
leyes nacionales o en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC) con
la garantía del acceso universal e inmediato a las vacunas y demás elementos.
2) Para otro modelo de
desarrollo - Desarrollo sustentable con democracia efectiva, transición justa y
medidas de emergencia para salvar vidas, proteger el empleo y los ingresos:
Propuestas de reconversión industrial que tengan en cuenta la sostenibilidad y
un sistema de producción que garantice una respuesta a las crisis climática y
medioambiental provocadas precisamente por los actuales patrones de producción,
consumo y distribución; conversión de la industria militar en una industria
civil sostenible y desarmada para construir derechos, democracia, cooperación y
paz. - Ajustes necesarios en los sistemas normativos, fiscales, laborales y de
protección social para incluir a los excluidos; - El fin de las privatizaciones
y la garantía de servicios públicos de calidad y universales como la salud y la
educación; un modelo de Estado con inversiones públicas que protejan a las
personas y la cancelación y renegociación de las deudas del Estado para que las
crisis de pago no limiten la respuesta esencial a la salud y no perjudiquen el
crecimiento económico, desde una perspectiva de ganancias compartidas y no de
mayor concentración de la riqueza o la renta. - Sistemas fiscales más justos y
creación de impuestos sobre los servicios digitales para los gigantes
tecnológicos, las grandes fortunas, las transacciones financieras y los grandes
beneficios. No se debe proporcionar ninguna financiación de rescate a las
empresas que siguen operando a través de los paraísos fiscales.
3) Por empleos dignos y plenos
derechos - Acceso a empleos decentes, derechos, protección social e
ingresos. Por unas redes de seguridad social universales y unos ingresos
mínimos garantizados. Poner en marcha inmediatamente planes de inversión para
recuperar millones de puestos de trabajo perdidos o en riesgo; - El
reconocimiento de los empleos esenciales, a menudo no remunerados o mal
pagados, como los de la economía asistencial y la garantía de los derechos de
los trabajadores en las nuevas formas de empleo relacionadas con la
digitalización y también en el teletrabajo. - Que los avances tecnológicos
redunden en una reducción de la jornada de trabajo con igual remuneración,
manteniendo el empleo y no a la reducción de los puestos de trabajo, la
precarización y la exclusión.
4) Por un nuevo acuerdo de
gobernanza mundial - Cumplir los compromisos adquiridos por los Estados que
permiten el desarrollo sustentable. Cambio en el orden internacional y
redefinición del multiculturalismo junto con un Nuevo Acuerdo de Gobernanza
Global; - Acuerdos e instrumentos globales efectivos y vinculantes basados en
las normas y derechos de la OIT, como la libertad de asociación y la
negociación colectiva para acabar con las violaciones de los derechos humanos
en las cadenas globales de producción y la agenda transnacional que sólo sirven
a los intereses del capital; - El fin de los embargos y por la integración de
los pueblos. La garantía de los derechos humanos y los escenarios de paz son
esenciales para un nuevo comienzo justo y libre de violencia y guerras. -
Nuevas reglas del comercio global enmarcado en el desarrollo sustentable, en la
promoción de los derechos humanos universales y establecimiento de estructuras,
políticas, procedimientos y recursos en todos los acuerdos y tratados que se
negocien, que garanticen la participación concreta y eficaz de los
interlocutores sociales y de la sociedad civil organizada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario