lunes, 11 de septiembre de 2017

COMIENZA EL CURSO DE TOLEDO EN SEPTIEMBRE CON LUIS GARCIA MONTERO





Ha dado inicio este lunes 11 de septiembre, una fecha emblemática desde tantos puntos de vista, la vigésimo octava reunión del seminario de los llamados becarios de Bolonia-OIT y UCLM, especialistas en relaciones laborales de todos los países de América Latina, co-dirigido por Joaquín Aparicio y Laura Mora y coordinado por la imprescindible alma del mismo, Pedro Guglielmetti, il Nonno, que ha impulsado estos encuentros desde su inicio, con el apoyo de Umberto Romagnoli. Esta convocatoria se quiere dedicar al estudio de la organización del trabajo y de la empresa que se nutre del trabajo asalariado cien años después de la Revolución de octubre, lo que permitirá abrir un espacio de debate multidisciplinario y complejo, seguido a partir de intervenciones de origen muy diverso que pretenden provocar un esfuerzo de análisis y de reflexión.

Tras la inauguración oficial del Curso, con la presencia de los co-directores y del coordinador, junto con la delegada del vicerrectorado de estudios internacionales, ha dado comienzo la primera conferencia inaugural que ha dado Luis García Montero, presentado por Joaquín Aparicio. En la idea de este período de trabajo y de debate de abrirse a intervenciones no necesariamente jurídicas, el poeta ha hablado sobre la relación entre educación y trabajo a través de la presentación de una serie de poemas de sus autores contemporáneos favoritos, concibiendo la educación como elemento de convicción del pensamiento ciudadano y no como un elemento de encauzamiento hacia la mercantilización.

La sociedad democrática se crea a través de una metáfora, el contrato social que permita crear un espacio público que permita vivir en libertad, y este se conecta directamente con el llamado contrato pedagógico, que forma ciudadanos libres, sin el cual no puede concebirse una sociedad democrática. La educación además significaba el ascenso social derivado de una escuela que permitía la formación con independencia del poder adquisitivo de las personas. En España, este problema es especialmente agudo, ante el subdesarrollo del país. En ese contexto, la poesía aporta la conciencia de que la historia no discurre solo a partir de los hechos históricos, sino por la construcción de la intimidad. El tejido de la intimidad es una construcción social, y si no participamos en ello, será difícil concebir sueños para un mundo mejor. A partir de la lectura de un poema de Rafael Alberti se plantea la crítica a la idea del éxito que se abre paso en la sociedad neoliberal que depende de los niveles del talento individual para conseguir dinero, o, en la sociedad del espectáculo, de la fama rápida y la imagen que se comercializa. Ello supone un concepto de educación que sirve para situarse en el mercado de trabajo según su posición social o para su fama. Un concepto diferente, implica concebir la educación como desarrollo personal de una vocación, una vida pública. Aquí el contrato pedagógico está relacionado directamente con el trabajo, la realización personal en el trabajo. Para ello sirve establecer una diferencia hoy entre tener un trabajo y tener un oficio, la realización personal y colectiva en un trabajo que tiene que ver con la vocación, con el gusto por el trabajo como proceso de transformación social. El trabajo el mayor generador de sentimiento cívico, que compromete con la sociedad. En medio del desmantelamiento de valores que ha hecho el neoliberalismo, el esfuerzo y la resistencia por salvar el oficio en médicos y profesores – las mareas – han sido fundamentales y decisivos.

El retrato de Antonio Machado que situó en Campos de Castilla le sirve para ilustrar este punto. Aunque el poema se publicó en 1912, se había publicado en el periódico “El Liberal”, fechado en 1908. Machado estuvo mucho tiempo sin encontrar trabajo. Tenía 32 años, para su época era muy mayor, y acababa de lograr ser profesor de francés en el instituto de Soria. Su poesía se diferencia del modernismo y del simbolismo, de los que hay que rescatar su significado político. En el modernismo, se distinguía entre la palabra de la poesía de la palabra de la gente. Un lenguaje concebido como un dialecto distinto del resto de la sociedad. Machado por el contrario quiere ser un ciudadano y su palabra va a ser la de la ciudadanía, con lo que rompe también con el simbolismo. Las crisis del lenguaje en poesía son toma de conciencia del fracaso del contrato social. El simbolismo entiende que el lenguaje está infectado por la sociedad y por tanto hay que huir de él. Por eso el poeta distingue “las voces de los ecos”, lo que es una novedad preceptiva porque las voces que se oían se asociaban a un mundo de corrupción y sin esperanza, mientras que la poesía las distorsionaba como ecos que se escucharan como sonidos casi musicales. Hacer una poesía de la gente que acude al trabajo, de la gente común es el objetivo del poeta. Que además se define así: “en fin, soy en el buen sentido de la palabra bueno”. El contexto histórico en el que se produce este texto es el dela Restauración, con una separación estricta entre la España real y la oficial. Han fracasado las utopías liberales del republicanismo. La política está en descrédito, se asocia a la liturgia del turnismo entre conservadores y liberales. Frente a ello no procede el cinismo ni la desesperanza, sino la convicción en las pequeñas utopías. Defenderlas no es ingenuidad ni estulticia, es simplemente ser bueno. Esa  toma de postura se resume en la dignidad del trabajo como toma de conciencia del sentimiento republicano. La ética del ciudadano Antonio Machado que ha dejado de ser el poeta bohemio, que vive en los márgenes usando un lenguaje diferente.

Normalmente se ha opuesto a Machado  la presencia de la poesía pura de Juan Ramón Jimenez, otro poeta discípulo de Giner de los Ríos. Sin embargo se puede resaltar otra ética del trabajo que se resuelve en la poesía y que no es tan lejana de la anterior. “Pero sé que he venido aquí a escribir versos”. Como la política era una mentira de la España oficial, la profesionalidad es el objetivo regeneracionista. JRJ defiende la poesía pura no porque no sea un ciudadano republicano, sino porque lo hace insistiendo en la profesionalización del poeta, y ese es el sentido de la reivindicación de la “pureza”. Por tanto se trata de dos maneras distintas de responder a la misma urgencia histórica. La poesía social no le gustaba a JRJ – los poemas que se convierten en himno – porque prefiere la poesía como vocación personal, como manifestación del trabajo concreto. Lo que sucede al poeta es lo mismo que le pasa a un obrero, un carpintero, un carbonero. El comunismo poético es trabajar cada uno en su vocación. La vida y el trabajo concebidos como algo indisoluble. Una manera de pasar del yo al nosotros, marcando distancias con el mercantilismo, en su degradación del trabajo como trabajo alienado.

Estas son algunas consideraciones desde los poetas que pusieron en la literatura contemporánea para enfrentarse a la explotación laboral y a la educación que nos marca como súbditos y como dominados. Y aquí es indispensable la referencia al Niño Yuntero y su experiencia de sufrimiento y de dolor, de Miguel Hernández, del que se cumplen 75 años de su muerte en las cárceles franquistas. El niño condenado a la explotación desde su nacimiento en la España del caciquismo de los años 30. Hoy se visten trajes distintos pero el pensamiento neoliberal converge en el fomento de esa vida de sufrimiento y explotación a la que coopera la destrucción de la educación pública.

Y, en lo que pudiera parecer un ejemplo antitético, en Doña Rosita de García Lorca, aparece también otro tipo de explotación, de la mujer víctima de los prejuicios que le impiden casarse y luego ser una solterona condenada a la soledad. El catedrático de economía dice en la obra “no voy a discutir con los cultivadores de rosas”, pero  hoy es que los que dediquen a la economía se llenen de poesía y estos de compromiso cívico y todos a su vez podamos dedicarnos a discutir con los cultivadores de rosas.


Tras esta intervención radicalmente sugerente e interesante, se abrió un debate, en el que las intervenciones se dirigieron sobre temas muy interesantes en torno a la diferencia entre el mundo real y la realidad virtual y la construcción mediática de esta;  la relevancia de la educación y de la importancia de revalorizar el espacio cultural ciudadano a partir de la literatura y de la poesía. Tras una pausa para el café, la primera de las intervenciones del seminario ha sido la de Yayo Herrero, sobre “Claves feministas para hacer posible una vida digna trabajando”, en la que se abordan cuestiones fundamentales del ecosocialismo y del feminismo respecto del trabajo asalariado y el desarrollo económico capitalista y sus dinámicas de acumulación por desposesión, que se está realizando actualmente.


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