Ha dado inicio este lunes 11 de septiembre, una fecha
emblemática desde tantos puntos de vista, la vigésimo octava reunión del
seminario de los llamados becarios de Bolonia-OIT y UCLM, especialistas en
relaciones laborales de todos los países de América Latina, co-dirigido por Joaquín Aparicio y Laura Mora y coordinado por la imprescindible alma del mismo, Pedro Guglielmetti, il Nonno, que ha impulsado estos
encuentros desde su inicio, con el apoyo de Umberto Romagnoli. Esta convocatoria se quiere dedicar al estudio
de la organización del trabajo y de la empresa que se nutre del trabajo
asalariado cien años después de la Revolución de octubre, lo que permitirá
abrir un espacio de debate multidisciplinario y complejo, seguido a partir de
intervenciones de origen muy diverso que pretenden provocar un esfuerzo de
análisis y de reflexión.
Tras la inauguración oficial del Curso, con la presencia de los
co-directores y del coordinador, junto con la delegada del vicerrectorado de
estudios internacionales, ha dado comienzo la primera conferencia inaugural que
ha dado Luis García Montero, presentado
por Joaquín Aparicio. En la idea de
este período de trabajo y de debate de abrirse a intervenciones no
necesariamente jurídicas, el poeta ha hablado sobre la relación entre educación
y trabajo a través de la presentación de una serie de poemas de sus autores
contemporáneos favoritos, concibiendo la educación como elemento de convicción
del pensamiento ciudadano y no como un elemento de encauzamiento hacia la
mercantilización.
La sociedad democrática se crea a través de una metáfora, el contrato
social que permita crear un espacio público que permita vivir en libertad, y
este se conecta directamente con el llamado contrato pedagógico, que forma
ciudadanos libres, sin el cual no puede concebirse una sociedad democrática. La
educación además significaba el ascenso social derivado de una escuela que
permitía la formación con independencia del poder adquisitivo de las personas.
En España, este problema es especialmente agudo, ante el subdesarrollo del
país. En ese contexto, la poesía aporta la conciencia de que la historia no
discurre solo a partir de los hechos históricos, sino por la construcción de la
intimidad. El tejido de la intimidad es una construcción social, y si no
participamos en ello, será difícil concebir sueños para un mundo mejor. A
partir de la lectura de un poema de Rafael
Alberti se plantea la crítica a la idea del éxito que se abre paso en la
sociedad neoliberal que depende de los niveles del talento individual para
conseguir dinero, o, en la sociedad del espectáculo, de la fama rápida y la
imagen que se comercializa. Ello supone un concepto de educación que sirve para
situarse en el mercado de trabajo según su posición social o para su fama. Un
concepto diferente, implica concebir la educación como desarrollo personal de
una vocación, una vida pública. Aquí el contrato pedagógico está relacionado
directamente con el trabajo, la realización personal en el trabajo. Para ello
sirve establecer una diferencia hoy entre tener un trabajo y tener un oficio,
la realización personal y colectiva en un trabajo que tiene que ver con la
vocación, con el gusto por el trabajo como proceso de transformación social. El
trabajo el mayor generador de sentimiento cívico, que compromete con la
sociedad. En medio del desmantelamiento de valores que ha hecho el
neoliberalismo, el esfuerzo y la resistencia por salvar el oficio en médicos y
profesores – las mareas – han sido fundamentales y decisivos.
El retrato de Antonio Machado
que situó en Campos de Castilla le
sirve para ilustrar este punto. Aunque el poema se publicó en 1912, se había
publicado en el periódico “El Liberal”, fechado en 1908. Machado estuvo mucho tiempo sin encontrar trabajo. Tenía 32 años,
para su época era muy mayor, y acababa de lograr ser profesor de francés en el
instituto de Soria. Su poesía se diferencia del modernismo y del simbolismo, de
los que hay que rescatar su significado político. En el modernismo, se
distinguía entre la palabra de la poesía de la palabra de la gente. Un lenguaje
concebido como un dialecto distinto del resto de la sociedad. Machado por el
contrario quiere ser un ciudadano y su palabra va a ser la de la ciudadanía,
con lo que rompe también con el simbolismo. Las crisis del lenguaje en poesía
son toma de conciencia del fracaso del contrato social. El simbolismo entiende
que el lenguaje está infectado por la sociedad y por tanto hay que huir de él.
Por eso el poeta distingue “las voces de los ecos”, lo que es una novedad
preceptiva porque las voces que se oían se asociaban a un mundo de corrupción y
sin esperanza, mientras que la poesía las distorsionaba como ecos que se
escucharan como sonidos casi musicales. Hacer una poesía de la gente que acude
al trabajo, de la gente común es el objetivo del poeta. Que además se define
así: “en fin, soy en el buen sentido de la palabra bueno”. El contexto
histórico en el que se produce este texto es el dela Restauración, con una
separación estricta entre la España real y la oficial. Han fracasado las
utopías liberales del republicanismo. La política está en descrédito, se asocia
a la liturgia del turnismo entre conservadores y liberales. Frente a ello no
procede el cinismo ni la desesperanza, sino la convicción en las pequeñas
utopías. Defenderlas no es ingenuidad ni estulticia, es simplemente ser bueno. Esa toma de postura se resume en la dignidad del
trabajo como toma de conciencia del sentimiento republicano. La ética del
ciudadano Antonio Machado que ha dejado de ser el poeta bohemio, que vive en
los márgenes usando un lenguaje diferente.
Normalmente se ha opuesto a Machado la presencia de la poesía pura de Juan Ramón Jimenez, otro poeta
discípulo de Giner de los Ríos. Sin embargo se puede resaltar otra ética del
trabajo que se resuelve en la poesía y que no es tan lejana de la anterior. “Pero
sé que he venido aquí a escribir versos”. Como la política era una mentira de
la España oficial, la profesionalidad es el objetivo regeneracionista. JRJ
defiende la poesía pura no porque no sea un ciudadano republicano, sino porque
lo hace insistiendo en la profesionalización del poeta, y ese es el sentido de
la reivindicación de la “pureza”. Por tanto se trata de dos maneras distintas
de responder a la misma urgencia histórica. La poesía social no le gustaba a
JRJ – los poemas que se convierten en himno – porque prefiere la poesía como
vocación personal, como manifestación del trabajo concreto. Lo que sucede al
poeta es lo mismo que le pasa a un obrero, un carpintero, un carbonero. El
comunismo poético es trabajar cada uno en su vocación. La vida y el trabajo
concebidos como algo indisoluble. Una manera de pasar del yo al nosotros,
marcando distancias con el mercantilismo, en su degradación del trabajo como
trabajo alienado.
Estas son algunas consideraciones desde los poetas que pusieron en la
literatura contemporánea para enfrentarse a la explotación laboral y a la
educación que nos marca como súbditos y como dominados. Y aquí es indispensable
la referencia al Niño Yuntero y su experiencia de sufrimiento y de dolor, de Miguel Hernández, del que se cumplen 75
años de su muerte en las cárceles franquistas. El niño condenado a la
explotación desde su nacimiento en la España del caciquismo de los años 30. Hoy
se visten trajes distintos pero el pensamiento neoliberal converge en el
fomento de esa vida de sufrimiento y explotación a la que coopera la
destrucción de la educación pública.
Y, en lo que pudiera parecer un ejemplo antitético, en Doña Rosita de García Lorca, aparece también otro tipo
de explotación, de la mujer víctima de los prejuicios que le impiden casarse y
luego ser una solterona condenada a la soledad. El catedrático de economía dice
en la obra “no voy a discutir con los cultivadores de rosas”, pero hoy es que los que dediquen a la economía se
llenen de poesía y estos de compromiso cívico y todos a su vez podamos
dedicarnos a discutir con los cultivadores de rosas.
Tras esta intervención radicalmente sugerente e interesante, se abrió un
debate, en el que las intervenciones se dirigieron sobre temas muy interesantes
en torno a la diferencia entre el mundo real y la realidad virtual y la
construcción mediática de esta; la
relevancia de la educación y de la importancia de revalorizar el espacio
cultural ciudadano a partir de la literatura y de la poesía. Tras una pausa
para el café, la primera de las intervenciones del seminario ha sido la de Yayo Herrero, sobre “Claves feministas
para hacer posible una vida digna trabajando”, en la que se abordan cuestiones
fundamentales del ecosocialismo y del feminismo respecto del trabajo asalariado
y el desarrollo económico capitalista y sus dinámicas de acumulación por
desposesión, que se está realizando actualmente.
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