El comienzo de la actividad
política y de la vida productiva en general en este mes de septiembre se
produce cadenciosamente. El reflejo mediático de la realidad se centra en la
situación española, aunque es apreciable un cierto interés secundario por asuntos
europeos. Principalmente, los intentos del gobierno español por colocar a su
candidato en puestos de relieve de la Comisión. La persona elegida, cabeza de
lista del PP en las elecciones europeas, es el arquetipo de la imagen de España
para los países del norte de Europa: machista, despilfarrador, amigo de la
juerga y de la buena comida, más listo que inteligente. Lo que es llamativo es
que el puesto para el que le destinan sea el de ciencia e innovación, pero
quizá eso de cuenta, como dice Javier de
Lucas, del valor con el que se estima este dominio en Europa.
Otras noticias sobre Europa
vienen sobre todo de los digitales. La potente acogida que Podemos tiene en el espacio mediático español ha permitido seguir
la visita de Pablo Iglesias como
eurodiputado a Israel y a los territorios ocupados, y su queja por la
prohibición del gobierno israelí respecto de la entrada en Gaza. En tono menor,
sabemos también que Javier Couso,
que entró en el parlamento europeo por la lista de Izquierda Unida tras la dimisión de Willy Meyer, ha sido designado Vicepresidente de la Comisión del
Parlamento Europeo en relaciones exteriores y que ha intervenido
contundentemente sobre los derechos del pueblo palestino y la condena de la
invasión israelí de la franja de Gaza. Sin embargo, de los dos grandes partidos
nacionales restantes, la imagen europea para el Partido Popular ha sido el
paseo de finales de agosto con Angela
Merkel en un tramo del camino de Santiago, durante el cual el presidente
del gobierno español confirmó su fidelidad absoluta y su lealtad segura a la
política de austeridad preconizada por Alemania, y para el Partido Socialista,
su renovado y agraciado líder, la visita a la fiesta de la Unità – quien lo diría en otros tiempos del socialismo español
felipista - y el encuentro con Renzi, posiblemente
el único mandatario de un partido del grupo socialista europeo que está en el
gobierno y ha visto una impresionante aceptación popular a su gestión en los
resultados de las elecciones europeas de mayo del 2014. Entrevistado en Italia,
Pedro Sánchez ha confirmado que, a
diferencia de Renzi, el PSOE
considera a los sindicatos un aliado importante en su proyecto político, aunque
el secretario general de los socialistas españoles entiende, igualmente, que
éstos deben “renovarse”, aunque prudentemente no precisa cuál puede ser la
fórmula para este proceso.
Otros hechos más importantes
llaman la atención sobre Europa. Se trata de la amenaza de una nueva recesión y
de los instrumentos que está dispuesta la Unión Europea a poner en marcha para
conjurarla. En esta encrucijada, el Banco Central Europeo y su presidente Mario Draghi, vuelve a desempeñar un
papel protagonista. Lo que se ha subrayado de sus intervenciones es la
revalorización de la política monetaria y fiscal como forma de contrarrestar
las tendencias recesivas de la economía. Desde ese punto de vista, la bajada de
los tipos de interés, la compra de deuda bancaria y el incremento del crédito
se deberían acompañar de una flexibilización máxima de la regla del 3% del déficit
presupuestario, cuestión relacionada con el aligeramiento de las cargas
impositivas a las empresas que naturalmente repercutirán en menores ingresos en
momentos de graves dificultades de los estados nacionales para cuadrar el
déficit presupuestario. Medidas todas ellas no gratas a la Bundesbank, que en efecto implican una cierta relajación de la
estricta disciplina hasta ahora llevada a rajatabla por la troika. Como tales han sido saludadas entusiásticamente por el
nuevo gobierno francés y el diario Le Monde
ha publicado un editorial (03.09.2014) ditirámbico designando a Draghi el “hombre útil” de Europa, al
que auguran una página central en la historia de este período.
Pero estas medidas – que desde la
propia perspectiva económica han sido criticadas en cuanto que la bajada de
tipos de interés y la compra de deuda bancaria implican una nueva subvención a
la banca o respecto de su inutilidad plena para afrontar con eficacia el nuevo
curso económico – no son las únicas ni las más relevantes para encarar la
crisis, siempre según el discurso del BCE. En efecto, el eje central de las
mismas lo siguen constituyendo las “reformas estructurales” en especial sobre
las relaciones laborales, la flexibilidad del despido y la reducción de
salarios. Lo ha dicho Draghi con
todas las letras en la reunión anual de Jackson
Hole, Wyoming, USA que reúne a los
directores de los Bancos Centrales y a una buena plétora de economistas del
sistema. Allí, en una intervención que me ha sido proporcionada por Antonio Lettieri - que desarrollará el tema con la profundidad
que se merece en Eguaglianza e Libertà – ha
advertido que la política monetaria pierde eficacia en las actuales
circunstancias de estancamiento económico y paro masivo, porque no genera
demanda agregada, que es la base del crecimiento económico y del empleo. El
segundo vector es la política fiscal que actúa reduciendo cargas y
contribuciones sociales sobre las empresas y las desplaza al consumo o al
ámbito de la prestación de servicios. Pero para Draghi es claro que ningún estímulo monetario o fiscal funciona sin
llevar a cabo “ambiciosas, importantes y fuertes reformas estructurales”. Que
se concretan a fin de cuentas en flexibilidad a la baja en términos salariales
y negociación colectiva de empresa, junto con reducción extrema de las
garantías de empleo y ampliación correlativa de la libertad de despedir sin
control judicial o colectivo. De hecho, en el texto americano, el presidente
del BCE compara Irlanda y España y concluye que el mantenimiento del alto nivel
de desempleo español tiene como causa que Irlanda intervino más rápida e
intensamente sobre los salarios, provocando una devaluación de los mismos
ligada a una fuerte “flexibilización” de éstos, que en el caso español fue
estorbada por la negociación colectiva sectorial y la presencia de salarios
convenio en estos sectores, sin que se haya generalizado una transición a un
modelo de salario empresarial e individual. Pese a ello, para Draghi, las reformas laborales en
España que ha realizado el gobierno del Partido Popular han eliminado algunas
rigideces del mercado de trabajo “con efectos positivos”.
De manera aparentemente
contradictoria, no obstante, estos mismos documentos entienden que en el corto
y medio plazo estas reformas laborales agravarán las condiciones de crecimiento
del empleo. Se trata por tanto del reconocimiento de tantos diagnósticos según
los cuales estas son políticas equivocadas. Pero quizá la contradicción – como
señala Lettieri - sea más aparente que real. Porque desde el
punto de vista sustantivo, las reformas sobre el trabajo indican un cambio a
largo plazo, profundo y radical, de las relaciones sociales de poder, una
gestión autoritaria del uso de la fuerza de trabajo, debilitada y en ocasiones
desaparecida la negociación colectiva sobre la misma e imposibilitada en amplia
medida la función del sindicato de representación, de intervención y de control
sobre las condiciones de trabajo y el salario. Este es el objetivo fundamental
que las políticas de austeridad está consiguiendo. Y este discurso de Draghi lo reiteran machaconamente otros
tantos responsables de organismos financieros y económicos internacionales,
como el secretario general de la OCDE, de visita en España. Sin embargo, como
resume Jesús Laraña en Infolibre, “Eurostat va constatando que
las políticas de austeridad impuestas por Alemania, pese al sufrimiento que
suponen para los sectores más débiles, no funcionan. Ni se cumplen los
objetivos de déficit en los países del sur, ni se contiene el incremento de la
deuda pública ni se crea empleo (aún menos un empleo estable que ofrezca
confianza para aumentar el consumo)”.
Parecería que estas declaraciones
o discursos son conocidos y comentados, que alimentan los debates en la opinión
pública. No es así, son mensajes que discurren sin interferencias. Todo ello se hace en silencio. Se habla de las medidas
económicas y de su efectividad, pero se olvida este elemento esencial de las
reformas que están forzando un cambio muy importante en dirección a la
remercantilización del trabajo y su reformulación en términos desagregados,
segmentados y flexibles sin contrapeso colectivo suficiente y sin que el conflicto
y la resistencia tengan proyección importante, de peso, en la acción política. Lo
que quiere decir que se está produciendo una grave lesión a los ciudadanos en
cuanto titulares de derechos orientados a la libertad y la igualdad a través
precisamente del desempeño de un trabajo digno sin que esta vulneración profunda
de la democracia sea percibida en la opinión pública.
Este silencio es más asombroso en
la izquierda “oficial” es decir, la socialdemocracia gobernante. El ejemplo
francés con el giro hacia un social liberalismo “sin complejos” – así lo
denomina el periódico Le Monde – sólo
se compensa con la tradición republicana de pensar diferente y objetar la línea
general en el interior del mismo partido, como ha hecho el ex ministro de
economía, Arnaud Montebourg , que ha
discrepado de la política de austeridad en términos muy franceses, es decir,
señalando que la política del eje Berlín – Bruselas – Frankfurt tiene
consecuencias destructivas para los equilibrios económicos y sociales de
Francia, que ha aceptado la hegemonía alemana sin oponer la resistencia que se
requeriría. Lo que desde luego tiene una buena parte de razón, y no sólo en
términos nacionales.
Conviene por tanto mirar a Europa
para comprobar que el horizonte nacional se queda estrecho y que nunca más que
ahora el espacio europeo es un terreno de acción política. Mirar a Europa para
conocer la fuerza de las tendencias termidorianas que quiere acabar con el espacio
democrático y social de ciudadanía lograda tras la derrota de los fascismos.
Mientras tanto, en nuestro país,
siguen descendiendo los salarios no sólo en el sector público, sino en el
sector privado, por mucho que el presidente de la CEOE mantenga de manera
provocadora lo contrario, y la negociación colectiva que subsiste es incapaz de
romper esta tendencia acentuada y multiplicada por la precarización, el empleo
irregular y la externalización y terciarización de la producción. La tendencia
no sólo afecta a España, sino que se afianza en muchas partes de Europa, al
socaire de la restricción de la negociación colectiva y la crisis. Algunos
estudios recientes, como los de la Fundación 1 de Mayo han pormenorizado este
descenso salarial y la desigualdad que conlleva. La prensa, trasvasando los
conceptos del mercado de servicios al trabajo, le llama “salarios low cost” y dice que es una “moda” que
también llega a Gran Bretaña, por ejemplo. Allí los sindicatos denuncian – en el
Congreso de la TUC de 2014 – que los trabajadores de bajos salarios se han
triplicado desde 1975, como consecuencia de la debilitación de la negociación
colectiva. Y que el 20% de los trabajadores cobran menos de 7,71 libras por
hora (es decir unos 9,6 euros).
Mientras tanto, la reforma
laboral se ha visto bendecida por el Tribunal constitucional y tanto los
gobernantes como los dominantes entienden que es un punto de no retorno. Es sin
embargo un punto decisivo para el futuro, ante el que las fuerzas de
izquierda - todas, incluido el PSOE - se han comprometido a derogar la Ley 3/2012.
Pero el sindicalismo español tiene que decir cuál es su proyecto de regulación,
es decir, pronunciarse sobre el diseño nuevo al que deben someterse las
relaciones laborales en un contexto democrático y preparar el marco de reformas
que sitúe al trabajo con derechos en el centro de la sociedad, haciendo inútil
por consiguiente las reformas de estructura impuestas desde los centros
político-financieros a las economías nacionales.
2 comentarios:
Mi querido amigo, ¿sabe usted que en su discurso Renzi en la fiesta de l´Unità no mencionó el diario? Desde luego este caballerete es algo más que un cara dura. No digo lo que pienso, don Antonio, porque estamos en horario infantil. Saludos desde La Malahá de José Luis López Bulla.
Mi querido amigo, ¿sabe usted que en su discurso Renzi en la fiesta de l´Unità no mencionó el diario? Desde luego este caballerete es algo más que un cara dura. No digo lo que pienso, don Antonio, porque estamos en horario infantil. Saludos desde La Malahá de José Luis López Bulla.
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