Con
ocasión del centenario de la OIT se abrió hace ya un año un espacio de debate
académico que comenzó en la Universidad carlos III de Madrid, continuó mediante
la coordinación de los diferentes grupos de estudio en la Universidad de
Castilla La Mancha y finalmente ha culminado en el Congreso Interuniversitario
sobre el futuro del trabajo que se celebra en Sevilla los días 7 y 8 de febrero
de 2019.
Se trata en efecto de un evento
en el que coinciden en el ámbito de la universidad la presencia de los
mandantes de la OIT, es decir, empresariado, sindicatos y gobiernos en torno al
objeto de discusión, el futuro del trabajo, descompuesto en torno a cuatro
grandes “conversaciones” que giran sobre “Trabajo y Sociedad”, “Trabajo Decente
para todos”, “Organización del trabajo y de la producción” y “Gobernanza del
Trabajo”. La estructura del encuentro se hace cargo del tripartismo fundante de
la OIT, y en la primera parte del mismo, una larga serie de mesas redondas se
han dedicado a la comparecencia de las autoridades – con la presencia de la
Ministra de Trabajo, Magdalena Valerio –
seguida de la de los interlocutores sociales, y la presentación del Informe
de la Comisión Mundial sobre el futuro del trabajo de título también
indicativo, Trabajar para un futuro más
prometedor, que lleva a cabo Rebeca
Grynspan , secretaria general de la SG Iberoamericana (SEGIB), que ha
formado parte de esta Comisión Mundial, a la que ha introducido Yolanda Valdeolivas, como secretaria de
estado de empleo del gobierno español.
El Congreso después se despliega
en la presentación de las comunicaciones académicas en sesiones paralelas
estructuradas sobre la base de las respectivas “conversaciones”, entre las
cuales se han seleccionado por el comité científico tres de cada una que se
expondrán el viernes como anticipo de la intervención de invitados académicos
propuestos por cada uno de los grupos, empresarios, sindicatos y gobierno. Por
el grupo de jóvenes investigadores de la UCLM, se expondrá una comunicación en
el marco de la conversación sobre la “gobernanza” elaborada por Milena Bogoni, Oscar Contreras y Gratiela
Moraru, y en el día de mañana otra por parte de Concha Sanz. El interés que ha levantado este evento se atestigua
por el número muy corpulento de comunicaciones presentadas: 130 ponencias en
este Congreso, 359 personas que han participado a lo largo de todo el proceso,
60 universidades españolas, 8 europeas, 12 americanas.
El motivo principal del Congreso
se asienta sobre una consideración ambivalente que es simultáneamente optimista
y pesimista sobre un futuro tecnológico sobre el que la imaginación despliega
una larga serie de interrogantes que generan a partes iguales confianza e
incertidumbres. Cambia el trabajo, la forma de producir y la manera de trabajar
y estas mutaciones no sólo inciden en el empleo sino la relación entre igualdad
y cohesión social como variables ancladas en las transformaciones que se
experimentan en la actividad laboral.
Joaquín Nieto como Director de la Ofinic de la OIT en España mencionó una serie de fenómenos apreciables a nivel
global : la importancia de las cadenas globales de suministro (en las que
trabajan ahora 600 millones de trabajadores), la digitalización y el trabajo en
plataformas, unas visibles y otras menos, miles de personas que buscan trabajo
por internet, diseño, tratamiento de textos, nuevos trabajadores que prestan
sus servicios sin Derecho del Trabajo, sin tutela laboral, los nuevos
jornaleros del siglo XXI que carecen de cualquier protección laboral o social.
Desde otra perspectiva, se
resalta que nuevos cambios son ineludibles si se tiene en cuenta la realidad del
cambio climático, la necesidad de una transición energética que hará que decenas
de millones de trabajadores empleados en sectores energéticos, deberán
transformar su actividad, con evidente impacto sobre los empleos y la necesidad
por consiguiente de ayudas públicas que favorezcan y disminuyan los efectos
negativos de tales transiciones.
El mundo en el que vivimos no es
solo un escenario de metacrilato y omnipotentes chips que acoge una aceleración
frenética del ritmo de las existencias individuales en un mundo desarrollado
que posibilita un mercado laboral líquido y ágil que va a dar mayores
oportunidades a las personas que en él participen. Es ante todo un mundo profundamente desigual
y escindido entre regiones ricas y pobres y en el que una buena parte de sus
territorios sufren la guerra y la desesperación del hambre y el peligro
cotidiano que les lleva a arriesgar su seguridad, su posición social y su
propio arraigo personal en un territorio determinado. Esta desigualdad impulsa
flujos de inmigración mucho más potentes y multitudinarios - 260 millones de
emigrantes en la actualidad, pero es un fenómeno que se incrementa
exponencialmente – que a su vez plantea reacciones defensivas de los mercados
de trabajo nacionales y comportamientos xenofóbicos cada vez más influyentes en
los países de destino.
La atención a las “instituciones
laborales” pivota ante todo sobre los nuevos modelos de negocios y el cambio en
la organización del trabajo. Pero la presencia sindical y la función que estas
figuras representativas pueden desempeñar en este nuevo escenario se considera
en los discursos dominantes subsidiaria o impotente. Es cierto que la reflexión
sobre el sistema sindical vigente, la enorme diferenciación nacional de estos
modelos y la preponderancia del sindicalismo de empresa como fórmula general
preferida por las ideologías economicistas neoliberales, plantea problemas
específicos que sin embargo no son muy atendidos en el debate actual, salvo en
lo referido a la presencia del sindicato como agente global de negociación con
las empresas transnacionales.
El encuadramiento de los rasgos
caracterizadores de ese “futuro del trabajo” no está por tanto cerrado, aunque
haya una reflexión cuantitativamente muy importante. Es cierto que sobre lo que
ya se ha debatido llega el momento de las propuestas, que es el elemento básico
del título de esta discusión global, es decir, el escenario sobre el que se
quiere incidir, el trabajo que queremos.
Desde la OIT, cualquier proyecto de regulación tiene que enfocarse desde la
metodología del diálogo social, en el marco de una nueva gobernanza compartida
y participada. Además de ello, la relevancia de la formación y de la educación
comprendida como un proceso permanente y continuo, parece aseverarse como una
necesidad adecuada a los nuevos tiempos. La otra línea de desarrollo es la de
promover una garantía laboral universal. Es decir, la consideración general y
universal de un trabajo que reúna los derechos y principios fundamentales de la
declaración de la OIT de 1998: prohibición del trabajo forzoso e infantil, el
respeto del derecho de libre sindicación y de negociación colectiva, La
garantía de un principio de igualdad en el acceso en el trabajo y de no
discriminación. Este tipo de exigencias como reglas laborales fundamentales de
carácter mínimo e imprescriptible, con independencia del grado de desarrollo
económico de cada país y de que el mismo haya o no ratificado los convenios
internacionales que los regulan y garantizan, es un objetivo largamente
enunciado por la OIT pero que dista mucho de haberse realizado de manera
efectiva. Además se estima que es
imprescindible un salario vital, el control del tiempo y la seguridad en el
trabajo. Y procurar Invertir en la protección social en un modelo productivo
más sostenible.
Lamentablemente en la agenda del
futuro del trabajo no se incluyen estrategias que aborden los problemas
importantísimos que la financiarización de la economía mundo está planteando
precisamente a las relaciones laborales en esta etapa de la globalización, cuestiones
que dificultan la extensión de los derechos laborales a nivel global y que se
expresan dramáticamente en la apropiación por parte de los mercados de la deuda
de las decisiones democráticas en los estados sobre la base de obtener el pago
de los intereses a la vez que se exigen reformas de estructura que devalúan de
manera intensa titularidad y ejercicio de los derechos laborales y sociales. La
relación entre el sistema fiscal y la capacidad de generar amplias zonas de
protección social es asimismo ignorada, como la existencia de paraísos fiscales
frente a los cuales no se ha planteado una acción internacional decisiva. Y,
entre otros grandes problemas planteados a nivel global, las formas de control
de la codicia corporativa de las grandes empresas transnacionales es un punto
que también queda en sordina.
El congreso por tanto ha iniciado
sus trabajos y a lo largo del día de hoy se irán exponiendo en comisiones
separadas las comunicaciones que se han ido presentando. Muchas de ellas no se
corresponden con esa visión global, sino que reposan exclusivamente sobre la
perspectiva europea o sobre análisis y propuestas respecto de instituciones
nacionales, estudios de caso y otros valiosos aportes, pero posiblemente sin
relación real con el objeto del congreso, el futuro del trabajo que queremos
desde una perspectiva global. La extraordinaria acogida interdisciplinar a esta
llamada está seguramente incentivada por el sistema de clasificación y
acreditación que en España simboliza la ANECA, y la enorme cantidad de textos repercute
negativamente sobre el tiempo de exposición que está más cerca de un abstract que de una contribución
científica. La diversidad de los temas y la inexistencia de una selección
temática interna también distrae del interés de los asistentes. Y
previsiblemente su publicación, si existe, pasará completamente inadvertida
salvo que el autor o la autora de la misma la rehaga y procure presentarla de
forma autónoma a una revista indexada y de impacto porque en caso contrario no
sacará de ello ningún provecho académico. Naturalmente no se podrá efectuar
ningún debate ordenado o desordenado sobre las aportaciones efectuadas, puesto
que lo que único que se pretende es que los participantes puedan defender sus
ponencias y no que éstos interactúen los unos con los otros en un espacio de
debate.
Pero con las reflexiones críticas
que se puedan efectuar, es evidente que el esfuerzo efectuado y el mero hecho
de tantas personas provenientes de la Universidad se reúnan para reflexionar y
analizar propuestas y realidades derivados del trabajo es muy loable y sin duda
ha permitido que una buena parte de la sociedad se implique en el proyecto
dirigido y promovido por la OIT y que la Universidad asuma, aunque sea
parcialmente, su misión de análisis y conciencia crítica sobre el mundo que
habitamos.
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