martes, 16 de marzo de 2021

EL LADO BUENO DE LA HISTORIA

 


La amable audiencia del blog entenderá que hoy tenga que referirme a lo que la totalidad de los medios están acogiendo como noticia principal, y que se refiere a la convocatoria de elecciones en la Comunidad de Madrid para el martes 4 de mayo a la que el todavía Vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, concurrirá intentando una lista común entre Unidas Podemos y Mas Madrid. Este pequeño comentario quiere subrayar solamente algunas cuestiones que me parecen de interés.

El anuncio de Pablo Iglesias estuvo precedido de una larga entrevista en el programa matinal de Ana Rosa Quintana a la que ya es candidata a la presidencia de la CAM, Isabel Díaz Ayuso, uno de esos programas matinales de las televisiones privadas que con más ahínco están incidiendo en la desinformación de la ciudadanía y en la transmisión de valores reaccionarios en lo social y en lo económico, muy beligerantes con las opciones reformistas o de transformación social. En esta entrevista plenamente lisonjera a la candidata, Diaz Ayuso se regocijó de que le llamaran fascista, porque indicaba que lo estaba haciendo bien, para acabar afirmando, siempre entre risas, que el fascismo siempre está en el lado bueno de la historia. Un comentario que la entrevistadora aceptó, también desternillándose, porque hay que ver que simpática y dicharachera es esta presidenta.

Que alguien como Diaz Ayuso considere que el fascismo es el lado bueno de la historia no debe sorprender, porque toda su estrategia consiste en incorporar la forma de hacer política derivada del desprecio al adversario, de la rotundidad disparatada de sus opiniones y de la falsedad de sus afirmaciones, en una traslación casi automática de lo que supuso la forma de intoxicar la política de Donald Trump. El círculo siniestro de personas de las que se rodea – Enrique López, Miguel Angel Rodríguez, Fernandez Lasquetty – constituyen la hez de la propaganda y de la manipulación presente en la rama madrileña del Partido Popular, un partido que ha hecho de la corrupción económica y de la mentira su modo de estar en la política.

Diaz Ayuso repite sin problemas – sin complejos – las frases más absurdas, las opiniones más hirientes, difundiendo mentiras y juicios de valor sin ningún apoyo en la realidad. Sabe que lo importante es atraer la atención sobre su persona, llevar el debate político al terreno del insulto y de la falsedad, llenar las portadas y los informativos mientras en la sombra se siguen llevando a cabo los grandes negocios que sostienen a los grandes electores del PP. Díaz Ayuso y la cámara secreta que diseña su discurso han encontrado finalmente en la campaña electoral que ella misma ha iniciado para su exaltación como figura central en la derecha política del país, un slogan victorioso: Socialismo o libertad, importando así el que Mike Pence, vicepresidente de Trump empleó en su campaña electoral. Como sucede en el tiempo electoral, el elogio de la libertad como contrapuesto al socialismo se ha extendido por doquier, concretando esta exigencia en la reducción de impuestos, la libertad de trabajo, la libertad de movimientos, la libertad de capitales. La libertad de los propietarios.

Tras de su figura, se construye el imaginario de quien se ha rebelado – con éxito – frente al Presidente del Gobierno, sosteniendo la industria de la hostelería – y de la construcción, no hay más que ver los sobrecostes del Zendal – frente a las exigencias  sobre las medidas de seguridad ante la pandemia que cercenaban la libertad – aunque de los muertos de las residencias no hablemos – la que ha velado por el progreso y ha hecho de la región un imán para capitales e inversiones que harán la prosperidad inevitable pese a los obstáculos de los enemigos de la libertad partidarios de la nivelación social. Las encuestas señalaban que sus posibilidades de alcanzar la mayoría absoluta en coalición con Vox eran casi seguras, auguraban la desaparición política de Ciudadanos, hoy socio denostado de Gobierno, dudaban sobre la supervivencia electoral de Unidas Podemos, bordeando el 5% requerido para entrar en la Asamblea, y situaban al PSOE y a Mas Madrid en la continuidad de su oposición impotente frente a un gobierno, esta vez ya decidido a la amputación traumática de los derechos sociales y al combate directo frente a la igualdad de género.

En ese punto, la irrupción de Pablo Iglesias como candidato ha alterado todo, dentro y fuera del espacio madrileño. Por lo pronto ha revolucionado la campaña y ha dado esperanzas a la izquierda, con su propuesta de recomponer en una sola lista electoral a Mas Madrid y a UP, en la idea de compartir lealmente ese amplio espacio del cambio con el PSOE en un futuro gobierno de coalición. Es una decisión personal arriesgada, pero que sin duda responde a una exigencia de unidad en la izquierda frente a la potente maquinaria económica-mediática que sostiene al PP madrileño como garante de sus inmensos beneficios y que confía en capturar una buena parte de los fondos europeos para la recuperación económica. El sindicalismo, los movimientos vecinales, las organizaciones feministas y en general el conjunto de movimientos sociales de Madrid requerían un proyecto de cambio que ante todo es de resistencia frente a la hegemonía electoral, política e ideológica del conglomerado PP-Vox que simboliza el tándem Ayuso / Monasterio. Una relación descompensada en favor de la primera, que concentra más atención y despliega más agresividad, y a la que la candidatura de Iglesias ha cogido a contrapié, alcanzando sólo a alterar los términos de su oposición: comunismo o libertad es ahora la frase de combate.

A partir de ahora el espacio mediático será, de nuevo, extraordinariamente relevante. Es seguro que los ataques sobre la izquierda y en concreto sobre Iglesias se recrudecerán. Hay demasiados intereses en juego, Madrid tiene tanta riqueza al alcance de sus propietarios que no será fácil disputarles el pleno disfrute de su dominio, que garantizarán sin problemas PP y Vox. A lo que sin duda se debe unir, como ha sucedido hasta el momento, nuevos episodios de lawfare, como el que ha impedido que Isa Serra pudiera encabezar la lista regional de UP en estas elecciones. Inhabilitada previsiblemente por participar en una acción de protesta por un desahucio hace siete años, en el 2014, condenada por el TSJ de Madrid sobre la base de las declaraciones de los agentes que declararon ser agredidos por ésta. Ya algunos expertos han comenzado a explicar a la sociedad que la irrupción de Iglesias producirá un efecto inverso en el electorado, la izquierda en su conjunto perderá, porque la campaña se polarizará y los votos posibles al PSOE se retraerán o incluso apoyarán a Ayuso. El juego de las encuestas está comenzando, pero un castizo diría que ya que estaba casi con total certeza todo, mejor pensar en una candidatura unitaria de la izquierda del PSOE que se irrogue el papel de combatir con firmeza a la ultraderecha y pueda movilizar a grupos de la ciudadanía que se han abstenido tradicionalmente en estas convocatorias electorales. Al menos dar la batalla y pensar que el PP de Madrid será derrotado y expulsado del gobierno.

Y más aún. Diaz Ayuso corrompe la noción de libertad cuando la aplica a la realización de su programa. La libertad del PP es la libertad del dominio sin controles, la violencia del poder económico y el desprecio por los ciudadanos económica, social y culturalmente sometidos. Y cuando habla de comunismo contraponiéndolo a la libertad, no sólo demuestra la indignidad de su persona, sino su ignorancia descomunal. Se dirá que quien ha blasonado del hecho de ser llamada fascista, por entender que el fascismo está en el lado bueno de la historia, no iba a afirmar otra cosa. A muchas personas de mi generación, sin embargo, nos ha gustado que Pablo Iglesias reivindicara la radical democraticidad de la noción del comunismo como doctrina política y que rescatara públicamente la trayectoria antifascista de los y las comunistas de este país en la lucha contra la dictadura y en la construcción de la democracia, subrayando su aportación sustancial a la constitución española. Y le damos las gracias por dar voz a tantos sacrificios y renuncias personales, a tantas expectativas demasiadas veces defraudadas en un futuro mejor, más igualitario y amable.

Además de bajar a la arena de la competición electoral para hacer frente a la ultraderecha y a la corrupción, la decisión de Iglesias ha tenido otras consecuencias muy importantes fuera de este campo de acción. La promoción de Yolanda Díaz a la Vicepresidencia Segunda del Gobierno, manteniendo la cartera de Trabajo y Economía Social, es especialmente relevante. No sólo porque con ello se reconoce una actividad política que ha posibilitado paulatinamente una serie de cambios sustanciales en nuestras relaciones laborales, y que lo ha hecho generando un consenso social impensable hasta hace muy poco tiempo, sino porque refuerza su posición en la profundización de las reformas proyectadas que son imprescindibles en un esfuerzo de adaptación del marco institucional a un sistema de negociación colectiva articulado y a la fijación de coordenadas estables que culmine en una regulación completa de las relaciones laborales en nuestro país.

Además de ello, la propuesta de que en las próximas elecciones la cabeza de cartel de la coalición UP sea también Yolanda Díaz supone una noticia extraordinaria con la que personalmente muchas personas de mi entorno nos sentimos plenamente identificados y extremadamente contentos. Ella en efecto posee una gran capacidad de generar consensos en torno a un proyecto esencialmente democrático y emancipatorio que debe ir afirmándose ampliamente en nuestro país en los próximos tiempos. Tiempo habrá de ir desarrollando este proyecto, pero es sin lugar a dudas otro elemento extremadamente positivo.

En el lado bueno de la historia no está el PP ni Isabel Díaz Ayuso. En ese espacio, que está siempre marcado por el conflicto y la resistencia, se sitúan las mujeres y los hombres que combaten por mejorar las condiciones de trabajo, reducir las desigualdades, sostener la vida y garantizar la seguridad de la existencia de la mayoría de las personas que vivimos y trabajamos en este país. Ese es el lado correcto de la historia, siempre acechado por la codicia del dinero y la especulación, el desprecio por la democracia, la violencia del dominio sobre las personas y la sumisión de la existencia humana a la lógica de la explotación. No pasarán.

 

 

 

 


4 comentarios:

paseante slow dijo...

Muy bueno tu análisis, Sebastián! Hoy más que nunca en Madrid: ! No pasarán!

Rodrigo Calderón dijo...

Rodrigo Calderon
Buen texto, pero hay además una lección política de el y de lo que hace Pablo Iglesias para el mundo. Muchas veces dejamos pasar los discursos y acciones con un tufillo de fascismo pensando que no era importante hasta que saacn las garras y dicen que el fascismo o el neoliberalismo son el lado bueno de la historia. Hay que contradecir y parar cada acto que huela a fascismo, desde repetir las falsedades de la TV, las ideas de la tierra plana, las teorias conspirativas judeo-izquierdistas (que enmascara al sionismo de extrema derecha) y que la libertad es libertad de mercado, en la vida cotidiana y en la política pública hay que parar esos discursos y actos antes que sea demasiado tarde y hayan formado un sentido común, como hicieron con el neoliberalismo y las supuestas clases medias.

Wilkson Ramos Filho (Xixo) dijo...

Wilson Ramos Filho
Que texto maravilhoso, querido amigo Antonio Pedro!

Carlos Alá Santiago Rivera dijo...

Gracias Antonio. Presentas una perspectiva muy interesante y en cierta forma desconocida para nosotros en el Caribe sobre la decisión de Iglesias.

Carlos Alá Santiago