miércoles, 2 de junio de 2010

SOBRE ALGUNOS PROBLEMAS CONCRETOS QUE PLANTEA LA HUELGA DE LOS EMPLEADOS PÚBLICOS


¿Cómo se debe desarrollar en concreto la huelga de empleados públicos del próximo día 8 de junio?. En teoría, las cosas están claras, pero hay suficientes aspectos dudosos como para suscitar muchas perplejidades a los sindicatos convocantes, los empleados que se adhieren a la huelga y aquellos que están indecisos. A algunos de estos interrogantes pretende responder el texto que se inserta a continuación. (En la foto, tres empleados públicos, en traje de faena, se deciden a acudir a una asamblea para debatir las razones de la huelga).




Un punto importante es la memoria sindical de los conflictos desarrollados en el empleo público. Este punto es mas problemático. El problema es que la huelga debe incidir en dos categorías: el trabajo, impidiendo su desarrollo concreto, y en el tipo de actividad social o económica en la que se desenvuelve, de forma que el desencadenamiento de la huelga tiene que hacer visible la relación entre el rechazo del trabajo concreto y la desorganización y parálisis de la organización del trabajo y de la empresa en la que se expresa la prestación de servicios o la producción de mercancías. Es decir, es imprescindible para el buen fin de la huelga que el trabajo se note en su ausencia, y que en consecuencia, se paralice o no pueda realizarse la actividad prevista.


En España además incide en la eficacia de la huelga como medida de protesta el sistema legal que es interpretado de forma que prime el principio de continuidad del servicio o de la actividad a través de la regulación de la huelga en servicios esenciales. La inexistencia de un sistema alternativo basado en la fijación autónoma de prestaciones indispensables en casos de huelga, dificulta y fragmenta la respuesta a la acción de los poderes públicos tendente a imponer servicios mínimos copiosos para hacer ineficaz la huelga. La negociación de los acuerdos de servicios mínimos es por tanto un elemento que tener en cuenta de forma generalizada en la convocatoria de la huelga del 8 de junio, teniendo en cuenta a su vez las distintas administraciones implicadas y la diferente respuesta que previsiblemente se dará a la propuesta sindical de preservación de servicios. No se debe tampoco evitar la posibilidad de mantener unilateralmente, en caso de divergencia insalvable, la propuesta de servicios mínimos sindical o la negativa a prestar servicios mínimos si se estima – como en muchos casos es razonable – que éstos no tienen más sentido que el de restringir el ejercicio del derecho de huelga y anular su efectividad. En ocasiones, se confunden además los servicios mínimos con el procedimiento que permite el DLRT para la determinación de los servicios de mantenimiento, de forma que es la propia empresa, administración o gerencia, la que fija las prestaciones a mantener durante la huelga, en flagrante violación de las garantías de ejercicio del derecho de huelga.


Algunas buenas prácticas ya están apareciendo, como la de suspender los exámenes en la universidad durante ese día – las pruebas de selectividad ante todo, pero en general los exámenes de grado y posgrado – lo que constituye la mejor fórmula para preservar el derecho de huelga y el derecho a acceder a la educación superior sin restringir ninguno de ambos, y a su vez es una muestra de la alteración de la normalidad que debe llevar consigo la huelga. Prácticas como esta, que se hacen públicas y cooperan a la movilización en torno a la discontinuidad del servicio público, deben ser extendidas.


En otras experiencias, las huelgas en la administración pública adoptan formas especiales de expresión que buscan una mayor visibilidad del conflicto. De hecho, en algunos ambientes y medios de opinión se habla de la necesidad de una "formalidad" nueva en el ejercicio de huelga incluso como condición para la participación en la misma, como un elemento que "atraiga" a los empleados públicos a secundar la huelga como medida efectiva o de mayor visibilidad mediática y social.


La forma de expresión de una "nueva conflictividad" más común es el encadenamiento y sectorialización de acciones de protesta, de forma que el conflicto se prolongue temporalmente mediante la alteración continuada y rotatoria de administraciones o servicios públicos. La experiencia alemana de rotación de huelgas en servicios públicos se inscribe en esta idea, a la que se acompaña de una especie de “relevos” en la huelga. El sector que ha realizado ese día la huelga se manifiesta ante la sede más relevante del siguiente servicio público en huelga, como entregándole el relevo del conflicto y haciendo presente la continuidad real del mismo. Aunque pretende escenificar un estado de rebelión permanente (y en este sentido se diferencia claramente de la convocatoria del 8 de junio) la gestión del conflicto social frente al plan de ajuste impuesto por la Unión Europea por los sindicatos griegos incide en esta línea, alternar convocatorias generalizadas de huelga para todos los trabajadores con la de sectores especiales cuya paralización demuestra la alteración radical de la normalidad productiva y social.


Otras experiencias, nacidas de la debilidad sindical o de prohibiciones o restricciones legales, son también aprovechables. Se trata de formas de exteriorización del disenso colectivo mediante carteles, o pegatinas que portan los propios trabajadores, o, en algunos casos, convocatoria de “pasacalles” durante el trabajo, o concentraciones en las plantas ministeriales destinadas a los altos dirigentes del ministerio, etc. Se trata de iniciativas mas cercanas a las performances teatrales que a las clásicas formas del conflicto, pero que han demostrado su eficacia cohesiva interna, favoreciendo la adhesión al conflicto de muchas personas normalmente no integradas sindicalmente, y una mayor visibilidad y repercusión hacia fuera, tanto en el público como en la reproducción de estos actos en los medios de comunicación.


Por último, la eficacia de piquetes masivos de huelguistas que recorren no sólo los lugares “típicos” de la prestación de servicio – sede de los ministerios, agencias territoriales, etc – sino las calles de la ciudad, cumplen también esa función de extensión y de publicidad del conflicto muy interesante. Es posible que en esta huelga, los piquetes se beneficien de una cierta colaboración policial, ante la identidad de reivindicaciones y la prohibición para los funcionarios policiales de entablaer acciones de conflicto. En tiempos muy antiguos, los piquetes de trabajadores en huelga encontraban a los desempleados y se manifestaban juntos. Se dirá que hoy esta experiencia es improbable, pero convendría explorar la idea que la sostiene, la solidaridad entre los que tienen un trabajo estable y aquellos que carecen de cualquier trabajo, incluso precario.

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