jueves, 19 de julio de 2012

HABLANDO SOBRE EL SINDICATO




En el blog hermano de Mikel Urrutikoetxea, "Derecho y trabajo en tiempo de crisis", se da noticia del libro "¿Para qué sirve un sindicato?. Instrucciones de uso", (Ediciones La Catarata, Madrid, 2010), y se hacen algunas apreciaciones sobre su contenido.En el momento actual, en donde la respuesta ciudadana y colectiva a la exapseración antidemocrática en la que estamos inmersos por obra del gobierno, reposa en buena medida en la movilización impulsada principalmente por los sindicatos, reflexionar o debatir sobre esta figura social, es muy importante. A continuación se trasladan pues las que ha realizado nuestro amigo.

Su lectura nos ha sugerido ciertas reflexiones, no divergentes a lo escrito por Baylos sino complementarias, sobre este tema que exponemos a continuación,

1)      ¿Para qué sirven los sindicatos?
La respuesta inmediata es simple y, sin embargo, cierta: para defender a los trabajadores. Si no existieran habría que inventarlos, pues la realidad sería peor sin ellos.
El propio término sindicato remite a sindico, que sugiere la idea de protección o defensa (todavía así en nuestro derecho) y a  comunidad. La defensa de los intereses de los trabajadores por su unión, presente también en la terminología inglesa, Trade Unions, es lo que caracteriza al sindicato.
Esto es claro con respecto a los intereses directos de los trabajadores, pero también desde una perspectiva global de toda la sociedad, y aún más en estos tiempos de crisis. Hay escalones que es fácil descender y que, sin embargo, es muy difícil subirlos de nuevo. Frente a tanta presión de medios financieros y económicos y de una gran parte de los medios de comunicación,  los sindicatos suponen una de las pocas barreras a tanta glosa por el descenso de las condiciones de las condiciones sociales, descenso que tendría desastrosas consecuencias sociales, pero también económicas. La propia crisis actual evidencia que las grandes compañías financieras  se equivocan y que las consecuencias son funestas para todos. Frente a sus “soluciones”, que reivindican allanar y recortar los derechos sociales y laborales, la posición sindical de defender al máximo esos derechos parece un oasis de sensatez ante tanto desatino. Ellos siempre castigan la crisis en cabeza ajena, en la nuestra. Sin los sindicatos la ideología neoliberal dominante en Europa arrasaría con su política de tierra quemada y austeridad para el pueblo, mientras nos endeudan para sufragar sus chiringuitos financieros

2)      ¿Qué es  un sindicato?
Un sindicato es una asociación particular, mejor dicho, voluntaria de trabajadores. Por ahí se aleja de otras formas asociativas profesionales como gremios y colegios. Ahora bien, por naturaleza todo sindicato pretende representar y defender a todo el colectivo de referencia, sea este un grupo particular de trabajadores, sea la totalidad de los mismos. De este contraste, ser una asociación particular con fines generales, nace tanto la pluralidad de opciones (el sindicato se declina en plural, tal y como gráficamente asevera Antonio Baylos), como la vocación abierta de cada una de ellas, los sindicatos no se limitan a defender a sus sindicados, sino que pretenden abarcar a la totalidad de los trabajadores. Sin un proyecto global, si se limitan defender  a los propios, a los afiliados, no sería un sindicato, sería otra cosa.


3)      ¿A quién representan los sindicatos?
De acuerdo con esa vocación de globalidad que caracteriza a los sindicatos estos tienden a representar a todos los trabajadores. A través de los 3 sistemas de representación (asociativa, electoral y negociadora) los sindicatos representan a la inmensa mayoría de trabajadores. Las criticas de falta de representación de los desempleados son interesadas, responden al dogma liberal de cuanto peor, mejor (cuantos menos derechos, más empleo) inverificable, incierto y engañoso.
¿Acaso se está abogando por la asociación de desempleados al margen del sindicato, la asamblea de parados[1]? No, se reivindica la ausencia sindical, la menor defensa para que las condiciones de empleo sean  más baratas.
Es cierto que la afiliación de los parados y también de los precarios es menor[2]. Pero eso no significa que tal representación no exista o que no deba existir. No responde a una renuncia ni a una querencia del Sindicato.

4)     ¿Qué riesgos padecen los sindicatos?
 Nada es inocuo, todo conlleva riesgos, en tanto que es imposible eliminar y a menudo prever las consecuencias no queridas de las propias acciones. Hablamos de riesgos o peligros, no de caminos intransitables o prohibidos. En concreto, las opciones organizativas conllevan unos riesgos o disfuncionalidades que es necesario ponderar y sopesar. Distinguimos una serie de ellos, tratados todos ya por Antonio Baylos, como son los derivados de la institucionalización, la representación “política” y los propios de la financiación.

5)     Así, la institucionalización, la participación institucional por parte del sindicato, puede generar burocratización e integración en el aparato de poder. La corriente anarquista siempre ha expresado una gran reluctancia a la participación institucional y a la concertación social. Sindicatos tradicionales han desarrollado una posición muy crítica sobre estos aspectos. ELA-STV, por ejemplo, ha pasado de generar en gran medida esos sistemas de concertación social (consejo de relaciones laborales, Preco, etc.), dada su posición dominante en el mapa sindical vasco, a una posición muy crítica al respecto.
El poder mancha, contamina y corrompe. Su proximidad adocena a las personas más contestatarias y rebeldes, pero recordando a Sartre si el poder está ahí, entre el fango y la sangre, ¿es posible tocarlo siquiera sin mancharse las manos?
La estampida del Presidente del Consejo del Poder judicial o la situación procesal del ex­-presidente de la CEOE, ilustran bien la dimensión individual de esa contaminación y podredumbre. Pero también se percibe una vertiente colectiva de sufragar gastos de organizaciones, de intercambios de favores entre poderes, etc. (Gurtel, cajas,…)
En cualquier caso, sin negar estos peligros se debe subrayar que el nivel de integración en el poder de los sindicatos es escaso comparado con el de los partidos políticos y para evidenciarlo basta con constatar que el mapa sindical está menos a la derecha que el de los partidos políticos. El poder no sólo corrompe, también potencia las posiciones conservadoras y reaccionarias.


6)      El modelo de representatividad basada en elecciones sindicales conlleva diversos riesgos. Ab intra, la representatividad aproxima al modelo político de partidos y desconecta al sindicato del modelo de afiliación. ¿La baja afiliación está conectada con esta representación institucional derivada de las elecciones sindicales? Antonio niega la mayor, no existe escasa afiliación o al menos la tasa de afiliación está subiendo. Tal vez, pero sí parece existir una densidad sindical  menor que en otros países europeos[3]. Quizás eso se explique en parte porque allá donde las tasas de afiliación son muy altas los sindicatos poseen una funcionalidad protectora desconocida aquí (Sistema Ghent de gestión del seguro de desempleo, por ejemplo). Es posible que ciertos rasgos del sistema jurídico español no presionen a favor de la afiliación, como la prohibición del closed shop o la aplicación de los convenios a todos los implicados en el ámbito de negociación (por el principio de no discriminación). Palomeque (2010) estima que la muy elevada audiencia electoral de los sindicatos, corrige de modo decidido,…, las consecuencias negativas de una, con certeza, baja tasa de afiliación de los sindicatos españoles[4]. Es cierto, pero es difícil discernir hasta qué punto la representatividad electoral sólo complementa la representación asociativa o, además, perpetúa la escasez de la afiliación.
En cualquier caso, el modelo político de representación posee una gran fuerza sobre el asociativo: da más libertad a los representantes, posee un halo público, conlleva una idea de pluralidad y democracia,…Por todo ello no es difícil entender que presiona al modelo asociativo, que sin embargo, es el definitorio para el sindicato: Pueden existir sindicatos sin participación electoral y sin representatividad (CNT), pero no que renuncien a la afiliación.
  
7)      En cualquier caso para entender el modelo se debe tener en cuenta la historia sindical donde los sindicatos clandestinos fueron capaces de amortiguar y casi de implosionar el sindicato vertical. A diferencia de la política y a pesar de la afiliación obligatoria y de los medios con que contaba no hay grandes rastros de aquel sindicato vertical en el actual  espectro sindical. En aquel contexto sindical las  elecciones sindicales sirvieron para generar cuadros, posibilitar alternativas a lo oficial y para mantener una mínima organización. Además se generó una tendencia de organización entorno a los organismos unitarios de empresa (comités y delegados). De alguna forma la representatividad conjuga la libertad sindical con esa historia

 8)      Pero, a lo crudo, ad extra ¿esa representatividad da ventaja a los sindicatos mayoritarios? Tal vez[5]. La representatividad irradiada les permite llegar a lugares donde carecen de afiliación y montar una estructura o influir en la negociación colectiva. Pero, como evidencia el propio mapa sindical del País Vasco no impide otras mayorías, ni les dota de representación allá donde no la tienen[6]. Por otro lado, el criterio de la representatividad electoral cumple con eficacia a la hora de suministrar una pauta para la vertiente institucional, que no social, del sindicato.
Tienen razón Antonio cuando afirma con contundencia que la situación sindical es diferente de la política, no hay alternativas entre opciones. No existe un Pacto de El Pardo que haya instituido los turnos en el gobierno. Estamos ante una diarquía, ante una situación de cuasimonopolio pactado. Pero, ¿la situación sería radicalmente distinta de medirse la representatividad sindical de otra manera? Por ejemplo, ¿a través de afiliación sindical? Nosotros sospechamos que en lo sustancial los datos serían muy similares.
Es posible que su diseño prime a ciertos sindicatos en el ámbito de la pura negociación colectiva (a través de la irradiación de la representatividad y de la mayor representación). Quizás fuera deseable que la representatividad se complementase con otros datos, referidos, por ejemplo, a la afiliación. O se podría descender el rigorismo para alcanzar la categoría de sindicato representativo de comunidad autónoma (15% y un mínimo de 1500 representantes son demasiados en comunidades, como Navarra[7], uniprovinciales y sin demasiada población)


9)      La financiación es otro riesgo, sobre toda aquella cuya función a priori no es la financiación sino otra. No corregimos nada de lo afirmado por Baylos sobre la escasez de la financiación directa y sobre el carácter formativo de las acciones entorno al sindicato que generan mayor trasiego de dinero. Con todo, no es difícil  que se susciten dudas, alentadas por una línea mediática antisindical, sobre una cierta función oculta de financiación de los sindicatos y aún más de las patronales (dato que esos medios silencian). La mejor solución seria la luminosidad, cuentas claras y una financiación de los sindicatos privada y pública cristalina

10)  Para finalizar, sería deseable una evaluación de cómo ha funcionado esta política de concertación y participación institucional, ¿Qué frutos ha dado?, ¿qué consecuencias ha generado? Una especie de historia o balance de la política sindical de los últimos años que bien pudiera efectuarla Antonio Baylos. Ahí queda el envite

Y no olviden, amigas y amigos, que el 19 de julio están convocadas manifestaciones en 80 ciudades españolas para rechazar las últimas medidas del gobierno que recortan salvajemente derechos laborales y sociales. ¡Hay que pararles!








[1] Recuérdese que el art 3.1 de la LOLS prohíbe los sindicatos específicos de parados y de otras categorías concretas de trabajadores (jubilados, incapacitados, etc)
[2] Como se constata en el informe Holm-Detlev K y Calleja, J. P. (2011): (“Los determinantes de la afiliación sindical en España”, Observatorio Confederal de Afiliación, 36.58  los colectivos de reciente incorporación al mercado laboral están infrarrepresentados en los sindicatos. Así, por ejemplo los trabajadores temporales tienen una afiliación menor en un 50% que los que poseen contrato indefinido. Más escasa aún es la afiliación de los extranjeros (7,5%) o de los jóvenes (menor de un 8%)
[3] La tasa de densidad de la afiliación sindical es bastante baja en el contexto europeo, entre un 20 y un 29%, mientras que la mayoría de los países europeos poseen tasas bastante más  altas. European Foundation for the Improvement of Living and Working Conditions (2009): Trade union membership 2003–2008

[4] Palomeque, C. (2010): “Una caracterización del sistema sindical español (2010) en blog del autor http://manuelcarlospalomeque.blogspot.com.es/2011/02/una-caracterizacion-del-sistema.html

[5] De hecho las Leyes 11/1994, de 19 de mayo, y 18/1994, de 30 de junio, que mo­­dificaron las normas electorales para la representación de los trabajadores asalariados y funcionarios y que dotaron al sistema de algunos de sus rasgos actuales, fueron objeto de previo acuerdo con UGT y CCOO.
[6] Según el Eustat a 31.12.2012 los resultados de  las elecciones sindicales daban el siguiente mapa sindical (se han excluido las opciones con menos de un 5% de representación): UGT 12,4 %, LAB 17,3%, COO 19,9% y ELA-STV 39,8%.
[7] La representación de los elecciones sindicales en Navarra mantiene una cierta estabilidad donde UGT obtiene casi un 30%, CCOO entorno al 25, ELA-STV el 21 y LAB el 13%.

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