Posiblemente muchos lectores del blog recuerdan la imagen en blanco y negro. Son los mineros de CRIMIDESA, marchando sobre Madrid en 1980. Es una fotografia que permanece viva en la memoria de toda una generación que luchó por la conquista de la democracia, y para la que esta columna de mineros significaba que el Estado social instaurado en la Constitución de 1978 y sus derechos laborales deberían ser una y otra vez afirmados frente a la continua erosión y restricción de los mismos por parte del poder económico. Hoy la minería del carbón está en huelga y desde varias zonas un numeroso grupo de mineros han avanzado sobre la capital para exigir el cumplimiento de los acuerdos con la Unión Europea y el mantenimiento de esta industria extractiva. Esta es una crónica del recibimiento de la ciudad a los mineros del carbón en lucha.
La entrada de los mineros estaba prevista a las 10 de la noche, luego a las 10 y media, según el telediario de las 9. El cronista del blog salió de su casa a las 11 de la noche, confiado en que encontraría la marcha en Plaza de España. No era así. Todavía no habían llegado a Moncloa. Pero la calle Princesa, vacía de coches, estaba llena en las aceras de gente esperando. Otros subían la calle hacia el lugar de bienvenida. Muchas camisetas verde en defensa de la enseñanza pública. Gente mayor descansando en las esquinas, con alguna bandra asturiana. Bicicletas y tatuajes calle arriba. En la esquina de El Corte Inglés de Argüelles, el neón azul de los coches de policía hace pensar que la marcha está ya cerca. No es así. Mucha gente joven. Muchas parejas que pasean. Más banderas, carteles de apoyo a los mineros. Han sido centenares los que han venido a las 9 y media y se han quedado a cenar por los bares de la zona. Los mineros han cenado a su vez en una carpa en los campos de deporte de la Complutense. Cruza la calle a la altura de Altamirano Bruno Estrada, que saluda al cronista y le cuenta que la marcha va lentísima por la cantidad de personas que entorpecen el camino. Un jubilado de melena blanca ondea una inmensa bandera republicana. En una cafetería convertida ahora en cervecería repleta de parroquianos, se entrevé al caballero Henry de Lille. Más camisetas negras, pegatinas de CCOO y de UGT. Hay cada vez más gente en medio de la calle. Entre ellas, las hermanas Benito con una amiga. Más adelante, un grupo de compañeros del transporte de CCOO hablan de la solidaridad como elemento que caracteriza la cultura de las cuencas mineras. Ya cerca del intercambiador se apiñan todas las banderas de la CGT, de Izquierda Alternativa, de Corriente Roja. Hay muchas chicas y chicos del 15-M, bicicletas en el suelo, una especie de vivacs espontáneos. De repente rugimos de entusiasmo y coreamos "Madrid entero / recibe a los Mineros", que luego se hace "Madrid Obrero", junto con "Viva la lucha de la clase obrera", y, desde luego "Santa Bárbara bendita". Pero no son los mineros, sino un grupo de abre pistas, que están intentando crear un pasillo. El tiempo pasa y el cronista tiene mañana que levantarse pronto, por lo que desanda el camino. Se cruza con Toni Ferrer, y comenta el aluvión de gente y la capacidad de aguante de la misma. Todos son luces de móviles, cámaras de fotos, ipod, haciendo instantáneas, filmando. Ni una sola cámara de televisión. Suben hacia Moncloa una riada de personas, y otros más bajan hacia Plaza de España. Nos dicen que Sol está completamente abarrotada. En la esquina del Corte Inglés, Amaia Otaegui y su hija Nerea bromean sobre el cronista y Wyoming. Sigue el trasiego de gente. El cronista se retira a sus aposentos a tiempo para escribir esta crónica. Escucha el zumbido creciente del helicóptero y se asoma a la ventana, pero no ve nada. La marcha debe pasar al fondo, cerca del Hotel Princesa. Su recompensa es recibir un mensaje de Laura Mora, emocionada ante la maravilla de una ciudad que es capaz de comerse la noche para ofrecerla de bienvenida a los mineros que llegan, compañeros, amigos, camaradas.
Mañana a las once, manifestación que sale de la Plaza de Colón. Manténgade atentos a la página.
1 comentario:
Madrid, siempre minera. No así los políticos que allí se cobijan. A la oscuridad con ellos!!!
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