sábado, 29 de enero de 2011

EL ACUERDO DE REFORMA DEL SISTEMA DE PENSIONES






El acuerdo de reforma del sistema de pensiones concluido entre el 27 y el 28 de enero de este año, ha generado, como no podía ser menos, una amplia expectación por su significado material y sus repercusiones políticas. Se trata de un hecho muy significativo que merece unas reflexiones globales, con independencia de posteriores análisis de aspectos concretos de su contenido.


La valoración de cualquier acuerdo requiere considerar al menos tres aspectos. El primero, el contexto en el que se produce la negociación y la firma del mismo. En segundo término, la fórmula o procedimiento llevado a término para su realización y las posteriores consecuencias de este proceso. En tercer y último lugar, las consideraciones sobre el contenido de lo acordado y su posición en la relación existente entre las pretensiones de las partes de la negociación.

Siguiendo este esquema de análisis, es un lugar común que la reforma del sistema de pensiones se inscribe en una línea de intervención promovida por la Comisión europea que no sólo se manifiesta en la elaboración del Libro Verde “En pos de unos sistemas de pensiones europeos adecuados, sostenibles y seguros”, de 7 de julio de 2010 , COM (2010) 365 final, cuya tesis es que hay que retrasar la edad de jubilación revisando “por completo” los marcos legales en los países de la UE, sino en las iniciativas que ella ha auspiciado en varios ordenamientos europeos como medidas de salida de la crisis. Se han producido así reformas drásticas de la pensión de jubilación en los países periféricos que han sufrido las turbulencias financieras sobre la financiación de su deuda, pero también en otros Estados “centrales”, como Inglaterra y, de manera especial, Francia. En el caso español, la propuesta de ampliar la edad de jubilación a 67 años, y la extensión de los períodos de carencia a 41 años, con 30 años para el cálculo de la base reguladora, culminaba una estrategia de reformas llevadas a cabo por el gobierno socialista que había incidido sobre el recorte del gasto social y del salario de los empleados públicos, la privatización de los servicios públicos más rentables, y la implantación de una “reforma estructural” del mercado de trabajo que, pese a la importante huelga general del 29 de septiembre, había sido llevada a cabo en los términos diseñados por el mando económico y financiero que fueron asumidos y defendidos en su integridad por el régimen legal que implanta la Ley 35/2010.

En este contexto de ofensiva por lo que se denomina “devaluación interna” de los salarios y del poder sindical colectivo en la regulación de las condiciones de trabajo, la reforma del sistema de pensiones venía a anunciar que el objetivo siguiente era el modelo de seguridad social como manifestación principal de la cláusula del estado social en nuestra constitución. Por eso la reacción sindical a este plan fue el anuncio de la convocatoria de una segunda huelga general. Desde esta posición, el sindicalismo confederal pudo forzar la apertura de un proceso de negociación en el que por otra parte se incluyeron otros temas muy relevantes, como el de la reforma de la negociación colectiva, el desarrollo reglamentario de los expedientes de regulación de empleo y las políticas activas de empleo.

Este es el segundo aspecto que conviene resaltar, la elección consciente de un proceso de negociación que no sólo involucraba al gobierno – en su conjunto, haciendo perder peso relativo a las posiciones más ligadas al mando económico-financiero – sino que daba presencia al nuevo equipo de dirección de la CEOE y enlazaba este momento con el debate parlamentario sobre los resultados de la Comisión del pacto de Toledo y la orientación que en ella se iba delineando. Fruto de la presión de la movilización sindical y su traducción inmediata en términos electorales frente a las próximas elecciones autonómicas y municipales, el proceso de negociación no fue bien recibido principalmente por los sectores económico-financieros partidarios del cambio radical del escenario de las políticas sociales, y la presión hacia la “reforma sin pactos” se incrementó con la inestimable ayuda de los habituales medios de comunicación afectos y la bajada a la arena de los intelectuales orgánicos de la estrategia antisocial de los llamados “mercados”. Esta presión para afirmar el carácter prescindible y perjudicial del intercambio político presente en la negociación sindical venía sólo de un lado del espectro político, porque la izquierda no gubernamental mantenía las críticas al proyecto de reforma pero se mantenían expectantes ante los resultados de la negociación emprendida.

El acuerdo alcanzado es complejo, no sólo porque se trate de una materia donde los aspectos técnicos del sistema de seguridad social hacen complicada su explicación, sino porque el objetivo del mismo ha sido precisamente éste, el de diversificar el acceso a las prestaciones de jubilación y establecer diferentes medidas en este domino que “flexibilizan” el mismo. Pero lo que es más evidente es que se trata de un acuerdo defensivo, que pretende mantener unos mínimos en la configuración de la garantía institucional de la protección social frente a la vejez que no desvirtúe en lo esencial el modelo social tal como se viene reformulando en nuestro país a partir del Pacto de Toledo de 1996. La horquilla de la jubilación entre 61 y 67 años, con especial incidencia en el derecho incondicionado a la jubilación de 63 y la regla general de jubilación a los 65 y el correlativo aumento de los periodos de cotización necesarios para obtener el 100 % de la pensión de los 35 años actuales a 38,5 o 37 para los que se jubilen a los 67, el fomento de la jubilación parcial y los incentivos al retraso en la edad de jubilación, la modificación del período de cómputo para la base reguladora de la pensión de jubilación de 15 a 25 años, su despliegue temporal hasta el 2023 y la nueva formulación del problema de las lagunas de cotización, las reglas especiales de cotización adicional para mujeres por hijo alumbrado y para jóvenes, en especial en relación con los llamados periodos de formación o de investigación, la reducción de la edad pensionable a los trabajos penosos, tóxicos y peligrosos, la integración de regímenes especiales en el Régimen General, y la atención a nuevas medidas de financiación y de ampliación de ingresos al sistema, son las cuestiones más relevantes del Acuerdo.

Son todos ellos aspectos que se interrelacionan y que para su valoración concreta hay que conocer la situación legal actual tanto como la propuesta de reforma que presentaba el gobierno sobre estos temas. El resultado del pacto ha sido considerado por las direcciones de CCOO y UGT un punto de equilibrio suficiente para ser aceptado. En esa decisión se incluyen además, como se ha dicho, aspectos relevantes que se acompañan al acuerdo sobre la reforma del sistema de pensiones, especialmente la declaración sobre la reforma de la negociación colectiva, de cuya “hoja de ruta” ha desaparecido el tema de la ultra-actividad de los convenios y en donde se insiste en el carácter central del convenio sectorial en la arquitectura del sistema. Además, la precisión de ayudas a parados en el marco de las políticas activas de empleo que enlazan, rebajando la cuantía, las prescripciones sobre el subsidio asistencial excepcional para parados de larga duración, y el desarrollo reglamentario del art. 51 ET en materia de despidos colectivos constituyen elementos adicionales de este acuerdo complejo.

¿Ha sido correcta la decisión de la dirección de los dos sindicatos confederales? Es muy comprensible discrepar de ella por entender que las nuevas reglas de acceso a la prestación de jubilación son más gravosas para los trabajadores y trabajadoras cuya trayectoria laboral ha sufrido largos períodos de paro y subempleo, provocan una cierta disminución de la cuantía de la pensión de jubilación – posiblemente en torno a un 4 o 5 % para las pensiones más altas, pero casi imperceptible para las pensiones bajas – y no articulan medidas de “amortiguamiento” de las situaciones de exclusión del mercado de trabajo y por tanto de dificultad en el acceso a una pensión de jubilación digna. Sería un juicio negativo ligado a la propia configuración del pacto como pacto de límites o de resistencia ante el peligro de desmantelamiento de fases importantes del sistema de protección.

Pero por lo mismo, cabe realizar una valoración positiva del acuerdo y por consiguiente aprobar la decisión adoptada por los negociadores de CC.OO. y UGT. Se trata de un acuerdo que pretende intervenir y controlar la deriva que se quería imprimir al sistema, y ha congelado en sus prescripciones un nivel mínimo de derechos a la prestación económica de jubilación que no resulta lesivo para la garantía institucional de la protección de la vejez tutelada constitucionalmente. La horquilla de edades pensionables es por tanto un elemento que debe ser revalorizado como el punto de ruptura del eje central de la propuesta del gobierno, el aumento generalizado de la misma a 67 años. Injerta en el sistema un principio atenuado de libertad de opción, es decir, un umbral mínimo y otro máximo de edad de jubilación, de modo que se puedan conciliar relativamente condiciones de trabajo – más allá de la específica regulación de los penosos o peligrosos – y exigencias personales. Además se han incorporado elementos de corrección de las fisuras que el trabajo femenino y juvenil padecen respecto de la protección del sistema, aunque todavía en un nivel muy rudimentario, y hay también una atención más destacada al reforzamiento de los ingresos del sistema, en oposición a considerar la sostenibilidad del mismo en términos exclusivamente de gasto y de porcentaje afectado del PIB. No se trata sólo de que el acuerdo ha procedido a una reducción sustancial de las propuestas del gobierno, sino que ha sido capaz de impulsar una visión diferente de la forma de abordar las reformas de la jubilación que permite considerar este momento regulativo como una versión restrictiva y no expansiva de las garantías que conforman el modelo de protección social española, lo que no sucedía con las propuestas de reforma, que abrían una brecha en este modelo social.

Lo que sí es seguro es que este Acuerdo debe ser conocido y debatido por el conjunto de los trabajadores, y en especial por los afiliados a las organizaciones que lo han negociado. Es ésta una necesidad derivada de la propia importancia mediática y política que ha tenido y de la exigencia participativa que estos temas suscitan entre los trabajadores y trabajadoras afectados. Ese impulso a la información sobre el acuerdo y sus consecuencias, que se está haciendo ante todo a través de las estructuras de dirección federales y territoriales de los dos sindicatos y que culminará en la votación del Acuerdo en las reuniones de los órganos de dirección de las dos confederaciones – el 1 de febrero en el consejo Confederal de CCOO – tiene en su contra muchos elementos, algunos de ellos externos y otros internos, derivados de la propia dinámica organizativa del sindicato. Todos ellos pueden caminar en el sentido de crear ciertos desgarramientos en el interior de la militancia sindical que no debería producirse.

Hay algunas formas de presentar el Acuerdo de las que, a mi juicio, se debería huir. La primera de ellos es la de afirmar que se trata de un pacto que garantiza el sistema y su sostenibilidad, porque éste es el objetivo de cualquier intervención sobre la seguridad social como una condición implícita de la misma. Como el acuerdo se sitúa en una estrategia defensiva y endurece los requisitos de acceso a la prestación, se genera un equívoco muy negativo al identificar medidas restrictivas con sostenibilidad del sistema. La segunda, más extendida en el universo mediático, es la de mostrar el acuerdo como un gran pacto social o “pacto histórico” que se relaciona con los grandes momentos fundantes de la democracia. Aun concediendo su parte a la exageración que acompaña a las noticias ampliamente anunciadas para darles más relieve, la adjetivación es menos importante que el sustantivo. El de finales de enero se trata en efecto de un acuerdo, pero que se inscribe en un proceso de confrontación y desacuerdo de mayor alcance que no está cerrado. Sigue en pie la movilización sindical para poner en marcha la Iniciativa Legislativa Popular que recoge el proyecto de regulación laboral antitética a la reforma legislativa aprobada, y hay toda una serie de propuestas gubernamentales que suscitan la crítica del sindicalismo confederal. La situación del desempleo es dramática, más de cuatro millones y medio de parados y una tasa del 20,33 %, y en esa situación no puede hablarse de “paz social”. Se confunde así el poder contractual del sindicato, que se ha manifestado en este proceso articulado de intercambio y negociación, y la desactivación de la huelga general como forma de disenso extremo ante las propuestas gubernamentales, con una recomposición de un clima social no atravesado por profundas divergencias y marcada por el mantenimiento de una conflictividad a medio y largo plazo.

Tampoco es conveniente iniciar el discurso de las “victorias”. Es muy frecuente que se diga por todos los interlocutores que el acuerdo ha significado una victoria para el sujeto pactante o incluso que los comentaristas hablen de una “victoria” de todos los contendientes. La palabra se reconduce a una visión triunfalista que el sindicato no puede asumir como forma de explicación del acuerdo. Éste es producto de una estrategia inteligente de resistencia ante una ofensiva muy potente de desarticulación de mecanismos básicos de tutela ligados al Estado social que buscaban la progresiva asistencialización de la cobertura junto con el recorte del gasto y paralelamente, la apertura de una parte del sector de protección social a la iniciativa privada. No hay victoria en la resistencia inteligente, sino contención y acumulación de fuerzas para en un futuro inmediato reconstruir y avanzar en la extensión de derechos. Atribuir al acuerdo el carácter de “histórico” no es equivocado, puesto que se inscribe en una lógica marcada por el estallido de la crisis en Europa, la práctica desaparición de la capacidad de elaborar una respuesta adecuada a las mayorías sociales representadas por la izquierda política, y la movilización fragmentaria pero intensa del sindicalismo europeo en el ámbito de sus respectivos estados. Es un proceso del que se va a salir con una importante merma de derechos laborales y ciudadanos. Pero a lo largo del cual hay que ir preparando los elementos que permitirán recuperar fuerza contractual y capacidad de presión al servicio de una estrategia de recuperación de los derechos y la extensión de una perspectiva emancipatoria. Esa es la clave de la política, que explica y justifica la ordenación democrática de las relaciones sociales. Y, como decía el gran Vázquez Montalbán – por cierto hablando sobre Jose Luis López Bulla, allá en el año 2000 – “la izquierda no es una condición física o metafísica sino política y sólo se justifica si apuesta por la transformación dentro de lo que cabe y no por la transformación quepa o no quepa”.

CCOO y UGT han actuado correctamente al firmar el acuerdo para la reforma del sistema de pensiones, pero ésta firma debe ser explicada y debatida entre quienes detentan la soberanía real en el sindicato, y no sólo – aunque también – para evitar un antisindicalismo desde la izquierda basado en la decepción por lo que se percibe como entreguismo. Hay muchas señales de esta tendencia, explicable también por un profundo desánimo ante las actuaciones de la izquierda institucional, que tiene el riesgo de calar en sectores militantes de la clase trabajadora y en capas intelectuales que han acompañado las reivindicaciones sociales, produciendo un desgarro interno en las organizaciones sindicales y en su capacidad de influencia y de agregación política en términos de ciudadanía. Explicar el acuerdo significa asimismo recordar que existen otros muchos terrenos de conflicto que permanecen abiertos y que requieren la movilización adecuada en el momento preciso, como la que va a exigir la Iniciativa Legislativa Popular y los conflictos abiertos en tantos sectores, fundamentalmente en el terreno del área pública. Una combinación de luchas y movimientos, explicación e información de la actividad del sindicato y participación democrática para lograr la adhesión más extensa posible, permitirá no sólo una mejor resistencia, sino que creará mejores condiciones para una recuperación del proyecto sindical en clave emancipatoria.

27 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por la explicación profesor...somos muchos los que necesitamos hablar del momento actual y del significado y alacnce del Acuerdo sobre pensiones.

Jaime dijo...

Muy bien, querido amigo, por este carácter ecléctico, "castaniano" de la entrada, ¡qué difícil es por el "Noroeste" recomponer muchos platos rotos! Divulgaré este texto, para sosiego general. Abrazotes.

BGH dijo...

Por una parte nos explicas por que estar en contra de este acuerdo y por otra la importancia del mismo. A falta de análisis de la letra pequeña que aun esta por leer con atención y del debate en los órganos pertinentes de la organización mas bien parece que se trata de templar ánimos y conciencias. La negociación es necesario en una negociación se gana y se pierde pero se acuerda y se decide. Por lo tanto también hay que analizar como pude afectar esta reforma al futuro de la clase obrera en nuestro país y sindicalismo.

Anónimo dijo...

Ayer me llamó mi casero y me dijo que me subía el alquiler quinientos euros. Yo le dije que teníamos un contrato que respetar, y que iba a denunciarle, y entonces él me propuso negociar. Tras varias horas reunidos, he conseguido que sólo me suba trescientos euros, así que estoy muy satisfecho, pues me ahorro doscientos. Otra prueba de que el diálogo es la mejor solución a los conflictos.

http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/01/28/con-compradores-asi-da-gusto-regatear/

Anónimo dijo...

Irreprimible la indignación más pasional que intelectual que siento ante el acuerdo por lo que nos toca a las mujeres, siempre trabajadoras, remuneradas o no, y desde luego claves en el movimiento sindical de clase. ¿Por qué nuestros derechos deben salir siempre dañados en los acuerdos? Ser mujer en el mercado laboral se castiga duramente, se sea madre o no. Y mi sindicato nos utiliza como moneda de cambio. En pro de lo que aún se ha de luchar y construir, podemos permitirnos el lujo de ponérselo aún más difícil a las mujeres en su acceso a las prestaciones de seguridad social, pensiones en este caso. Realmente, no me gusta. Este gobierno lanza mensajes al empresariado de que la igualdad en tiempos de crisis "no toca"; y mi sindicato obviamente también. Ser mujer, trabajadora remunerada y alcanzar los 38,5 años de cotización para llegar a la pensión completa en mi país resulta que es imposible. Creo que se llama discriminación. No, no estoy contenta.

Andrés del Viso dijo...

¿porqué tantos anónimos? me parece que los comentarios, de diferente orientación, sarcásticos unos y apasionados otros, ganarían si se identificaran los/las comentaristas. Entre paréntesis, el texto me ha gustado y, lo que es mas raro, me ha convencido.

Anónimo dijo...

O sea, ahora las secciones sindicales y los afiliados tenemos que debatir sobre lo ya acordado y firmado para luego ir a explicarlo a los centros de trabajo. Pues mira Antonio pero no, los que lo han firmado como saben bien en que circunstancias los han pactado que vayan ellos que seguro que los trabajadores son muy comprensivos con la decision de CCOO

Unknown dijo...

Muy buena explicación, Antonio. Hay que difundirlo.
Un abrazo.

EL CAMARADA dijo...

Pues después de leerte estoy en el mismo sitio, mi sindicato tendría que haberme consultado como afiliado este acuerdo, uno de los motivos de la huelga del 29S era que no queríamos la jubilación a los 67, para mi los derrotados somos los de siempre y los vencedores los de siempre los bancos y la derecha del PPSOE

Anónimo dijo...

Si los comentarios son anónimos quizá sea porque muchos de los que opinan trabajan en comisiones obreras con contratos precarios como se hacen en cualquier otra empresa. La falta de seguridad lleva implicita la falta de libertad y el anonimo como solucción. Triste, verdad?

Anónimo dijo...

Y qué prefieres que los contratos en Comisiones Obreras sean fijos? Esto es el colmo. No será mejor que los contratos se asocien a los mandatos y al acabar todos fuera y se renuevan los mejores. Lo demás es pesebrismo. El que tiene miedo a su opinión se merece la eventualidad. Por último, yo estoy de acuerdo con la firma de este recorte a los recortes de este gobierno gobernado por los mercados. Menos llorar y más participar para que "la otra izquierda" presente una alternativa, en personas e ideas, que recoja los millones de votos que no se merece el PSOE. Pero me da la impresión que esta tarea es demasiado cansada.

Anónimo dijo...

Al margen de sus detalles concretos y de su análisis práctico, me da la impresión de que el acuerdo inevitablemente genera frustraciones (un complemento perfecto a esta entrada es la columna de García Montero en Público) y que será muy importante saber administrarlas bien. No puede ser de otro modo dado el clima en el que el mismo se produce: un escenario de pesimismo y derrota; con una democracia debilitada y un gobierno dispuesto a inmolarse ante los mercados. Pero, por paradójico que resulte, aquí residen las virtudes del pacto. Ha sabido arañar al ejecutivo la necesidad de acordar y atemperarse, algo que éste, o al menos sus sectores más ligados a la ortodoxia económica, ni contemplaba, ni deseaba. Confirma que la huelga de septiembre no fue un trámite, sino que ha forzado una forma de afrontar las reformas que no puede prescindir del sujeto sindical, aunque así lo exijan con entusiasmo los mercados. Y, por último, demuestra que otros cambios, como el de la Ley 35/2010, son inasumibles. Pero, claro, el cuerpo pide otra cosa: romper la baraja, aunque saber controlar los impulsos es a veces tan difícil como necesario, lo digo yo que a duras penas lo logro. Jpr

Anónimo dijo...

Cuando se trata de convencer a alguien, es porque se le reconoce como dueño de la situación.
¿ A quien trata de convencer usted ?

Alicia Durán dijo...

Muchas gracias Antonio por un artículo tan claro. Las cosas no son ni blancas ni negras y el pacto tampoco. En tiempos tan sombríos es de agradecer que haya gente que ponga negro sobre blanco las dudas, las victorias (pocas) y las derrotas (más). Sigamos dudando en común y hagamos caso a Vazquez Montalbán.
Hay que difundir tu artículo, yo ya lo he hecho en los canales a los cuales tengo acceso.

Anónimo dijo...

Señor Baylos no hace falta tanto para decir tan poco: "Es lo que hay y hay que pechar con ello". Con menos, el profesor Zubiri dice mucho más en su artículo de este fin de semana en El País. Y hay una parte muy importante de la afiliación que no tiene cargo que mantener, ni conciencia que apaciguar.

Anónimo dijo...

joder!.¡ Cuanta palabrería !. Lo que digan los trabajadores parece ser que no cuenta para nada en el sindicato. Te dan el discurso y a comulgar. El destino lo tenéis ya marcado....

Anónimo dijo...

Querido profesor, como yo comencé a trabajar a los 21 años recién cumplidos a los 65 años (y si no cambian mucho las cosas) tendré de sobra los 38,5 años para recibir el 100% de mi pensión (es el primer cálculo que he realizado), y también espero que la huelga general del 29 de septiembre que secunde (en mi unidad fue una huelga “individual” por mi parte, además de en contra del partido donde milito) haya servido para poder llevar a este acuerdo , por él que no es obligatorio jubilarse a los 67 años como parecía al principio y tb la carencia específica para el cálculo de la pensión sea al final de 25 años y no toda la vida laboral..

Esta crisis no dejará en una buena posición ni a los trabajadores ni tampoco a los sindicatos, creo que los sindicatos tienen que hacer un gran esfuerzo para explicar el acuerdo de las pensiones, para que el acuerdo no sea la causa de alejamiento de los trabajadores de sus sindicatos. Para alejar a los trabajadores de los sindicatos de clase, ya hay otros que están trabajando a conciencia (medios de comunicación, la derecha política , ** correo electrónico del CSIF-UCLM, renunciando a la subvención… en fin cada uno utilizando las herramientas que puede).

Todavía a mi entender queda una batalla muy importante que es el modelo de negociación colectiva, donde los sindicatos se juegan el ser y el estar.

Por cierto la frase “no hay victoria en la resistencia inteligente, sino contención y acumulación de fuerzas para en un futuro inmediato reconstruir y avanzar en la extensión de derechos”… me ha dejado alucinada…

Anónimo dijo...

Procedo a exponer mi desacuerdo con alguna de sus afirmaciones

A ver el sindicalismo confederal no fuerza a la negociación el Gobierno es el primer interesado en la misma por diversas razones : dada la correlación de fuerzas tiene la sarten por el mango y puede lograr los objetivos marcados sin quedar como el malo a golpe de decretazo o ignorando a los sindicatos , en segundo lugar es una manera de apaciguar cuando no yugular el conflicto social a gran escala y además gobierno se presenta a elecciones( a diferencia de los mercados a los que sirve fielmente) y este acuerdo le sirve para maquillar su responsabilidad en este recorte durísimo ante la ciudadania.
Por otro lado el que las paredes maestras de la negociación colectiva estuvieran encima de la mesa, ,aunque después se respertaran, no es algo precisamente a celebrar sino más bien a deplorar parece que todo es suceptible de mercadeo, de transacción,de componenda :los sindicatos ponen en venta en el tapete de la concertación social los derechos y conquistas de los trabajadores en una dinámica en la que no hay líneas rojas: lo que ayer era innegociable hoy ya no lo es contribuyendo de esta manera decisivamente a la jibarización paulatina de nuestro estado del bienestar. Lo dicho está intimamente ligado con la concepción del pacto con un fin en si mismo como un bien en si mismo, se atribuye al pacto la cualidad benéfica de convertir lo malo en bueno por arte de magia obviando que lo sustancial no es que haya pacto o no sino el contenido del mismo en su caso. Hay momentos en que el pacto no cabe y la política se abre paso por otros medios es hora entonces organizarse, de movilizarse, de luchar un camino profundamente más democrático que los pactos por arriba. Soy cosciente de la debilidad actual de los sindicatos, de la desmovilización de la clase trabajadora de su alineamiento con el pensamiento dominante pero con todo y eso los sindicatos han perdido la gran oportunidad de recuperar el prestigio perdido



¿ Cómo se puede decir que este acuerdo “no resulta lesivo para la garantia intituciona...”? Cuando como resultado del acuerdo para calcular la pensión se tomarán en cuenta los últimos 25 años lo que hará menguar las pensiones de todos alejandanos así un poco más del artículo 50 de la Constitucion que recordemos señala: “Los poderes públicos garantizarán, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. .

Es verdad que no se acaba de cuajo con el sistema público de pensiones pero se trata de articular un sistema de cambios graduales no traumáticos a corto plazo que haga la reforma socialmente digerible



Por otro lado hablar de un modelo regulativo en su versión restrictiva de garantias opuesta a una versión expansiva, desde un punto de vista teórico es aceptable, pero la realidad es que desde 1980 a nuestros días no hemos vivido una fase expansiva de derechos, sin perjuicio de conquistas puntuales por ejemplo en el ámbito de la protección de la mujer trabajadora, soló hemos sufrido la primera versión. El futuro puede depararnos una versión expansiva de garantias SI pero nunca de la mano de la concertación social o al menos sin un largo periodo de conflicto social previo y con una fuerza parlamentaria de la izquierda real en estos momentos IU en el futuro lo que se cree realmente importante.

Este acuerdo ha desactivado a buena parte del movimiento sindical más combativo, las cúpulas sindicales han quedado totalmente desautorizadas para llamar a la movilización, su credibilidad la han perdido por años ( pásese por el Facebbook de CCOO). Hablar de acumulación de fuerzas de reconstrucción después del acuerdo que se ha llevará por delante a una parte significativa de lo mejor del movimiento obrero combativo y consciente es realmente voluntarista no digo que ello no se pueda producir en el futuro y evidentemente me parece deseable pero este pacto aleja la necesaria reconstrucción del movimiento sindical .Hoy el camino está más allanado para nuevos ataques a la clase trabajadora.

Anónimo dijo...

Gracias Antonio por tus honestos comentarios, creo que demuestran que se puede ser crítico y constructivo, reconocen el derecho al disenso como pieza insustituible del debate deliberativo y democrático. Actitudes como la que se desprenden de tus comentarios hacen ver que se puede estar en desacuerdo con el pacto sin haber bebido orujo, con tranquilidad, sin agresividad, y sin temor a ser tildado antes de empezar a hablar como "revolucionario de salón". Intentando ponerme en el difícil lugar de quien tiene que negociar, mi conclusión es que los que más han puesto, los que más pelos se van a dejar en la gatera, más pierden, es decir,los Sindicatos, que harán mal si, como tú dices, no presentan este acuerdo como defensivo y necesario para una reacumulación de la fuerza sindical para la continuidad de la protesta frente una largo ciclo de agresiones que no se agota en esta reforma. La tentación de considerar el pacto como una victoria es grande y debe evitarse. Saludos. Giuliano apóstata.

Anónimo dijo...

Querido Antonio: ayer leí tu artículo sobre el acuerdo de reforma de las pensiones y estoy completamente de acuerdo con él. Se ha conseguido reequilibrar el profundo desequilibrio de la propuesta inicial del Gobierno (de Economía) e introducir elementos complementarios muy interesantes, además de no sólo parar la contrarreforma de la negociación colectiva, sino reforzar sus pilares básicos (convenio sectorial, legitimación sindical, carácter normativo y ultraactividad). Y muy buena la cita de Vázquez Montalbán. Si los sindicatos están para gestionar el conflicto social, no debían quedarse al margen de esa negociación si había margen.
Un abrazo,
Manolo de la Rocha

Humillados y Ofendidos dijo...

(...)" En el recuento final, pierden los trabajadores porque de entrada se dejan hasta un 20% de pensión vitalicia a cambio de nada, y en el futuro pueden dejarse mucho más." (...)"Pierden los sindicatos porque han demostrado su falta de fuerza y liderazgo. Solo han logrado retrasar y reducir marginalmente el recorte."

Una reforma injusta y con trampa. Ignacio Zubiri. El País Negocios del Domingo 30 de enero de 2011>

Por más que duela a algunos, no cabe mejor resumen de este "acuerdo defensivo/regresivo"

Anónimo dijo...

Querido Antonio, el acuerdo al que se ha llegado sólo se puede entender como consecuencia del proceso de pérdida de capacidad, y de respaldo de los trabajadores, de los sindicatos para movilizarse. Y acuerdo y la forma de llegar a él ahonda en ese proceso. Comparadas con las movilizaciones en Grecia, en Francia y en otros países europeos las de España han sido menores y nos han tomado la medida. Hay que dar un giro radical a la forma de hacer sindicalismo en nuestro país. Y tú que tienes prestigio lo debes de plantear. Un saludo
Gregorio Benito

Anónimo dijo...

Gracias, en primer lugar, por considerar comprensibles la discrepancia con el contenido del acuerdo y la decepción provocada por la firma de CCOO y UGT. Tal y como ha comenzado a desplegarse la batería de justificaciones por parte de la mayoría de los medios de comunicación y de las fuerzas parlamentarias, sustituir la apisonadora y los vítores por ese rasgo de elegancia en el debate merece ser reconocido.

Comparto la preocupación por la extensión del antisindicalismo en sectores progresistas y de izquierdas que confiaban en los sindicatos mayoritarios para frenar los negativos impactos de las políticas de austeridad y las reformas estructurales que está imponiendo el Gobierno y para mantener viva la posibilidad de construir una alternativa progresista para salir de la crisis; pero no veo otra forma de evitar la extensión del desprestigio de los sindicatos que un cambio en la práctica y la acción sindicales. Ceder terreno y mover líneas rojas puede contribuir a minimizar la pérdida de poder contractual, pero puede también debilitar de forma irreversible las bases sobre las que los sindicatos sustentan ese poder: capacidad de convencer y de movilizar, coherencia entre lo que se dice y lo que se hace y confianza en que la defensa de los intereses de la mayoría social que representan está en buenas manos.

Gracias también por la inteligencia desplegada en la valoración positiva del acuerdo. Nos exige a los que valoramos de forma negativa el pacto que expliquemos con mayor rigor y cuidado nuestras críticas, evitando atizar el desánimo social y fragmentar aún más el espacio organizado que en los próximos meses va a tener que afrontar las nuevas medidas antipopulares que seguirán imponiendo ese mando económico-financiero que menciona y los órganos de gobierno de la UE y de los Estados miembros.
Gabriel.

Anónimo dijo...

Buen artículo, pero contradictorio. Si la firma del Acuerdo no es una victoria, si hay que explicarlo tanto para que no se produzca un desgarro entre la izquierda y en el seno del sindicalismo, si se trata de una "respuesta inteligente" en tanto que adaptativa y de supervivencia, ¿A ver si es que el Acuerdo no es bueno?

Dices que se congela lo negociado. Esta sería una justificación si acaso fuese cierto. La reforma debería haber sido más dura pero sin el acuerdo de los sindicatos, porque tras esta pequeña derrota (en relación con la gran derrota en la calle) la próxima vez que se quiera reformar el sistema no van a necesitar acuerdo. Sabrán del miedo que tenemos a luchar y de la debilidad de nuestras fuerzas pero además contarán con la ventaja del desgarro que, compañero Baylos, ya se ha producido.

jose antonio bordes vila dijo...

hola, diras que esto no es el consultorio del señorito "baylos"....
pero me han surgido ciertas dudas, la mas apremiante, ¿ como quedan las jubilaciones anticipadas para los cotizantes a mutualidades anteriores al 67?
en general creo que la informacion facilitada, hasta ahora, del contenido es poco rigurosa.
jose antonio bordes vila
bordes vila@hotmail.com

Simon Muntaner dijo...

Querido Jose Antonio Bordes vila@hotmail.com (no consigo que me salga tu mail). Respondo raudo, es posible jubilarse a los 60 años, con los coeficientes reductores del 8 % por año

Anónimo dijo...

VENDIDOS TRAIDORES, VOSOTROS QUE LO TENEIS TODO LO VEIS BIEN PORQUE NO OS AFECTA CUANTOS CAERAN EN LA POBREZA MAS ABSOLUTA mMIENTRAS uSTEDES RECIVEN MUCHO DINERO, NAS QUE UN SINDICATO DE TRABAJADORES SOYS UNOS BANQUEROS DE LOS RICOS Y DEL MERCADO. OJALA DESAPARESCAN LOS ..UGT Y CCOO. QUE ASCO