Es
portada en todos los medios de comunicación. Es el aniversario del 15-M y se
celebra con manifestaciones masivas en veinte ciudades españolas, las más
relevantes en Madrid y en Barcelona. La de Barcelona, más sesgada sobre la PAH
y la lucha por la vivienda junto con la educación, la de Madrid, más
coincidente con el carácter general del movimiento sobre los recortes de
derechos y con los ecos del éxito de la
jornada del miércoles de huelga general en la enseñanza, jalonada asimismo por
importantes manifestaciones.
Los medios de comunicación comentan el evento de forma muy diferente. La mayoría toma nota de la movilización y la describe. Algunos, como InfoLibre, de forma muy eficaz: “2011-2013: de un país indignado a un país desesperado”, explicando este trayecto en dos afirmaciones, que a la luz de los datos, el estado de cosas contra el que se rebelaron los indignados hace dos años sólo ha empeorado, puesto que “más paro, menos derechos laborales, prestaciones sociales más reducidas, impuestos más altos y servicios públicos recortados componen la radiografía de un país sumido en la recesión”.
Algunos otros ensayan un análisis
“en profundidad”. Dejando de lado la prensa pro-gubernamental, es interesante
ver el juicio lapidario de El Pais: “El
15-M pierde visibilidad y gana rabia”, para añadir, en subtítulo, que “El
movimiento se atomiza, se disemina y endurece sus acciones”, por lo que, coherentemente, “varios grupos
impulsan iniciativas políticas para lograr más participación ciudadana”.
El
diario Público, que lleva un tiempo dedicando artículos y noticias a la
evolución del movimiento 15-M, sintetiza así el movimiento y su
trayectoria histórica desde mayo de 2011:
El
movimiento que recibió el nombre de 15-M no es un sujeto al que pueda
considerarse único y delimitado, como un partido político o una asociación. En
las páginas de este diario Amador Fernández-Savater lo definió como algo que
"no sólo es una estructura organizativa, sino sobre todo un nuevo clima
social". Y muy parecido lo explicaba el activista Pablo Padilla recientemente: "Un estado de ánimo y una
forma de organizarse y de entender la política que ha hecho que ya no nos
creamos el hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, que cree en un
proyecto radical de democracia".
Todos
apuntan en esta dirección. "El 15-M supuso la apertura de un nuevo marco de discusión sobre
la realidad, un punto en donde la gente se pregunta qué tengo
yo que decir ante lo que sucede en mi vida y a mi alrededor. Dos años más
tarde, observamos como esa semilla echa raíces adoptando muchas y distintas
formas", explica Jorge Moruno, sociólogo experto en nuevas formas de
trabajo, activista y coautor del libro Les raons dels indignats (Las
razones de los indignados). Y añade que hoy "el 15-M no es un actor en
concreto, es más bien una forma de actuar que dispara a la moral dominante,
construyendo otra relación entre las palabras que construyen cosas y las cosas
que generan palabras: un sentido común a favor de la vida y en contra de la
servidumbre financiera".
Dice el diario “Público” a continuación:
En este
segundo aniversario de las movilizaciones del 15 de mayo las perspectivas son
muy diferentes a las que había en 2011. Si algo queda de la esencia del
movimiento de las plazas son las
asambleas de los barrios y pueblos, las que hacen el trabajo
diario más invisible para los focos de los grandes medios de comunicación, pero
que han restablecido un tejido adherido a la realidad social de cada lugar y
que realmente conforma el magna sobre el que se levanta el movimiento.
En las
asambleas, en las distintas plataformas y en todos los foros de discusión se
asienta la misma idea: la necesidad un proceso constituyente. El régimen
nacido de la Transición con la Constitución de 1978 ya no sirve para unos
movimientos cuya expresión social y política no tiene cabida entre los pilares
que se diseñaron entonces. En este contexto, una parte del movimiento mira a la
confluencia con la izquierda política con miras a crear un bloque popular que
sea capaz de hacer frente en las urnas al Gobierno del PP. Mientras,
otros sectores siguen apostando por la auto-organización desde abajo, provocar
cambios en el ámbito social y seguir funcionando como un movimiento de protesta
y presión frente a las élites políticas.
¿Un proceso constituyente? ¿Sobre qué bases? No lo explica
el articulista, y posiblemente este hubiera sido un tema interesante, para ver
en qué medida la izquierda política más o menos diseminada, los sindicatos y
otros movimientos sociales convergen en este objetivo y en qué dirección se mueven.
Por último, “Público” también aborda la relación entre el
15-M y el espacio del trabajo y de sus figuras representativas, aunque también
de forma muy tenue:
Desde este
colectivo creen que es necesario que el 15-M
se enfrente también a los problemas del mundo laboral,
especialmente los que no pueden ser afrontados por las centrales sindicales
mayoritarias, como el mundo del empleo joven. En este sentido, "la Oficina
Precaria aún tiene mucho recorrido, más aún con 6 millones de parados y las
condiciones de trabajo precarizándose cada día más".
Sin embargo,
aseguran que no han nacido para reemplazar a
los sindicatos, "sino para llegar adonde ellos no saben o
no quieren llegar". Al igual que las relaciones laborales han cambiado,
ellos entienden que las formas de acción colectiva para proteger sus derechos
también deben hacerlo y superar "los esquemas de las viejas formas
sindicales".
Los comentarios por tanto no
relacionan la experiencia del 15-M en España con otras experiencias en el
espacio global, y eso que el lema de este aniversario era “un 15-M” global, en
concreto con la de Occupy Wall Street
o el movimiento 99 / 1%, ni tampoco sus semejanzas y diferencias con el
Movimiento 5 estrellas en Italia (M5S), ni en fin la evolución que se ha dado
en cuanto a la convergencia en la
movilización social desarrollada con los sindicatos y otros movimientos
vecinales, asociaciones profesionales, de padres, etc., que ha transformado la
percepción enormemente crítica respecto de las formas representativas de los
intereses “enraizados” en grupos sociales específicos : trabajadores, vecinos,
padres, en una cierta complementariedad, aun manteniendo una mirada
esencialmente distante respecto de estos sectores. La imagen de Ada Colau entre
los secretarios generales de CCOO y UGT es muy sintomática. Ha sido, claro
está, criticado por gente del movimiento, pero ella se sentía muy cómoda en
medio de una campaña de criminalización y de amenazas que se había desatado.
Es bueno por tanto que el 15-M
llegue a los ciudadanos a través de los medios de comunicación, pero se echa de menos la existencia en España de algunas opiniones que teorizaran sobre los problemas y las experiencias del movimiento, como en Italia realzia Donatella della Porta por cierto con una atención importante al caso español. Sería
interesante profundizar en dos elementos muy importantes, el impulso de
un proceso constituyente – sus puntos de partida, el bagaje cultural que le da
sentido , los sujetos que lo secundan y con qué programa – y la convergencia
entre los sectores que reclaman democracia real y el cese del recorte de los
derechos en una acción “multinivel” que implica manejar presión y conflicto
junto con propuesta y negociación no sólo desde fuera de la estructura
institucional de la administración y del gobierno, sino también dentro del
espacio institucionalizado de la política. Es un largo camino que merece ser
andado.
Y, último pero no menos importante, feliz cumpleaños, amigas y amigos del movimiento 15-M. Y que cumplas muchos más.
Y, último pero no menos importante, feliz cumpleaños, amigas y amigos del movimiento 15-M. Y que cumplas muchos más.
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