Preparar las
clases, pensar en una nueva forma de abordar un tema ante los estudiantes
muchas veces presentado sólo de una manera determinada, permite recorrer libros
y páginas web un poco al azar. Y ese recorrido recompensa a veces con pequeños
y gratificantes hallazgos. Como este pequeño texto de Robert Owen correspondiente
a su período como joven industrial exitoso que gestionaba una potente fábrica
textil en Escocia, New Lannark, antes de su dedicación plena a la
construcción de utopías realizables – la fundación de New Harmony en
Indiana, USA - , el impulso al cooperativismo, la construcción de una gran
central de trabajadores y en general de una economía socialista basada en la
cooperación. En este prefacio aparece la importancia de lo que hoy llamaríamos
una política de personal – de recursos humanos - ligada en su origen a la maximización de la
ganancia. Saber tratar bien al personal, lograr su colaboración con el proceso
de producción, es un elemento decisivo para el gobierno de la empresa. Entre el
industrial y sus trabajadores – la maquinaria viva – no se interpone ningún cuerpo
intermedio, no aparece aún una subjetividad que sea capaz de representar
colectivamente a ese conjunto de personas que en el discurso de Owen
pueden y deben mejorar su conducta para lograr una mayor productividad y
beneficio del proceso de producción de bienes y de servicios.
Organización del trabajo y política
de personal como elementos que durante mucho tiempo han permanecido soldados
entre sí y plenamente opacos a la contractualización de los procesos decisionales
que les dan sentido. La virtualidad del texto – que incluso se puede leer en
clave irónica – es la de recordar que el gobierno de la empresa requiere, para mejorar
y acrecentar la ganancia, conocer bien los mecanismos que logran comprometer a
las personas que trabajan en la consecución eficiente de la producción de
bienes y de servicios, invertir por tanto en formación y en técnicas de organización
de empresa que logre la cooperación voluntaria del personal, anulando o
reduciendo al máximo los brotes de resistencia no tanto a la disciplina cuanto
a la colaboración positiva de quienes trabajan para ( y no sólo en) la empresa.
Prefacio al Tercer Ensayo que aparece en A New View of
Society. Fue escrito y publicado en 1813.
(Extraído de Robert Owen, pionero del management, de Manuel
Santos Redondo. https://eprints.ucm.es/6708/1/0027.pdf
Como ustedes, soy un fabricante
que persigue un beneficio pecuniario. Pero habiendo actuado durante muchos años
basado en principios en muchos aspectos inversos a aquellos en que ustedes han
sido instruidos, y habiendo encontrado que mi proceder era beneficioso para
otros así como para mí mismo, incluso desde un punto de vista pecuniario,
quiero explicar estos valiosos principios, para que ustedes, así como aquellos
que se encuentran bajo su influencia, puedan compartir sus ventajas.
En dos Ensayos, ya publicados, he
desarrollado algunos de estos principios y en las páginas siguientes podrán
encontrar la explicación de otros, con algunos detalles de su aplicación en la
práctica bajo las peculiares circunstancias locales en que yo asumí la
dirección de las Fábricas y Establecimientos de New Lanark. Por estos detalles,
ustedes verán que, desde el comienzo de mi dirección, consideré a los
trabajadores, junto con los mecanismos y todas las otras partes del
establecimiento, como un sistema compuesto por muchos elementos.
Era mi obligación y mi interés
combinarlos para que cada trabajador, así como cada resorte, cada palanca y
cada rueda pudieran realmente cooperar con el fin de producir el mayor
beneficio pecuniario para los propietarios. Muchos de ustedes han experimentado,
en los procesos de fabricación, las ventajas de una maquinaria bien diseñada y
bien construida. La experiencia también les ha demostrado la diferencia en los
resultados entre un mecanismo limpio, bien cuidado y que siempre funcione
correctamente, y aquel que está sucio, desordenado, sin los medios para
prevenir la fricción innecesaria y que por lo tanto se deteriora y funciona
mal. En el primer caso toda la economía y la dirección son correctas, cada
operación se lleva a cabo con facilidad, orden y éxito. En el último caso, se
produce lo contrario, la escena se presenta llena de retrasos, confusión e
insatisfacción entre todos los agentes e instrumentos interesados u ocupados en
el proceso general, cosa que seguramente creará grandes pérdidas.
Por lo tanto, si dedicar el
debido cuidado al estado de sus máquinas inanimadas puede producir resultados
tan beneficiosos, ¿qué no puede esperarse si dedican la misma atención a sus
máquinas vitales que están mucho más maravillosamente construidas? Cuando
ustedes adquieran un conocimiento correcto de éstas, de sus curiosos
mecanismos, de sus poderes de autoajuste; cuando el resorte principal adecuado
se aplique a sus variados movimientos, ustedes serán conscientes de su valor
real y pronto se verán inducidos a dirigir sus pensamientos con mayor
frecuencia de las máquinas inanimadas a las máquinas vivas; descubrirán que
estas últimas pueden prepararse y dirigirse con mayor facilidad para obtener un
mayor aumento de beneficio pecuniario, a la vez que podrán conseguir de ellas
una alta y substancial gratificación.
¿Continuarán ustedes, entonces,
gastando grandes sumas de dinero en conseguir el mecanismo de madera, bronce o
hierro mejor diseñado, para mantenerlo en perfecto estado, suministrarle la
mejor sustancia para evitar la fricción innecesaria y evitar que caiga en un
desuso prematuro? ¿Dedicarán, también, años de intensa aplicación para entender
la conexión de las diversas partes de estas máquinas sin vida, para mejorar su
potencia efectiva y calcular con precisión matemática todos sus movimientos
minuciosos y combinados? Y cuando en estas transacciones estimen el tiempo por
minutos, y el dinero gastado por la posibilidad de una ganancia mayor por
fracciones, ¿no podrán dedicar parte de su atención a considerar si una porción
de su tiempo y su capital no podría aplicarse más ventajosamente a mejorar la
maquinaria viva?
Por mi experiencia, que no puede
engañarme, me aventuro a asegurarles que su tiempo y su dinero aplicados de
esta forma, si están dirigidos por un verdadero conocimiento del tema, les
rendirán no cinco, diez quince por ciento de sus capitales invertidos sino con
frecuencia cincuenta y en muchos casos el cien por cien.
He invertido mucho tiempo y
capital en la mejora de la maquinaria viva; y el tiempo y el dinero invertidos
de esta manera en la fábrica de New Lanark, incluso mientras estas mejoras sólo
están en parte realizadas, y sólo se han obtenido la mitad de sus efectos
favorables, ya están produciendo un rendimiento mayor del cincuenta por ciento,
y en poco tiempo crearán rendimientos iguales al cien por cien sobre el capital
original invertido en ellas. Ciertamente, después de experimentar los efectos
favorables, debidos al cuidado a la atención de los implementas mecánicos, para
una mente reflexiva resulta fácil concluir de inmediato que por lo menos puede
obtenerse una ventaja igual con la aplicación de un cuidado y una atención similares
a los instrumentos vivos.
Y cuando se percibió que el
mecanismo inanimado se mejoraba grandemente mediante una construcción sólida y
fuerte; que la esencia de la economía consistía en mantenerlo limpio y bien
cuidado, suministrándole regularmente la mejor sustancia para evitar la
fricción innecesaria y con una provisión adecuada con el objeto de mantenerlo
en buen estado; resulta natural concluir que el mecanismo vivo, más delicado y
complejo se podrá igualmente mejorar preparándolo para la fuerza y la
actividad; y que también resultará ser una verdadera economía mantenerlo limpio
y bien cuidado; tratándolo con consideración, que sus movimientos mentales no
han de experimentar una excesiva fricción irritante; esforzarse por todos los
medios en hacerlo más perfecto; proporcionarle regularmente una cantidad
suficiente de alimentación sana y otras cosas necesarias para la vida, que el
cuerpo pueda preservarse en perfectas condiciones de trabajo y evitando así que
funcione mal o que pueda caer prematuramente en desuso.
La experiencia demuestra que
estas previsiones resultan acertadas. Desde la introducción generalizada de
mecanismos inanimados en las fábricas británicas, el hombre, con pocas
excepciones, ha sido tratado como una máquina secundaria e inferior; y se ha
prestado mucha más atención al perfeccionamiento de la materia prima de la
madera y los metales que del cuerpo y a la mente. Presten la debida atención al
tema y encontrarán que el hombre, incluso como un instrumento para creación
de la riqueza, puede mejorarse aún mucho más.
Pero, amigos míos, aún queda por
considerar un aspecto mucho más interesante y gratificante. Adopten los medios
que dentro de poco todo el mundo considerará obvios, y no sólo conseguirán
mejorar parcialmente estos instrumentos vivos sino que también aprenderán cómo
impartirles esa excelencia que los haga infinitamente superiores a los del
tiempo presente y de todas las épocas anteriores. Por lo tanto, aquí nos
encontramos con un objeto que realmente merece su atención; y, en vez de
dedicar todas sus facultades a inventar mejores mecanismos inanimados, dirijan
los pensamientos, al menos en parte, a descubrir cómo combinar los materiales
aún más perfectos de cuerpo y mente, que por medio de un experimento bien
diseñado, podrán ser progresivamente mejorados.
Viéndolo así con claridad
meridiana, convencido con la certeza de la misma convicción, no perpetuemos los
males realmente innecesarios que nuestra práctica presente inflige a esta gran
proporción de compatriotas nuestros. Incluso si sus intereses pecuniarios se
vieran de alguna manera perjudicados por adoptar la línea de conducta que ahora
es tan necesaria, muchos de ustedes poseen tanta riqueza que el gasto de fundar
y continuar en sus respectivos establecimientos las instituciones necesarias
para mejorar sus máquinas animadas ni siquiera se sentirá.
Pero cuando tengan la
demostración ocular de que, en vez de una pérdida pecuniaria, una atención
adecuadamente dirigida a la formación del carácter y el aumento del bienestar
de aquellos que están completamente a su merced, aumentará de forma esencial
sus ganancias, prosperidad y felicidad; verán que no existe razón alguna,
excepto aquella basada en la ignorancia de su propio interés, para que en el
futuro no dediquen su mayor atención a las máquinas vivas que ustedes emplean.
Y al hacerlo evitarán un aumento de la miseria humana, de la que ahora
difícilmente podemos hacernos idea. Que puedan ustedes quedar convencidos de
esta valiosa verdad, la cual si reflexionan debidamente se les mostrará fundada
en la evidencia de hechos innegables, es el deseo sincero de
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