No podría
este blog dejar de comentar los resultados estadísticos que se han conocido
sobre las nuevas contrataciones y el número de desempleados en este mes de abril.
Consecuencia evidente e inmediata del cambio legislativo que llevó a cabo el
RDL 32/2021 en la reforma laboral que culminaba el compromiso con la Unión
Europea en el marco del Plan de Recuperación y Resiliencia. De manera resumida,
los datos de abril indican que se está creando empleo y que la contratación laboral
por tiempo indefinido ha sufrido un inmenso acelerón respecto de lo que
resultaba tradicional en un panorama caracterizado por la precariedad en el
empleo, con contratos de corta duración y a término. Es decir, que hay más y
mejor empleo en este país, pese a la desaceleración que la guerra en Ucrania y
la crisis energética ha provocado en las economías de todos los países
europeos.
Primero los datos, que aunque
sean redundantes, revelan una tendencia muy acentuada. El primero, el descenso
del paro registrado: El número de desempleados registrados en las Oficinas de
los Servicios Públicos de Empleo, al finalizar el mes de abril, ha descendido
en 86.260 parados en relación con el mes anterior. En valores relativos, el
descenso del paro ha sido de un -2,77%. De esta forma, el paro registrado se ha
situado en 3.022.503. Respecto de hace un año, abril de 2021, el paro
interanual ha descendido en 888.125 personas. Por vez primera, el 29 de abril
se ha superado la cifra de veinte millones de personas afiliadas a la Seguridad
Social – 20.098.119 en concreto – lo que indica un crecimiento de afiliación
por encima de inmediatamente antes de la pandemia en febrero de 2020.
Con ser estos datos muy
reveladores, lo más llamativo es el cambio espectacular que ha sufrido las
estadísticas de las contrataciones iniciales, en donde jamás la contratación
por tiempo indeterminado superaba el 10% del conjunto de los contratos
celebrados. Por el contrario, en abril de 2022 se han registrado 698.646
contratos de trabajo de carácter indefinido, que representan el 48,18% de todos
los contratos. Supone un incremento de 534.566 (325,80%) sobre igual mes del
año anterior. En magnitudes acumuladas, se han realizado 1.767.836 contratos
por tiempo indefinido hasta abril de 2022, representan un ascenso de 1.139.943
(181,55%) sobre el mismo periodo del año 2021. Es decir, que los contratos
indefinidos representan casi la mitad del total de las contrataciones iniciales
en este mes, uno de cada dos contratos realizados, lo que constituye un vuelco
en la tendencia arraigada de nuestro mercado de trabajo confirmando por el
contrario la tensión hacia la reducción de la temporalidad que denota una
aceleración creciente mes a mes (En diciembre de 2021, previamente a la Reforma
Laboral, los contratos indefinidos supusieron el 10% del total. Subieron hasta
el 15% en enero, en febrero hasta el 22%, en marzo al 31 por ciento y en abril
superan el 48%)
De estos contratos por tiempo indefinido,
el 41% se han celebrado a tiempo completo, mientras que el 59% de los mismos lo
ha hecho a tiempo parcial, una opción que no es prácticamente nunca producto de
la opción voluntaria de las personas que trabajan. Y entre ellos el 26,5% de
estos de contratos indefinidos lo han sido por conversión de contratos
temporales de origen de obra o servicio determinado (una modalidad derogada por
la reforma laboral) o eventuales por circunstancias de la producción, en una
proporción de 40/60 entre ambos. Y la estacionalidad de la economía en los
sectores intensivos en mano de obra (como la hostelería de manera emblemática),
hace que el peso del contrato fijo discontinuo sea muy importante, casi un 30%
de los contratos indefinidos.
En cuanto a los contratos temporales,
además de un exiguo número de contratos formativos, el grueso de los mismos
reposa sobre el contrato temporal por circunstancias de la producción, que supone
el 73% del total de los contratos a término, mientras que el de sustitución
alcanza un 14,6% de este conjunto. Es también importante comprobar que se
aprecia en los contratos firmados en el inicio de 2022 un descenso del número
de contratos de muy corta duración, tras la introducción de un nuevo
desincentivo que incrementa la cotización del mismo. Los contratos de menos de
7 días han pasado de ser el 75,8% del total de los firmados en el mes de abril
en los ejercicios previos a la pandemia a representar el 28%. Además, se
constata la mayor supervivencia de los contratos: mientras que en años
anteriores sólo el 8,4% de los contratos firmados desde el inicio del ejercicio
seguían vigentes en marzo, ahora ese porcentaje llega al 46,7%. Esta tendencia
a la reducción de los contratos de muy corta duración tras el desincentivo
introducido en la reforma laboral se está acentuando a medida que avanzan los
meses del año 2022.
Los datos de abril son
excepcionalmente buenos y evidencian la eficacia inmediata de la modificación
legislativa llevada a cabo en el RDL 32/2021. Quizá por eso mismo, han generado
comentarios más contrariados que contrarios por parte de algún economista de
cabecera del Partido Popular al que la existencia de los fijos discontinuos le
parece una forma de ocultar la contratación temporal y la reducción del paro un
efecto del dopaje de la economía por la creación de puestos de trabajo en el
sector público, o, paradójicamente, del diputado estrella de ERC que recalca el crecimiento de los contratos indefinidos a
tiempo parcial y recuerda que el despido no se ha modificado y que por tanto
despedir a los contratados por tiempo indeterminado saldrá barato a los
empresarios. Ambos fueron, como se recordará, votos contrarios a la reforma
laboral y por tanto hay que entender sus comentarios como una autojustificación
de su opción política más que como una apreciación meditada sobre el
significado de estos muy buenos resultados sobre el empleo y la contratación
laboral.
Los sindicatos y las asociaciones
empresariales que avalaron con su firma el acuerdo que produjo la norma
reformista valoran, como es natural, de forma muy positiva estos resultados. En
especial los sindicatos, porque la tendencia acentuada a la restricción de la
temporalidad como fórmula prioritaria de acceso al empleo, es un hecho especialmente
relevante. En el conjunto de la afiliación a la Seguridad social, el 77% de las
personas afiliadas tienen contratos indefinidos, lo que supone que ha crecido
el porcentaje en contratos estables en 6 puntos más del porcentaje que había en
2020, al inicio de la pandemia, donde esta distribución era del 71% de
indefinidos. La reducción de la tasa de temporalidad altísima de nuestro país,
es un elemento extremadamente positivo.
Naturalmente que siendo un muy
buen resultado, la situación del empleo tiene que seguir evolucionando hacia
cotas más altas especialmente en lo que se refiere a la calidad del empleo. Tres
millones de parados es una cifra alta todavía, aunque bordear el 13% de tasa de
paro suponga exactamente la mitad del número de desempleados que se generó en
2013 y 2014 como directa consecuencia del ajuste de empleo que se produjo en
virtud de las políticas de austeridad. La litigiosidad actual pasa por la
confrontación sobre el salario y la lucha contra la carestía de la vida debida
a la inflación provocada por la guerra y la crisis energética y de suministros
que esta ha causado a las naciones europeas. Pero junto a ello, la extensión de
las garantías de empleo que el RDL 32/2021 ha puesto en marcha, posibilitará
una nueva forma de enfocar la administración de la relación de trabajo a partir
de la forma-tipo de encuadramiento del contrato indefinido, con las garantías
que la estabilidad en el empleo puede generar.
Por eso, en un contexto en el que
la gran mayoría de las noticias se deslizan sobre los fenómenos de la
corrupción o de violaciones de las libertades ciudadanas, los datos de abril
traen a la opinión pública la prueba evidente de que una acción legislativa de
progreso puede cambiar la vida de muchas personas y construir un marco institucional
que posibilite el ejercicio de derechos individuales y colectivos de las y los
asalariados frente al empresario y que reconstruyen su relación con el trabajo
a través de una afirmación del principio de estabilidad en el empleo. Una
constatación que sería muy importante extenderla y difundirla como ejemplo de
la importancia de la acción colectiva y las políticas que la hacen realidad. Las
manifestaciones del primero de mayo han puesto de manifiesto que el logro de
más empleo de calidad que acompaña a la reforma laboral es un hecho que se
valora muy positivamente por el colectivo de las personas trabajadoras. Pero esa
percepción y su relación directa con la participación de los sujetos sociales representativos
y de la acción política del gobierno, debe ser conocida y valorada por el resto
de la ciudadanía como ejemplo de la eficacia real de las propuestas de cambio
político y social. Es urgente proceder de esta manera.
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