En esta ocasión, el Grupo de Juristas Críticos de Parapanda ( retratados en la fotografía algunos de sus miembros) han recibido un interesante análisis de nuestro amigo Antonio Lettieri sobre el significado de las elecciones alemanas de finales de septiembre de 2009 y su implicación para el discurso de la izquierda socialdemócrata y socialista europea en adelante. El texto se ha publicado en la revista Eguaglianza e Libertà y aqui se presenta traducida por Antonio Baylos.
Cuando se celebre en Berlín, el 9 de noviembre, el vigésimo aniversario de la caída del muro con la participación de muchos Jefes de Estado y dirigentes mundiales, Angela Merkel espera encontrarlos, en su segundo mandato como Canciller, a la cabeza de un gobierno formado por la nueva coalición entre demócrata – cristianos y liberales. Las elecciones de final de septiembre han decretado el fin de la Gran Coalición junto con la derrota del SPD, el partido histórico de la socialdemocracia alemana fundado ya en tiempos de Marx. Una derrota amarga y desastrosa después de siete años de gobierno con Gehrard Schroeder y cuatro más de coparticipación en la Gran Coalición. Una derrota prevista, pero no por ello menos clamorosa. El SPD pasa del 34 al 23 por ciento de los votos, perdiendo un tercio de sus electores.
La dimensión del hundimiento resulta más dramática si se considera que, solo diez años antes el SPD había obtenido el 40 por ciento de los votos, cuando fue presidente del gobierno Gehrard Schroeder. ¿Qué cosa tan grave ha podido suceder para provocar una debacle tan desastrosa? Hay que señalar que ésta ha sido precedida por la derrota de los socialistas franceses y anticipa la ya anunciada de los laboristas ingleses en el 2010, por no hablar de la drástica reducción del Partido Democrático en Italia. En definitiva, puede extenderse este interrogante, en grado diverso, a los partidos de centro izquierda de los cuatro países más grandes de la Unión Europea. ¿Cuál es la causa de su imparable desmoronamiento? La tesis corriente es que la crisis de la izquierda europea hay que atribuirla a un cierto conservadurismo, a un residuo ideológico del siglo XX, a la incapacidad de entender las novedades del tiempo actual y adecuar a éstas las propuestas políticas. ¿Es este realmente el caso del SPD?.
La socialdemocracia alemana, desde Schroeder en adelante, no ha hecho sino adecuarse al análisis comúnmente establecido de los cambios sociales. Ha adoptado las ideas de la responsabilidad individual, del redimensionamiento de la función del Estado en la economía, de una progresiva desregulación del mercado de trabajo, de la reducción del estado social. El gobierno socialdemócrata no ha ahorrado ninguno de los que se consideran nuevos principios del reformismo: las llamadas “reformas estructurales”. El Neue Mitte, el “Nuevo Centro”, siguiendo la huella de la “Tercera Vía” de Tony Blair, se convirtió a finales de los años 90, en la estrella polar de la modernización socialdemócrata. En el comienzo de su segundo mandato, en el 2003-2004, el gobierno Schroeder dio a luz, con la Agenda 2010, uno de los más ambiciosos programas en sentido reformista que se conocen en Europa. Entre sus puntos centrales resaltaban los siguientes: la reducción de la prestación de desempleo para favorecer la movilidad del trabajo, la ampliación de la libertad de despido, el alargamiento de la edad pensionable hasta los 67 años, y otras más del mismo estilo.
Pero la adhesión a la visión neoconservadora dominante, velada apenas bajo la mistificación de la “tercera vía” no ha traído suerte a la socialdemocracia alemana. Ha contribuido por el contrario a borrar sus señas de identidad. Intentaba perseguir el famoso “centro”, lugar místico de las agregaciones políticas y electorales, y por el contrario ha perdido consensos tanto en la clase obrera como en las clases medias. ¿Se trata de un destino singular, aislado, o es una deriva del reformismo de una gran parte de los partidos de la izquierda europea? Sería interesante saber si los diversos candidatos a la Secretaría General del PD italiano han discutido la derrota electoral del SPD y, en su caso, qué conclusiones han sacado.
Pero volvamos a Alemania. El colapso del SPD no implica una derrota irrecuperable de la izquierda alemana. Die Linke, el partido de izquierda fundado en 2007 bajo la guía del viejo líder carismático de la socialdemocracia alemana, Oskar Lafontaine, que salió del SPD en tiempos del primero gobierno Schroeder, ha conquistado el 12 por ciento de los votos, más de un millón de los cuales provienen del SPD. Los Verdes han alcanzado con más del 10 por ciento el mejor resultado de su historia. En el total, la opción ciudadana que se coloca a la izquierda del próximo gobierno CDU-FDP puede contar con un 46 por ciento del electorado frente al 48 por ciento de la alianza gubernamental.
Después de la derrota, se ha producido un cambio en el grupo dirigente del SPD. En la Presidencia ha sido situado Sigmar Gabriel y en la Secretaría General Andrea Nahales, una mujer de 38 años de la izquierda del partido. La primera señal de un cierto giro ha sido la apertura de un diálogo con La Izquierda. Un nuevo posicionamiento de izquierdas, junto con Los Verdes, puede proponerse conquistar el gobierno de un buen número de Länder. Por primera vez una mayoría “roja-roja” formada por SPD y La Izquierda dirigirá el gobierno de Brandenburgo. En el 2010 se juega el gran partido de Renania del Norte – Westfalia, una región de 18 millones de habitantes, donde la izquierda podría desbancar al gobierno CDU. La partida que se juega en los Estados tiene importancia nacional porque puede modificar la composición del Bundesrat , la Cámara donde están representadas las regiones, con efectos generales sobre la política del gobierno federal.
En suma, tras la derrota se dibuja un cambio programático y político de la SPD hacia la izquierda. ¿Es un intento ilusorio o se trata de la posibilidad concreta de un giro político importante no solo para Alemania sino también para el resto de la izquierda europea? La pregunta está en el aire a la espera de desarrollos concretos. Pero ya ha sucedido algo y hay que constatarlo. La socialdemocracia alemana (y no sólo ella) ha seguido el reformismo sin principios inspirado en las políticas neoliberales y ha pagado un precio casi mortal por ello.
Volviendo a Italia (o en concreto al PD en búsqueda de una nueva identidad) el resultado de las elecciones en Alemania podría considerarse un “aviso para navegantes”. Una invitación a abandonar las tentaciones del magma centrista y el ambiguo reformismo social de derecha que en los mayores países europeos ha condenado a la izquierda a ser irrelevante. Un desarrollo que se debe considerar paradójico si se tiene en cuenta que la crisis actual a nivel global ha demostrado, por si todavía fuera necesario hacerlo, la vacuidad de las ideologías neoconservadoras que han dominado el mundo en los últimos dos o tres decenios.
18-10-2009.
1 comentario:
Coincido con el análisis de Antonio Lettieri.
El SPD, tocado de muerte, inicia un cambio. Andrea Nohales puede contribuir en el giro hacia la izquierda y en tender puentes para una futura coalición de izquierdas.
Y... Oskar Lafontaine, con su magnetismo personal, ... eso no ha cambiado. Es impresionante su trayectoria, cualquiera en su situación y por lo vivido sería un fiambre político.
La elecciones alemanas son toda una esperanza, veremos como evoluciona el resto de Europa.
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