No es necesario ser un agudo observador para comprobar que el tejido institucional y político español basado en el bipartidismo imperfecto se está descomponiendo. El video de Cospedal explicando el "despido diferido" del contable que se ha hecho millonario y que suministraba regularmente "sobresueldos" a la cúpula del PP, en especial a quien es el Presidente del Gobierno, ha hecho explícita la corrupción profunda de un sistema podrido. Los donativos de las grandes constructoras antes de las licitaciones de obra pública, la sistematicidad de una financiación paralela del Partido Popular y de sus más altos dirigentes, es un dato que se niega por éstos, por la televisión pública y los medios de comunicación orientados. Pero toda la ciudadanía comprende que el marco institucional del país se desmorona, desde la Monarquía hasta el Gobierno y una oposición del PSOE desorientada y cortocircuitada de las exigencias de la opinión pública y a su vez en proceso de desestructuración interna.
En ese contexto, la situación en Cataluña es sólo un síntoma del alcance de la descomposición, como lo es el incremento de la represión policial y los proyectos autoritarios del ministro de justicia que tiene como modelo la forma de actuar del ministro Ruiz Jarabo, el del proceso 1001 en 1973. Los jueces, magistrados y fiscales personalmente y, lo que resulta insultante, las propias asociaciones judiciales, se verán privados y privadas de la libertad de expresión y del derecho a opinar políticamente. La insolencia en las privatizaciones sanitarias continua arrastrando la protesta y la resistencia de todo el personal de la sanidad y de los pacientes. La amnistía fiscal a defraudadores, delincuentes y testaferros denota una falta absoluta de impulso ético en la exigencia constitucional de contribuir proporcionalmente a sus recursos, a las cargas públicas, y la actitud inconcebible en un sistema democrático del ministro Montoro amenazando con revelar datos fiscales de ciudadanos y partidos, y en efecto, suministrándolos a la prensa del régimen, agrava esa percepción. Aunque el ministro Wert esté actualmente bajo sordina, los proyectos de reforma de la enseñanza pública, desde la media hasta la superior, denotan una cultura antidemocrática y una grosera supeditación a los "imperativos del mercado", mientras se suprime prácticamente la investigación y se desmonta la organización del servicio público de educación. La reforma laboral continua prestando servicios a la desertización industrial, la cultura de empresa autoritaria y la antisindicalidad. El sufrimiento y el miedo causado por el desempleo y por el aumento desaforado del despotismo industrial es un dato incuestionable de nuestra realidad laboral.
El 10 de marzo - fecha emblemática también para el movimiento obrero español, que conmemora el asesinato de dos trabajadores en Ferrol - Daniel Niebla y Amador Rey - que se manifestaban en defensa de que se aplicara un convenio colectivo - está convocada una jornada de lucha en toda Europa por la CES, contra las polñiticas de austeridad. En España se precisa esta jornada en una larga serie de manifestaciones que dan continuidad al que posiblemente es el más largo y extenso proceso de movilización de nuestra historia reciente.
Pero no sólo está en juego la política de austeridad y la resistencia frente a la pérdida de derechos laborales y sociales. También la degradación de los propios derechos democráticos, el desprecio a cualquier forma de participación popular. Y la conciencia evidente de que cada día que pasa el horizonte institucional que ha funcionado en España sobre la base de la monarquía como poder moderador y un bipartidismo imperfecto completado con los grandes partidos nacionalistas catalán y vasco, se está hundiendo. La necesidad de un proceso nuevo, constituyente, que aproveche el andamiaje progresista de derechos de ciudadanía diseñado en la Constitución de 1978, reformulando tanto la organización de la estructura territorial del Estado como la propia conformación de las instituciones de gobierno - y de la Jefatura del Estado - es ahora mismo una exigencia de los tiempos. La apertura de un proceso electoral nuevo, con reglas que garanticen la proporcionalidad de los sufragios y por tanto la pluralidad real de la participación política ciudadana, comienza a ser un objetivo central para cualquier movilización ciudadana. Los procesos que se están desarrollando en la Europa del sur convergen en esta dirección. Permanezcan atentos a la pantalla, amigas, amigos.
5 comentarios:
No entiendo como se puede articular un proceso constituyente cuyo objetivo sería, desde una óptica progresista, un nuevo modelo de estado y de la Jefatura del estado, es decir una República, además de consolidar lo mejor la constitución de 1978, con el 10-15 % de los votos. Y con una mayoría absoluta del PP, que no está nada claro que perdiera unas hipotéticas próximas elecciones. No entiendo una estrategia, toda una estrategia, sin la más mínima posibilidad de llevarse a cabo. GRacias.
Querido anónimo, habrá que pensar en que no se parte del 10-15% de los votos si se quiere emprender una estrategia de refundación democrática, ¿no le parece?
Interesante a este respecto el artículo de Llamazares y Mendi en El Pais de 8 de marzo de 2013. Recomendable su lectura.
Sr. Simón Muntaner, le escribe el anónimo, quizás podríamos convenir que ese 15% del que hablaba yo a día de hoy era, es, muy generoso por mi parte. Pero aún con el doble, no puede llevarse a cabo esa estrategia. Estoy hablando de hacer realidad una estrategia, no de un canto al sol acompañada de una coña marinera.
Y mientras tanto, algún planteamiento para el que no tiene que comer, para quien no sabe que va a hacer mañana con su familia, para el desempleo, para la salida de la crisis, para ... En fin. Gracias.
Los planteamientos sobre la vida cotidiana, el trabajo digno y la erradicación de la pobreza, como las meigas, haberlos, haylos. Pero el vendaval de corrupción y degeneración de las formas y de los contenidos de la democracia que estamos sufriendo afecta no solo al partido popular, sino al sistema bipartidista y a la propia institución monárquica. De ahí que la "regeneración" / "refundación" de la democracia sea hoy una necesidad fundamental que condiciona la propia cotidianeidad de los ciudadanos y por tanto la apertura de un proceso constituyente es una conclusión muy defendible frente a este estado de cosas
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