El catedrático Juan Laborda mantiene una columna semanal, en “Voz Populi”, en la que analiza con seriedad y espíritu crítico las iniciativas económicas de la Unión Europea, de los gobiernos de sus estados miembros y en especial las políticas desastrosas del gobierno español del Sr. Rajoy. En esta ocasión ha analizado de forma impecable la situación de Chipre. A continuación se inserta un resumen de la misma. El texto completo se puede consultar en http://www.vozpopuli.com/blogs/2351-juan-laborda-chipre-la-quiebra-de-un-paraiso-fiscal
CHIPRE, LA QUIEBRA DE UN PARAISO FISCAL
Juan Laborda
La propuesta de rescate de Chipre
por las autoridades europeas, y la posterior negativa
del parlamento chipriota a que sea financiado mediante una
confiscación de parte de los depósitos de los ahorradores pone de
manifiesto todas las miserias de la actual realidad económica y política
europea.
Por un lado, la ausencia de un verdadero
mecanismo de estabilidad basado en el principio de solidaridad;
y, por otro, el mantenimiento de un sistema bancario europeo
sobredimensionado que debería haber sido reestructurado y
recapitalizado a costa de la gerencia y de sus acreedores. Sin embargo, son los
ciudadanos quienes están pagando en última instancia con sangre, sudor, y
lágrimas los excesos de las élites.
La mayoría de los análisis que se están haciendo
sobre la situación de Chipre se olvidan de dos particularidades
de esta pequeña ínsula. Se trata de un paraíso del blanqueo de
capitales procedentes de actividades muchas de ellas delictivas,
alrededor del cual se expandió un sistema bancario muy por encima de la
realidad económica y de las necesidades de la otrora civilización micénica. Al
final acabó colapsando. La situación se complica analizando la
singularidad del pasivo de su sistema bancario. Apenas tiene deuda,
financiándose las operaciones de activo básicamente con depósitos y capital. A
su vez, gran parte de esos depósitos proceden del blanqueo de capitales
extranjeros.
Algunas cifras de Chipre y su rescate
La vinculación de su moneda con la europea, tras
el ingreso en la Unión Europea en 2004, y la posterior
incorporación en el euro el 1 de enero de 2008 le permitió
tener tipos de interés reales muy bajos. Pero como además era
un paraíso fiscal que ofrecía impuestos muy ventajosos,
registró ingentes entradas de capital que le permitió una
rápida e intensa expansión económica. La mayoría de esas entradas de capital,
que en la actualidad representan aproximadamente el 50% del total de los
depósitos, proceden de los oligarcas rusos que blanqueaban allí su dinero, del
Reino Unido y de Grecia.
Los bancos canalizaron la entrada de esa
liquidez a financiar, por un lado, una
burbuja inmobiliaria y, por otro, a comprar grandes volúmenes
de deuda griega que ofrecían una rentabilidad muy atractiva por la
presión que los mercados ejercieron sobre el país heleno. Se trata de un
comportamiento muy similar al de nuestra banca, donde tras la
expansión de su activo hacia el negocio inmobiliario y el estallido del mismo
ha canalizado en la actualidad sus actividades a financiar a las
administraciones públicas de nuestra querida España. Una vez que pincha
la burbuja inmobiliaria, y se produce una quita en la deuda soberana griega, la
banca chipriota colapsa.
Chipre como ejemplo del acuerdo oculto de
las élites políticas y financieras
En los rescates irlandés, español, griego,
portugués, o ahora el chipriota, se pone de manifiesto un tremendo acuerdo
tácito entre las élites extractivas que incluyen tres
cláusulas implícitas. En la primera, se mantienen los
privilegios de la clase financiera, a pesar de que el sistema
bancario de la mayoría de países europeos es insolvente. No quieren
someterse a un proceso intenso de reconversión como cualquier sector que ha
cometido excesos.
En la segunda, los bancos centrales,
controlados en realidad por estas élites financieras, inyectan
liquidez masiva a los bancos con problemas de liquidez y solvencia para que
sigan manteniendo el status quo actual. No habrá, por lo
tanto, créditos para familias y empresas.
En la tercera cláusula se acuerda que sea el
banco central quien en realidad financie a los Tesoros a través de los bancos
comerciales. Y todo ello a sabiendas de que el impacto de su política
monetaria sobre la actividad es y será nulo al encontrarnos en la trampa de la
liquidez.
Como todo acuerdo tácito oculto,
a la luz de las velas, se incluye una cláusula final. Serán los
ciudadanos quienes paguen en última instancia con sangre, sudor, y lágrimas los
excesos de estas élites.
Chipre, paraíso fiscal y ejemplo de la
desregulación financiera
La actual crisis económica global es de
naturaleza sistémica, y presenta una serie de rasgos comunes a otros episodios
de crisis similares que se han dado en la historia. Por encima de todos ellos,
destaca el perverso papel que jugó el sistema
financiero, que se convirtió en sí mismo en un fin último de
la economía, y no en un medio para mejorar el sistema productivo.
El mayor peso del sistema financiero en la
economía, se suele producir en periodos donde el “laissez-faire,
laissez-passer” constituye la ideología dominante, de manera que se
deja que el sistema financiero, y especialmente el comportamiento de los
mercados financieros y del sistema bancario, se autorregule por normas de buen
comportamiento. Teniendo en cuenta que el comportamiento de los mercados se
guía por el miedo y la avaricia, y no por la racionalidad de los inversores,
estas fases suelen acabar en inflaciones de activos y endeudamientos privados
descomunales, de manera que cuando se desploma el precios de los activos
colaterales que soportan el endeudamiento, se produce una brutal caída de la
riqueza, un descenso de la renta, un aumento del desempleo, un aumento de las
quiebras de entidades privadas y públicas, incluidos Estados, posteriores
períodos deflacionistas, o hiperinflacionistas, y depreciaciones de divisas.
El dinero ficticio, fruto de de
la desregulación del sistema financiero, acaba transformándose
en una deuda que no se podrá pagar, es decir, en dinero basura.
Esta situación se ve aderezada con la tremenda permisividad de las
autoridades económicas occidentales hacia los paraísos fiscales, donde
las élites extractivas, especialmente empresas transnacionales, desvían sus
capitales y beneficios para no pagar impuestos.
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