martes, 10 de septiembre de 2013

HOY EMPIEZA TODO (DESPUES DE LAS VACACIONES)






Los lectores y lectoras de este blog habrán comprobado la inactividad de su titular durante todo el período vacacional (treinta y cinco días naturales) necesario para la recomposición física y psíquica de la capacidad de trabajo del mismo. Durante ese tiempo – que coincide con el derecho reconocido legalmente a todos y todas los trabajadores, aunque ya nadie recuerde esas viejas palabras de la ley – les he dejado confiados a la bitácora hermana de López Bulla mientras me dedicaba a recorrer todos los caminos del ocio, del descanso y del reposo, sin olvidar el alimento, la bebida y las lecturas como puntos clave de unas buenas vacaciones. Sería tentador  hacer un resumen de las principales actividades, excursiones, condumios y experiencias habidas pero no querría aburrir a los  frecuentadores de estas páginas con los recuerdos amables de un tiempo solar y brillante percibido como un paréntesis antes de empezar de nuevo el curso. Aunque sea martes y el refranero recomienda que no nos embarquemos en naves ni en proyectos nuevos, era necesario volver al blog, que más o menos es como empezar el curso.


Aunque el retorno a nuestra realidad política, social y económica genera una sensación extremadamente negativa. Malas vibraciones, que diría un pre-moderno. En la televisión pública, la que debería ser de todos los españoles y españolas (y que hacía tanto que no veía) sólo se hablaba de la iniciativa de las tres Administraciones Públicas  - Ayuntamiento, Comunidad Autónoma y Estado – por obtener para Madrid los juegos olímpicos para el 2020. La actualidad y la información sobre ella se aleja de lo que da sentido político y democrático a la libertad de información, el derecho concreto a la libre circulación de informaciones y de opiniones, sin el cual – como me comentaba ayer en la calle San Bernardo mi amigo Juliano el Apóstata (ma non troppo) – prensa y televisión se convierten en aparatos de dominación destinados a divulgar las opiniones de los dueños de las empresas de comunicación o, en el caso de los medios públicos, del gobierno. Ni una sola opinión discordante sobre la candidatura de Madrid 2020. Ni una sola mención a la crítica que una buena parte de los movimientos sociales realizaba a esta iniciativa descabellada. En un país en el que se recortan servicios básicos y esenciales como la sanidad y la enseñanza, que se acaba con la investigación y se encarece y dificulta el acceso a la educación superior mediante el aumento de las tasas, en un contexto de desfallecimiento masivo del empleo y depauperización del trabajo mediante la drástica reducción de la retribución del valor del mismo a través de la reducción salarial generalizada, ante un incremento totalizante de la inseguridad y de la precariedad en la existencia de cientos de miles de personas, resultaba obscena la presentación festiva  del evento olímpico y deportivo a la que concurrían tantos periodistas, deportistas, directivos, empresarios y políticos pagados por el erario público, encerrados en un círculo feliz y despreocupado, ajeno por completo al desastre social y cultural en el que se ha instalado España. 



Ahí estaban, Ana, Nacho y Mariano – como les llamaba, demostrando la camaradería y amistad que el evento había forjado, el presidente del COE – personificación de las tres administraciones públicas del  Estado, acudiendo a Buenos Aires con la seguridad aplastante de que vencería Madrid  y que de esa victoria obtendrían buenos rendimientos electorales y personales. Por no hablar de los negocios. Había casi más empresarios que políticos. Y sobre todos, el presidente de la CEOE y el magnate de ACS y presidente del Real Madrid, que trajo de retorno al presidente de la CAM y a la consejera de educación con la que había cerrado la adjudicación de un concurso de servicios en guarderías hacía escasos días. 

El estrepitoso descalabro de esta operación – que se ha llevado por delante también a Felipe de Borbón, implicado en el esfuerzo baldío de una operación vergonzosa – acompaña gráficamente al fracaso continuo en el que se encuentra la esfera pública e institucional española, cada vez más separada y alejada de la confianza de la sociedad en su capacidad de dirección de los procesos políticos, sociales y económicos que afectan a la población. 

Este es sólo el último de los datos que aseguran la destrucción de lo público y la corrupción de la política democrática en este período histórico que estamos atravesando. Las turbulencias del caso Bárcenas, la destrucción de las pruebas en el ordenador confiado al Partido Popular, las continuas revelaciones sobre la financiación irregular del Partido en el gobierno, producen estupor e indignación a partes iguales, generando en la opinión pública que hay personas cuyas conductas son impunes por estar tocados por el halo mágico de un poder que escapa a los límites de la democracia, frente al cual la acción de la justicia penal no logra revertir esa protección plena.

En el lado de los “seres comunes”, la vida es cada vez más difícil y la existencia insegura. Los recortes en sanidad y enseñanza, la negación de la investigación y el desarrollo, la precarización y la reducción salarial para la gente que trabaja, sigue siendo el paisaje habitual de nuestro país. A lo que se anuncian nuevas medidas, siempre en el área del trabajo y de las prestaciones públicas de seguridad social, que agravarán la situación. 

A la vez, la resistencia crece y se extiende. Aun con todos los problemas, especialmente en el campo político-electoral de los partidos, muy resistentes al cambio y con escasas aportaciones de renovación del proyecto reformista que encarnan, más allá de la crítica necesaria y el rechazo al modelo neoliberal que se impone desde el interior y el exterior de nuestro país. Como estudian ya los sociólogos, la ruptura entre la sociedad y sus expectativas de vida social y de programa con la dimensión institucional de la organización social, es cada vez mayor, y se expresa  en una crisis profunda de la representación de los intereses y de las voluntades de los grupos sociales en las formas representativas institucionales. Hay encuestas de opinión muy recientes que son bien  interesantes al respecto, que serían un buen objeto de comentario en este blog. 

Continua por tanto la resistencia y el rechazo a este estado de cosas. La movilización social se presenta, un año más, a ocupar democráticamente los espacios públicos y la capacidad de propuesta. El comienzo del curso es regresar al punto donde dejamos todo antes de vacaciones. Y desde donde hay que partir y seguir adelante hasta conseguir que este estado de cosas se modifique radicalmente. Porque, como el film de Tavernier, hoy empieza todo otra vez.


1 comentario:

miguel arenas dijo...

Claro que sí maestro, hay que seguir luchando, manifestando nuestra oposición y desacuerdo contra la política neoliberal que practican el PP y CiU...y los juristas tenemos una importante responsabilidad en esa tarea...