El último CD de Javier Krahe se llama Las diez de últimas, y viene envuelto en un celofán acompañado de El derecho a la pereza de Paul Lafargue. Esta versión impresa de la conocida obra del yerno de Marx tiene una introducción a la vida y a la obra de Lafargue extremadamente interesante, que ha escrito Diego Guerrero, el conocido profesor de economía de la UCLM. La traducción es de Javier Alvarado.
La presentación conjunta de ambos productos es muy sugerente y potencia la unión entre música y literatura política. Javier Krahe lo ponía de manifiesto en una entrevista de promoción que le hicieron en el digital Público el 5-12-2013:
“La conexión mía con el libro es grande porque yo reivindico lo mismo que
Paul Lafargue y las canciones son producto mío y de esa pereza. Porque la
pereza que defiende Lafargue no es exactamente ‘me pongo aquí y no hago nada',
que la incluye, sino de enriquecerse espiritualmente o culturalmente
disfrutando del arte, la vida sentimental... todas esas cosas que el trabajo
ahoga, entendiendo trabajo como el típico empleo de asalariado que no te
interesa y lo haces para mantenerte". El libro defiende que el trabajo del asalariado te quita el tiempo necesario para
vivir, contemplar el mundo y disfrutar de cada momento. "La gente llega
un momento en el que sólo trabaja y cuando llega a casa está tan cansada
que pone la tele. Como plan de vida no es nada envidiable", asegura
Krahe, que se suma a la propuesta de Lafargue de establecer horarios de
trabajo de tres horas diarias, las suficientes para mantener una
estructura productiva y un equilibrio con la felicidad del individuo
dentro de una sociedad. Y ello en esta España en la que algún dirigente empresarial - hoy en prisión por cierto -
señaló que para salir de la crisis era necesario trabajar más, perder
vacaciones, suprimir derechos, y donde nuestros gobernantes incumplieron
una a una todas sus promesas electorales.
Un escenario que permite leer
los "nuevos vientos, la nueva canción" del régimen de la pereza que
pronostica Lafargue con renovado interés y actualidad, como una firma de reivindicar el tiempo propio. Un momento por tanto de recuperación de la vida, de la existencia colectiva y del valor de uso del tiempo. Y eso pese a que (o quizá justamente porque)
¿Qué nos traerá el futuro?
Anuncia desolación
desolación y pan duro
Frente a lo cual solo cabe seguir en marcha, en movimiento.
Y quizá evitar repeticiones desde la izquierda de viejos errores que permitan que la política se escinda en una esfera subalterna, no influyente, la de los sujetos colectivos y sociales, sin que llegue a traducirse en un impulso general que se manifieste en el terreno electoral. Que no debe ser el que satirizaba Lafargue en su "nueva canción":
"Bajo
el régimen de la pereza, para matar el tiempo que nos mata segundo a
segundo, habrá espectáculos y representaciones teatrales
permanentemente. Se trata de una labor adecuada para nuestros burgueses
legisladores, quienes irán en cuadrillas por las ferias y los pueblos
ofreciendo representaciones legislativas (...).En la barraca, se
comenzará por la Farsa Electoral.
Ante
los electores con cabeza de madera y orejas de burro, los candidatos
burgueses, con vestidos de paja, bailarán la danza de las libertades
políticas limpiándose la cara y el trasero con sus programas
electorales plagados de promesas, hablando con lágrimas en los
ojos de las miserias del pueblo y con voz estentórea de las glorias de
Francia. Y las cabezas de los electores rebuznarán fuerte y a coro:
jijau! jijau!
Pero después comenzará la obra principal: El robo de los bienes de la Nación..."
No hay nada mejor por tanto en este fin de semana que comienza esta tarde (al menos para el titular de este blog) que escuchar a uno y leer a otro como ejercicio de ocio activo. Un antídoto contra el pesimismo tan actual que oscila entre el escepticismo y el posibilismo.
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