martes, 10 de junio de 2014

EN DEFENSA DE LO PÚBLICO. UN LIBRO Y MAS COSAS



Llevamos cinco años padeciendo una de las crisis más amplias y profundas que ha tenido el sistema financiero capitalista y que ha golpeado de forma especialmente cruel  a la sociedad española. La llamada crisis del euro y las políticas de austeridad consiguientes, aplicadas de forma suicida por el partido socialista en connivencia con su no leal oposición primero, y luego llevadas a su máxima expresión por el gobierno del Partido Popular, han generado un escenario de devastación social, pérdida de derechos fundamentales e involución democrática. La reacción social en forma de movilizaciones extensas, y la respuesta política que últimamente se ha apreciado en los resultados de las elecciones europeas, son acontecimientos ligados a este proceso de degeneración democrática acompañado de un paisaje de corrupción y de desorientación política en el seno del bipartidismo imperfecto en el que nos movemos.

Pero no siempre se explicita que al lado de estos procesos que importan, hay un proceso de reflexión y de análisis que se lleva a cabo desde el campo de la investigación y de la reflexión teórica y del debate sobre las políticas y las trayectorias de reforma de la sociedad. De manera mucho más certera lo expresa Luis García Montero  en el prólogo al libro del que se va a hablar inmediatamente: En las épocas de crisis son imprescindibles los ejercicios de conciencia sobre el vocabulario y sobre los estados de ánimo.

La relevancia de estos procesos de revisión y de reflexión crítica sobre el curso de las cosas  es evidente, pero lo es igualmente resaltar el protagonismo que en estos momentos está teniendo una nueva generación de personas jóvenes y comprometidas que se interrogan seriamente sobre la realidad social actual y la forma de explicarla para reformarla, transformándola en una dirección más igualitaria, con mayores espacios de libertad y de democracia. Se ve un poco por todas partes, desde la renovación del liderazgo político hasta la presencia en las organizaciones y en los movimientos sociales. En el caso que ahora se trae a colación, en un proyecto de intervención teórica y crítica sobre el desarrollo de las políticas frente a la crisis y sus efectos sociales y políticos.

Bajo el nombre de Malabá, nombre de un pozo minero en activo que se presenta como laboratorio de ideas y como un proyecto de investigación militante configurado como “herramienta de resistencia”, se ha concebido un programa de intervención a través de una serie de volúmenes colectivos que se interrogan y nos interrogan sobre elementos centrales de nuestra cotidianeidad ciudadana. En ese trayecto se logra la convergencia de un grupo de jóvenes investigadores generalmente integrados en el espacio académico universitario que se confrontan con otras voces más conocidas pero igualmente convergentes en el proyecto. Iniciado éste con un libro sobre la marea verde y la crítica a los recortes educativos y a la privatización de la enseñanza, acaba de salir antes del verano otro volumen dedicado a reivindicar lo público, su vigencia social y su superioridad moral, política y democrática sobre la iniciativa privada de obtención del beneficio.

El título del libro es En defensa de lo común. Lo público no se vende, lo público se defiende, lo coordinan dos jóvenes profesores contratados doctores de la UCLM, Francisco Trillo y Jorge García, lo edita Bomarzo en Albacete  y lo promueve las ediciones Malabá  conjuntamente con la Federación de Europa de los Ciudadanos (FEC), bajo el impulso de Francis Gil, con domicilio en Ciudad Real.  

Precedido de un prólogo de Luis García Montero, el libro se abre a un diálogo entre diferentes puntos de vista que diversifican, también sobre la base de las diferentes especialidades científicas y sociales presentes, el tratamiento del espacio de lo público como explicación de la ciudadanía y a su vez ésta como expresión del valor político y democrático del trabajo. En el libro se incrustan en efecto posiciones que se refieren a lo público en el marco del Estado de Bienestar, como Rafael Muñoz Bustillo, Héctor Maravall y Ramón Górriz, las que reflexionan por el contrario a partir del Estado Social, como en general todas las aportaciones de los iuslaboralistas, como Joaquín Aparicio, Antonio Baylos, Laura Mora, Helena Ysàs, Nunzia Castelli y el coordinador, Francisco Trillo, mientras que otras fundamentalmente se centran en el desmantelamiento de lo público y la relación con la crisis, el trabajo asalariado y su socialización, como Alberto Riesco-Sanz y el coordinador Jorge García. El conjunto de los textos se concibe – y eso es una característica del proyecto – como un intercambio de voces que ayudan, desde posiciones de partida diferentes, a encontrar un espacio de encuentro y de debate sin que esté predeterminada la respuesta o la solución. Un trabajo en proceso.

En la presentación del libro sus coordinadores lo hacen explícito en algunos de sus párrafos. Son los siguientes:

“Lo público no se vende. Lo público se defiende contiene diez reflexiones multidisciplinares que pretenden ofrecer materiales para una reflexión estratégica de lo que con carácter general denominamos la defensa de lo público. Sin embargo, los textos que encontrará el lector en este libro no responden a un argumentario estructurado de razones para la defensa del gasto público en derechos sociales como la sanidad, la educación, las pensiones o los servicios sociales. Y ello, porque abordar una materia tan fundamental como la de servicios públicos comporta necesariamente poner en relación a éstos con la fórmula de Estado social y democrático de Derecho y, en última instancia, con el modelo de ciudadanía nucleado en torno al trabajo asalariado. Modelo resultante del proceso constituyente que tuvo lugar de forma desigual durante la Transición y que dio como resultado la Constitución española de 1978.

Por tanto, los textos aquí contenidos ofrecen como resultado un armado poliédrico y necesariamente inacabado, pero rico en los debates de cómo acometer la defensa de un modelo de ciudadanía que encuentra como punto de convergencia la necesidad de una intervención pública que asegure las situaciones de necesidad social a través de la garantía de los derechos sociales. Todo ello, en un momento donde cualquier materia es analizada casi exclusivamente a través de su coste económico y en el que cualquier análisis social, económico y jurídico alternativo a las denominadas políticas de austeridad aparece calificado como ingenuo y/o utópico. Esto es, en un contexto en el que cada vez parece difuminarse determinadas certezas en materia de derechos sociales, dando paso a reediciones de viejas categorías como las de privilegio, beneficencia o caridad.

Las distintas contribuciones que aquí se presentan plantean, además de argumentos para la defensa del Estado social, debates abiertos entre sí acerca de cuestiones centrales como la propia definición del modelo de Estado en el que se enmarcan los servicios públicos –Estado de bienestar/ Estado social–; el ámbito de intervención adecuado para la regulación eficaz del contenido de dicho Estado social–Estado–nación, supranacionalidad y/o internacionalismo–; la determinación y funciones de los sujetos o actores intervinientes; los diálogos entre economía y política, a la hora de analizar las causas y realizar diagnósticos; o, en última instancia, el valor asignado al trabajo como vehículo de acceso al status de ciudadano.

Entre los temas centrales del libro, y probablemente uno de los debates que inconscientemente resulta más polémico, se encuentra el relativo al papel y función que se otorga al trabajo en la construcción del redescubrimiento de la ciudadanía social. Para algunos de los autores, el trabajo remite al ámbito de lo social –la producción, la fábrica, el taller, la oficina– ontológicamente ligado con la alternativa a un orden social vertebrado por relaciones de explotación. Orden que precisaría de la dominación y subordinación permanentes de los individuos en calidad de trabajadores en dichos ámbitos para su perpetuación. La liberación del trabajo de esos trabajadores, dentro de los ámbitos infraestructurales de la producción social material, respecto de su dominación y subordinación gerenciales, marcaría un punto y aparte histórico que todas las cesiones sociales por parte de los Estados de Derecho liberales habrían tratado de posponer.

Para otros, por el contrario, el trabajo remite a una relación social: trabajo asalariado/ ocupación remunerada. En tanto que tal, su alcance no se restringe a los ámbitos de la producción sino a la articulación entre producción, distribución y consumo en las sociedades modernas. Lejos de suponer una categoría positiva, relativamente exterior a las mecánicas que arman la explotación, el trabajo es considerado, respecto del orden social moderno, como una categoría crítica e inmanente a los procesos de valorización del capital. Dicho de otra forma, es la liberación del trabajo declinado en términos de subordinación y dependencia el camino a emprender.

Estos diálogos, así como las diferentes posturas que los determinan, presentan importantes repercusiones políticas a la hora de pensar tanto las alternativas como los sujetos capaces de llevarlas a cabo. No es lo mismo darnos como horizonte emancipatorio la liberación del trabajo de los trabajadores de su yugo empresarial (construir una sociedad del trabajo) que el librarnos del trabajo y de la condición de trabajadores asalariados como prerrequisito necesario para acceder al pleno estatuto de ciudadanía y, con él, a unas condiciones de vida dignas (construir una sociedad sin trabajo). En el primero de los horizontes encuentran su lugar las demandas de pleno empleo y de trabajo estable para todos, a modo de precondiciones necesarias para que una mayoría de trabajadores agrupados pudiera hacerse con el poder político del Estado con el objetivo último de una existencia digna.

En el segundo horizonte, las rentas universales de ciudadanía, el recorte del tiempo de trabajo y su reparto general, a escalas supranacionales, sustituyen las demandas precedentes. La limitación del tiempo de trabajo necesario y la ampliación y profundización de los mecanismos administrados de gestión de la riqueza en su dimensión material –con la consiguiente integración en las instituciones de la determinación política de cada vez más necesidades sociales– conforman dos procesos co–implicados en orden al cortocircuitado progresivo de los procesos de valorización.

En el primer caso, con la sociedad del trabajo en el horizonte, el movimiento sindical debería darse los medios para armar un sujeto que se reivindique a sí mismo en calidad de “productor” (Gramsci) a escalas nacionales; en el segundo, con la sociedad sin trabajo en el horizonte, basta con que el movimiento sindical agrupe a los trabajadores en calidad de asalariados (Martinez Marzoa) a escalas internacionales y contribuya a que se hagan colectivamente con una comprensión más profunda de esa misma relación salarial que abarcaría el conjunto de la realidad socioeconómica y política”.

Es obvio que se están planteando problemas teóricos y políticos centrales sobre los que se deberá seguir debatiendo. A ese fin quiere servir el libro. Y debe ser aprovechado como excusa para abrir discusiones y armar reflexiones sobre los puntos fundamentales que toca.

En resumen, es un libro por tanto excepcional, comprometido con el debate y el trabajo intelectual entendido como eje de transmisión de teoría y política. Que permite además  hacer visible la existencia de un grupo de jóvenes investigadores sociales dispuestos a hacer explícita la necesidad de un espacio público en el que equilibrar, amparar y defender los destinos libres. Y que augura una buena salud a la cultura política y democrática de una alternativa en construcción.

 

 

 

 

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