Esta tarde se han convocado en las principales ciudades del país, manifestaciones y concentraciones para exigir un referéndum sobre la forma de estado como consecuencia de la abdicación del monarca. Son manifestaciones de claro cariz republicano, que se insertan en un proceso cada vez más extenso de deslegitimación política del marco institucional vigente: bipartidismo convergente, monarquía, corrupción económica, desigualdad social y derecho de los pueblos a decidir. La relación de estos procesos con los sujetos representativos de los trabajadores y la movilización social que éstos impulsan es el objeto del presente comentario.
El largo proceso de contestación
a las políticas sociales impuestas en España desde mayo de 2010, ampliado y
extendido a partir de la llegada a los gobiernos autonómicos y central por el
Partido Popular, ha tenido consecuencias políticas importantes materializadas
en los resultados de las elecciones europeas de mayo del 2014, que revelan el
desgaste y la pérdida de legitimidad de los dos grandes partidos, no sólo el
gobernante. La posterior abdicación del monarca y las vicisitudes que ha
seguido la materialización jurídica de este hecho, decidido en solitario por
los dirigentes del partido de gobierno y el de la oposición, excluyendo por
tanto al resto de fuerzas políticas a la vez que cualquier participación
popular de refrendo, ha generado una oleada de protestas republicanas en las
calles, y la construcción de un frente de partidos que exigen que el proceso de
abdicación se acompañe de un referéndum
sobre la forma de estado.
En los últimos días, por tanto, el
centro de gravedad del debate público se ha trasladado al terreno estricto de
la política, dejando en segunda fila las reivindicaciones sociales y la
resistencia frente a las políticas de la austeridad y el recorte de derechos
sociales inherente. Lo que no implica su postergación, sino que éste eje de
resistencia se alarga hacia reivindicaciones directamente políticas, como la
forma de gobierno o la configuración territorial del Estado. En esa coyuntura,
la posición de las organizaciones sociales es clave. Merece resaltarse la
postura mantenida por CC.OO. en un comunicado oportunamente hecho público tras
las primeras manifestaciones republicanas en las calles de las principales
ciudades españolas, en el que se condensa una perspectiva muy interesante al
respecto. El sindicato llama a sus afiliadas y afiliados a participar
masivamente en las manifestaciones convocadas por el derecho a decidir, y exige
la apertura de un proceso de reforma constitucional amplio y profundo que
aborde desde los grandes temas de la estructuración territorial y federal del Estado
y la forma de gobierno, hasta el desarrollo de formas participativas y
democráticas en la institucionalidad política del país, junto con un cambio del
modelo social y económico que se ha impuesto y que simboliza la reforma
constitucional del art. 135 CE, mediante el impulso de una profunda
regeneración democrática.
Es una toma de postura muy
notable, puesto que el sindicalismo confederal entiende que es imprescindible
un nuevo marco constitucional que decida de forma diferente, en un amplio
sentido democrático y social, los elementos centrales de la vida ciudadana
actual y que construya en consecuencia un espacio político y democrático abierto, participativo y garantista, que el
cierre del modelo constitucional vigente no permite. Esta consideración política
del sindicato no ha sido valorada en toda su importancia, como tampoco las
consecuencias que puede acarrear en el futuro inmediato. El desplazamiento de
la atención mediática a la hagiografía del heredero de la corona y a la
demonización por insensata de la perspectiva democrática de la consulta
popular, impide a los medios de comunicación contemplar nada que se salga de
ese esquema maniqueo de “fuera o dentro” de la constitución. Y el justo
protagonismo que en esta situación cobran los partidos políticos democráticos
de la izquierda que se sitúan por vez primera en un campo reivindicativo
claramente delimitado por la acción política y parlamentaria y la movilización
popular que la sostiene, tampoco favorece el análisis sobre este
posicionamiento sindical.
El caso es que el sindicalismo
confederal exige la apertura de un proceso de reformas en profundidad que
impliquen debatir el cambio de modelo constitucional. Y además, en ese preciso
marco de referencia, que coincide materialmente con la apertura de un proceso
constituyente, impulsa un amplio proceso de movilizaciones para el otoño,
concretamente para el mes de octubre, sobre reivindicaciones abiertas a la
ciudadanía. La necesidad de anticipar, sin perjuicio del amplio debate sobre la
reforma constitucional, decisiones importantes en la lucha contra el desempleo,
la desigualdad y la pobreza en este país. La restitución del Estado Social como
un objetivo que se actúa transversalmente y que se manifiesta en una serie de
propuestas muy concretas, como el crecimiento de salarios, la instauración de
una renta mínima de inserción para las personas sin ingresos, la reforma de la
fiscalidad en un sentido progresivo y eficiente, la restauración de los
derechos laborales individuales y colectivos en una nueva configuración
garantista de la legislación laboral y en fin, la oposición frontal a la
involución democrática en marcha que se presenta en tantas formas, pero que de
manera específica cobra cuerpo en el acecho y criminalización por parte de los
poderes públicos del derecho de huelga.
Una movilización social que, no
hay más que mirar el calendario, se encabalga con otros procesos en marcha de
resistencia popular y de puesta en cuestión del modelo actual. Es cierto sin
embargo que no está todavía dibujada una estrategia clara del conglomerado
político y social que se presenta como alternativa a la antidemocrática
situación actual sobre el modelo de transición
democrática que se pretende. Hay demasiada dispersión y diferencias todavía
en el proyecto o proyectos resultantes. Tampoco es un secreto que en el
interior de los sindicatos confederales hay sectores que no apuestan por la
perspectiva de una reforma constitucional en profundidad, por entender que el
mantenimiento del statu quo es
beneficioso para la estabilidad sindical. Se trata sin embargo de posiciones
que hoy no son sostenidas por la mayoría de la dirección de las organizaciones confederales.
Por eso debe subrayarse la importancia del paso dado por el movimiento sindical
incorporándose de manera activa a exigir un proceso profundo de reformas del
marco constitucional que cuestione elementos centrales del actualmente vigente.
No hay una “hoja de ruta” clara y
asumida por los distintos sujetos que se despliegan en el espacio político y
social alternativo. Pero lo que si es común es la decisión de afrontar
coordinada y progresivamente una firme oposición y resistencia al modelo de consolidación política y social que
quieren poner en marcha conjuntamente los poderes económicos dominantes y el
bipartidismo imperfecto del PP, el PSOE con la incorporación más dudosa de
nuevos y viejos aliados políticos. Hay varios escenarios en marcha, incluso el
fortalecimiento bipartidista de un gobierno “técnico” como forma de abordar los
retos del referéndum catalán y la gestión de la austeridad social mientras se
insiste en la recomposición de la estabilidad del aparato financiero y de la
gran empresa española. Se dibuja por consiguiente un panorama complicado pero
muy interesante que deberemos seguir muy de cerca. Mientras tanto, no dejen de
acudir a las manifestaciones de esta tarde por la república y el derecho a
decidir sobre la forma de estado.
1 comentario:
Estoy esencialmente de acuerdo, querido Antonio. La gente de a pie esta cansada de estructuras fariseos y corruptas. Se desean unas nuevas bases donde los intereses de los representantes no sean lo "capital", como ahora acontece, sino que haya una vuelta real hacia la preservación y promoción de los intereses de los representados.
No puede demonizarse a quienes reclaman un cambio de modelo desde la empatía y la honestidad para ensalzarse a quienes postulan más de "lassez faire..." Y que todo siga igual... de corrupto, de desempático e insolidario.
Es cierto que la dispersión y falta de posición común no ayuda a consolidad el básicamente princip de la unión hace la fuerza. Es el gran reto de los indignados con el status quo actual.
Pero la gente camina, sé echa a las calles, reivindica un cambio de estado de cosas, porque mira dónde estamos con lo que tenemos. Así que de los que ponen no sólo chinas en los zapatos sino muros infranqueables on acepto no una sola lección de moral política y jurídica. Ni siquiera las justas, ni una, vamos... de quienes sólo quieren reformas gatopardianas: que todo cambie para que todo siga igual.
Feliz jornada dominical. Cordialmente,
Francis
@fjmsegovia
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