Se continua en este nuevo post el texto de Antonio Lettieri que examina el panorama europeo tras las elecciones del 25 de mayo. Mientras tanto, la movilización ciudadana avanza y se producen actos vandálicos por las masas como el que subraya la fotografía, sólo apta para mayores con reparos.
5. Por muchas razones, que van
de la historia a la política actual de la Unión , es indispensable mirar a Francia, donde el
resultado electoral ha sido para el gobierno simétricamente opuesto al del italiano.
François Hollande ha llevado al partido socialista francés a la peor derrota
electoral de la historia de la V República.
Si, por un lado, Renzi necesita imprimir un giro a la política europea para
darle sentido a su victoria, Hollande, por otro lado, tiene necesidad de un
giro no menos profundo en relación con la eurozona para no llevar a la masacre
a su partido, repitiendo la triste experiencia del partido socialista griego de
Papandreu y del español de Zapatero.
Efectivamente, no se trata de una opción diplomática sino de una línea
dictada por los hechos.
Pero volvamos al caso
italiano. Seis años después del brote de la crisis, la situación económica y
social es la peor de las últimas
décadas. La renta nacional ha
retrocedido un 9 por ciento; la deuda pública, que estaba al 106 por ciento del
PIB en 2008, ha
alcanzado el 13 por ciento; el desempleo se ha más que doblado, pasando de poco
más del 6 por ciento a más del 13 por ciento. Peores cosas sólo las encontramos
en Grecia.
Las reformas, de las que está
repleto el programa de gobierno de Renzi, que deberían servir como mercancía de
cambio con Berlín y Bruselas, en algunos aspectos son socialmente
mortíferas. Por ejemplo, en los casos del trabajo y la reforma electoral, que
apunta a concentrar todos los poderes en una mayoría parlamentaria artificial,
privada de los contrapesos ordinarios que distinguen un régimen democrático de
uno autoritario. En otros casos son
reformas deseables las de la justicia y la fiscalidad, aunque tienen algunos contenidos
inciertos. Sin embargo, unas y otras no
pueden corregir un cuadro macroeconómico donde el crecimiento sigue siendo un
espejismo, y la única certeza es el aumento del desempleo masivo y el rampante
empobrecimiento de las familias.
El cuadro económico con el que el gobierno está llamado a confrontarse es claro, y no basta la retórica del cambio para enmascararlo. No es casual que, siguiendo sus “Recomendaciones”,la Comisión europea dibuje las perspectivas
económicas italianas para el 2014 – 2015.
Basta con echarle una mirada. El crecimiento real del PIB debería ser el
0,6 por ciento en el 2014 y el 1,2 en e 2015. Calculando un nivel de inflación,
según la Comisión ,
del 0,6 y del 1,2 respectivamente el crecimiento nominal del PIB alcanzaría en
dos años el 3,6 por ciento. Admitiendo
que se realice plenamente la previsión –aunque el Benco Central Europeo indica
una menor inflación, con la consiguiente reducción de los valores que la Comisión tiene como
hipótesis-- el PIB nominal aumentaría en
dos años cerca de 50.000 millardos y los ingresos fiscales poco menos que la
mitad. En ese mismo periodo de dos años
–es bueno recordarlo-- Italia deberá
pagar unos 170 millardos por los intereses. ¿En base a qué recursos? Después, a
partir de 2016 debería observar el Pacto de estabilidad que impone la reducción
de la deuda de una veinteava parte durante veinte años. Lo que equivale a un
ahorro de otros 50 millardos que hay que sumar al gasto de los intereses. Esto
es la imposición de las autoridades europeas. Hay que decidir si se trata de
una posición irrazonable o símplemente grotesca. En el pasado, Italia hizo
frente al gasto de los intereses (y en algunos años de crecimiento favorable a
una reducción de la deuda) utilizando un primer anticipo elevado (el surplus
del presupuesto antes del pago de los intereses). Pero la consistencia del
elevado anticipo depende del aumento de la renta y de los ingresos fiscales. Sobre
la base del crecimiento previsto, el primer adelanto –actualmente en torno al
2,5 por ciento del PIB—puede cubrir en el curso del bienio menos de la mitad
del servicio de los intereses. La suma que falta debería buscarse incrementando
las tasas o recortando el gasto social o aumentando la deuda en contraste con
la disciplina europea, que impone el equilibrio estructural del
presupuesto. En efecto, se trataría de
perpetuar la ruinosa situación de los últimos años durante los cuales hemos
tenido el aumento de los impuestos (no es casual que la Comisión recomienda el
aumento de los indirectos), la reducción del gasto social y el inexorable
incremento de la deuda.
El cuadro económico con el que el gobierno está llamado a confrontarse es claro, y no basta la retórica del cambio para enmascararlo. No es casual que, siguiendo sus “Recomendaciones”,
El gobierno Renzi, a pesar de
la consumada experiencia del ministro de Economía Giancarlo Padoan, ex jefe de
los economistas de la OCDE
y la agilidad mental que distingue a sus jóvenes ministros, todavía no nos ha dado
luces acerca de cómo intenta salir de este embotellamiento que amenaza con
aplastar definitivamente la economía italiana.
Pero así como las “Reconmendaciones” a las que nos hemos refernido serán
formalizadas y se convertirán en definitivas sólo despues de la aprobación del
Consejo de ministros europeo, ¿qué hará Renzi, las aprobará? ¿Tal vez con algunos ajustes
en el margen, lejos de la posibilidad de
cambiar la imagen?. ¿Quizás con
algún ajuste marginal lejos de la posibilidad de modificar el cuadro general?
¿O pondrá la exigencia de elaborar una alternativa a las políticas de
austeridad ya experimentada con los desastrosos resultados que están a la vista
de todos?
¿Está dispuesto el gobierno
francés a seguir pasivamente este
trayecto que está destinado a desembocar en el suicidio del Partido socialista,
que fue protagonista de la construcción europea abriendo las puertas del Elíseo
a Marine Le Pen? La pregunta es si los dos gobiernos, italiano y francés, se
han puesto o intentan poner la cuestión del papel que todavía pueden y deben
jugar para salir de una crisis que no tiene nada de fatal sino solamente el
fondamentalismo ideológico de la tecnocracia de Bruselas con el apoyo
determinante de Alemania.
Francia e Italia, conjuntamente (y ciertamente con el consenso de otros países en condiciones similares si no peores) no pudieron parar la espiral de una política económica insensata y autodestructiva. Pueden, pero las primeras señales tras las elecciones de mayo no van en esta dirección. El gobierno italiano tiene como objetivo lograr cambios marginales de la flexibilidad del presupuesto desde el punto de vista de ciertos tipos de inversiones a cambio de reformas estructurales fundamentales. Francia se está moviendo en una dirección similar con referencia a un año de equilibrio del presupuesto y la promesa de reducción del gasto público.
Francia e Italia, conjuntamente (y ciertamente con el consenso de otros países en condiciones similares si no peores) no pudieron parar la espiral de una política económica insensata y autodestructiva. Pueden, pero las primeras señales tras las elecciones de mayo no van en esta dirección. El gobierno italiano tiene como objetivo lograr cambios marginales de la flexibilidad del presupuesto desde el punto de vista de ciertos tipos de inversiones a cambio de reformas estructurales fundamentales. Francia se está moviendo en una dirección similar con referencia a un año de equilibrio del presupuesto y la promesa de reducción del gasto público.
7. Mario Draghi, presidente del BCE, ha relanzado el papel de la política monetaria con el anuncio de nuevas medidas. Indudablemente los bancos y los mercados financieros se beneficiarán de la ampliación de la liquidez y de una nueva reducción de las tasas hasta proporcionar una penalización del 0,1 por ciento para los fondos depositados en el Banco Central Europeo con el propósito de estimular una mayor erogación del crédito a las empresas y a las familias. Se mantiene que la oferta de liquidez no puede ampliar las inversiones, empezando por las pequeñas y medianas empresas, si la demanda de sus productos se estanca o sigue disminuyendo. Draghi ha afirmado incluso que otras medidas no convencionales pueden adoptarse si lo exigiera una profundizacón de la inflación. Una vez más la curación del enfermo se envía a la agravación de la enfermedad como si ya hoy no estuviera espantosamente grave.
Se ha comparado la crisis del
2008 con la de 1929, pero se han oscurecido sus enseñanzas. El New Deal fue una combinación de grandes
intervenciones públicas y reformas sociales que cambiaron para el resto del
siglo la fisonomía de las democracias occidentales. Hoy todo parece converger
hacia una especia de anti New Deal.
Se ha afrontado la crisis por
las autoridades que dirigen la
Unión y particularmente la eurozona con políticas equivocadas
y desgraciadamente contraproducentes. Las elecciones de mayo han tenido el
mérito de ser la única rebelión democrática posible que expresa un masivo voto
de desacuerdo. Estos resultados podrían ser la última señal de alarma para las
élites de gobierno de los tres principales países de la Unión después de Alemania.
Traducción: el Dómine Zépol
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