Una movilización como la que se ha producido a partir del
17 de marzo requiere, como se ha mantenido en el último post de este blog (Las manifestaciones en defensa de las pensiones), una respuesta no sólo social sino
también y fundamentalmente política. En ese sentido, recomponer desde las
fuerzas del cambio una posición común que permita reformular un acuerdo
transversal de todas las fuerzas políticas, incluidas el PP y Ciudadanos,
aprovechando el empuje y la contestación de los aspectos más regresivos de la regulación
actual del sistema de pensiones, sería un elemento importante que serviría para
marcar un comienzo de acción política ofensiva alejada de la actual situación
de aislamiento y resistencia confinados en un lado del tablero del juego
político. En ese movimiento acompañarían sin duda el sindicalismo confederal,
asi como una parte importante del movimiento de defensa del sistema público de
pensiones, logrando una salida ventajosa al momento actual.
Entender necesario un pacto de estado sobre las pensiones no es sin embargo
una reivindicación compartida por la totalidad del movimiento, aunque si
resulta de la posición de los sindicatos confederales. Se ha señalado por un
observador atento y experimentado de la realidad social como es el blog hermano
de Metiendo Bulla que la unidad
social expresada en una movilización masiva no se ha acompañado de la unidad
“suficiente” de los grupos convocantes, y que por tanto más allá del rechazo de
la política del gobierno, no hay una convergencia clara en las alternativas
planteadas, ni tampoco en el método – ni en los sujetos – que protagonizarían
esa interlocución con el poder público (La reflexión de López Bulla se puede consultar íntegra en Gigantescas manifestaciones, si, pero...) . Lo que se trae ahora al espacio de debate del
blog es una aproximación estratégica para seguir adelante con las
reivindicaciones de los pensionistas.
Sobre este tema, en efecto, Unai Sordo ha publicado un comentario
que reproduce en su blog ( Es necesario un pacto de Estado sobre las pensiones públicas) y que
ahora esta bitácora replica para el conocimiento de quienes frecuentan el
ciberespacio de Parapanda. En ella su autor reflexiona sobre el “pacto de
estado” sobre las pensiones y la necesidad de refundarlo denunciando el
abandono del mismo por parte del gobierno y el partido del PP. Es interesante
porque plantea un debate sobre la necesidad de impulsar una actuación política
unitaria que trascienda este momento de efervescencia social y que pueda
obtener resultados positivos en esta materia de las pensiones como un elemento
constitutivo de un pacto político transversal, impulsado y por consiguiente
dirigido desde las “fuerzas del cambio” en unidad de acción, aunque este concepto
sea realmente una noción de contenido variable actualmente.
Introducir una discusión sobre la necesidad de un pacto de estado sobre las
pensiones públicas permite buscar un denominador común que consolide una
estrategia de reforma para recuperar derechos perdidos y para obtener otros,
señaladamente los que se deducen de la necesidad de asegurar pensiones dignas y
suficientes para todos, en donde se cierre progresivamente la brecha de género
en su desarrollo. Pero también abre una discusión sobre la necesidad de
construir ese espacio transversal, sin perder una visión propia del proyecto
que cada fuerza política tenga sobre el futuro de las pensiones, forzando un
apoyo crítico a una serie de puntos sobre los que poder construir una posición
que vuelva atrás la reforma unilateral del PP del 2013 e introduzca mejoras
sustanciales en los acuerdos del Pacto de Toledo del 2011. Un debate que en
definitiva se centre en la necesidad de encontrar una salida política sobre la
base de una movilización social de amplia base y seguimiento.
Esta es la reflexión de Unai Sordo:
Creo que se está frivolizando por parte de algunos cuando se cuestiona la
necesidad del “pacto de Estado” en torno a las pensiones. Y se les está dando
mucho bombo, tengo dudas de si de forma temeraria o consciente...
En momentos de movilización como el que se abre es grande la tentación de
aprovechar el clima social para llevar el ascua a la sardina de cada cual. Pero
estratégicamente me parece un error enorme renunciar desde el sindicalismo o
desde la izquierda a la pertinencia del apelar al “pacto de estado”.
Lo creo porque es precisamente ese concepto casi prepolítico (el de “pacto
de estado” digo) el que hace que la defensa del sistema público de pensiones
sea en España hegemónica. Explica buena parte del rotundo éxito de las
movilizaciones de ayer. Explica (en parte) que las reformas destinadas a
disminuir drásticamente la cuantía de las futuras pensiones se tomen con
medidas diferidas en el tiempo y con efectos muy progresivos. De otra manera
tendrían un coste electoral brutal.
Renunciar desde improvisados portavoces a exigir al Gobierno que recupere
consensos e incluso pedir la voladura controlada de los consensos porque suene
más rupturista (cuando lo cierto es que es el Gobierno quien rompe el “marco
consensual” con su demagogia en el 2011 -el partido-y luego su unilateralidad
en 2013), es empezar a cuestionar en el medio y largo plazo el carácter
hegemonista del sistema de pensiones, hoy tan valorado. Es situarlo en la
disputa no ya política, sino electoralista.
Estamos hablando del modo principal de vida del 19% de la población que
será del 33% en el año 2050. Y que se establece mediante un sistema de
socialización de recursos intergeneracional e ínter-territorial. En un mundo de
creciente fragmentación de identidades, de intereses, de años y años de lluvia
fina de las visiones individualistas del mundo, no se puede colaborar en romper
uno de los últimos (si no el último) elemento de hegemonía social(ista) que
disponemos.
Si cala entre la ciudadanía laboralmente activa la idea de que está
sosteniendo unas pensiones actuales de mucha mayor calidad que las que va
disfrutar en el futuro esa misma ciudadanía hoy activa y mañana pensionista, la
alternativa a la capitalización individual se irá imponiendo. Y de ahí a ver
con normalidad la reducción de la parte “socializada” de las cuotas de
seguridad social solo hay un paso (es imposible la alternativa de la
capitalización porque no hay capacidad de ahorro decimos con suficiencia.... salvo
que se cuestione lo comunitario que supone la cotización obligatoria).
Por tanto es momento de movilización, si. Pero de afinar lo que se dice. La
pregunta es qué parte de la renta nacional del país se quiere dedicar ahora y
en el futuro a mantener pensiones públicas de calidad. Cómo financiar ese gasto
en cada momento histórico, garantizando una relación entre lo que se aporta y
se percibe (contributividad) con fórmulas adicionales de financiación (para no
vernos abocados a un recorte permanente). Exigir un consenso político sobre
esas respuestas. Despistarse sobre eso por si son galgos o son podencos... mal
asunto.
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