Este 1º de mayo, en España, está marcado por tres grandes
ejes que el sindicalismo confederal ha definido de manera muy neta. De un lado,
los incrementos salariales y la recuperación de los niveles de retribución
colectiva deteriorados por la crisis, en especial respecto de los más bajos de
la jerarquía salarial. Esta es una reivindicación que va en paralelo a la de
revertir las reformas laborales del 2010 y 2012 que han debilitado la
negociación colectiva y la capacidad de representación general del
sindicalismo. El segundo eje es el combate contra la precariedad y la propuesta
de reunificación paulatina de las colectividades del trabajo. En este vector,
la reivindicación de trabajo igual y salario igual se conecta muy directamente
con las movilizaciones feministas del 8 de marzo. El tercer elemento puesto de
relieve es la reforma del sistema de pensiones sobre la base de una protección
suficiente para la tercera edad, y la exigencia de un pacto global sobre la
financiación del sistema que no proceda a la expulsión de colectivos de su
tutela ni a la rebaja de la intensidad de la protección.
Los sindicatos han convocado en más de 70 localidades marchas y
manifestaciones. Se trata de una muestra de su capacidad de movilización, que
es importante que se advierta en la asistencia masiva a las mismas. El proceso
de movilización en el que estamos inmersos tiene como destinatario central el
acuerdo de salarios en la negociación colectiva con una CEOE remisa y renuente
a la que hay que obligar a acordar, y, en la otra mano, la presión sobre el
gobierno que ha comenzado a dar marcha atrás en sus planteamientos, como lo
demuestra el acuerdo con el PNV para la mejora de las prestaciones por vejez.
Hay que seguir en esa línea ampliando la participación, confluyendo con las
grandes movilizaciones de estos últimos meses en torno al 8 de marzo, abriendo
propuestas al tema de la temporalidad y del trabajo a tiempo parcial no
deseado, al combate contra la impunidad empresarial en el incumplimiento de la
legalidad, al reforzamiento de la negociación colectiva.
Todo esto sólo se consigue mediante la vigorización de la organización y acción
colectiva desde los lugares de trabajo a los diferentes niveles o escalas donde
el sindicalismo tiene que desplegar su actividad. El 1 de mayo es un día
perfecto para recordarlo, un día en el que la solidaridad internacional se
expresa en las calles y en las plazas de todos los lugares del mundo.
Para conmemorarlo, nada mejor que recordar las palabras de una de las
figuras emblemáticas del sindicalismo español, Anselmo Lorenzo, un ancestro
común a todas y todos los trabajadores de este país, extraídas de una de sus
obras pedagógicas dirigidas a la colectividad de la clase obrera del comienzo
del siglo XX.
Estas son las palabras del gran sindicalista:
“En efecto, los obreros de cada oficio y de cada nación, advertidos , por
una parte, por el concurso material y moral que en las épocas de lucha hallan
en los obreros de todos los oficios y de todas las naciones, y, por otra, por
la reprobación y por la oposición sistemática y odiosa que encuentran, no sólo
en sus propios patronos, sino también en los de las industrias más diferentes
de la suya y de la burguesía en general, llegan al conocimiento perfecto de su
situación y de las condiciones fundamentales de su liberación. Ven que el mundo
social está realmente dividido en tres categorías principales, 1º los innumerables
millones de proletarios explotados, 2ª centenares de miles de explotadores del
segundo y aun del tercer orden y 3º algunos miles, a lo sumo algunas decenas de
miles de hombres de rapiña o capitalistas bien orondos que, explotando
directamente a la segunda categoría e indirectamente, por medio de esta a la
primera, embolsan lo menos la mitad de los beneficios del trabajo colectivo de
la humanidad.
En cuanto un obrero se hace cargo de este hecho especial y constante, por
poco desarrollada que se halle su inteligencia, pronto comprenderá que su
salvación consiste únicamente en el establecimiento y la organización de la más
estrecha solidaridad prácica entre los proletarios de todo el mundo, sin
diferencias de industrias ni de naciones, en la lucha contra la burguesía
explotadora.
He ahí pues, la base de la gran Asociación Internacional de los
Trabajadores (entiéndase este razonamiento aplicado al sindicalismo moderno)
demostrada, no por una teoría debida a uno o varios pensadores, sino por el
desarrollo positivo sw lo hechos económicos, por las duras pruebas que estos
hechos hacen sufrir a las masas obreras y los pensamientos que suscitan en su
seno”
Anselmo Lorenzo, “Ascendencia y Trascendencia del sindicalismo”, Libros
Corrientes, Madrid, 2018, publicado originariamente en 1913.
Que todos por tanto celebremos combativa y fraternalmente como se debe este primero de mayo del año
dieciocho.
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