lunes, 25 de enero de 2021

ATOCHA: 44 AÑOS


El 24 de enero de 1977 un grupo de pistoleros fascistas entró en el Despacho de la calle Atocha 55 y  asesinaron a Ángel Rodríguez Leal, Serafín Holgado, Francisco Javier Sahuquillo, Enrique Valdelvira y Luis Benavides Orgaz e hirieron gravemente a Lola González Ruiz, Miguel Sarabia, Luis Ramos y Alejandro Ruiz-Huerta. Sus nombres deben ser siempre recordados para que no perezcan en el olvido.

Miembros del Partido Comunista de España – una identidad que muchas veces se omite en los comunicados que recuerdan la matanza fascista, también en los comunicados de los partidos de izquierda, desde el PSOE a Podemos, como si este hecho no conviniera resaltarlo en momentos en los que la ultraderecha en el Parlamento español habla del gobierno social-comunista – y de CC.OO., dieron su vida por la libertad y la democracia de este país defendiendo a las trabajadoras y trabajadores que entendían formaban parte de una clase social sobre la que el régimen franquista había demostrado su hostilidad criminal una vez ganada la guerra civil mediante una represión física y moral sobre quienes en un momento histórico pensaron que se podía construir un estado basado en una democracia radical de trabajadores de todas clases.

El crimen no fue perseguido como se debía. Los inductores de aquella matanza nunca fueron investigados. De sus asesinos materiales, el de familia bien, Lerdo de Tejada, huyó y fue escondido en alguno de los refugios de nazis y fascistas en Latinoamérica. Carlos Garcia Juliá, huido y prófugo, acaba de salir de la cárcel tras 287 días de prisión una vez conseguida – no sin problemas – la extradición. El resto ya han muerto. El odio que manifestaba ese acto criminal se reanima en nuestros días en numerosos discursos, memes y tuits que cuentan con una aceptación social y política en la ultraderecha. En un chat de militares retirados se hablaba, recordemos, de fusilar a millones. Como a los abogados de Atocha, colocados en fila contra la pared del despacho, disparándoles para exterminarlos.

La brutalidad y el odio están ahí al lado, en el discurso obsceno de la ultraderecha que se expande alegando que supone el ejercicio de la libertad de expresión. Un discurso que desborda los márgenes democráticos pero que se permite y alienta como eje de deslegitimación de propuestas y aportaciones colectivas que hasta ahora se consideraban, con razón, elementos básicos de civilización democrática.

Este año, como consecuencia de la pandemia, no hay actos conmemorativos organizados por CCOO de Madrid y la Fundación Abogados de Atocha. Alejandro Ruiz Huerta ha dicho que este año los homenajearemos desde el silencio. El premio que anualmente concede la Fundación ha ido destinado a los trabajadores esenciales que han cuidado de la colectividad y han hecho posible la condición de ciudadanía en la crisis sanitaria y económica derivada de la Covid-19. Una situación que impide que podamos reunirnos y hacer posible un año más la evocación de la memoria de nuestros compañeros en el contexto de la lucha por la democracia y la libertad que hoy se cuestiona en el propio parlamento por quienes usan los resortes democráticos para diseminar y profundizar su mensaje antidemocrático.

Hay además otro aspecto que también se resalta en este aniversario. Los fascistas – una palabra que ahora cuesta escribir, porque se ha extendido la convicción de que es una categoría política extinguida – asesinaron hace 44 años a quienes asesoraban y organizaban colectivamente a los trabajadores para que éstos tradujeran sus reivindicaciones en derechos. Esta actividad, intrínsecamente ligada a la defensa de la clase trabajadora organizada sindicalmente, es la que también se quería golpear físicamente, porque el sindicalismo democrático es un objetivo a eliminar por parte de la ultraderecha. Aquí y en todas partes. Recientemente, la Fundación Electra de Uruguay, ha publicado un Cuaderno en el que une los crímenes que se produjeron por pistoleros o grupos parapoliciales en ese mismo año de 1977 en Guatemala, Argentina y España, asesinatos contra abogados laboralistas por el ejercicio de su profesión. Un objetivo que denota el odio de clase que sostiene y orienta la mano de los criminales.

44 años ya. Pero hoy, como ayer, es imprescindible rescatar su memoria. Como homenaje en silencio, pero también como advertencia. Los enemigos de la democracia están aquí y ahora fortaleciéndose y expandiendo la semilla del autoritarismo y la intolerancia. Profundizar en la democracia fortaleciendo el Estado Social y la autonomía colectiva de las organizaciones sindicales es la forma más eficiente de detener estos procesos que erosionan nuestro sistema político.

(*) El libro aludido en el texto : J. Aparicio / A. Baylos / C. L. Franco López / P.D. Weinberg, El difícil oficio del abogado laboralista: los crímenes de 1977 en España, Guatemala y Argentina. Cuadernillos de la Fundación Electra, Montevideo, 2020

5 comentarios:

paco trillo dijo...

Enhorabuena por esta entrada, prof. Baylos, de la que me quedo con la omisión de la izquierda actual a la pertenencia al PCE, con el avance del fascismo en España -y no solo-, así como el objetivo de la ultraderecha, de antaño y hogaño, de acabar con el sujeto colectivo de representación de los intereses y derechos de las personas trabajadoras.
Que el recuerdo de lo que supuso aquel infame asesinato nos permita afrontar los retos actuales.
Abrazos

JUAN ANTONIO MATA MARFIL dijo...

Muy bien Antonio. Es imprescindible recordar y afirmar claramente que los actuales dirigentes son herederos directos de aquellos asesinos y de sus ideas de enterrar la libertad en nuestro país.

Juan Moreno dijo...

Muy necesario y oportuno.
La placa la gestionamos desde la USMR (creo que también por su lado los abogados) con Juan Barranco alcalde entonces. Fue lo único que le sacamos en una entrevista. No aceptó que se pusiera nombre de una calle a los laboralistas porque en esos años aún no se quería ir más allá. Lo de Genovés en Antón Martín fue mucho después. Yo me enfadé un poco y le dije que el antiguo dictador Stroessner de Paraguay tenía calle en madrid y nuestros abogados no. ¡No me jodas me dijo! Y la verdad es que quitaron ese nombre.
Juan Moreno

Unknown dijo...

Gracias Antonio, infinitas gracias por no solo recodarnos las causas de este cruel crimen, también el odio de clase que inspira al fascismo y sus actos. reivindicar la condición de Comunistas de los compañeros asesinados se hace esencial en momentos de agudización de las contradicciónes de clase. Un abrazo

Carlos Alá Santiago Rivera dijo...

Querido Antonio.

Agradezco tu escrito, certero y conmovedor como siempre. Me inspira a compartir mi propio testimonio de hace un par de años, cuando por tu intermedio participé de ese homenaje a los héroes y mártires de Atocha. Allí, en el paraninfo, creo, de la calle San Bernardo, nos encontramos solemnemente con ese espíritu de los muertos que son pura vida e inspiran a los demás a luchar por una mejor sociedad. Su relevancia inspiradora es evidente en momentos en que fuerzas retrógradas conservadoras invaden el ideario de reivindicación de todas nuestras sociedades. Los mártires nos acompañan y bendicen con su ejemplo, los muertos son otros, la vida y buenos deseos siempre vencerán. Un abrazo desde el Caribe inquieto.

Carlos Alá Santiago