Comienza
un largo proceso de movilización sindical unitaria en Italia. El 6 de mayo en
Bolonia, era la primera de las tres manifestaciones que en el curso de una
semana se realizarán en las tres regiones en las que idealmente se divide
Italia. El centro (con la de hoy en Bolonia), el Norte, con la del día 13 de
mayo en Milán, y finalmente, una semana después, el 20 de mayo, en Nápoles, al Sur
del país.
Es importante resaltar la unidad
de acción entre las tres grandes confederaciones, una cuestión que sin embargo
no es frecuente ante la separación de la CISL de las convocatorias de acciones
colectivas de por la CGIL, a las que se ha sumado la UIL. Sucedió con la huelga
general convocada por estas dos confederaciones contra la ley de presupuestos de
Draghi y en diciembre del año pasado (2020), contra los presupuestos
generales del gobierno Meloni. En esta ocasión, sin embargo, la CSIL se
ha unido a este itinerario de movilización tras una larga negociación durante
el mes de abril, a cambio de no convocar huelga ni una manifestación nacional,
sino comenzar con estas concentraciones interregionales y sin que cada una de
las fuerzas sindicales convocantes pudieran enarbolar reivindicaciones propias
o separadas de las que se recogían en la plataforma de movilización.
La idea es la de dar comienzo a una
movilización de tres semanas que continuará después del verano, con mayor
intensidad, para la negociación de la ley presupuestaria. En ella CGIL, CISL y
UIL trasladan una serie de reivindicaciones a través de la plataforma unitaria,
que pone en primer término el aumento de los salarios frente a la inflación que
erosiona el poder adquisitivo, una reforma fiscal centrada en la progresividad
y sin lo que se denomina flat tax un impuesto "plano" y único,
por el que todos los contribuyentes pagan el mismo porcentaje de sus ingresos
en impuestos, independientemente de lo que cobren, lo que en castellano
conocimos como “tarifa plana”. A ello se une la defensa de los servicios
públicos empezando por la sanidad, muy deteriorada tras el estrés a la que le ha
sometido la pandemia, la lucha contra la precariedad en el sector público y
privado, un verdadero cambio estructural de la reforma Fornero respecto
de la regulación del despido, y una batalla seria para conseguir la
reducción drástica de la siniestralidad laboral en la pretensión de cero
muertes en el trabajo.
La organización de la
manifestación ha sido meticulosa y ha estado precedida por semanas de asambleas
unitarias en los lugares de trabajo, pero también en reuniones con las
asociaciones del tercer sector e incluso en los institutos con estudiantes. Unas
asambleas que han permitido visibilizar al sindicato la impaciencia de
trabajadores y pensionistas ante una situación mundial en la que la guerra es
una perspectiva a largo plazo y la insuficiencia de los salarios (y las
pensiones) para que estas personas puedan llegar a fin de mes. Además de ello,
desde comienzo del año, se han ido sucediendo varios conflictos en sectores y
en empresas convocadas unitariamente, como la del sector de la madera y la
construcción de muebles, o las empresas TIM y WindTree en el de
telecomunicaciones, o la de Air Dolomiti en transporte aéreo.
La manifestación de Bolonia ha
comenzado a las 9.00 horas en la Piazza XX Settembre, desde donde ha partido hasta
llegar a la Piazza Maggiore a las 10.30 horas. Allí, desde el escenario ante el
ayuntamiento, que fue alzado para el 1º de mayo y que todavía no se había
retirado, han intervenido, además de una serie de personas trabajadoras y
pensionistas, los tres secretarios generales de la CGIL, la CISL y la UIL, Maurizio
Landini, Luigi Sbarra y Pier Paolo Bombardieri, respectivamente.
Hay que tener en cuenta sin
embargo que el gobierno, aprovechando el 1º de mayo, ha promulgado un Decreto –
el llamado “Decreto Trabajo”, que se contrapone a su antecesor “Decreto
dignidad” – en el que se deroga uno de los elementos centrales del programa del
M 5 Estrellas, la “renta de ciudadanía”, que para algunos miembros del gobierno
Meloni era “el pasaporte para que los pobres vivieran toda su vida de vacaciones”,
sustituida por una prestación mucho más restrictiva, y la ampliación del
término de los contratos temporales de uno a tres años. Además de ello, las
causas de la temporalidad pueden ser negociadas por las partes, una idea de “flexibilidad”
muy propia de la ideología neoliberal que ostenta la nueva (y férrea) mayoría
parlamentaria de la derecha y extrema derecha italiana.
Una reforma que ha sido
fuertemente criticada por el secretario de la CGIL en Florencia en un mitin en
el que ha intervenido la nueva líder del Partido Democrático, Ely Schlein,
tanto en lo que respecta al método como a su contenido. En este acto, que ha
intentado recomponer la ruptura ente el partido y el sindicato a partir de las
políticas de Renzi con su cacareada Jobs Act, la recién elegida
secretaria general del PD cargó contra la norma de la que dijo que se trataba
de “un decreto que llamaron de trabajo, pero sería más correcto llamarlo
Decreto de Precariedad y Chantaje”, en lo que aparece como un giro hacia la
izquierda social del PD. Hoy en Bolonia, se hacía notar en la manifestación la
presencia de la dirigente democrática, además de otros partidos de izquierda como
Alianza de Izquierda Verde, Demócratas de Izquierda, y una nutrida
representación del Movimiento Cinco Estrellas, en lo que podría ser un espejo
de la oposición al gobierno en el poder.
Es importante que el frente
sindical unitario se mantenga y acreciente su presión después del verano, y que
se vaya construyendo en el plano político, una plataforma de coincidencias en
el plano de la preservación de los derechos laborales y sociales y de la garantía
y suficiencia de rentas salariales y de las pensiones de jubilación. Aunque el
panorama político no parece modificarse dada la sólida mayoría parlamentaria
que el nuevo sistema electoral ha logrado para la coalición de derecha y de
extrema derecha, la extensión de una plataforma reivindicativa en el espacio
del trabajo y de la ciudadanía social y el mantenimiento de la tensión en la
movilización social puede ayudar a recomponer en el espacio político una visión
unitaria que se podría manifestar de manera ya efectiva en las elecciones
europeas de mayo y junio de 2024.
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