La editorial Bomarzo acaba de publicar un libro de Laura Mora Cabello de Alba, profesora de la UCLM, que tiene un origen académico e institucional - el proceso de oposición para conseguir una plaza de profesor titular de universidad, pero que recorre el significado de la relación educativa y del aula y la escritura como espacios libres para poder ser y como un lugar de transformación social y evolución humana. Esta entrada constituye una reseña de esta obra.
En los concursos y oposiciones a
profesores de universidad del siglo pasado regidos por la Ley de Reforma
Universitaria de 1983 se introdujo la idea del
“proyecto docente” que acompañaba a la exposición de los méritos y del
historial académico e investigador de quienes eran candidatos a las plazas de
profesor titular o de catedrático de universidad, y que sustituía el mucho más
clásico primer ejercicio de oposición
centrado sobre “concepto, método y fuentes” de la asignatura de la que
se tratara. Pasada la Ley Orgánica de
Universidades del 2001 y vigente ya en nuestros días la Ley Orgánica del
Sistema Universitario del 2023, estos textos se destinan al concurso de la
plaza concreta en una universidad determinada a la que solo se puede acceder si
quien lo pretende ha superado positivamente la acreditación nacional efectuada
por una Agencia de ámbito estatal que le reconoce la calidad suficiente para
poder optar a la misma. Quiere decirse con ello que los méritos académicos
personales se tienen por evaluados y en la gran mayoría de los supuestos, la
profesora o el profesor que concursa tiene una amplia experiencia docente
normalmente en el centro universitario para el que se ha convocado la plaza, por
lo que el escrito de presentación del proyecto docente e investigador de la
persona candidata se tiene por un trámite requerido pero al que no se le asigna
ningún valor especial en términos de expresión del talento, índice de impacto o de
excelencia académica e investigadora, nociones todas que presiden monótonamente
los discursos oficiales sobre la calidad de la universidad.
Estas circunstancias explican que
los “proyectos docentes y de investigación” hayan sido tradicionalmente
volúmenes de extensión paulatinamente más reducida que se custodian, por
general lujosamente encuadernados pero inéditos y en ocasiones ni siquiera
leídos, en las estanterías de los departamentos en los que se había celebrado el
concurso-oposición al que aspiraba la persona candidata. Pero esta práctica se
ha roto recientemente mediante la muy reciente publicación de algunos de estos textos
de exclusiva utilización interna por el reducido grupo de examinadores y en su
caso de algunos miembros del área de conocimiento del centro universitario
donde se desarrollaba la oposición que acudían al acto público de exposición de
este escrito[1]. Con
ello se exponen a la información y al conocimiento del público las reflexiones y
las implicaciones personales que tiene el desempeño de un trabajo cualificado:
el de la docencia y la investigación universitaria.
Este es el caso del libro de
Laura Mora Cabello de Alba que aquí se
resume y que tiene un título extremadamente sugerente: El aula y la
escritura como espacios de soberanía. Es una reformulación – “responde en gran parte
a”, dice la autora - del proyecto docente e investigador para optar a una plaza
de profesora titular de universidad en la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la Universidad de Castilla La Mancha, “un punto de llegada y un
nuevo inicio, un ciclo natural que se repite también en la Universidad”. Su
presentación como libro, es decir como un producto que se reconoce como un
texto elaborado para la lectura y conocimiento de un público interesado,
recorre la distancia entre su primer valor de uso y su capacidad actual de
intercambio de ideas y de propuestas con aquellas personas que resultan
interesadas en conocer el modo en que se presenta esta reflexión sobre cómo y
qué debe enseñar quien hace de su profesión la docencia universitaria.
Aunque no se desprende del título
del libro, es el Derecho del trabajo y de la Seguridad Social la materia sobre
la que se despliegan las consideraciones de la obra. Es cierto que su autora es
lo suficientemente conocida como para que esta asignación al campo de lo
jurídico no sea algo ya sabido. Pero es importante señalarlo porque la relación
que ella establece entre su trabajo y la forma de prestarlo y la labor
universitaria configurada como un trabajo materialmente intenso y de ejecución difícil
está muy presente en el libro, como también la reivindicación del carácter
público del empleo, al servicio del interés general, que define el puesto de
trabajo permanente que acoge la relación de servicio del profesorado
funcionario.
Esta conexión con el trabajo
concreto se pone de manifiesto también en la selección del prologuista, que es
un compañero de Facultad y de las tareas docentes en el área de conocimiento en
ese mismo centro universitario. Juan Díaz Rokiski, director territorial de la
Inspección de Trabajo de Castilla La Mancha y profesor asociado de Derecho del
trabajo y de la Seguridad Social de la UCLM resume con claridad las
características fundamentales de la obra que prologa: no es un libro académico
al uso, pero es sistemático y riguroso, no es en ningún caso autocomplaciente
con los méritos de la autora, pero permite conocer el “bagaje docente,
investigador y humano que le acompaña”. Y ofrece un recorrido “desde aquella
universidad dominada por los valores patriarcales” a un proyecto de actuación
docente colmado de amor y respeto tanto por los y las docentes como respecto de
los alumnos y alumnas “cuyas voces deben ser escuchadas, cuya lengua debemos
respetar y tratar de comprender y que tienen tanto que aportar a la
universidad, a su universidad”. Un libro en donde “el valor de la coherencia,
la dificultad de que el hacer, el decir y el escribir puedan reflejar lo que
somos y que esa imagen que el espejo nos devuelva no nos obligue a desviar la
mirada sino, por el contrario, a proseguir en la búsqueda de nuevos
horizontes”. Y todo ello se confirma en la lectura de este pequeño gran libro.
El espacio en el que se
desenvuelve la enseñanza y la investigación es el punto de fuga a partir del
cual se traza la perspectiva que enfoca esta obra. Un lugar que no se
corresponde con la noción laboral de centro de trabajo, sino que especifica el
territorio en el que se produce el encuentro -o desencuentro – entre quienes forman
el colectivo de los estudiantes y la persona que enseña. El aula es así un
espacio cualificado por la transmisión de conocimientos, pero en la concepción
de la autora también de afectos y emociones, en donde la mutua comprensión y la
capacidad de escucha de las voces – y los silencios – que en este proceso se
encadenan resulta fundamental. Y junto al aula, la consideración también de la
escritura como un lugar desde el que poder desentrañar la estructura de poder
que anida en cualquier norma laboral, sino también de proponer una visión
complementaria o alternativa a las reglas vigentes. El espacio que en otras
muchas ocasiones se convierte en necesidad de un sitio propio, de un ambiente
acogedor.
Pero si ese es el enfoque que domina
los puntos de partida del ciclo universitario que el libro puntea, lo que
emerge con claridad a lo largo de todas las páginas de la obra es la presencia constante
de una subjetividad activa a lo largo de toda una biografía que ha
problematizado la profesión de docente universitario en relación con su propia
condición de mujer y de jurista a lo largo de su trayectoria como profesora e
investigadora. Una subjetividad consciente que habla en primera persona del
singular – solo interrumpido en muchas ocasiones por la del plural - y por
tanto crítica que finalmente ha podido encontrar “un lugar ligero, enfocado y
cambiante como mujer jurista en la Universidad”, pues “cuando alguien ocupa su
sitio” – de nuevo la importancia del lugar, del espacio habitable –
“comienza a disfrutar con cotidianeidad de lo que hace”.
Porque los comienzos no fueron
sencillos, ni tampoco es fácil mantenerse. En el capítulo VII la autora explica
que ha significado para ella ser mujer universitaria, en un contexto en el que la
universidad, frente a la “universidad oscura de los años 90” está llena de
mujeres en sus despachos, en sus escritos y en la propia estructura de la
institución y sin embargo no hay un cambio relevante de ésta. Con la
reivindicación de una libertad que asimismo se tuvo que manifestar en ese “se
acabó” con el que desde hace poco tiempo se han rebelado las mujeres que fueron
objeto de violencia o de acoso sexual también en la universidad, incluso aunque
(o precisamente por ello) las agresiones no fueran las típicas del abuso o del
maltrato. En especial la autora define lo que denomina “violencia hermeneútica”
en cuanto que la interpretación del medio de trabajo y sus instrumentos de
realización estaban contaminados por un orden de valores patriarcal capitalista
que generaba la sensación de una profunda ajenidad respecto de la labor universitaria
en la que “nada le interesaba, nada la nombraba ni le generaba placer alguno”.
Una violencia que implicaba soportar “una estructura universitaria burocrática,
un modo de hacer, de escribir, de enseñar” que le era absolutamente extraño y
que carecía de impulso. Este es un elemento central del libro, porque expresa
la dificultad de estar en un lugar que pudiera “ser habitado pacíficamente” por
ella. De ahí la reivindicación, ligada a su experiencia personal y política de
poder reconocerse allí “gracias al pensamiento y a la práctica de la diferencia
sexual”, un feminismo de la diferencia que “afianzó en mí la toma de conciencia
colosal que es considerarnos – las mujeres – también universidad, en su centro,
abandonando los márgenes”.
Seguramente desde este lugar que
le permitió tener la fuerza para “dejarme ser libre en el aula, a ser soberana
en la escritura y seguir mi deseo mi propia voz” la autora puede realizar con
seguridad un recorrido crítico sobre el encuadre normativo de la enseñanza
superior, desde su inserción en Europa – el llamado espíritu de Bolonia – y el
espacio europeo correspondiente, hasta la denuncia del crecimiento desmesurado
de los procedimientos de la burocracia institucional durante los procesos de
reforma universitaria que ocupan cada vez un mayor tiempo del trabajo de
profesorado de manera rígida y con una finalidad declarada pero nunca evaluada
en su eficacia o utilidad. En esas condiciones sin embargo se desarrollan las
dos funciones básicas de ese acto “necesariamente impreciso, inabarcable, lleno
de misterio” que es la enseñanza y que se concretan en la investigación y la
docencia.
La autora esboza su concepto de
investigación: “la creación propia y/o colectiva de un texto a partir del
reconocimiento original de aquellas fuentes en las que se ha bebido y te han
dado conocimientos e inspiración para seguir avanzando en la creación de una
idea, en la descripción de la realidad, en la puesta en cuestión de una verdad
aparentemente consolidada, en la proyección imaginada de cómo podrían ser las
cosas de otra manera a la establecida por el poder, en el desvelar con cuidado
algo que permanece oculto a los ojos por evidente que pueda parecer, en el
resignificar una realidad dándole lo que consideras que es su real significado
ateniéndote a lo que (te) acontece”. Ese esfuerzo creativo tiene que “poner en
juego” en primera persona a quien investiga – lo que en el caso de la autora se
mantiene a lo largo de todo su trabajo- y se concreta en escribir sobre lo que la
interpela, incluido desde luego las materias o los temas “que otra u otro quiere
que escriba”, pero estos encargos se filtran a través de la salvaguarda del
propio trabajo intelectual emprendido rechazando aquello que hay que escribir
al dictado “de las agencias evaluadoras o de las modas congresuales”. A través
de este filtro se van desgranando las intervenciones y las publicaciones que la
autora entiende más significativas o de especial interés, siempre reivindicando
la honestidad en el análisis de las fuentes y en su cita.
Asigna un papel importante en ese
proceso de investigación a lo que llama “experimentos de creación colectiva”, que
no se refiere a los espacios de circulación de ideas y de debate como los Encuentros
de Área, de carácter eminentemente formativo, en los que se producía el diálogo
entre las distintas generaciones de iuslaboralistas de la UCLM con especialistas
de derecho del trabajo o de otras disciplinas y universidades nacionales o
extranjeras, sino a experiencias que pretendían “hacer academia de otra manera”,
fuera de los cánones habituales. Estos “experimentos” van desde el libro “a varias voces” más
emblemático de esta idea de volcar la política de las mujeres en una creación
compartida, Trabajar en femenino, trabajar en masculino[2], hasta
las intervenciones sobre sostenibilidad, ecología y derecho laboral[3]
o la importancia del universalismo de los derechos sobre el trabajo que debe conceptuarse
tal en hoy y mañana[4]. Y todo
ello en un contexto de fomento de una red de intercambios personales entre
diversas experiencias latinoamericanas – como la participación en el Tribunal
Internacional de Libertad Sindical o los encuentros entre especialistas en relaciones
laborales que acoge el curso de expertos cada año en septiembre en Toledo, una
iniciativa impulsada en su origen por Pedro Guglielmetti y Umberto Romagnoli- en
donde “se dialoga sin censura y horizontalmente” sobre la realidad del trabajo,
o, en otro registro, las reuniones que efectuaron las mujeres del área de
derecho del trabajo de la UCLM entre 2012 y 2014 autoconvocadas para compartir
sus experiencias como mujeres universitarias.
El otro dominio en el que se
ejercita la labor de la profesora de universidad es el aula y la docencia es
asimismo uno de los referentes clave en esta profesión. Constituye asimismo un
componente esencial de ese trabajo. ”La relación docente necesita tiempo para conocerse,
re-conocerse y dialogar”, y lo importante en este proceso es “transmitir un
orden con sus fuentes, valores y herramientas para tejer derecho, que ellos y
ellas de forma autónoma sean capaces de manejar el presente y más adelante”. En
el libro se da cuenta de varios ejemplos derivados de la experiencia didáctica
que ha llevado a cabo la autora, y cómo dirige la transmisión de conocimiento al
colectivo de los estudiantes que siempre sabe tratar de manera personal,
directa, fomentando la responsabilidad y la conciencia ante la realidad que el
derecho tiene que disciplinar. Una visión muy positiva del alumnado que ella
juzga “sediento de vida, de sentido”, con unas maneras más “transparentes y
constructivas” de mirar el mundo que les rodea. Eso es lo que hace que el aula
sea “un espacio soberano – un espacio de autonomía y de respeto – y hospitalario
de relaciones”. Un ambiente “de verdadero aprendizaje acogedor e integrador”-
como sintetiza el prologuista del libro – que incluso en los momentos de
desánimo y de desafección ante los silencios o la carencia plena de capital
cultural de quienes asisten a las clases, sabe reaccionar y reconducir el
proceso de enseñanza hacia interacciones simbólicas positivas. Las últimas
palabras del libro, justo antes de mencionar la bibliografía que ha utilizado y
citado, se resumen así: “el despertar de un aula acogedora”.
La obra de Laura Mora Cabello de
Alba es original y valiente, anticipa un pensamiento sobre nuestro propio
trabajo universitario que no se explicitaba ni se compartía. Además utiliza una
prosa elegante y cuidada, muy alejada de lo que es tradicional en la de los
estudios jurídicos, importando palabras desde otros espacios creativos. Es
desde luego un libro especial, que debería ser divulgado más allá del círculo
de los juristas del trabajo a los que pertenece su autora, sin perjuicio de que
en el círculo de quienes frecuentamos el Derecho del trabajo – universitarios,
abogados, sindicalistas, funcionarios y magistrados de ambos sexos, les gens
du métier – se conociera y se leyera como una singular aportación a la
forma en la que se aborda el trabajo concreto de quienes nos dedicamos a la
Universidad, una forma de “estar” en el trabajo cotidiano que constituye el
núcleo de la denominada enseñanza superior.
[1]
Además del libro aquí reseñado, es de destacar asimismo el de Stefano Bini, Ser
profesor/a universitario/a hoy: Visión y propuestas para la mejora continua y la
calidad docente en la era de los algoritmos, Universidad de Córdoba,
UCOpress, 2024.
[2]
L. Mora Cabello de Alba (Dir. y Coord), Trabajar en femenino, trabajar en
masculino. Un libor a once voces, Ed.Bomarzo, Albacete, 2013.
[3]
L. Mora Cabello de Alba, J. Escribano Gutierrez (Coords), La ecología del
trabajo: el trabajo que sostiene la vida, Ed. Bomarzo, Albacete, 2017.
[4]
L. Mora Cabello de Alba, M.L. Rodriguez Fernandez (Coords), El futuro del
trabajo que queremos, Ed. Bomarzo, Albacete, 2017.
EL AULA Y LA ESCRITURA COMO ESPACIOS DE SOBERANÍA
Laura Mora Cabello de Alba. Editorial Bomarzo, Albacete, 2025. 98 pgs, 16 €
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