El diario "El País" de hoy, 2 de septiembre, contiene un artículo muy interesante de Antonio Gutiérrez, el único de los diputados del PSOE que se ha opuesto consecuentemente a la reforma de la constitución que se está imponiendo con desprecio a la democracia y a los ciudadanos.
En dicho artículo, que se puede consultar íntegro en
http://www.elpais.com/articulo/opinion/error/principios/cifras/elpepiopi/20110902elpepiopi_4/Tes ,
Antonio Gutierrez mantiene que la operación bipartidista en marcha implica "servir en bandeja la ruptura del consenso constitucional y jibarizar nuestro crecimiento económico para un largo y decisivo periodo", lo que ha sido "un error político y económico de bulto".
Realmente, - sostiene Gutiérrez - si "se buscaba generar confianza ante propios y extraños en la corresponsabilidad de los dos grandes partidos a la hora de manejar con prudencia las cuentas públicas presentes y futuras, ambos habrían reparado en el artículo 40, apartado 1, capítulo tercero de la Constitución española: "Los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa, en el marco de una política de estabilidad económica. De manera especial realizarán una política orientada al pleno empleo". Este ejemplar mandato para procurar en cada momento el equilibrio entre democracia y mercado que nos brindaron los constituyentes, inteligentemente utilizado habría hecho innecesario el desbarajuste que han provocado los reformadores de la última hora.
Pero hay diferencias entre lo que apuntaba la Constitución y el nuevo redactado, puesto que ahora el primer precepto es: "Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria". Con este tajante y preeminente mandato desaparece aquel equilibrio entre progreso y equidad con estabilidad económica. E inclina la Constitución hacia un lado, el de la derecha.Y no porque la estabilidad presupuestaria sea de esa significación sino por establecerla por encima de cualquier política pública al margen de otros componentes del entramado fiscal del país y de los demás retos económico-sociales.
Por eso el artículo se concluye lapidariamente: "La ideología con datos que deforman la realidad es demagogia. Termina resultando injusta, al abundar en las desigualdades, y ridícula en cuanto queda desnuda en el páramo que suele dejar".
En dicho artículo, que se puede consultar íntegro en
http://www.elpais.com/articulo/opinion/error/principios/cifras/elpepiopi/20110902elpepiopi_4/Tes ,
Antonio Gutierrez mantiene que la operación bipartidista en marcha implica "servir en bandeja la ruptura del consenso constitucional y jibarizar nuestro crecimiento económico para un largo y decisivo periodo", lo que ha sido "un error político y económico de bulto".
Realmente, - sostiene Gutiérrez - si "se buscaba generar confianza ante propios y extraños en la corresponsabilidad de los dos grandes partidos a la hora de manejar con prudencia las cuentas públicas presentes y futuras, ambos habrían reparado en el artículo 40, apartado 1, capítulo tercero de la Constitución española: "Los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa, en el marco de una política de estabilidad económica. De manera especial realizarán una política orientada al pleno empleo". Este ejemplar mandato para procurar en cada momento el equilibrio entre democracia y mercado que nos brindaron los constituyentes, inteligentemente utilizado habría hecho innecesario el desbarajuste que han provocado los reformadores de la última hora.
Pero hay diferencias entre lo que apuntaba la Constitución y el nuevo redactado, puesto que ahora el primer precepto es: "Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria". Con este tajante y preeminente mandato desaparece aquel equilibrio entre progreso y equidad con estabilidad económica. E inclina la Constitución hacia un lado, el de la derecha.Y no porque la estabilidad presupuestaria sea de esa significación sino por establecerla por encima de cualquier política pública al margen de otros componentes del entramado fiscal del país y de los demás retos económico-sociales.
Por eso el artículo se concluye lapidariamente: "La ideología con datos que deforman la realidad es demagogia. Termina resultando injusta, al abundar en las desigualdades, y ridícula en cuanto queda desnuda en el páramo que suele dejar".
2 comentarios:
Igonoro de qué manera podría Antonio jugar un papel en la política española. En todo caso, pienso que sería un fenomenal desperdicio que nuestro hombre se recluyera en actividades (por importantes que fueran) al margen de la cosa pública. Cierto, es cosa suya, de Antonio. Pero hay una cosa que se llama "gota malaya": la machacona insistencia cerca de nuestro amigo.
En todo de acuerdo, mon capitain, y las insistencias son constantes, aunque creo que la situación está cambiando. Veremos en estos próximos e inmediatos meses. Saludos desde el Mont Ventoux (Somosierra)
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