viernes, 9 de septiembre de 2011

ELOGIO DE LA HUELGA GENERAL EN ITALIA


Las circunstancias de esta primera semana de septiembre ha llevado a dejar de lado un hecho importante en la conflictividad social que está produciendo la política europea en su relación con la crisis financiera y de la deuda pública de los países periféricos. Se trata de la huelga general que la CGIL ha convocado en Italia para el 6 de septiembre - el mismo día de la manifestación contra la reforma de la constitución y por la convocatoria de un referéndum en España - y que ha tenido una indudable acogida.

En una carta dirigida tanto a la CSI como a la CES, en las personas de Micheal Sommer y Sharan Burrow por la primera organización y a Ignacio Fernandez Toxo y Bernadette Segol por la CES, Susana Camusso comunicaba en el verano a sus compañeros que la CGIL había decidido convocar una huelga general de 8 horas, en cada uno de los tres turnos de trabajo, para el día 6 de septiembre. La huelga general venía siendo exigida por la FIOM – CGIL y su convocatoria para comienzos de septiembre era muy oportuna, ante la declaración del gobierno italiano sobre las medidas que habían de adoptar ante la crisis de la deuda soberana en los mercados financieros y que, como en nuestro país, continuaron ocupando las primeras páginas de los periódicos y de los telediarios durante el mes de agosto y que es conocida en italiano como la “maniobra” para salir de la crisis. En la carta se señalaban las razones de la convocatoria: la gravedad del plan de medidas – la “maniobra” – propuesto por el gobierno italiano, y la existencia de una real y seria urgencia en encontrar medidas alternativas a las concebidas por el gobierno para conjurar el riesgo de derrumbe financiero de la deuda italiana. El gobierno italiano es definido como irresponsable al dedicarse a negar durante tres años consecutivos la propia existencia de la crisis para afrontar ahora  el problema descargando todo el peso de los sacrificios sobre los trabajadores, los pensionistas y las capas más débiles del país, empezando por los jóvenes.

Susana Camusso explicaba que la CGIL estaba trabajando por la construcción de todas las alianzas que puedieran permitir sacar adelante las propuestas sindicales como alternativas a las que iba a discutir el Senado. La huelga se realizó finalmente, y  ha tenido un amplísimo seguimiento, no sólo de los trabajadores, pensionistas y precarios afiliados o en la órbita de la CGIL, sino con la adhesión de otros sindicatos de base y de numerosos trabajadores también de CISL y UIL sindicatos confederales que no secundaron la medida. Más de 100 ciudades se sumaron a la huelga y en las más importantes se realizaron manifestaciones muy numerosas, a las que se sumaron el Partido Democrático y la Italia de los Valores. Para nuestra prensa la noticia se centraría en que la huelga impidió que funcionara ese día la Mostra cinematográfica de Venecia.

Las consecuencias políticas de esta huelga son importantes, y va a alterar el panorama y el terreno de juego en el que se desenvuelve lo político, social y económico en aquel país. Va a repercutir tanto en la complicada relación inter-sindical entre la CGIL y las otras confederaciones CSIL y UIL, como en el cambio inducido en el diseño de alianzas en el que se iba moviendo el Partido Democrático, en su intento de sumar apoyos del centro político (centro derecha), puesto que el conflicto incide en él y radicaliza desde la izquierda las salidas posibles, como, en fin, frente a un gobierno acosado que ve aumentar el grado de descontento social y la intensidad de las movilizaciones, a la vez que se pone en cuestión de forma muy contundente no sólo la eficacia sino hasta la corrección democrática de alguna de sus medidas. (Sobre el tema, puede verse el último número de la revista digital dirigida por Antonio Lettieri, Eguaglianza e Libertá, con artículos de Mario Rusciano y Umberto Romagnoli. (http://www.eguaglianzaeliberta.it/)

La huelga tenía un lema muy instructivo: No podemos salir de la crisis si nos resignamos. Lo que implica recordar que la forma más segura de que la salida neoliberal se imponga es la ausencia de resistencia popular, y la causa más conocida de esa carencia es siempre la convicción arraigada en amplias capas de la población que no hay posibilidad alguna de cambiar las medidas antisociales, que su desgracia colectiva e individual es un destino contra el que no se puede luchar. Por eso la advertencia de la CGIL es oportuna: “Para salir de la crisis, ninguna resignación”. Un lema que se debería importar a las movilziaciones que están iniciándose en España para septiembre y octubre.

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